Sobre su película más conocida, el director Akira Kurosawa dijo al respecto: “Las películas japonesas tienden a ser ligeras, comprensibles, simples, pero saludables, como el té verde sobre el arroz frío…” (un sabor tan agradable que Yasujiro Ozu hizo una película con ese título). “…Pero pienso que debemos tener tanta comida como películas mejores. Y así pensé que iba a hacer una que fuese lo suficientemente entretenida como para ser comida, y así fue”.
Este plato cocinado, servido por Kurosawa y conocido como Los siete samuráis, transformó el estilo lento, solemne y teatral de las jidai-geki (películas de época) de comienzos de los años cincuenta, por uno más acelerado, violento y lleno de humor, extraído del cine de Hollywood de ese entonces, principalmente de las películas sobre el lejano oeste de John Ford.
El uso de múltiples cámaras permitió una atmósfera y una sofisticación que no tenían antecedentes dentro de los paradigmas del cine japonés. Asimismo, las técnicas de edición y el uso de la cámara lenta le otorgaron a la cinta una fuerte carga dramática y un ritmo que continúa siendo la matriz de la mayoría de las películas de acción realizadas con posterioridad a esta.
Ni hablar de la historia, la cual se ha utilizado en cientos de cintas, series de televisión e inclusive cómics y juegos de vídeo: Un pueblo es atacado por maleantes y sus habitantes reclutan a siete renegados para que los defiendan de sus agresores. Los doce del patíbulo, Los Magníficos y El escuadrón suicida, son algunos de los títulos que básicamente copiaron de forma descarada la premisa de Los siete samuráis. De una forma irónica, Hollywood utilizó como modelo la película de Kurosawa para revitalizar el western con la exitosa Los siete magníficos, sus secuelas y reboots, mientras que el director japonés revitalizaría el cine japonés inspirado en los vaqueros norteamericanos, constituyendo una especie de cinta de Moebius cinematográfica.
Esta historia del bien contra el mal y del honor y la generosidad por encima de la traición y la codicia, nos muestra a siete héroes trágicos (especialmente Kikuchiyo, el samurái efusivo interpretado magistralmente por Toshiro Mifune), quienes han vivido numerosas batallas, pero que al final se prueban a sí mismos defendiendo a unos aldeanos oprimidos, sin recibir nada a cambio.
Continuando con la ironía, es difícil no mofarse de los críticos que alaban a Los Siete Samuráis pero que denigran de John Wick y Los Avengers, ya que todas estas cintas de acción son variaciones de la misma receta y poseen ese sabor delicioso e irresistible.