Eddie Murphy inició su carrera como comediante a los 19 años, y gracias a un talento equiparable al de su mentor Richard Pryor para el stand up comedy, logró unirse al elenco del legendario programa televisivo Saturday Night Live (SNL), donde se destacó por sus imitaciones y personajes memorables como Buckwheat, Gumby y Míster Robinson. Luego de su prematuro retiro del show, Murphy se convirtió en una superestrella a comienzos de los ochenta, cuando estelarizó varias películas exitosas como 48 Horas (1982), De mendigo a millonario (1983) y Policía suelto en Beverly Hills (1984), que se convirtió en una de las películas más exitosas de la década.
La actitud sucia, cruda y políticamente incorrecta de Murphy se fue suavizando y el resultado fue Un príncipe en Nueva York (1988), que se convertiría en otro gran éxito. Y aunque experimentó algunos altibajos a finales de los 80 y principios de los 90, Murphy volvería a gozar de las mieles del éxito con películas como Boomerang (1992), El profesor chiflado (1996), Dr. Dolittle (1998) y Norbit (2007). No podemos olvidar su magnífico papel dramático en el musical Dreamgirls (2006), que le valió una merecida nominación al Óscar; o su innegable interpretación magistral como el autor de Blaxploitation Rudy Ray Moore, en el estupendo biopic Mi nombre es Dolemite (2019) para Netflix. Pero algo se perdió en el camino.
A propósito de Netflix, Murphy ha intentado seguirle los pasos a Adam Sandler, ese otro ex alumno de SNL que pasó de ser una superestrella en los cines, para convertirse en parte del inventario de la plataforma de Streaming. Primero fue con la fallida secuela de Un príncipe en Nueva York (2022) para Prime Video, luego junto a Jonah Hill en la también fallida You People (2023) para Netflix, y ahora regresa de nuevo a Prime con La calle de la Navidad, una extraña cinta Navideña con la que vuelve a reunirse con Reginald Hudlin, el director de Boomerang y artífice de la versión original de House Party, una de las más divertidas comedias de los años noventa.
No se equivoquen. Murphy continúa generando el mismo atractivo de antaño en esta película en la que participa, aunque se siente extremadamente sobrio y, peor aún, maduro. Es Navidad y Chris (Murphy), es un hombre de familia de esos que solo existen en el cine y la televisión. El título de la cinta tiene que ver con su obsesión por ganarle a su vecino Bruce (Ken Marino haciendo de Ned Flanders sin mostacho) en la competencia anual de su calle en la que la casa ganadora es la que ostenta las decoraciones más impresionantes. Sin embargo, Chris es despedido por su jefe más joven (Trevante Rhodes de Moonlight, en un extraño cameo), pero al mismo tiempo, se revela que la competencia de este año viene con un premio de 100,000 dólares. Esto nos lleva a pensar que vamos a ver una comedia navideña de un hombre que va a hacer todo lo posible por ganarse el premio y salvar a su familia conformada por su esposa y tres hijos (Genneya Walton, Thaddeus J. Mixson y Madison Thomas).
Pero no llega a ser del todo así. Chris y su hija menor encuentran una tienda misteriosa que vende decoraciones extravagantes y que es atendida por una sospechosa mujer (Jillian Bell, otra alumna de SNL, exagerada hasta más no poder). En un giro faustiano, la mujer le vende a Chris un costoso y gigantesco árbol con todos los personajes del villancico “12 días de Navidad“. La exhibición inicial es todo un éxito, pero a la mañana siguiente, los personajes han desaparecido como si se tratara de “Jumanji edición Navideña” y descubre que ha firmado sin saberlo un contrato fatal. Resulta que la mujer es un malvado elfo caído en desgracia que ha estado haciendo tratos crueles e imposibles con los humanos, quienes han terminado convertidos en figuritas de porcelana parlantes, al peor estilo de las olvidadas La llave mágica o Pequeños guerreros. Ahora Chris, junto con su familia, debe recolectar unos anillos dorados o terminará convertido en adorno navideño para siempre ¿Por qué? Nunca lo sabremos.
Todo lo que sigue son situaciones ridículas, desconcertantes y agotadoras, cortesía de Kelly Younger (guionista de la serie Los Muppets ahora y la película La mansión embrujada de Los Muppets). Los propósitos del elfo no tienen sentido, las lecciones obligatorias sobre el significado de la Navidad y la importancia de la familia son imprecisas, el tono cambia de cinta de horror para preadolescentes a lo Krampus conoce a Escalofríos; a una comedia slapstick similar a National Lampoon’s Christmas Vacation; para pasar a un drama familiar navideño tipo Hallmark.
Los chistes para los adultos están muy subidos de tono y son poco divertidos y Murphy luce tan confundido como nosotros. Si bien es cierto que el actor trata de darle gracia a este disparate, al igual que Tracee Ellis Ross como su esposa (la actriz de Black-ish merece algo muchísimo mejor), lo cierto es que la cinta de Hudlin no tiene remedio. Esperemos que Murphy se reponga con la cuarta parte de Policía suelto en Beverly Hills que ya viene en camino. El futuro está en el pasado.