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Crítica: Colibrí

Una pareja se enfrenta a la llegada de un hijo y a unas crisis personales, en una cinta humana y sencilla a cargo de los directores de Nowhere.

David Salazar, Francisco Salazar 

/ Simón Elías, Nathalie Rangel, Ana Isabel Castillo, Alejandra Miranda

Por  ANDRÉ DIDYME-DÔME

Cortesía de Alucinante Fábrica

El segundo largometraje de los hermanos Salazar, luego de la sencilla y honesta Nowhere (2020), enfocada en la migración y los efectos en una pareja gay, bebe del cine psicológico y humanista de Noah Baumbach, especialmente de Greenberg (2010), la historia de un hombre que no quiere crecer, While We’re Young (2014) y Marriage Story (2019), dos historias sobre matrimonios jóvenes en crisis. 

En Colibrí tenemos a Catalina (Nathalie Rangel) y Germán (Simón Elías), una pareja joven. Ella es una optómetra, él un escritor de obras de teatro. Ella perdió a sus padres en un accidente automovilístico y su hermano, quien iba conduciendo, sobrevivió a la tragedia. Él tiene una familia numerosa y a Rosa, una madre preocupada (Alejandra Miranda), pero su padre los abandonó. La vida de la pareja se enfrenta a un cambio radical. Catalina está embarazada.   

Junto a la felicidad de convertirse en padres, surge la ansiedad y la preocupación. Ella quiere reencontrarse con el hermano guitarrista y compositor de la dulce canción “Colibrí” que le da título a la película, del que se distanció luego del fatídico accidente. Él quiere seguir trabajando en teatro, pero su arte no le está brindando el dinero suficiente que necesita para mantener a una familia, además de que se está repitiendo y no sabe cómo terminar el último acto de su obra próxima a estrenarse.

Al igual que sucedió con su ópera prima, la película dirigida y escrita por los hermanos Salazar aborda un momento en la vida de dos seres humanos, con la sencillez, ternura y humanidad necesarias. Aquí no vamos a encontrar un melodrama edulcorado, sino tan solo una historia de amor enmarcada en un momento de crisis y cambios. Es una lástima que a las actuaciones les falte potencia, pero eso se perdona gracias a una dirección sensible y a una historia bien contada sobre el peso del pasado y la incertidumbre del futuro.

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