En una casa ubicada en la calle Olleros, barrio de Belgrano, el desfile de gente es incesante. Son veinteañeros que están a punto de asistir al estreno informal de una filmación casera con uno de los shows que Genesis acaba de ofrecer el miércoles 11 de mayo de 1977 en el estadio Gigantinho, de Porto Alegre, Brasil. Buena parte de la concurrencia se conoció en el largo viaje en micro para ver ese concierto de la banda británica en su primera incursión sudamericana. La excursión organizada por Oscar López, mánager de La Máquina de Hacer Pájaros, incluyó la presencia de varios músicos, entre los que se destacaba la figura espigada de Charly García.
“Como habían llevado una cámara sin audio, pusieron los discos de Genesis en el tocadiscos tratando de que coincidieran con lo que se veía en la pantalla”, dice entre risas el periodista Alfredo Rosso. En esos días, Rosso integraba el staff de la revista Expreso Imaginario y todavía se lamentaba por no haber podido asistir al show de una de las bandas más importantes del rock progresivo.
“A la reunión me invitó Fernando Basabru, que con el fotógrafo Uberto Sagramoso cubrieron para Expreso esa gira de Genesis por Brasil. El dueño de casa era un pibe que aprovechó que los padres estaban de vacaciones y armó el encuentro. Se ve que algún vecino vio unos cuantos pelos largos y llamó a la policía”, cuenta Alfredo, y también grafica el modus operandi de una parte de la ciudadanía a favor de los procedimientos represivos durante la dictadura cívico-militar.
“Bueno, se acabó la película”, dijo el oficial a cargo. “Lamentablemente para nosotros, recién empezaba. El camarógrafo había filmado, además del show de Genesis, una huelga de trabajadores brasileños de la época. Entonces, pensaron que era material subversivo. También encontraron en la casa una pistola, que era para defensa personal y estaba registrada. Derivaron la cuestión al ejército y llegó una comisión. Nos separaron por sexo, nos pidieron documentos, nos interrogaron y después nos subieron a camiones del ejército y pasamos la noche en un calabozo que se parecía a un colectivo en hora pico. Bueno, con el nuevo día nos fueron soltando de a poco cuando vieron que éramos sospechosos sólo por portación de juventud”, dice Rosso. A pesar del mal trago, el bizarro estreno que Alfredo Rosso compartió en 1977 marcaba el alto grado de devoción del público argentino hacia la música de, por entonces, Phil Collins, Steve Hackett, Tony Banks, Mike Rutherford y Chester Thompson. Ese vínculo puede rastrearse en las opiniones de músicos de diversos estilos y épocas, coincidentes en su debilidad por Genesis.
Genesis fue el único grupo de los 70 capaz de reinventarse y dominar la década del 80 como un peso completo del rock internacional. Ni siquiera el alejamiento de Gabriel, el cantante original, mermó el éxito artístico y de ventas en la segunda mitad de los 70, que también debió sobreponerse a otra salida abrupta, la de su notable guitarrista Steve Hackett. Nada parecía detener al grupo, aun cuando sólo quedaron tres miembros de la formación esencial, y el próximo paso significó una explosión pop con Phil Collins al frente de Genesis o en el rol solista inaugurado con el magnífico Face Value (1981).
El nombre de Genetics, grupo argentino que interpreta lo mejor del viejo repertorio de la banda nacida en 1967, es la representación local que mantiene vivo un sentimiento muy fuerte, sostenido por discos imprescindibles de la historia del rock: Foxtrot (1972), Selling England by the Pound (1973) o el experimental The Lamb Lies Down on Broadway (1974), y los no menos importantes álbumes de la era Collins, como A Trick of the Tail (1976), Wind & Wuthering (1976) o Duke (1980).
A doce años de su formación, Genetics está a punto de iniciar una gira latinoamericana junto a Steve Hackett y sumar un nuevo logro por alcanzar el máximo rigor musical cada vez que expone su visión de Genesis. El rótulo de banda tributo les queda muy chico a Daniel Rawsi (batería), Claudio Lafalce (bajo), Leo Fernández (guitarra), Horacio Pozzo (teclados) y Tomás Price (voz) en su afán por revelar en vivo un momento del rock disparado hacia otras galaxias, cuando los vinilos eran naves dominantes en el arte del entretenimiento. El eje convocante de esta gira es recrear Seconds Out (1977), el último álbum en vivo que grabó Hackett como integrante de Genesis y también un disco de iniciación para muchos seguidores argentinos.
El tour pasará por Perú, Chile, Brasil y tendrá su cierre en el estadio Luna Park el próximo 25 de este mes. “Genetics es una banda muy talentosa. Son buenos músicos y tienen un fuerte sentimiento por la música de Genesis”, le dice Hackett a Rolling Stone desde su casa en Londres. “Leo Fernández es un guitarrista fabuloso y disfruto mucho tocando junto a él”. Ni cuando integraba Genesis Hackett compartía solos con otro violero, como sí lo hace junto a Genetics. Esa novedosa particularidad ya se vio en 2015, cuando Hackett tocó dos noches con los Genetics en el Teatro Coliseo de Buenos Aires.
“El primer tema que me atrapó de Genesis fue ‘Firth of Fifth’”, dice Richard Coleman, otro músico argentino fiel a la causa. “La intervención de Hackett con ese solo de guitarra es una cosa que escucho hoy en día y me sigue emocionando. Lo que más me gustó es esa manera de tocar la guitarra eléctrica que no es muy guitarrística en realidad, es algo más orquestado, como de violines. A partir de él empezaron a gustarme los guitarristas que hacían que una guitarra no sonara como una guitarra”, dice el líder de Fricción y Los Siete Delfines.
En 1981, Coleman viajó a Europa y vio a Genesis en Francia. “Yo era fan de la época Gabriel, sin dudas, hasta que los vi en vivo. Ya Seconds Out me había gustado, ese álbum me hizo entrar en la frecuencia Collins. Pero cuando los vi en vivo fue otra cosa. Era la gira de Abacab, y me partió el bocho. Collins en vivo era increíble, con las dos baterías, con Chester Thompson. Los vi con Daryl Stuermer, sin Hackett. En ‘Firth of Fifth’ lloré, lo tocó divino, con respeto a las formas y a la expresión, el tono era muy bueno. Ahí empecé a darme cuenta de que estaba pasando otra cosa, que era el proceso de renovación de Genesis. Se estaban poniendo new wave”.
“Firth of Fifth” está incluido en Selling England by the Pound, el disco consagratorio de la era Gabriel que también marcó a las primeras giras exitosas de Genesis por las rutas de Estados Unidos. La expresividad de Peter Gabriel y el uso de disfraces y máscaras para abordar los personajes de las canciones despertaron la atención de la prensa norteamericana por un rock teatral que podía evocar las tradiciones británicas con relatos de ciencia ficción y un sonido grupal que se diferenciaba sustancialmente de los excesos de virtuosismo del rock sinfónico. Entre los comentarios positivos, estuvo el de John Lennon durante una entrevista radial. “Siempre me encantó la música de los Beatles y me emocionó escuchar los comentarios de Lennon sobre Genesis y Selling England… En la banda a todos nos gustaban los Beatles, en particular la calidad de su escritura, su imaginación aventurera y su enfoque ecléctico de la música. Siento que Lennon notó el mismo espíritu en Genesis. Se refirió a nosotros como verdaderos hijos de los Beatles”, dice Hackett, que recuerda haber escuchado el comentario de Lennon en plena gira presentación del disco que en octubre cumplirá 50 años y sigue siendo una cumbre de rock mordaz sobre la crisis que vivía el Reino Unido en 1973.
“Creo que el estilo de la banda estaba alcanzando su punto máximo en la época de Selling England… Estábamos llegando a mucha gente en ese momento, incluso teniendo el interés del jazz y los músicos clásicos. Una canción como ‘Dancing with the Moonlit Night’ abrazó una gran cantidad de influencias, desde motivos nostálgicos hasta cierto toque avant garde. Fue un momento muy emocionante para nosotros en Genesis”, dice el guitarrista, que abandonó Genesis para dedicarse plenamente a su carrera solista, con obras destacadas como Voyage of the Acolyte (1975) y Spectral Morning (1979).
Vendiendo Inglaterra por un libra (Gourmet Musical) es también el título de una saga de libros sobre la evolución del rock progresivo firmado por el escritor y ensayista porteño Norberto Cambiasso. En el segundo tomo (Del revival al progressive folk), Cambiasso dedica un capítulo a explicar algunas características que unen a Genesis con bandas como Jethro Tull.
“El pastoralismo, fundamentalmente. La obsesión por la infancia, que también está en ‘Strawberry Fields Forever’. Hay una fibra muy particular que liga en la psicodelia, que son como las dos caras de una misma moneda: la cara externa, el pastoralismo; y la infancia, la cara interna. Esto lo va a heredar el folk progresivo. En Jethro Tull y en el Genesis de Gabriel hay un pastoralismo medio engañoso, que te deja oscilando entre interpretaciones que pueden ser igual de legítimas aunque sean contradictorias. Hay claramente una retórica pastoralista, pero ahí está pasando algo más denso que el mero bucolismo”, dice el autor.
“Creo que hay que entender el rock progresivo de los años 70 como un corolario, una suerte de conclusión de una idea que probablemente se había gestado a mediados de los años 60. Es la idea de una música pop, incluso rock, madura, que miraba hacia delante, para la cual toda experimentación parecía al alcance de la mano y que asumía que se podía ser un compositor de canciones o incluso de piezas más extensas y que, al promediar los 70, conservó una idea de progreso. Una idea que, con los movimientos que comenzarían a partir del punk, ya no iba a ser posible”, dice Cambiasso.
Curiosamente ese concepto de progreso, que el rock progresivo llevó al extremo, coincidió con un momento bastante complejo para la economía británica. “Hasta mediados de los 70 son los años de mayor centralidad del género, una suerte de concepción en la cual también se creía en los experimentos sociales y en que aún era posible un progreso social sostenido. Creo que las dos ideas comenzaron a caer a medida que crecía la crisis de los años 70, sometidas a una encrucijada con la llegada de la crisis del petróleo de 1973. Y tuvieron su golpe de gracia con el invierno del descontento de 1978-1979 y el ascenso al poder de Margaret Thatcher en mayo de 1979”.
Daniel Rawsi es miembro fundador de Genetics. Mucho antes formó Rael, junto a su amigo Nacho Fernández, la primera banda tributo argentina a Genesis. “En casa se escuchaba de todo: folclore, mucho jazz, soul, Roberto Carlos, pero gracias a un par de amigos del secundario, uno era Nacho Rodríguez, conocí a Genesis”, cuenta el baterista, que también es un reconocido oftalmólogo (por su consultorio pasó durante muchos años Luis Alberto Spinetta). “En la casa de un amigo pusieron Genesis Live y cuando sonaron los primeros acordes del melotrón de ‘Watcher of the Skies’ dije: ‘¿Qué es esto?’. Era un sonido raro, pero también interesante. Fue tanta la fascinación que empecé a escuchar Genesis todo el tiempo. Este amigo iba a [la disquería] El Agujerito y compraba discos importados. De ahí pasé a Selling England… y después todo lo que sigue. Cuando llegó The Lamb… la cabeza directamente se me partió porque era una cosa distinta a lo que estábamos acostumbrados”.
Daniel tiene 63 años y dice que escucha Genesis todos los días. “Me voy a caminar y escucho Genesis, en el consultorio pongo Genesis. Con Nacho, cuando teníamos 15 o 16 años, poníamos Seconds out y apagábamos la luz del cuarto y yo hacía que tocaba la batería y él cantaba. Así que imaginate lo que significa Genesis para mí”. A fines de la década de los 80, Horacio Pozzo se integra como tecladista de Rael en lo que sería una carrera contra las adversidades para recrear la música de Genesis. Los pocos videos que existían de la banda no se veían bien, la información era mínima y todo dependía de la imaginación de los músicos. Rael es el personaje central de la historia conceptual que aborda el disco The Lamb Lies Down on Broadway.
“Los elementos para subir a tocar eran los discos. Estamos hablando de 1987. Había que escuchar bien y entender qué pasaba con la armonía, la melodía, los golpes de batería. La parte vocal es la que más sale intuitivamente porque lo teníamos a Nacho, con una garganta privilegiada. Buena memoria, buena entonación, un talento especial. Lo demás era un trabajo minucioso. La información básicamente no existía, con lo que se pudo se armó Rael y fue bien recibido porque le pusimos muchas ganas. Pero la banda fue teniendo ganas de hacer otra música, se nos agotaba y había otros intereses”, cuenta el tecladista, que de a poco fue adquiriendo los mismos instrumentos que utiliza Tony Banks.
Rael existió hasta 1993 y dejó un disco con temas propios, Máscaras urbanas (1993). En ese mismo año la banda abrió el show en el Gran Rex en la primera visita del guitarrista de Genesis a nuestro país. La idea de reformular Rael surgió en 2006 y tomó entidad cinco años después, pero la muerte de Nacho Fernández golpeó a banda y alteró los planes. “Después del accidente de Nacho quedamos huérfanos de cantante, él era muy importante y además era nuestro amigo”, cuenta Pozzo. Poco después de la partida del cantante, Tomás Price aparece en la vida de Genetics. “Él tenía su banda en Chile, Foxtrot, y se ofreció para cantar. Le pagamos un pasaje, vino a Buenos Aires, al estudio, se probó y quedó. Al mes cantó con Hackett en el Coliseo”.
Litto Nebbia es otro de los músicos argentinos que adoran los primeros registros de Genesis. “Nursery Cryme y Foxtrot son mis discos favoritos. Desde el principio me encantaron los arreglos, esa síntesis de lo clásico con lo ‘merseybeat’, o psicodélico, si se quiere. También esa preocupación por las letras, lo teatral, la fábula. Canciones, finalmente, sin ninguna preocupación por la duración, aquella cosa esclava de que el tema debe durar más que un single. Otro hallazgo de esos discos es que todo parece viejo, pero también parece nuevo”, dice el padre de Los Gatos y resalta un rasgo distintivo: “La determinación de que el tiempo reloj es de ellos”.
El pionero del rock argentino y melómano conoció la música de Genesis en la primera mitad de la década del 70 casi al mismo tiempo en que esos discos eran editados en el país sin ningún orden cronológico. “En la formación esencial no hay virtuosos solistas y, sin embargo, la agrupación suena virtuosa. En esos primeros discos uno aún no sabía quiénes eran los compositores. Pero todo sonaba homogéneo. Pasado el tiempo fui descubriendo cuál era el aporte de cada integrante. Para mí, esa firma ‘Genesis’ de las canciones pasó a ser clave dentro del mundo de los compositores del rock contemporáneo. Como los verdaderos sucesores de la firma Lennon-McCartney, o al menos otros nuevos compositores para agregar al mismo nivel que The Beatles. Ese fluir sincero, de plena emoción por lo que más les latía en el pecho con la música, es para mí lo entrañable de una banda como Genesis”.
Sin ser la típica guitarra solista del rock progresivo, el sonido Hackett marcó un estilo a la hora de tocar las seis cuerdas, que el propio músico describe como “pangénero”, una mezcla de estilos. “Desde la música clásica hasta el rock, del blues y el folk al jazz, ideas expresionistas y música de todo el mundo. ¡Nada está fuera de los límites para mí! En cuanto a mi técnica de guitarra, el hecho de que se me ocurriera el tapping muestra que explorar la técnica siempre fue parte de lo que hice. Me intrigaba acercarme al diapasón y el teclado. Yo también abrazo la velocidad. Pero también me encanta dejar volar mi guitarra de una manera emocional sin depender demasiado de la técnica”, dice el guitarrista que se solidarizó con los Genetics cuando se enteró del fallecimiento de su cantante a través de Armando Gallo, fotógrafo oficial de Genesis y autor de unos de los primeros libros sobre la banda (I Know What I Like).
“Steve me manda un mail con las condolencias correspondientes. Yo le respondo sabiendo que él tocaba a los tres meses en Buenos Aires y le digo: ‘¿Te gustaría venir a comer un asado a casa?’. Vino y estábamos todos los Genetics con nuestras familias, la mujer de Nacho, las hijas, fue una cena muy linda, muy emotiva”, cuenta Daniel Rawsi acerca de la escena en su casa durante el mes de marzo de 2015. Al otro día, el guitarrista tocó en el Coliseo y le dedicó el show a Nacho. “Quedamos comunicados, mientras tanto preparábamos para agosto de ese año un homenaje a Nacho. Le envío una versión de ‘Supper’s Ready’ y le pregunto si tiene ganas de volver a Argentina para tocar con nosotros. Y nos responde: ‘Voy y toco todo el show. ¿Qué querés que toque?’. Imaginate nuestra emoción. Dos Coliseos llenos con Steve y ahí ya quedó una amistad”.
Lejos de un pensamiento anti-rock progresivo, también para varios músicos argentinos criados en los 90 Genesis es una referencia ineludible. Rudie Martínez, líder de Adicta y reconocido exponente de la escena electrónica, habla de la importancia de Tony Banks. “La conducción de voces de Banks es extremadamente sofisticada y fina. Lo considero el arquitecto armónico perfecto para semejantes melodías. A diferencia de Rick Wakeman, a quien también admiro, Banks hace que las cosas complejas suenen simples. Descubrí un video en YouTube del making of del disco Genesis en el que toca la progresión armónica de la canción ‘Mama’ sobre un ritmo de máquina. La complejidad simple es absolutamente maravillosa”, dice el músico platense.
“Reconozco que al Genesis de los 70 empecé a disfrutarlo más en la actualidad. Foxtrot y The Lamb… son el núcleo inspirador (y esto va por mi cuenta) del dark y el shoegaze, capas y más capas de sonidos y arreglos. Del salto a los 80 no tengo ninguna objeción porque mi admiración por Phil Collins es inmensa. Es una banda que entendió a tiempo los cambios. ¡Si hasta suenan new romantics!”.
En otra escala de fascinación, Nicolás Kramer se crio escuchando los discos de Genesis y hasta formó una banda tributo en su adolescencia con una integración primigenia de lo que luego sería Jaime Sin Tierra. “Para mí son únicos y muy distintos de sus pares progresivos, que salvo algunas excepciones, me resultan pretenciosos o inaccesibles. En el caso de Genesis, es increíble la música que hicieron siendo tan jóvenes, de una inspiración y libertad asombrosas. Todo lo que hicieron tanto en los 70 como en los 80 sigue una línea de continuidad muy interesante. Lógicamente, me quedo con el período Gabriel, cuya evolución me parece fascinante. De esa etapa me interesan y conmueven la riqueza de sonidos, arreglos y partes dentro de las canciones y discos, los climas, las letras (¡rarísimas!) y la clara sensación de que están proponiendo un viaje, una experiencia”, dice el líder de El Robot Bajo el Agua, que en tiempos de Jaime Sin Tierra solían recrear en vivo “Broadway Melody of 1974” del álbum The Lamb.
“Con El Robot supongo que algo de esa influencia también se filtra a la hora de grabar y trabajar las canciones con muchas capas de sonido, las armonías vocales y los coros, e indiscutiblemente en el hecho de fundir, unir las canciones unas con otras y replicar arreglos y momentos entre ellas, guiños progresivos para quien sepa leerlos”.
Sebastián Schantel, tecladista de Las Pelotas y exmiembro de Clap y La Portuaria, es otro fan confeso de Genesis y en especial de los aportes de su tecladista. “Tony Banks es a la vez sobrio y genial, el sonido Genesis está estructurado en base a sus arreglos y a sus teclados. Además, Steve Hackett no es el clásico guitar hero y deja mucho espacio para Banks. Los tecladistas en las bandas de rock quedamos muchas veces sometidos al imperio de la guitarra. Los guitarristas pueden circular por el escenario, algunos son medio acróbatas y cancheros. En cambio, los tecladistas, muchas veces ocultos tras los teclados, quedamos como medio nerds, poco llamativos. Banks nos abrió muchas puertas, su destreza y buen gusto eran tan evidentes y originales que dejan atrás la imagen y ponen en foco las infinitas posibilidades de los instrumentos: órganos, melotrón, clavinet, moog y pianos, arsenal hermoso que todavía hoy talla y es referencia para todos los tecladistas”, dice el músico y recuerda mucho un viaje en auto de Traslasierra a Buenos Aires “escuchando con Germán Daffunchio, otro fan de Genesis, un disco tras otro e ir cantando las melodías y los arreglos de los temas”, cuenta. “Hay obligados, giros melódicos de Banks, y texturas que son referencias permanentes, están siempre a disposición para usarlos y traficarlos en temas propios”.
A días del debut de la gira en Lima que cerrará a fines de agosto en el Luna, los Genetics preparan el ensayo. Serán dos días junto a Steve Hackett para trabajar un repertorio que incluye todas las canciones de Seconds Out, el álbum doble grabado en el Palais des Sports de París en 1977. “Esto es como interpretar música clásica y tratar de hacerlo a la perfección. ¿Martha Argerich toca en el Colón a Bach o hace su música?”, se pregunta Daniel Rawsi buscando una explicación a una experiencia que no intenta detener el tiempo; todo lo contrario, lo pone en movimiento.
“La música en vivo es otra cosa. La gente quiere escuchar música en vivo. El evento musical es único. Están muy bien los discos de Genesis. No somos Genesis en vivo, pero somos una banda que lo hace bien. Con sus puntos fuertes y débiles. Si querés escuchar la cosa perfecta, poné los discos, si querés ver música en vivo vení a ver a Genetics”, dice Horacio Pozzo mientras todavía es un recuerdo cercano la despedida de Genesis con el tour The Last Domino. Aquí, en Buenos Aires, empiezan a prepararse nuevas versiones de “Cinema Show”, “The Musical Box”, “The Carpet Crawl” y, muy especialmente, una suite que indica que la cena está lista (“Supper’s Ready”).