Ricardo Iorio: 10 discos esenciales de una obra brutal

Una decena de hitos y mojones culturales registrados en 40 años y apoyados en una pluma honesta y sintiente

Por  SEBASTIÁN CHAVES

octubre 30, 2023

Fernando Dvoskin

Si se toman los 40 años que van desde el disco debut de V8 hasta la muerte de Ricardo Iorio, lo que se encuentra es una línea de continuidad como pocas en la historia del rock argentino. Pese a las distintas bandas que formó en su carrera, acá no hay reinvenciones sino un viaje. Un refinamiento de la pluma que siempre tuvo ejes recurrentes (la clase trabajadora, el federalismo, lo urbano y lo rural, el militarismo, los pueblos originarios). Pero la subtrama de las letras de Iorio es más universal. Las letras (y la forma en la que se cantan) van directo al sentir interior, la soledad y la importancia del encuentro con los seres queridos.

En esta selección de 10 discos no se intenta rankear lo mejor de Iorio sino remarcar algunos mojones que dan cuenta de una discografía brutal. Ricardo Iorio, como pocos, encarnó una estética que parecía haber consumado desde el minuto cero y a la que luego le fue añadiendo detalles con la precisión de quien se sabe convencido de lo que siente.

1. Ácido Argentino – Hermética (1991)

La edad dorada del heavy metal llegaba a su pico de popularidad con el álbum negro de Metallica y en el país se acuñaba el disco que es considerado (casi por unanimidad) el mejor en la historia del heavy argento. La pluma de Iorio ajustaba las tuercas de su sensibilidad discepolesca y sus compañeros de Hermética eran el tren a todo vapor que conducían esos versos de cronista urbano y decidor de las penurias de la clase obrera. “Gil trabajador” y “En las calles de Liniers” iban por ese lado pero también había gemas de revisionismo y reivindicación como “La revancha de América” y “Memoria de siglos”. Machaques, doblebombo y urgencia.

2. A fondo blanco – Almafuerte (1999)

La transición del Iorio urbano al Iorio rural se empieza a plasmar aquí a la vez que el sonido del grupo se vuelve más claro (una portada full blanco ya lo presagiaba) y contundente. El doblebombo deja de ser protagonista y Almafuerte potencia el groove de los riffs y arreglos de Marciello. Iorio escribe “Convide rutero”, la que consideró su mejor canción y su voz gana en expresividad y sutilezas. “Homenaje”, “Si me estás buscando” y “El visitante” se suman a la lista de clásicos de la obra de Iorio. Almafuerte perfecciona aquí el sonido y el estilo compositivo de su disco homónimo para encontrar su mejor versión.

3. Luchando por el metal – V8 (1983)

El metalero como individuo y como tribu creó su razón de ser a partir de Luchando por el metal, la piedra fundacional de la cultura heavy en Argentina. Desde el horror de la Dictadura, el sinrazón de la Guerra de Malvinas y una angustia adolescente y obrera, V8 se lanzó al mundo como una trompada incómoda. “Parcas sangrientas”, “Torturador”, “Brigadas metálicas” y sobre todo “Destrucción” un himno que aún hoy se toca como clímax final de cualquier recital de heavy metal en antros de todo el país.

4. Peso argento – Iorio & Flavio (1997)

El acercamiento de Iorio al folklore tuvo su primera muestra explícita & extendida en Peso argento, su álbum a dúo con Flavio Cianciarulo (Los Fabulosos Cadillacs). En años en los que el charango de Santaolalla abundaba en producciones que sumaban colores folclóricos, el viaje de Iorio y Flavio se mostraba más áspero y crudo. Sin mediaciones, el heavy metal y el folklore se unían por su propio peso. Gauchos de gesto adusto criados en el asfalto.

5. Ayer deseo, hoy realidad – Ricardo Iorio (2008)

Solapado con el final de Almafuerte, Iorio comenzó a editar discos en plan solista. El primero de esa etapa está compuesto de versiones del rock argentino mayormente de los 70. Algunos obvios del ADN de Iorio y hasta probables muestras de proto metal como El Reloj, La Pesada y Manal, pero también otros más alejados al estereotipo del gusto heavy: Almendra, Miguel Abuelo y hasta Roque Narvaja. Todos robustecidos desde la garganta con arena de Iorio y un nivel interpretativo que en todo momento deja entrever su respeto a los maestros. 

6. Víctimas del vaciamiento – Hermética (1994)

Pocas bandas han dejado un último disco de estudio tan convincente como Hermética. Víctimas del vaciamiento es lo que es también porque después no hay nada. Es hasta acá la historia de una de las bandas con mayor poder estético que se haya escuchado. El descalabro menemista incluso antes de la reelección es la primera referencia a la hora de hablar de este disco, pero es la angustia y el aguante que se caldean hacia adentro lo que mueve la expresividad del cuarteto en su conjunto. Afuera, una sociedad rota culpa de un establishment descarnado. Y los amigos como todo aguante.

7. Mundo guanaco – Almafuerte (1995)

El debut de Almafuerte es el primer disco en el que Ricardo Iorio se planta como voz principal de un proyecto. Casi como una continuidad en sonido y temáticas de Hermética (no pasaron ni cuatro meses entre la disolución de la H y el debut de Almafuerte), Mundo Guanaco tiene dos clásicos imperecederos de la obra de Iorio: “El pibe tigre” y “Sentir indiano”. De una crónica de violencia policial a reivindicación de pueblos originarios con sensibilidad y agresividad. En el medio, un mensaje a sus ex compañeros (“El amasijo de un gran sueño”) y un cover de Larralde (“De los pagos del tiempo).

8. Lo último – Hermética (1995)

Como acto de justicia poética, los discos en vivo de Hermética suenan mejor que los de estudio. Y lo que parecía ser el primer paso hacia la masividad definitiva terminó por ser el momento que dinamitó por completo a la banda. Lo último retrata el show de Hermética en Obras, un mes antes de que el grupo anunciara su separación definitiva. El sueño amasijado, para los integrantes pero sobre todo para una cultura que ante la falta de un triunfo consumado, empezaba a construir el mito. “La H no murió” se volvió canto y graffiti porque lo que fue en vida había sido demasiado real. Almafuerte extendería la masividad pero nunca apagaría por completo la ilusión de un regreso.

9. Almafuerte – Almafuerte (1998)

La separación de Malón a principios de 1998 reconfirmaban a Iorio como máximo exponente del heavy argentino. Y Iorio (que se autodenominaba “un perdedor que hace canciones”) se sentía ganador. La producción de Mollo le da a Almafuerte su mejor sonido hasta el momento y Iorio lo capitaliza para autoafirmar su pasado y presente. La primera mitad del disco está compuesta por nuevos clásicos de Almafuerte y hasta su primer (¿y único?) crossover: “Sé vos”. En la segunda mitad, Iorio le pone voz a varios clásicos de Hermética para que quede bien claro cómo eran las cosas.

10. Toro y Pampa – Almafuerte (2006)

Cuando la personalidad de Iorio empezaba a volverse más errática y se actecentaba el rumor de que cada nuevo disco de Almafuerte podía ser el último, Toro y Pampa sorprendió por su consistencia. “Abandonado de toda inspiración / Estoy perdido, estos desecho”, cantaba Iorio en el arranque del disco como una declaración de su presente. Pero todo lo que sigue es la belleza del último aliento. Revalidación del amor, del compromiso y de su disfrute rural. Iorio había cumplido su sueño metalero ya varios años antes y ahora cumplía su sueño del retiro a las inmensidades lejos de la ciudad. “Toro y Pampa”, el tema que da nombre al disco, se consolidó como el último clásico en la obra de Iorio.

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