A los 83 años falleció el tecladista Sérgio Mendes, una de las grandes figuras de la música brasileña que, desde los años 60 (y pegado al boom de la bossa nova) fue uno de los grandes embajadores de la música brasileña en los Estados Unidos, contribuyendo a la expansión global de los ritmos de su país.
Timeless, así se llama el disco que Sérgio Mendes lanzó en 2006, cuando tenía 65 años. un álbum en el que revisitaba el cásico “Mais que nada” (compuesto por Jorge Ben, pero que Mendes se había encargado de convertirlo en una suerte de éxito mundial) junto a The Black Eyed Peas.
Ese disco incluía la participación de artistas contemporáneos como Erykah Badu, John Legend, Justin Timberlake, Black Thought (The Roots) y Marcelo D2, entre otros, y cuya portada era una intervención (¿un remix?) de la foto de la portada del primero de sus álbumes exitosos, The Swinger from Rio (1965), editado por el sello Atlantinc, en el que habían colaborado grandes jazzistas como Phil Woods, Art Farmer y Hubert Laws, además de su mentor, el gran Antonio Carlos Jobim, en la guitarra rítmica.
A lo largo de su carrera grabó más de 80 discos y colaboró con infinidad de artistas, incluso con un genio del fútbol. En el ocaso de su carrera como futbolista, cuando quemaba sus últimos cartuchos en el Cosmos de Nueva York, Pelé convocó a Sérgio Mendes para que produjera y arreglara algunas canciones que formarían parte de la banda sonora de un documental dirigido por François Reichenbach en 1978.
En “Mi mundo es un balón”, el tema principal del film, O Rei, se revela como un cantante de voz suave y profunda que contrasta con la de Gracinha Leporace, esposa de Sérgio Mendes. La batería está a cargo de Jim Keltner (sesionista que grabó con John Lennon y, en 2011, con León Gieco), y toca el saxo el enorme Gerry Mulligan, emblema del cool jazz (que pocos años antes había grabado un álbum memorable con Astor Piazzolla), en una canción que rinde tributo al discreto encanto de la bossa nova.