“Con profundo dolor, la familia Verdirame comunica el fallecimiento de Ricardo, quien partió en paz el día de la fecha, sin dolor y rodeado de sus seres queridos”. Con esas palabras, publicadas el sábado 7 en la cuenta de Instagram del guitarrista, sus seres queridos anunciaban la partida del “Pingüino” Ricardo Verdirame, exintegrante del grupo de Fito Páez en los 80 y tempranos 90, y de Illya Kuryaki & The Valderramas en los discos Ninja Mental MTV Unplugged (1996) y Versus (1997).
“Ricky no solo fue un músico y artista alucinante, dejando su huella en la historia de la música popular argentina, sino también una de las personas más bondadosas que hayan existido, reconocido por todos los que tuvieron la fortuna de formar parte de su vida.Agradecemos de corazón a todas las personas que fueron parte de su camino y le brindaron su cariño. Aunque sentimos un dolor inmenso por su partida, estamos profundamente agradecidos por el tiempo que nos bendijo con su presencia. Por decisión familiar, no se realizará velorio. Agradecemos su comprensión y les pedimos que lo recuerden con la alegría y la música que siempre lo caracterizó”, concluía el comunicado.
“¡Qué bueno habernos cruzado en esta vida y disfrutar la música como la disfrutamos!”, escribió Emma Horvilleur, de IKV. “Te recordaré siempre con ese humor ácido pero cariñoso”. Y concluyó: “¡Buen viaje, hermano!”, las mismas palabras que utilizó Dante Spinetta para despedirlo.
La llegada de Verdirame a la banda de Páez no había sido planificada. “Lo que hice toda la vida fue cantar. Lo de Fito fue medio casual, que me llamaran para tocar la guitarra, ¡Para trabajar de guitarrista! Mis bandas no tenían nada que ver con Fito. Eran bandas de otro palo. Para mi fue rarísimo que me llamaran para tocar ahí”, expresó el músico en una entrevista en el programa de radio Calor/Frío, conducido por Fernando “Chatarra” Fauszleger, en 2015, en la que presentó a su grupo, Vinilo.
“En realidad, yo tocaba con bandas que tenían que ver con lo que pasó después del punk acá, una de ellas se llamaba Capital Federal, que era como porno en vivo, con chicas. El primer show, una de las chicas que tenía que cantar, se lo llevó la Policía. O sea que el primer show lo arrancamos diezmados… Tocábamos con herramientas. era medio industrial. Y teníamos otra que se llamaba El Deseo Fatal, en el estilo de Sisters or Mercy, medio gótica, pospunk”, explicaba el guitarrista.
Por esos años, el músico tenía varios objetos musicales de deseo. “Escuchaba muchísimo a Prince, un montón de jazz, y, por supuesto, Los Beatles y Queen. Nos juntábamos a tocar con Guille Vadalá y un par de pibes más y tocábamos jazz. Temas de Herbie Hancock, de Miles Davis… Nos juntábamos a zapar, desde los viernes hasta el domingo… Eran los ochentas (risas). Tocábamos, le pegábamos… En Don Bosco, en la zona de Quilmes”, evocaba con nostalgias.
A Vadalá lo conocíó porque pasó por la casa y el bajista estaba tocando encima de un pirata de Jaco Pastorius: “Nos conocimos, empezamos a tocar… Y nos copamos el uno con el otro. En un momento, Guille me dijo: ‘Vos sos grosso, tendrías que tocar con alguien’. Y yo le dije que no me interesaba nadie… salvo Fito, porque había hecho un álbum que se llamaba Ciudad de pobres corazones, y era medio Prince. Yo estaba fascinado con Prince y me lookeaba como Prince, pero en Don Bosco. ¡Todo mal!”.
A las pocas semanas de ese diálogo, Vadalá audicionó y entró a tocar en la banda de Fito. “Me recomendó y entré. Yo era un villero del espacio… No conocía la dinámica. El día antes de ir a probarme con Fito me compré un amplificador Peavey. Para mí, era como una pared de Marshalls. Y el Negro Colombres me cargaba y me decía ‘¿Trajiste la radio?’”.
Había pasado casi un cuarto de siglo cuando se había realizado esa entrevista desde la experiencia de Verdirame con Páez. Y, sin embargo, lo recordaba con admiración y gratitud: “Fito es un genio, es grosso en serio. Tiene niveles de complejidad y de compromiso, en eso es implacable. Toda esa etapa estuvo buenísima, y yo fui bendecido por haber conocido a Fito, a Luis [Alberto Spinetta], a Dante… Lo mejor que me pasó en la vida fue cruzarme con Fito, con Tweety, con Charly…”.
Tweety González, de hecho, fue el productor de Dr. Feel, que el grupo Zona Púrpura había editado en 1992. La formación incluía a Ariel Leira, Guillermo Vadalá, Marcelo Muir y Alejandro Barrera.
“Ricardo era un estudioso, un tipo serio en todo lo que hacíia, fan de la música y en especial de la guitarra , de Prince, etc… Tuve la suerte y honor de trabajar con él en Zona Purpura y con Fito y siempre daba el 110% . Inolvidable ser”, escribió Tweety en la cuenta de Instagram de Verdirame.
En esa charla con Chatarra Fauszleger, también recordó el impacto inicial que tuvieron los Beatles cuando era un niño. A los diez años, con Balde (que se transformaría en compositor y bajista de Kapanga), habían ido a un cine de barrio, en el que pasaban películas en continuado. “En ese momento, practicaba artes marciales, magia, y cuando vi que pasaban una película de los Beatles no me atraía para nada. Hubiera preferido ir a jugar al metegol. Pero el Balde me convenció de que entremos, proque el padre tenía unos discos de Los Beatles que le parecían buenísimos. Así que entré al cine. Salieron los Beatles tocando Help y me desarmé. Escuchar ese help que iba contando Paul cada vez más corto y más agudo, y Lennon cantando casi sin interés. Ahí estaba todo lo que después me pasó con la vida. No con la música, eh. Con la vida. Para mí, los Beatles son el grado más alto de la evolución humana. Me pegó, y ni me quedé a ver la otra película. Salí del cine y llovía, parecía una película de Godard, lo único que me interesaba era juntar las monedas para comprarme un disco de Los Beatles”.