Los Fabulosos Cadillacs estacionan en Barcelona y aseguran que “grabar material nuevo es un tema que está presente”

Mientras la banda argentina continúa celebrando los 30 años de "Matador" en España, hablan de su actualidad y de las posibilidades de nueva música.

Por  MARÍA FERNANDA LAGO

septiembre 15, 2023

Nicolás de los Santos - @nicophotorock

El Leon del Ritmo llegó a Barcelona, previo a su paso por Madrid, y Los Fabulosos Cadillacs continúan su gira española con entradas agotadas en tierra catalana. La primera cita fue en Razzmatazz, pero la demanda del público cambió los planes para que finalmente se presenten en Poble Espanyol, un espacio abierto en la base de Motjuic, con capacidad para 7.700 personas. A pesar del cambio, una semana antes todos los tickets estaban vendidos.

En la base del Montjuic se forma una fila larga. Son las 19.30 y abren las puertas al Poble Espanyol. Las camisetas de Argentina se mezclan con las remeras de todas las épocas de los Cadillacs, más algunos colores de San Lorenzo. La plaza abierta se llena de a poco. En el escenario vacío, un lienzo lleva impresa la imagen en blanco y negro de Toto Rotblat, percusionista de la banda, que murió en 2008 a causa de un infarto. 

Durante casi cuatro décadas, la música de Los Fabulosos acompañó momentos en la vida de tres amigas de Mendoza que charlan y ríen entre ellas: Eliana, Valeria y Cintia se juntaron para verlos tocar porque nunca tuvieron la posibilidad de verlos en Argentina y ahora que viven en Girona no lo dudaron. Un poco como mencionó Mario previo a la charla: “La música que uno escucha en la adolescencia, lo acompaña siempre”. 

(Foto: Nicolás de los Santos – @nicophotorock)

Ese es el caso de Cote, un catalán que los empezó a escuchar en la época del instituto porque tenía amigos argentinos, recuerda cuando se enredaban las cintas de los casetes, y agrega: “su música representa toda una etapa de mi vida, y aquí vengo a rememorarla con sus canciones”. 

Atardece y las familias se reúnen, entre los grupos de amigos se hacen señas y se encuentran. Algunas parejas comparten alguna cena improvisada, frente a una pantalla donde un video de Sergio Rotman pinchando discos desde su casa, musicaliza a modo de telonero virtual. 

Jorge es de Venezuela, pero vive en Barcelona. Es su primer concierto de los Fabulosos, le dijeron que suenan mucho mejor en vivo, y después de 30 años de seguirlos le toca la posibilidad de comprobarlo. A pocos metros, una familia representa a las generaciones reunidas. Álvaro y Débora son los padres de Luana, que tiene 10 años. Viajaron desde Ibiza y también es la primera vez que van a verlos en vivo. Vasos vacíos fue el primer CD que compraron y desde entonces nunca dejaron de escucharlos. Hace 20 años que se fueron de Argentina, no querían perder esta oportunidad. 

Falta media hora para las 21 y el lugar se ve completo. Daniel y Álvaro se ubicaron cómodos cerca del escenario. Si bien son de Colombia hace años que viven en Barcelona. Álvaro cuenta que en la adolescencia todos sus amigos escuchaban a los Cadillacs, pero a él no le gustaban porque era metalero. “De a poco, los Fabulosos se metieron en mi ADN y cuando emigré sentí que escucharlos me acercaba a mis amigos, a mi casa en Colombia”.

Mientras el cielo se apaga de a poco, las luces del escenario se encienden. Se hizo de noche. Dos minutos antes de las 21 el público corea “oh oh oh”, al ritmo de “Yo no me sentaría en tu mesa”.  Veinte minutos más tarde suena el tema de James Bond. Mario, Sergio, Daniel, Joaquín De Francisco (como músico invitado) Florian, Vicentico, Astor y Flavio se acomodan de frente al público, en silencio, hasta que la música de Monty Norman se funde con la de los Cadillacs, y empieza una fiesta de clásicos que engancha con “El León”, “Demasiada presión”, “El muerto”, “Carmela”, “Estoy harto de verte con otros”, “El genio del dub” y “Calaveras y diablitos”, momento en el que Vicentico aprovecha para dar las buenas noches. “Muchas gracias por haber venido hoy, estamos muy honrados, muy felices y es un placer de verdad poder tocar en este lugar para todos ustedes, muchas gracias, muchas gracias”.   

Con las primeras notas de “V Centenario”, Florian levanta los brazos y alienta al publico. No hace falta mucha arenga, la gente salta de acá para allá, al grito de: “No hay nada que festejar”. Y el que interactúa un rato más tarde es su padre, Vicentico, cuando a mitad del tema “Mal bicho” pide silencio, que se apaguen las luces, que bajen los teléfonos móviles, para que todo quede en penumbras y sin el mínimo ruido. “Apagá el teléfono papá, puede ser”, reta al que no responde a su pedido. Y cuando logra su cometido grita: “a la guerra” y destraba el silencio con el público que responde automáticamente: “a la violencia, a la injusticia y a tu codicia. Digo no, digo no, digo no, digo no digo no”, mientras vuelan vasos con cerveza y el pedido final de “paz en el mundo”. Lo que sigue es un carnaval continuado donde por supuesto suena “Matador” para celebrar sus 30 años y cerrar la primera parte del concierto. 

(Foto: Nicolás de los Santos – @nicophotorock)

Los bises abren con “Mi novia se cayó en un pozo ciego”. Si no fuese por los celulares en alto, sería fácil sentirse en 1987. Y a modo de círculo que cierra en perfecta sincronía, la noche termina como empezó con la canción número 21 del repertorio. El “oh oh oh” con el que la gente aclamaba al comienzo resulta ser el himno de despedida.

Ya en camarines, Mario Siperman habló con Rolling Stone: “Ya hace mucho que no hacemos tantos conciertos al año. Y eso está bueno, porque cada uno es como un debut. Europa siempre te hace sentir un poco que sos una banda nueva, que quizás haya gente que te ve por primera vez. Sos como un nuevo viejo”, dice “Sin embargo, después de 2018 no paramos, lo que pasa es que tenemos una forma de tocar distinta a la de otras bandas, que no descansan. Cuando te va bien te hacen creer que es tu momento y que hay que aprovecharlo y no está bueno, porque te quemas internamente. Podes tener mucho éxito, pero lo pagás demasiado caro. A nosotros nunca nos pasó de decir: ‘Uuuh, tenemos que tocar’. Si te pasa eso es una cagada. Para nosotros es increíble tocar tantos años con una popularidad tan grande, y ahora pensar que somos un poco como clásicos. La verdad es que nos llevamos muy bien. Pasamos de ser una banda de amigos a ser una familia, con la incorporación de Florián (hijo de Vicentico) y Astor (hijo de Flavio). Tienen 30 años menos que nosotros, hay una energía joven que está buena. Y los dos estuvieron de gira con los Cadillacs desde que nacieron, en algún sentido están hace 30 años con el grupo”.

¿Y hay posibilidad de disco nuevo de los Cadillacs?

No es un no ni un sí, es un tema presente. Puede que sea disco nuevo o un formato nuevo, no se sabe. Tampoco somos demasiado de pensar que porque son los 40 años tenemos que hacer algo. Si lo hacemos es porque nos dan las ganas y nos gusta.

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