Drake en el Lollapalooza 2023: potencia, promesa y una revolución que no fue (televisada)

En su primera visita local, el rapero canadiense repasó gran parte de su catálogo en un show agridulce que culminó de manera abrupta

Por  FEDERICO MARTÍNEZ PENNA

marzo 18, 2023

Foto: Gallo Blugüermann

Llegaba un calor abrasivo desde el escenario Flow mientras Drake se subía a dar su primer show en Argentina. Y no en el sentido metafórico de la palabra: una fila de caños escupían llamaradas naranjas de varios metros de largo iluminando la negrura de la noche al sonar la intro de “Sicko Mode”, aquel hit generacional con Travis Scott.

(Foto: Gallo Blugüermann)

Que la primera postal de impacto del debut de un músico con rodaje histórico y una discografía rica en variedad, excelentes canciones y caudal artístico, es peligroso. A lo largo de una hora -tenía pactado al menos treinta minutos más, que no cumplió, y tampoco permitió que el show sea televisado-, Aubrey Graham generó más interrogantes que respuestas. Al igual que Scott, Drake armó su guion como un dossier de potencialidades: canciones cortadas por la mitad en modo metralleta.

Acompañado solo por pistas y pantallas de LED acentuando colores, desfilaron así fugazmente “HYFR” y “Headlines”. “Oh my god, finalmente estoy en casa”, dijo y usó como muletilla incansable durante todo el setlist, prometiendo un repaso que fue hasta los albores de Take Care de 2011 (quedaron afuera Thank me later y algunos de sus mixtapes iniciales).

Todo fue un gran aperitivo en un banquete de agridulces. Por un lado, es innegable su impacto en la narrativa no solo del hip-hop sino de la música urbana y el pop de los últimos veinte años. Hay hit pistero para justificarlo (los festejadísimos “Work” o el collab con Bad Bunny “Mia”), trap gangsta-fumón de las cuevas (“Energy”, “Know yourself”, “Started from the bottom”, “Nonstop”), fiebre house (“Sticky” y ”Massive”), y hasta el bolero R&B que se convirtió en meme recurrente de la internet desde hace ocho años (“Hotline Bling”). Pero por el otro, todos esos artilugios no terminaron de caramelizar.

“Aplaudan fuerte por ustedes”, decía Drake en una extraña forma de decir que quizás el foco no era él, sino la audiencia. Ese tímido público trataba de decodificar lo que estaba ocurriendo: un puñado de rabiosos a los bordes de las vallas y otros tantos miles de curiosos por el campo, celular en mano. Ya pasada la primera media hora buscaron animarse entre ellos con el “olé olé”. “Oh, esperen… Muchachos…”, respondió como guiño tribunero para desatar la mayor respuesta de la velada que tuvo a todo el Lollapalooza coreando el renovado himno mundialista de La Mosca.

(Foto: Gallo Blugüermann)

Pasados el reggaetón de “One Dance” y la oscuridad trapera de “Rich flex” y “Knife talk”, algún que otro shot de tequila, Drake se iba sin frutillas en el postre. “Oh my god, si me muero hoy sé que soy una puta leyenda”, decía en sus últimos versos para “Legend”, antes de abandonar intempestivamente el tablado. El fuego es un elemento esencial, pero está claro que de no saber manejarlo, puede dejar las cosas cocinadas por la mitad.

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