Diplodocum: reeditan un vinilo de la banda que tenía Skay antes de ser Redondo

La historia de la primera banda de Eduardo Beilinson y su hermano Guillermo, en La Plata, de la que ahora se reedita un sencillo con dos temas publicado en 1969

Por  OSCAR JALIL

octubre 1, 2024

El programa entregado a todos los presentes la noche del 29 de noviembre de 1969, en el Teatro Ópera de La Plata, decía: “Los grupos Diplodocum Red & Brown y La Cofradía de la Flor Solar incitan a ustedes a un experimento ruido-músico-visual-generacional contemporáneo para la creación de una alternativa o (aquí entre nosotros) de un recital beat caliente”. La invitación aventuraba un guiño contracultural, dos bandas nuevas de la ciudad universitaria sentaban otras bases para el inquieto rock naciente.
La Cofradía ya tenía editado un single de vinilo, acompañando a Adán Quieto, bajo la atenta tutela del sello Trova. Por su parte, Diplodocum Red & Brown era el grupo integrado por los hermanos Guillermo y Eduardo Beilinson (en voz y bajo, respectivamente), Topo D’Aloisio (guitarra), Isa Portugheis (batería), y Bernardo Rubaja (órgano Hammond) también lucía su nombre en un simple. Eduardo, claro, no era otro que el futuro guitarista de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, antes de convertirse en Skay, gracias a una ocurrencia de la artista plástica Marta Minujín (fascinada por la mirada color cielo del músico adolescente).
Con el número de serie TS-758 y la bendición de Trova, el quinteto platense pasó a formar parte de una escudería integrada por diferentes formaciones de “música beat”: The Bestias Peludas, Parada 45, Ropa Tendida y el grupo santafesino Clever’s, entre otros. Diplodocum, a contramano de la escena fundacional, expresaba un vuelo psicodélico reforzado por una puesta escénica tan original como alucinada, una acción heroica para abrir definitivamente las puertas de la percepción en el campo de la música argentina.
Así, Eduardo Beilinson escribía las primeras páginas de su leyenda casi como un actor de reparto. Justo un año antes del concierto en el teatro platense, los Beilinson habían estado en París. En noviembre de 1968, cuando todavía quedaban hogueras encendidas del Mayo Francés, los hermanos no tuvieron mejor idea que involucrarse en algunas revueltas callejeras organizadas por los estudiantes de esos días convulsionados. Habían llegado como turistas y terminaron con algunos bastonazos en sus molleras a manos de la policía francesa. La acción represiva los metió en un calabozo y luego hizo lo necesario para deportarlos a Inglaterra. Londres resultó entonces la mejor escuela de rock para dos argentinos en plena experiencia de iniciación: ver a Jimi Hendrix en el Royal Albert Hall o asistir a conciertos de bandas como Free, Soft Machine y Family, entre muchos otros, aceleraron la educación sentimental de un pibe de 16 años junto a la guarda de su hermano mayor.

El joven Eduardo Beilinson, en marzo de 1969, bajando del avión que lo trajo de Londres, donde vio a Jimi Hendrix y compró su primer equipo Marshall.

En el viaje de vuelta a Buenos Aires, el exceso de equipaje de los pasajeros Beilinson contenía centenares de vinilos, un equipo Marshall, una guitarra Gretsch, un distorsionador y un pedal wah-wah. También cargaron un extraño dispositivo con forma de proyector que funcionaba gracias al buen uso del aceite. Solo quedaba convocar a algunos amigos para formar la primera avanzada psicodélica. Los estímulos producidos por los discos de Pink Floyd sumados a un equipamiento soñado necesitaban aliados sensibles para convertir el deseo en un caleidoscopio de emociones. Portugheis, Rubaja y D’Aloisio no dudaron y acto seguido convirtieron al dinosaurio Diplodocus del Museo de Ciencias Naturales del bosque platense en un Diplodocum. Los colores del nombre responden a las tonalidades de los equipos e instrumentos de la banda en ciernes.

En un período de poco más que una año, Diplodocum Red & Brown sorprendió a propios y extraños: tocaron en la primera edición del Festival B.A. Rock, también participaron en La Maratón Beat, 30 horas de rock ininterrumpidas en el Club Atenas de La Plata, y fueron una de las bandas más mimadas del Instituto Di Tella. La idea de un concierto de rock como experiencia trascendental dominó las presentaciones del quinteto que todavía cantaba en inglés. Las imágenes lisérgicas que producía el proyector de aceite sobre un telón de fondo mezclado con las sombras de dos bailarines eran pura vanguardia visual, pero era el sonido en vivo de los Diplodocum la máquina capaz de teletransportar a la audiencia a otra galaxia. Canciones deformadas en largas zapadas y el efecto de liberar sentidos en el aire, todo a la vuelta de la esquina y en pleno corazón de la metrópoli fundada por Dardo Rocha. Parte de ese sueño psicodélico puede verse en una filmación casera, muy fácil de ubicar en YouTube.
“Creo que significó, por lo menos en la ciudad de La Plata, un puntapié inicial a lo que vendría más adelante, que era el formato de recitales con la inclusión de material audiovisual, algo muy innovador en 1969”, dice Isa Portugheis, baterista de Diplodocum que también fue parte de La Cofradía de La Flor Solar y Billy Bond & La Pesada del Rock & Roll. Solo un single codiciado en el mundo de los coleccionistas queda como legado del grupo pionero: “El blues del hombre de la cara azul” en el lado A, originalmente se refería a una “capa azul”, pero algo falló en la traducción. El tema es un blues marcado por la influencia de Cream con un elemento orquestal a cargo del Hammond de Rubaja. El lado B, en cambio, apuesta por la sugestiva “Blind Sex”, un viaje por el folk-rock cercano al primer Pink Floyd mezclado con la búsqueda frugal de La Cofradía, el tempo lento crece en un estallido final, similar a un aterrizaje forzoso luego de una experiencia tan nueva como los sonidos del majestuoso dinosaurio platense.

Como el sencillo original del sello Trova no contaba con tapa, se realizó un diseño especial para la versión 2024, que además viene ahora en vinilo de 12 pulgadas.

Diplodocum duró muy poco y ni la salida del single frenó el efecto diáspora que dominaba aquellos tiempos de iniciación. “El grupo en una primera instancia tuvo la deserción de tres integrantes, los hermanos Beilinson y Bernardo Rubaja, así que quedamos en formato de trío con Topo D’Aloisio y Jordi Olivé. Hay una última etapa con nuevos músicos, pero en algún momento apareció la posibilidad de mi integración a La Pesada y no podía dejar pasar semejante oportunidad. Fue el fin del grupo”, recuerda Portugheis.
La resurrección en vinilo y CD de una parte del mítico sello Trova es un trabajo que lleva adelante Sergio Radoszynski, heredero del notable legado de su padre, Alfredo Radoszynski, productor musical y responsable de las primeras grabaciones de Les Luthiers, Cuarteto Zupay, Susana Rinaldi, Enrique “Mono” Villegas, Litto Nebbia, Pedro y Pablo, Roque Narvaja, Chico Novarro, Aquelarre y del legendario álbum Vinicius de Moraes en La Fusa, con María Creuza y Toquinho, entre muchos otros. “Con RGS, el sello que nos distribuye desde hace unos años, estuvimos revisando el catálogo que tenemos, que es la mitad del catálogo original de Trova, y fuimos editando material que nunca antes se había reeditado en CD o algunos inéditos que quedaron guardados y olvidados, básicamente jazz argentino”, dice Radoszynski, que actualmente dirige RP Music, sello derivado luego de la escisión de Trova producida en 1974.
A 55 años de su edición original, el simple más buscado del rock argentino tiene una nueva edición en formato de 12 pulgadas. “Nos encontramos con el problema de que la fábrica con la que trabajamos no realiza vinilos en formato de siete pulgadas (single), solo doce pulgadas (LP), pero nos dejaban abierta la posibilidad de hacerlo en un futuro. Este año decidimos no esperar más y lanzarlo en doce pulgadas”, explica el productor discográfico.
Con una nueva tapa psicodélica –el original nunca tuvo portada–, llega a las disquerías argentinas un material sensible para buceadores de rarezas, fanáticos de Los Redondos en busca del Santo Grial ricotero y de los inicios del rock argentino en general.

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