La aparición de Memento, justo en el cambio de milenio, puso a Christopher Nolan en el mapa internacional con ideas y técnicas de filmación que irían viralizándose en los manuales de cine contemporáneo. Con su estructura linear invertida, flashbacks y “mensajes plantados”, Memento le demostró a Hollywood que era posible hacer un film comercial tan sagaz que bordeaba lo experimental, algo de lo cual tomó nota una serie innovadora como Lost, cuyos trucos narrativos sin duda remiten a Nolan.
Memento fue el pasaporte del realizador inglés a los Estados Unidos, donde contó con presupuestos progresivamente siderales hasta transformar sus proyectos en blockbusters. La nueva década lo encontró rivalizando con artistas igualmente innovadores como David Fincher y Darren Aronofsky, pero Nolan se consagró como el más ambicioso arquitecto visual de su tiempo. El estreno de Batman Begins, en 2006, llevó al superhéroe de cómic a impensables niveles de sofisticación, un logro que elevó el nombre del realizador tanto a las marquesinas de los malls como a las salas de cine debate. Similar a Stanley Kubrick cuatro décadas antes, Christopher Nolan estaba creando un cine que era un boom comercial y artístico al mismo tiempo. Films complejos como Interstellar o Inception generaron un nuevo estándar, con un público más exigente, que obligó a los estudios a responder con producciones más desafiantes.
Con el oficio asegurado, Nolan excedió a la ciencia ficción y el thriller psicológico (su nicho) e incursionó en otros géneros. También se entusiasmó con ideas que llevó tan lejos como para empantanarse. La ambición es, en Nolan, un elemento crucial como su obsesión por los encuadres; un arma de doble filo que cuando no se interpone con sus proyectos revalida el mágico poder de la pantalla grande. A continuación, revisitamos sus once películas realizadas hasta hoy, en grado creciente de relevancia.
Tenet (2020)
Alguien llamado el Protagonista (John David Washington) tiene el encargo de impedir que el millonario ruso Andrei Sator (Kenneth Branagh) detone un algoritmo que destruirá al mundo. Suena como una misión de James Bond, excepto que Sator genera descalabros cuánticos con balas de inversión temporal y autos que atacan marcha atrás. Desde el futuro, Tenet provee tecnología al Protagonista para retroceder al pasado (literalmente, en rewind) y recuperar las 9 piezas del algoritmo. El Espectador, coincidentemente, también deberá retroceder (y no una sino varias veces) para comprender una película invariablemente confusa, con algunas escenas brillantes.
Following (1998)
¿No hay dinero? No hay problema. Christopher Nolan filmó su debut con un elenco amateur y haciéndose cargo de casi todo, prueba de que su talento no está condicionado a los presupuestos. Filmada en blanco y negro para crear una ilusión de atemporalidad pertinente a la trama, Following –como Memento– no sigue una narración linear sino que se presenta en fragmentos desordenados, a excepción de los cabos en principio y fin que al atarse explican la historia de este stalker traicionado por su compulsión callejera. Igualmente logrado es el equilibrio entre la impasibilidad de los actores, tipo nouvelle vague, y cierta ironía posmoderna, coronada en el anticipatorio logo de Batman que el perseguidor tiene en su departamento.
Batman Begins (2005)
Con el fresco recuerdo de los films de Tim Burton, al comenzar los 2000 lo menos esperable era que Bruce Wayne volviera a descolgar el traje del hombre murciélago. El consenso era que Burton había “superado” al Batman pop de Adam West, que había rescatado la esencia del personaje. Pero el consenso caería como un castillo de naipes con Batman Begins, que realmente refleja el angst del vengador de Ciudad Gótica. Nolan muestra al detalle la transición de Wayne (Christian Bale), de chico atribulado a heredero de un imperio, con una corte de personajes ilustres encabezados por el Alfred de Michael Caine. Inicio de una adaptación que crecerá con el tiempo.
The Prestige (2006)
En el transcurso de la trilogía Batman, Nolan retuvo a Christian Bale para otro film sobre la duplicidad, pero en la Inglaterra victoriana. Bale es Alfred Borden, un talentoso mago de doble personalidad cuyo truco El Hombre Transportado hace morir de envidia a Robert Angier (Hugh Jackman), su mayor rival. Borden desaparece y reaparece en el escenario y, para superarlo, Angier deberá viajar a la rural Colorado para golearle la puerta nada menos que a Nikola Tesla (un lacónico David Bowie), consiguiendo una carta que desencadena un cabeza a cabeza fatal. Nolan vuelve a complicar sus historias con alteraciones narrativas en un film que, bajo el pretexto de la magia, explora sentimientos como la obsesión, el amor y la venganza.
The Dark Knight Rises (2012)
Tal vez no la mejor película de la trilogía Batman, pero sin duda la más oscura. De un calvario en las profundidades emerge Bane (Tom Hardy), que curtido en la barbarie y la inquina arma un ejército en las cloacas y amenaza con detonar un reactor nuclear en Ciudad Gótica. Mitad hombre y mitad monstruo, Bane consigue despertar a Batman para luego emboscarlo en una memorable lucha en jaula. Es notable el equilibrio entre el respeto al cómic y sublimes pátinas de noir, con la introducción de Joseph Gordon-Levitt como el oficial Blake y Anne Hathaway como la villana Selina Kayle. En el final, ambos se convierten en Robin y Gatúbela, señales de una cuarta parte que no prosperó.
Insomnia (2002)
Tras el éxito de Memento, Nolan vio las puertas abiertas en Hollywood y dos actores tope de gama como Al Pacino y Robin Williams accedieron a interpretar su primer blockbuster. Las claves ominosas de Insomnia –un detective viaja a Alaska para investigar el crimen de una adolescente y accidentalmente, o no tanto, mata a su compañero– se asocian más al cine de David Fincher, pero intermitentes disonancias anuncian una visión particular. Una persecución subacuática, los flashbacks donde Will Dormer (Pacino) recuerda a los muertos y su progresiva destrucción en el día eterno de Alaska son anticipos de la obsesión por la imagen y el espacio del realizador inglés.
Inception (2010)
En la vigilia usamos una pequeña parte del cerebro, pero en los sueños la capacidad de imaginación es ilimitada. Esto no lo dice la ciencia sino un tal Cobb (Leonardo DiCaprio), jefe de una banda que se dedica a robar corporaciones introduciéndose en el sueño de sus víctimas. Tras el fracaso de una expedición onírica, Cobb recibe el encargo de implantar ideas (la inception) en un magnate para hundirlo; un trabajo difícil, por lo que contratará a la arquitecta de sueños Ariadne (Ellen Page) para diseñar tres escenarios ilusorios donde manipular a su víctima. De dificultosa narración inmersiva, Inception es la película más original de Nolan, con un abuso de efectos en el final redimido por su desenlace ambiguo.
The Dark Knight (2008)
Célebre, casi tristemente, por contar con la actuación póstuma de Heath Ledger como el mejor Guasón, The Dark Knight cumple la promesa de Batman Begins y certifica que las películas de superhéroes tienen pantalones largos. La premisa es sencilla: un puñado de mafiosos no puede mover su dinero negro y el Guasón promete eliminar a Batman por la mitad de los “ahorros”. Pero Nolan y su hermano Jonathan pervierten el guion con un triángulo amoroso entre Bane, Rachel (Maggie Gyllenhaal) y el procurador Harvey Dent (Aaron Eckhart), y un Guasón sacado a quien menos le importa el dinero que matar a diestra y siniestra. Thriller tecnológico y desaforado, The Dark Knight pasa a retiro la saga Batman de Tim Burton.
Interstellar (2014)
Christopher Nolan siempre acarició tramas fragmentadas, pero en Interstellar halló una atractiva variante: un personaje que desdobla su historia en un mismo eje temporal, con 23 y luego 51 años de diferencia. La trama sigue previsiones distópicas. En 2067, la Tierra atraviesa un cataclismo ecológico y el astronauta Joseph Cooper (Matthew McConaughey) es enviado a visitar tres planetas de otra galaxia donde recolectar data para (A) un éxodo o (B) implantar embriones y así prolongar la especie. Si filmar algo así suena descabellado, Nolan completa su odisea con bonus tracks: no sólo el periplo de “Coop” resulta fascinante sino que expone en un emotivo drama la noción del sacrificio en aras de la ciencia.
Dunkirk (2017)
Dunkirk es un regreso a casa del realizador, con un elenco completamente británico donde destacan veteranos como Kenneth Branagh y jóvenes promesas como Barry Keoghan. Pero lo definitorio aquí es el trabajo de dos asiduos sidemen, el fotógrafo Hoyte Van Hoytema y el compositor Hans Zimmer. Aunque en el cine de guerra hay antecedentes de experimentación con formas musicales (como la escena de Las Valkirias en Apocalypse Now), el rescate de soldados ingleses en la costa de Dunkerque adopta giros de una sinfonía del desastre, con sonidos incidentales en la huída, la tragedia y la redención. Este modernismo encuentra en los rostros neorrealistas un sutil balance, clave compositiva en la obra de Nolan.
Memento (2000)
Memento establece la obsesión de Nolan por el tiempo y sus alteraciones. Es uno de sus films que necesitan revisitarse para comprender bien la trama, pero a diferencia de, pongamos, Tenet, la historia es un puzle perfecto donde no sobran ni faltan piezas. Lenny (Guy Pierce) tiene pérdida de memoria de corto término, por lo que saca polaroids y toma notas (en papeles, en su cuerpo) de lo que no debe olvidar para cumplir un cometido: vengar el asesinato de su esposa. La historia es y tiene el tratamiento de thriller, pero Nolan se concentra en el hándicap de Lenny y narra su historia hacia atrás, para mostrar cómo literalmente lo traiciona la memoria. Compleja como la mente misma, aún hay nerds buscando claves ocultas a 23 años de su estreno.