30 años de ‘Definitely Maybe’, el disco con el que Oasis conquistó América

Noel y Liam Gallagher cruzan el Atlántico para conquistar Estados Unidos con actitud rockera y el disco debut más vendido en la historia de Inglaterra

Por  CHRIS MUNDY

agosto 30, 2024

James Fry/Getty Images

Esta nota fue editada por Rolling Stone USA en 1995 y pertenece al especial para coleccionistas dedicado a Oasis que ya se puede conseguir en todos los kioscos del país, con las más picantes y mejores entrevistas a los hermanos Gallagher, el análisis de toda su discografía, las colaboraciones, sus mejores canciones y más.


La reputación de Oasis como los chicos malos del rock con cierta inclinación por la bebida, las drogas y la autodestrucción era una leyenda del pop británico incluso antes del éxito (de la noche a la mañana) de Definitely Maybe.

Oasis comienza cada uno de sus shows con una declaración descarada: “Esta noche, soy una estrella de rock & roll”. Pero esta noche, frente a la sala (colmada hasta agotar localidades) del legendario salón Stone Pony en Nueva Jersey, no reciben exactamente un trato de estrellas de rock. Antes de que la banda comience a tocar, llegan gritos desde el fondo de la sala: “¡A la mierda Gran Bretaña! ¡Abajo Inglaterra! ¡Viva Estados Unidos!”. Después de tocar apenas una canción, la parábola de una lata de cerveza sobre el escenario los interrumpe bruscamente.

El proyectil de aluminio impacta de lleno en el pecho del guitarrista Noel Gallagher con un ruido sordo, rociando su Les Paul con espuma pegajosa. “Manga de pelotudos”, encara el frontman Liam Gallagher, hermano de Noel. “¿Dónde mierda estás? Mostrá la cara, pelotudo”.

La tapa del nuevo bookazine de Rolling Stone dedicado a Oasis.

A Liam, el de las cejas milagrosas, siempre se lo ve frío y estático, pero ahora este chico de veintidós está listo para saltar sobre el público e irse a las manos con el que se le presente. Sólo las vallas de madera al pie del escenario le impiden hacerlo. “No tocamos para una audiencia de simios”, añade Noel. Él no está de humor para este tipo de cosas, ni tampoco el resto de la banda, que incluye al segundo guitarrista Paul “Bonehead” Arthurs, al bajista Paul McGuigan y al baterista Tony McCarroll. Esta noche los miembros de Oasis la están pasando mal, tienen jet lag y, no es errado suponer, ya están borrachos. La Budweiser del país debe ser algo manso en comparación con las libaciones habituales de bebida blanca y lager fuerte de Oasis. Pero parecen estar compensando con un fuerte énfasis en la cantidad sobre la calidad.

Si Noel Gallagher siguiera sus instintos, probablemente saldría del escenario para no volver jamás, sin ofrecer reembolso. En el pasado, Oasis terminó recitales ante este tipo de agresiones. Pero tal vez saben que hay mucha gente esta noche que realmente quiere verlos. El pop anglo agresivo pero divertido de Oasis está empezando a tener éxito en Estados Unidos, en gran parte gracias al floreciente hit “Live Forever”. Este himno al rock como un ensueño midtempo parece predestinado a que lo entonen igualmente las multitudes en el estadio y los conductores solitarios que vuelven tarde a casa.

Entonces, los Oasis deciden seguir tocando. Para Liam Gallagher, seguir tocando significa sacudir la pandereta de forma amenazante, como diciendo: “Acá estoy, idiotas”, mostrarles el puño a varios surfistas que están presentes en la audiencia y cantar estrofas enteras de las canciones con una mano levantada y haciendo la v al revés (la versión británica del fuck you), gesto al que una parte de la concurrencia responde con el dedo medio americano tradicional.

Liam hace la mímica de estar enojado, pero Noel, su hermano mayor de veintisiete años, está furioso en serio. “No se merecen escucharnos tocar, manga de giles”, dice con un gruñido. Su frase de adiós, que pronuncian en un rápido suspiro de absoluta indiferencia: “Gracias y váyanse a cagar”. No hay bis.

La reputación de Oasis como los chicos malos del rock con una inclinación por la bebida, las drogas y el vandalismo, sin mencionar las ocasionales peleas fraternales, entró en el reino de la leyenda del pop británico casi instantáneamente. Antes de que la banda lanzara Definitely Maybe, su álbum debut, ya habían tenido que bajarse a la fuerza de un ferry holandés (después de una rápida gira por Holanda) y también los habían echado del sitio arqueológico de Stonehenge. Con ocasión de su primera tapa en New Musical Express, la banda destrozó el bar de un hotel, dejó la habitación llena de botellas rotas y un par de muebles remojándose en la pileta. “Esos paños de vidrio te pedían que les tiraras una silla”, exclamó Noel hablando de ese momento de rapto. ¿Quizás hay algo en ellos que también pide que le tires una lata de cerveza?

Todo eso fue hace casi un año. Ahora, Noel Gallagher se sienta tranquilamente en un rincón vacío del salón del elegante Hotel Macklowe en Nueva York. Mediodía en punto, lleva en la mano la primera copa del día y le resta importancia al pasado lleno de travesuras de la banda. Aunque tampoco desmiente nada. “Todo lo que se escribe en la prensa es un noventa por ciento hechos y un diez por ciento exageración”, afirma. “Es tan fácil decir que tenés medias rojas como que consumís drogas”.

Aun así, Oasis le sigue el juego voluntariamente a la creación de su propia mitología mediática. “Es interesante que los chicos lean todo eso”, dice Noel. “Siempre y cuando te des cuenta de que hay grandes canciones detrás. Nuestra actitud y el rock & roll no son lo que vende; puede que al principio, pero eso no te mantiene vigente. Es como si de los Rolling Stones sólo se pudiera decir que son puro rock & roll. Cuando empezaron, siempre los arrestaban. Pero la razón por la que eran una gran banda no es porque Mick y Keith fueran arrestados, es porque escribieron ‘Jumpin’ Jack Flash’. Es la música lo que perdura”.

Pero para poner en su justo lugar tanto a los Rolling Stones como a Oasis, la actitud es parte de lo que hace grande a una banda. El talento y la ejecución sólo te llevan hasta cierto punto, la visión y la química un poco más lejos. Y el rock & roll es lo que hace la diferencia, no como algo que existe aparte de la música, sino como lo que le da vida a la música: la pendejada sin límites y el corazón hinchado de grandeza, un espíritu indomable que estalla y sueña y se rebela contra la estupidez del trabajo. Varias de las letras de Noel Gallagher hablan de la fantasía, la necesidad de escapar y las infinitas posibilidades de la libertad: “Me gustaría ser otra persona”; “esta noche soy una estrella de rock & roll”; “encontraremos la forma de estar del lado del sol”; y, por supuesto, “vos y yo vamos a vivir para siempre”.

“Creo que está bien ponerse un poco en peligro”, dice Liam Gallagher. “Hay chicos que nos ven y dicen: ‘A la mierda, puedo tener lo que quiero en la vida’, y eso significa literalmente cualquier cosa”.
Al igual que su hermano, Liam toma Jack Daniel’s con Coca (“es medicina”) y está sentado en la misma mesa que Noel antes que él. Han pasado varias horas en el medio, ya que los hermanos Gallagher no dan entrevistas juntos. Solían hacerlo pero, con demasiada frecuencia, empezaban a discutir entre ellos y terminaban dándose trompadas en el piso mientras el entrevistador seguía tomando notas. Ahora los muchachos tratan de mantener la distancia, hasta el punto de que, durante los siguientes dos días, apenas se dirigen la palabra.

A veces hay escaramuzas, igual. Chuck Cleaver, de Ass Ponys, fue testigo de una de estas ocasiones, cuando su banda tocó con Oasis en Memphis. “Estaban firmando un autógrafo”, recuerda Cleaver. “Liam escribió su dedicatoria: ‘De la estrella en el escenario’. Y su hermano después escribió al lado: ‘Del dueño de la estrella en el escenario’”. Lo siguiente que Cleaver recuerda es tratar de ponerse a resguardo: “Liam se enfureció y le tiró una silla [a Noel], gritándole ‘¡pelotudo!’, ‘¡hijo de puta maldito!’”.

Liam recibe toda la atención como estrella pop y sex symbol, y poco crédito como músico. Noel, por su parte, es aclamado como artista y visionario. Pero los dos juran que en realidad no es para tanto. “Somos solamente mi hermano y yo peleándonos en una banda”, dice Liam. “Si no estuviéramos en una banda, nos pelearíamos igual. Si tuviéramos una verdulería, Frutas y Verduras Gallagher, nos pelearíamos por la forma de exhibir las manzanas o las putas peras”.

Para Noel Gallagher, todo se remonta a los Beatles. Tenía trece años cuando su padre, DJ de country amateur, le compró su primera guitarra. “Ticket to Ride” fue la primera canción que Noel descubrió. “Todavía no sé la letra”, bromea. A partir de ese momento no hubo lugar para nada más en su vida. No para la escuela, al menos. “Aprendí a leer y escribir y creo que después de eso ya no iba ni la mitad de los días”, dice Noel. “Ni siquiera me molestaba en poner la cara. No sé deletrear, pero ¿quién necesita deletrear? No había nada ahí para el músico que yo era”.

Durante más de diez años, sin embargo, los dones musicales de Noel no los conoció nadie más. Se sentaba en casa a escribir canciones o correteaba por las calles de Manchester, metiéndose en problemas, aspirando pegamento o cometiendo delitos menores. “Siempre escribía buenas canciones, pero no tenía banda”, dice Liam Gallagher. Liam tuvo una juventud igualmente difícil: jugaba al fútbol un poco y también faltaba mucho a la escuela. Alrededor de 1985 sus padres se divorciaron y desde entonces los chicos no han vuelto a tener contacto real con su padre. “Es un pelotudo”, dice Liam. “La última vez que lo vi fue cuando fui a anotarme para cobrar el seguro de desempleo, él estaba [en la fila] antes que yo”.

A diferencia de Noel, Liam no tenía la intención de hacer música. Eso cambió en 1989 cuando Manchester, liderada por The Stone Roses y Happy Mondays, se convirtió en Madchester, la ciudad musical más popular del Reino Unido, con una escena tan variada, tan loca y tan importante para su país como iba a serlo Seattle en Estados Unidos unos años después. No había noche que los dos hermanos no fueran a The Haçienda, un antro que era el centro de la escena del rock, pero donde corría el éxtasis y también había lugar para la fiesta dance. Entonces Noel dio el primer paso, aunque no fue gran cosa: empezó a trabajar como plomo de Inspiral Carpets y vivió la vida de las giras durante varios años.

Liam Gallagher en un show de la televisión del Reino Unido. (Foto: Des Willie/Redferns)

En ausencia de Noel, Liam empezó a revivir la historia más antigua del rock & roll que existe. Como dice Paul “Bonehead” Arthurs: “No podíamos hacer ninguna otra cosa”. Bonehead es el apelativo al que responde Arthurs, y que se ganó como buen católico irlandés rapado entre chicos hippies de corte beatle en los años 1970. “Era entrar en una banda”, dice, “o emborracharse todas las noches”. O las dos cosas, por qué no.

El único problema era que la banda no era buena. Cuando Noel regresó de una gira por Estados Unidos, a él también le pareció que era una mierda cómo sonaban. Pero se sorprendió al descubrir que su hermanito, el que siempre había sido un dolor de cabeza, tenía un buen conjunto de cuerdas vocales. Aceptó sumarse como guitarrista principal y compositor, básicamente diciéndoles, recuerda Noel, “sólo lo hago si queda todo bajo mi control”.

Aunque Oasis parece la historia de cómo alcanzar el éxito de la noche a la mañana, en realidad pasaron dos buenos años trabajando, hasta que todo en la banda estuvo a la altura de las extensivas dotes musicales de Noel. Y después vino el éxito de la noche a la mañana. La historia supuestamente es más o menos así: la banda fue a una sala de conciertos en Glasgow, Escocia. Allí lograron una fecha, con un par de bandas desconocidas que trabajaban con un sello indie, Creation Records (para que los dejaran tocar, supuestamente amenazaron con incendiar el lugar). En medio del cover ahora muy conocido de “I Am the Walrus”, el fundador escocés de Creation, Alan McGee, irrumpió en el escenario para ofrecerles firmar contrato.

La verdad es apenas un poco menos fantástica. Noel aclara las cosas: “[McGee] no saltó al escenario a ofrecernos firmar. Y no amenazamos con incendiar el lugar. Me vino a hablar apenas salimos del escenario y me preguntó si queríamos firmar un contrato. Nosotros le dijimos: ‘¿Contrato con quién?’. Y él nos dijo: ‘Con Creation’. Le dijimos que sí y acordamos firmar esa noche, pero no firmamos hasta dos o tres meses después”.

El álbum resultante, Definitely Maybe de 1994, se convirtió en el disco debut más vendido en la historia del Reino Unido. Comparados con sus contemporáneos, como los miniaturistas del pop puro de Blur o el art-rock desaforado de Suede, los Oasis son clasicistas del rock & roll. Son chefs posmodernos e imaginativos, en cuyos platos encontramos rastros de Small Faces, Mott the Hoople, Badfinger, The Clash, T. Rex y The Jam, mucho los Beatles y los Stones. Todo está sazonado con variedades más recientes de punk, beats Madchester y la visión personal y única de Noel Gallagher. También hay un par de bromas pesadas. “Shakermaker” cita “I’d Like to Teach the World to Sing” de New Seekers (también conocida como “I’d Like to Buy the World a Coke”), “Cigarettes and Alcohol” toma prestado generosamente su riff de guitarra de “Bang a Gong” y “Fadeaway” (un lado B que es una de las mejores canciones de la banda) reformula “Freedom” de Wham! como un himno punk.

Pero la banda que Oasis realmente evoca es The Who. “Pete Townshend es la única persona con la que puedo identificarme”, dice Noel, “porque escribió todas las canciones, todas las letras y él hizo los coros, y le dio las canciones a otra persona para que sea cantante principal. Y eso es exactamente lo que yo hice. Además, ni Pete ni yo nos llevamos particularmente bien con nuestros respectivos cantantes”.

En el escenario, The Who vivía el rock como una forma de arte exagerada, mientras que la personalidad en vivo de Oasis es más bien desentusiasmada. Liam se para frente al pie de su micrófono, generalmente con las manos detrás de la espalda, y eso es todo. Al resto de la banda se la ve todavía menos animada, y este efecto visual está completamente en disonancia con la pared de ruido, dura pero más bien alegre, que es el sonido de la banda en vivo.

Lo curioso es que Liam es todo lo que debería ser un frontman con mucho hype mediático… pero no en el escenario. Fuera del escenario es ciertamente muy jodón, siempre listo para bailar, hacer chistes o irse de fiesta. Y es infinitamente entusiasta, como un nene que se mueve por todas partes diciendo cosas como “me vuelvo loco” y (desde que vio La máscara) “smoking…!!”.

Cuando vuelva a Manchester, Liam promete que va a irse por fin de la casa de su mamá, donde sigue teniendo su cuarto. Cada vez que la prensa escribe sobre las drogas o las peleas, ella siempre les da una buena charla a los chicos. Lo suficiente para mantener a una estrella de rock con los pies en la tierra, aunque él dice no necesitarlo. “Ser yo mismo me mantiene con los pies en la tierra”, dice Liam.

Hasta ahora, de todos modos, Oasis podría ser la primera banda británica que tiene un impacto real en las antiguas colonias en mucho tiempo (Bush no cuenta porque nadie ha oído hablar de ellos en Inglaterra). “Live Forever” está en MTV todo el tiempo, el álbum está escalando con ganas el Top 200 de Billboard y los rumores sobre un lugar en Lollapalooza están en el aire. Citemos una letra del propio Noel (“Supersonic”) y apliquémosla a la situación actual de Oasis: podés tenerlo todo… pero ¿cuánto lo querés?
“Sí, sí, lo sé, me siguen recordando esa frase”, dice Noel con resignación. “Ojalá nunca lo hubiera escrito. Pero sí lo queremos; si está para nosotros y lo podemos tener, que venga, y si tenemos que trabajar un poco para que nos llegue, trabajaremos. Pero no vamos a venir acá y a vender el alma sólo por tener un disco exitoso en Estados Unidos. Financieramente sí, obvio, quiero ser grande en Estados Unidos porque eso significa que nunca más volveré a trabajar. Pero para mí no es tan importante ser una gran estrella acá, lo importante para mí es ser grande en Inglaterra, porque ahí es donde vivo, de donde vengo”.

De cualquier manera, Noel no espera pasar el resto de su vida en Oasis. “Hay otras cosas que quiero hacer”, dice. “Probablemente me quedaré sin ideas, y no quiero seguir por seguir, estar diez años haciendo la plancha… Preferiría que todo sea especial, no como otra banda que sigue por seguir. Pero el tiempo dirá”.

¿Si espera morir joven? O qué ideas tiene en ese punto…

“No”, responde Noel Gallagher. “Quiero vivir para siempre. Absolutamente. Sí”.

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