La historia de un hombre y un animal que forman un vínculo especial ha sido un tema recurrente en el cine. Los pingüinos, en particular, parecen tener un lugar especial en el corazón del séptimo arte. Desde Happy Feet de George Miller, donde el director de Mad Max exploró la individualidad y la lucha por la aceptación, hasta el placer culposo Mr. Popper’s Penguins con Jim Carrey, los pingüinos han servido como vehículos para explorar tanto el humor como la sensibilidad emocional. Hay algo en la naturaleza de estos animales (su torpeza en tierra, su gracia en el agua) que permite a los cineastas canalizar una mezcla de ternura y profundidad en sus historias.
Atacar una película familiar que habla sobre la amistad entre un ser humano y un animal es algo casi inconcebible (a no ser que se hable de la horrible Free Willy) Este tipo de cintas, aunque sencillas y a veces edulcoradas, tienen un propósito claro y noble: inspirar a las futuras generaciones a cuidar de la naturaleza. Las historias de animales que forjan lazos con los humanos pueden ser la chispa que encienda la pasión de un niño por convertirse en defensor de la vida silvestre. Si una película puede despertar la curiosidad y el amor por los animales, entonces ha cumplido con creces su cometido.
My Penguin Friend es una de esas películas que, desde su enfoque humilde y bien intencionado, logra tocar fibras sensibles siempre y cuando los espectadores abran su corazón a ella. En una época donde el cine familiar tiende a estar saturado de humor cínico y reciclaje, esta película es un respiro fresco. Su director David Schurmann (Pequeño secreto), ofrece un relato honesto y emotivo sobre la improbable amistad entre un pescador y un pingüino, basado en una historia real que abarca años y miles de kilómetros.
La película sigue a João, un pescador que ha sufrido una devastadora pérdida al inicio de la historia. Interpretado por Jean Reno, João es un hombre sencillo, roto por la tragedia, cuya vida cambia de manera inesperada cuando un pingüino, a quien una niña del pueblo llama DinDim, aparece en su vida. Reno, conocido por sus roles duros e impenetrables en películas como Léon: The Professional, entrega aquí una actuación vulnerable y conmovedora, mostrando una gama emocional que va desde la tristeza hasta la alegría infantil. Su interacción con el pingüino es el corazón de la película, y su capacidad para transmitir una conexión genuina con este animal es uno de los grandes logros del filme.
Adriana Barraza, la actriz mexicana que hace poco brilló en la infravalorada cinta de superhéroes Blue Beetle, interpreta aquí a María, la esposa de João. Su papel como ancla emocional es crucial para la narrativa, aportando un equilibrio entre el drama y la comedia. Inicialmente escéptica sobre la presencia del pingüino en su casa, María eventualmente se convierte en una figura protectora y solidaria, lo que resalta el tema central de la película: cómo el amor y la conexión, incluso con una criatura inesperada, pueden sanar las heridas más profundas.
Una de las características más llamativas de My Penguin Friend es la decisión de Schurmann de trabajar con pingüinos reales en lugar de depender exclusivamente de animatronics o CGI. De acuerdo con su director, el 80% de las escenas con pingüinos fueron filmadas con animales reales, lo que añade una capa de autenticidad y encanto a la película. Esta elección también realza la sensación de intimidad y maravilla, especialmente cuando DinDim se involucra en travesuras desde su punto de vista, capturado por el gran cinematógrafo Anthony Dod Mantle (Slumdog Millionaire, Antichrist). La habilidad de Dod Mantle para capturar la belleza natural, desde los vibrantes atardeceres hasta las vastas vistas oceánicas, eleva la película y la convierte en una experiencia visualmente rica.
Sin embargo, no todo en My Penguin Friend es perfecto. La película pierde algo de su encanto cuando se desvía hacia las escenas en Patagonia, donde un grupo de científicos sigue las migraciones de los pingüinos. Interpretados por Alexia Moyano, Nicolás Francella y Rocío Hernández, estos personajes no poseen la calidez que tienen los personajes en Brasil. El constante escepticismo del personaje de Francella, quien insiste en que DinDim no es especial, se siente repetitivo y resta dinamismo a la narrativa. Estas escenas interrumpen la fluidez del relato principal, y su diálogo en inglés, aunque comprensible dado el carácter internacional de la producción, suena forzado y desentona con el resto del filme, que gracias a Dios, no tiene villanos.
Aún así, My Penguin Friend logra triunfar gracias a la relación central entre João y DinDim, culminando con un clímax emocional que, aunque predecible, ofrece una redención y cierre necesarios. El paralelismo entre el rescate de DinDim y la tragedia inicial puede parecer obvio, pero está tan bien ejecutado que es difícil no sentirse conmovido. La cámara inmersiva y la interpretación de Reno, llena de ternura, hacen que el final sea catártico y satisfactorio.
My Penguin Friend evoca inevitablemente recuerdos de otras películas como la conmovedora André, la cual también se centra en la amistad improbable entre un ser humano y un animal marino. Al igual que André, que cuenta la historia de una foca y su joven amiga humana, la cinta de Schurmann resalta la capacidad de los animales para traer consuelo y propósito a nuestras vidas, especialmente en tiempos de dolor. Estas historias son profundamente humanas y logran resonar porque nos recuerdan sobre la pureza y simplicidad de las relaciones que no están mediadas por expectativas sociales o complejidades humanas.
En comparación con otras películas del género, My Penguin Friend supera fácilmente a producciones como Free Willy, que, aunque popular en su momento, carecía de la autenticidad y humanidad que esta película ofrece (por no hablar del desastre ocurrido detrás de bambalinas). En cambio, se alinea más con títulos como Mia And The White Lion o Hachi: A Dog’s Story, que también exploran las profundas conexiones entre humanos y animales, basándose en hechos reales y evocando emociones genuinas sin recurrir a clichés o sentimentalismos baratos.
En últimas, My Penguin Friend es una película familiar conmovedora, dulce y bien ejecutada que, a pesar de algunos momentos débiles, logra tocar el corazón de su audiencia. Con una actuación destacada de Reno y Barraza, así como un enfoque visualmente destacado, es una historia de amistad y redención que nos recuerda el poder de las conexiones inesperadas. Como psicólogo y amante del cine, bien puedo afirmar que en estos tiempos tan oscuros y desoladores, se necesitan más películas como esta.