De Manu Chao a los Redondos: 25 grandes discos que cumplen 25 años

Para celebrar el cuarto de siglo de Rolling Stone Argentina, esta selección que va desde el rock más crudo hasta los clásicos alternativos que marcaron el año en que la revista comenzaba a publicarse localmente

Por  OSCAR JALIL

mayo 8, 2023

1. Manu Chao – Clandestino 

El ruido de la radio y las proclamas del subcomandante Marcos, mucha agitación al sur del río Bravo y Manu Chao registrando los sonidos de la Amérika Perdida. Los mismos ecos que marcaron los últimos días de Mano Negra, pero esta vez sin tanto nervio punk y con la melancolía a cuestas para viajar del reggae a la rumba y cruzar los ritmos latinos con el dub en un collage de melodías instantáneas. En castellano, inglés, francés y portugués, Clandestino proclama a viva voz que “todo es mentira en este mundo” y expone la suerte que corren los indocumentados alrededor del planeta. Sólo Bob Marley se había atrevido a tanto, pero sobre el fin del siglo un francés errante reveló nuevos himnos de redención.

2. Fatboy Slim – You’ve Come a Long Way, Baby

Criado en la agencia de éxitos Housemartins, Norman Cook nunca dejó de habitar los rankings con proyectos efímeros como Beats International o Freak Power. Como Dj y productor alcanzó fama mundial bajo el alias de Fatboy Slim subido al big beat, un estilo cazuela que unía riffs rockeros, electrónica y éxtasis. Luego de un notable disco debut, Cook superó los límites de la club culture con varios tracks incluidos en You’ve Come… Por un buen rato fue el rey de las pistas de baile, casi todas arrancaban con el ritmo machacante de la obertura “Right Here, Right Now” o el frenesí que desataba la arenga “The Rocka-feller Skank”. Desde John Barry a Eric Burdon, una convención de samplers al servicio de los ritmos fracturados.

3. Pulp – This Is Hardcore

Antes que nadie, Jarvis Cocker anunció el fin del brit-pop con una obra sombría. El optimismo se transformó en desilusión y la figura de Tony Blair se desvaneció como un mal sueño, no quedaba otra que asumir la derrota y observar la decadencia. Como Ray Davies pero 20 años después, el líder de Pulp describe un tiempo en retirada desde la paranoia que anima a “The Fear”, expulsa los males que provoca la fama cantando “no soy Jesucristo, aunque tenga las mismas iniciales” (“Dishes”) y se vuelve un Bowie arrogante en la genial “Party Hard”. Los integrantes de Pulp fueron acusados de explotación pornográfica por el contenido de las letras y el arte del disco, la denuncia no prosperó y This Is Hardcore mejora con el paso del tiempo.

4. Madonna – Ray of Light 

“La gente está obsesionada con la idea de que me reinvento todo el tiempo, pero a mí me gusta pensar que me revelo lentamente”, dijo Madonna poco después de ser madre por primera vez y editar Ray of Light, una obra decididamente electrónica. El nacimiento de Lourdes –“Little Star está inspirada en ella–, la producción futurista del mago tecno William Orbit y el exigente entrenamiento para dar vida a Evita, el film musical de Alan Parker, coinciden en un momento de estado de gracia. La Ciccone nunca cantó tan bien y luce como una deidad en los pasajes más místicos, como la exuberante “Frozen” o el canto devocional “Shanti / Ashtangui”. Pero el tema que le da título al disco es la mejor expresión de una nave espacial groovera y espiritual.

5. Lauryn Hill – The Miseducation of Lauryn Hill 

“Lauryn Hill…”, pregunta el profesor y nadie contesta. Así, arranca The Miseducation of Lauryn Hill, un notable alegato contra el sexismo, los estereotipos raciales y el determinismo social. Con tan sólo 23 años, la cantante y compositora pateó el tablero de The Fugees, estrellas mundiales a partir de los hits incluidos en The Score (1996). No sólo dejó el grupo, fue madre contradiciendo a sus excompañeros, que le exigieron interrumpir el embarazo, y grabó uno de los discos imprescindibles de los 90. “Mi emancipación no encaja en tu ecuación”, canta en “Lost Ones” y cada canción es un manifiesto liberador. Musicalmente, el debut y hasta ahora único disco de Lauryn crea el puente definitivo entre hip-hop, soul y música del Caribe.

6. Mercury Rev – Deserter’s Songs

Al borde de la disolución, Mercury Rev renació de sus propias intoxicaciones con una obra maestra. Luego de una gira tortuosa, Jonathan Donahue, cantante y compositor, estaba tan deprimido que se recluyó a escuchar viejos vinilos de la infancia compilados en la colección Tale Spinners for Children. Esos cuentos de hadas y clásicos literarios funcionaron como un exorcismo. “Antes orquestábamos el ruido, ahora preferimos sonidos más acústicos”, dijo Donahue cuando nadie entendió el cambio hacia las sinfonías oníricas, con toques navideños y fragmentos robados al catálogo Walt Disney, oberturas para theremín y un corazón entrañable que invocaba a The Band, Neil Young o Bruce Springsteen dentro de un gran globo de ensayo lisérgico.

7. Air – Moon Safari

En 1998, París era una fiesta. Además de ser la sede principal del mundial de fútbol, se consolidó como nueva capital de la música techno: Daft Punk, Motorbass y Dimitri from Paris, entre muchos otros, formaban el cartel de atracciones. Más tímidos y menos explosivos, el dúo Air marcaba diferencias desde las atmósferas espaciales de Moon Safari. “No se puede pasar un tema de Air en la pista de baile porque son muy lentos”, advertía Nicolas Godin, que junto a Jean-Benot Dunckel optaron por rescatar el sonido del Mini Moog en una apuesta más retro que futurista. El Pink Floyd galáctico, la E.L.O (etapa Out of the Blue), Burt Bacharach y Serge Gainsbourg caben en la combi con forma de módulo lunar que ilustra la contratapa del disco debut.

8. Elvis Costello / Burt Bacharach – Painted from Memory 

“Que nunca te avergüence escribir algo que la gente pueda silbar”, le dijo el influyente compositor francés Darius Milhaud a un joven Burt Bacharach. La máxima borró la culpa y creó uno de los mejores songbooks que haya conocido el siglo XX. Desde Los Beatles a John Zorn, el mundo de la música se ha rendido frente al genio de Bacharach. Elvis Costello pertenece al club y en 1998 cumplió el sueño de grabar junto al compositor de “I Say a Little Prayer”. Costello se encargó de las palabras y de la música, mientras que Bacharach se concentró en el desarrollo de las melodías. Elvis aportó su talento de crooner, ideal para un repertorio de torch songs, y Burt controló todo desde piano. Más atrás, una orquesta de cuarenta músicos se ocupó del resto.

9. Massive Attack – Mezzanine

A partir de Blue Lines (1991), el trío de Bristol se adueñó de los 90. Inventó el trip-hop, que no era otra cosa que la evolución lisérgica del hip-hop a través de acciones experimentales conectadas al jazz y el dub. Un bajo hipnótico y atmósferas de bandas de sonido crearon una nueva ciencia musical abstracta. El tercer álbum marca cierto alejamiento del gueto jamaiquino, aparece por primera vez una guitarra rockera (“Angel”) y Elizabeth Fraser (Cocteau Twins) es la heroína invitada. Claustrofóbico por momentos, repleto de sampleos de rock clásico (The Velvet Underground, Led Zeppelin, The Cure, Ultravox) y fascinante en sus infinitas texturas, Mezzanine se explica en palabras de los Massive: “Sólo tratamos de orquestar la imaginación”.

10. Tortoise – TNT 

Los temas más escuchados de Tortoise en Spotify pertenecen a TNT. Desde Chicago y bajo la etiqueta engañosa de post-rock, el quinteto inusual incorporó estilos ajenos al rock tradicional: krautrock, dub, minimalismo, electrónica y jazz son apenas señas borrosas. Básicamente instrumental y repleto de medios tiempos, la banda logró reconocimiento gracias a su particular instrumentación (dos bajos, tres percusionistas con baterías, vibráfonos y marimbas). Para el tercer disco, el productor y arreglador John McEntire ya se perfilaba como el líder desde su puesto de ingeniero de sonido. Venía de producir a Stereolab y The Sea & Cake, y algo de ese avant-pop puede escucharse en TNT. Todavía suena como un soundtrack para películas imaginarias sobre un futuro impreciso.

11. Elliott Smith – XO

Tras la nominación al Óscar a la mejor canción de 1998 (“Miss Misery”) por la película de Gus Van Sant (Good Will Hunting), XO fue el primer álbum que Elliott Smith grabó para el sello multinacional DreamWorks. En esa época el cantautor oriundo de Oregon empezó a experimentar los efectos de una profunda depresión que cinco años más tarde lo llevaría a quitarse la vida. El cuarto álbum de Smith dejaba atrás una nube de desolación que lo acompañaba desde sus inicios, canciones para corazones rotos, pero esta vez con una sonoridad melódica acentuada en la perfección pop de los Beatles y en las catedrales corales de la escuela Beach Boys. Como un tesoro a descubrir, XO es uno de los grandes discos ocultos de la cosecha 1998.

12. Jon Spencer Blues Explosion – Acme 

“La Blues Explosion está influenciada por muchos estilos: blues, rockabilly, soul, rap, country, free jazz, pero lo que alimenta al grupo es el espíritu del rocanrol. Algo bizarro, sexual y salvaje”, dijo Jon Spencer la primera vez que visitó Argentina para brindar un show incendiario en Cemento (19/4/2001). El quinto álbum del trío de dos guitarras y batería –con total ausencia de bajo– sumó sofisticación al convocar al productor de hip-hop Dan the Automator. Acme es puro nervio punk-blusero cruzado por un Elvis poseído por el demonio de Jim Morrison. Orbita entre las descargas bestiales, el blues retorcido y un permanente estado de ánimo arrogante. Casi una evolución lógica del underground neoyorquino de fin de siglo.

13. Beck – Mutations 

Del mismo modo que el éxito de Mellow Gold precedió a la edición de dos discos menores, después del monumental Odelay Beck editó un álbum que pensaba mantener en su discografía paralela destinada a la experimentación. Mutations, realizado junto a Nigel Godrich (productor de Ok Computer de Radiohead), responde a la fascinación de descubrir el Tropicalismo y, muy especialmente, a Os Mutantes, el mítico grupo de Rita Lee, Arnaldo Baptista y Sérgio Dias. El disco ofrece un conjunto de dulces baladas a mitad de camino entre la psicodelia, el blues y la canción folk. Incluye maravillas lisérgicas como “Nobody’s Fault But My Own”. Es introspectivo, hedonista y espacial, y es también un campo de pruebas antes de nuevas mutaciones.

14. Belle & Sebastian – The Boy with the Arab Strap  

Arab Strap es el nombre de un antiguo dispositivo sexual que servía para mantener el pene erecto durante un buen rato y también existe un genial dúo escocés que adoptó esa denominación como orgulloso nombre de batalla. Desde Glasgow, los Belle & Sebastian jugaron con el doble sentido y utilizaron el término para titular su tercer disco. Un delicioso ejercicio pop con inquietudes literarias y devoción romántica. La voz dulce y frágil de Stuart Murdoch creó un estereotipo de banda indie, una orquesta de canciones perfectas que les deben la vida a los primeros seis discos de Donovan, y que expone una sobreexposición emocional como si se tratara de un juego inocente. Irresistible y peligroso.

15. Beastie Boys – Hello Nasty

El año sabático del trío se extendió a cuatro calendarios completos. En ese tiempo, los Beastie Boys invirtieron deseos y dinero en orientar –a través de su sello Grand Royal– las carreras de artistas emergentes como Sean Lennon, Luscious Jackson y Been Lee, o lanzarse como activistas de la causa tibetana. Tanto intercambio produjo el álbum más ecléctico dentro de una discografía brillante: jazz latino, dub, indie-rock, música brasileña y total ausencia de dinamita hardcore forman un mejunje suculento de 22 canciones en 66 minutos. Sin alcanzar las cumbres de Paul’s Boutique (1989) ni Check Your Head (1992), Hello Nasty explora la electrónica y expande el hip-hop a territorios desconocidos igual que el robot gigante del video de “Intergalactic”.

16. Marilyn Manson – Mechanical Animals

A fines de 1998, Marilyn Manson completó su transformación. En un viaje tortuoso subido a una imagen apocalíptica ya había causado revuelo con las revelaciones explícitas contenidas en Antichrist Superstar (1996). En su cuarto disco, Manson se apropia de la herencia glam creada por David Bowie, Marc Bolan y Alice Cooper, y la lleva al extremo de la mano de su álter ego, Omega, que luego muta en Alpha, otro alienígena que cae a la Tierra y vive para contarlo. Es rock industrial, no hay duda: guitarras cargadas y teclados del mundo dark crean un ambiente de asfixia y seducción. En ese raro vaivén se mueven la provocación, el cinismo del personaje cambiante y otros trastornos emocionales que Manson expone como un siniestro director de cine.

17. Mark Hollis – Mark Hollis

Después de adelantar el futuro con Laughing Stock (1991), Mark Hollis decidió el final de Talk Talk, no tenía sentido forzar a la maravillosa máquina de silencios, ensoñación y formas libres. Como Scott Walker o David Sylvian, Hollis empezó a desaparecer de a poco. Siete años después de cerrar la etapa Talk Talk, lanza su debut y despedida. Mark Hollis, el disco, viene de otra parte, trabaja con herramientas minimalistas, la serena belleza de los arreglos (clarinetes, percusiones, guitarras acústicas, harmonios) fortalecen la sensación de encantamiento. En las pocas entrevistas que ofreció Hollis siempre sugería que el disco debía escucharse a poco volumen “para poder captar todos sus matices”.

18. Manic Street Preachers – This Is My Truth Tell Me Yours

“Al principio, cuando íbamos ganando, cuando nuestras sonrisas eran amables”, canta James Dean Bradfield, en “If You Tolerate This Then Your Children Will Be Next”, en uno de los grandes momentos épicos del quinto álbum de la banda galesa. Ya no está Richey James Edwards para poner algo de malicia en las letras, pero el ahora trío no para de crecer refugiado en proyectar la nostalgia por los tiempos idos desde la militancia política, una rareza en los días más hedonistas del brit-pop. This Is My Truth… es un disco consagratorio que funciona como un greatest hits en tiempo real. Como The Clash, los Manic asumieron el rol de predicadores generacionales y cumplen la misión con canciones que podrían pertenecer a un irresistible AOR de pop británico.

19. PJ Harvey – Is This Desire?

En 1998, la prensa británica ubicaba a PJ Harvey como una “científica de las emociones”. Tremenda mochila para una artista que sin tanta prensa ni gestos oportunistas le pelea a Patti Smith el trono de cancionista total. Is This Desire?, de la femme fatale que interpretaba en “To Bring You My Love” (1995), cambió a la observadora comprometida que retrata historias sobre la condición humana con precisión de escritora clásica. Las ambientaciones son más sencillas, hasta el jazz aparece como derivación lógica del blues ambientando momentos grises. Volver a las guitarras distorsionadas es otro efecto Polly Jean, entre asfixia y belleza, ambientaciones oscuras y panorámicas románticas, corren doce canciones de amor, locura y muerte.

20. Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota – Último bondi a Finisterre

La nave ya partió a Finisterre cargando las últimas horas del siglo. Desde esa perspectiva, cibernética y paródica, Patricio Rey corrige su tiempo mirando al futuro. Toques tecno y una estética de cómic espacial dan vida al anteúltimo acto de la discografía de Los Redondos. En el año de las raves porteñas, el tándem Solari-Beilinson lanzó un disco con bases electrónicas y ritmos marciales, una especie de Blade Runner criolla ambientada en el algún barrio perdido del conurbano. “Mutar porque nos gusta el bondi a Finisterre y porque vale la pena la leyenda del futuro”, dice la frase incluida en el booklet. En un clima oscuro sobresale el precioso esplendor que mueve al in crescendo de “Gualicho”.

21. Charly García – El aguante

“El aguante molesta, crispa los nervios, altera”, escribió Fernando Sánchez en la edición Nº 4 de Rolling Stone. La crítica coincide con la mayoría de las miradas que obtuvo el disco de Charly García, no sólo de la prensa sino de los viejos fans del padre de Sui Generis. Sólo “los aliados”, aquellos fanáticos que nacieron a fines de los 80 y en los tempranos 90 defendieron –muchos años después– al álbum rosa de Charly. Ya pasaron 25 años y es tiempo de una reparación histórica: desde el audio, cercano y cristalino, y su concepción caótica, El aguante es un conmovedor acto de resistencia del artista que se niega a repetirse en la misma escena de tocar hasta el hartazgo sus éxitos dorados.

22. La Renga – La Renga 

Despedazado por mil partes (1996) funcionó como la plataforma de lanzamiento y preparó el terreno para la explosión masiva que provocó La Renga (conocido como el disco de la estrella). Más allá de la imaginería fantástica de leyendas, magia y cómics oscuros, el trío empezó a marcar la cancha con guiños de identificación como la figura del Che Guevara (“El hombre de la estrella”) y el desencanto con la política representado en el final de la era menemista (“Vende patria clon”). A puro hard-rock valvular, el grupo empieza a construir su leyenda gracias a los hits que pueden sonar en cualquier radio: “Cuando estés acá” –tema dedicado al hijo de Tete–, y “El revelde” son tracks imbatibles que ya forman parte del cancionero del rock argentino esencial.

23. A.N.I.M.A.L. – Poder latino

Con la asistencia del ex Sepultura Max Cavalera, el trío más mentado del nü metal argentino explora un secreto a voces continental. Poder latino es una enunciación expansiva que cruza a todo el continente: “Es una generación que piensa como nosotros, que tiene la mente abierta y que vive esa realidad común”, dijo Andrés Giménez cuando el disco estalló en varias capitales latinoamericanas. En tiempos de vacío ideológico, el cuarto disco de A.N.I.M.A.L. levantó banderas de demandas indígenas, integró a León Gieco y el Chango Farías Gómez, y hasta compartieron micrófonos con los Control Machete en el poderoso “Loco Pro”. Y aunque el grupo reiteró la fórmula utilizada en el disco anterior, Poder latino sigue siendo un hito del metal de todo el continente.

24. Cienfuegos – NS/NC

La evocación del revolucionario cubano Camilo Cienfuegos, el naciente punk-rock argentino sumado a un escepticismo existencial forman el ideario de la banda que Sergio Rotman rescató en la segunda mitad de los 90 para revivir sus propios comienzos, incluso antes de los Cadillacs. After-punk con desesperación en el micrófono y romanticismo maldito en las letras. Fernando Ricciardi (batería) y Martín Aloé (bajo) forman una pared Joy Division, mientras Ricardo Mollo, en la producción, vuelve a Sumo para conectarse nuevamente con esa idea que trajo Luca. Para recrear a Talking Heads, la banda invita al Chango Spasiuk y su acordeón brilla como nunca antes en un disco de rock. El disco negro de Cienfuegos sigue siendo un precioso diamante underground.

25. Bersuit Vergarabat – Libertinaje 

En estado de desintegración, la banda liderada por Gustavo Cordera encontró el norte en la clarividencia de Gustavo Santaolalla y en la disciplina de un método que logra milagros. La orquesta bersuitera lee la realidad y anticipa un tiempo tempestuoso con canciones como “Se viene” o la apropiación de “Sr. Cobranza” –tema de Las Manos de Filippi–. Cumbia, rap, música rioplatense, chamamé y rock conviven sin conflictos en un tour de force paródico y sexista. También hay espacio para “Vuelos”, un sentido tema de Pepe Céspedes, que expone a través de una melodía beatle las atrocidades de los llamados “vuelos de la muerte” cometidos por la última dictadura cívico-militar. Un disco de contrastes con varios himnos destinados a cancionero popular.