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Animales fantásticos: los secretos de Dumbledore

Luego de una desastrosa segunda parte, la nueva entrega de Animales fantásticos logra que nos volvamos a interesar por la magia y la hechicería

David Yates 

/ Eddie Redmayne, Jude Law, Mads Mikkelsen, Ezra Miller, Dan Folger, Jessica Williams

Por  ANDRÉ DIDYME-DÔME

Cortesía de Warner

En el 2016, el director David Yates tomó las riendas de Animales fantásticos, la precuela de la saga de Harry Potter, la popular serie literaria juvenil, creada por la escritora J.K. Rowling. Yates había sido el encargado de las estupendas cuatro últimas adaptaciones cinematográficas de la franquicia de Potter y Rowling estaría a cargo por primera vez del guion. 

El resultado fue una película caótica pero adorable, que contaba las aventuras de un hechicero y protector de los animales con rasgos autistas llamado Newt Scamander (Eddie Redmayne), quien llega a Nueva York en los años veinte y se hace amigo de un muggle (término utilizado en este universo para nombrar a un hombre común y corriente), llamado Jacob Kowalski (Dan Fogler), quien aspira a convertirse en el dueño de una pastelería.

Ambos conocen a Tina Goldstein (Katerine Waterston), una ex aurora (término para hechicera altamente calificada) y a su hermana Queenie (Alison Sudol), una lectora de mentes. A lo largo de sus correrías, Newt se enamora de Tina y Jacob de Queenie, mientras se enfrentan a Percival Graves (Colin Farrell), una especie de policía de los magos, encargado de detener a Newt, y a Mary Lou Barbebone (Samantha Morton), la directora de un orfanato y líder de un grupo extremista anti-hechicería, quien adoptó al misterioso Credence (Ezra Miller), un chico con poderes mágicos.

Dos años después, tras el éxito de la primera entrega, se estrena en las salas de cine Animales fantásticos: Los crímenes de Grindewald, una desastrosa secuela dirigida por Yates y con guion de Rowling, que constituye un trabajo en extremo aburrido, vacío y decepcionante. 

En ella, Newt se convierte en un personaje antipático y exasperante. El ornitorrinco ladrón y la plantita antropomórfica presentados en la primera parte, ahora se convierten en unos remedos de Kroot y Rocket Raccoon de Guardianes de la galaxia. Aparece un joven Dumbledore interpretado por Jude Law, quien se convierte en el mentor de Newt, para enfrentarse a Gellert Grindelwald, el malvado exnovio de Dumbledore, encarnado por un Johnny Depp sobreactuado y de maquillaje exagerado. 

Si usted es de los pocos que logró sobrevivir despierto a la soporífera segunda parte, descubrirá nuevos personajes como Theseus Scamander (Callum Turner), hermano de Newt; Leta Lestrange (Zoë Kravitz), la prometida de Theseus y antigua novia de Newt; así como Eulalie Hicks (Jessica Williams), Yusuf Karma (William Nadylam), y Bunty Broadacre (Victoria Yeates), tres hechiceros que bien pueden ser aliados o enemigos de nuestros héroes. 

Ahora llega la tercera parte de Animales Fantásticos que cuenta con el mismo director y la misma guionista (la cual ha estropeado el mensaje sobre la tolerancia y contra el fanatismo de su historia, con una serie de comentarios transfóbicos). Además, sufre por perder al actor que interpretaba a Grindelwald, quien actualmente hace parte de la cultura de la cancelación. 

Animales fantásticos: Los secretos de Dumbledore irremediablemente debe partir de los sucesos desarrollados en la esperpéntica segunda parte y nos muestra a Dumbledore y a Grindelwald reencontrándose después de mucho tiempo e incapaces de enfrentarse, no solo por el amor que se tienen, sino por un hechizo que ellos mismos se practicaron cuando eran amantes (en China, la relación homosexual entre los dos hechiceros se censuró para evitar a los censores).

El oscuro Credence se reveló como el sobrino de Dumbledore y tanto él como Queenie y Karma, se han aliado con Grindlewald, quien aspira convertirse en el líder del Mundo Mágico para acabar con los muggles (en una actitud política muy similar a la de Adolfo Hitler o Magneto de los X-Men). 

Newt va a en busca del qilin, un animal fantástico mitad cervatillo y mitad dragón, quien puede leer el alma de las personas y que es utilizado por el Mundo Mágico para elegir a sus gobernantes. Grindlewald necesita del animal para manipularlo y así cumplir con sus siniestras intenciones. Y en el camino, algunos supuestos enemigos se convertirán en aliados en una trama demasiado predecible.      

Sin embargo, esta tercera parte genera verdadera magia al hacernos regresar nuestro interés por el mundo creado por Rowling. En primer lugar, el reemplazo de Johnny Depp por Mads Mikkelsen es tremendamente acertado y, aún más, cuando este decide imprimirle su propia personalidad pasivo agresiva, que lo distancia del Voldemort de Ralph Fiennes y del Gárgamel de los Pitufos. En segundo lugar, los elegantes, sorprendentes y bellos efectos especiales de esta cinta son toda una golosina visual. Y, en tercer lugar, la decisión de Rowling y de su coguionista Steve Kloves, de dejar a un lado las historias truculentas donde no ocurría nada, para centrarse en la acción, es más que acertada. Pese a algunos cabos sueltos, esta tercera parte se siente como una conclusión. El arco argumental llegó a su fin, no hay escenas post créditos y sabiamente se hicieron cargo del personaje encarnado por otro actor problemático, dándole digna sepultura. Sin embargo, se han prometido otras dos entregas de Animales fantásticos. Hace poco, el actor Daniel Radcliffe anunció que ya no desea interpretar a Harry Potter. Quizás esa fue una sabia decisión. Como diría Voldemort: “Harry debe morir”. 

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