¿Cuál es el mejor consejo que te han dado?
Debería remitirme a los profetas: “Deja aquello que te haga dudar por aquello que no te haga dudar”. Eso significa que tienes cierta calma, que puedes relajarte. Dicho así, casi parece fácil, pero no lo es necesariamente. A veces tienes que luchar contra ti mismo porque tu alma o tu deseo te llevan en otra dirección.
Escribías acerca de temas profundos ya desde muy joven. ¿Qué te llevó a una canción como ‘The Wind’?
Ahí le hablo a alguien. Creo que a una divinidad, no estoy seguro, y como no estoy seguro, entonces debe ser algo universal. Mi intención era desprenderme del entorno físico y de las cosas materiales. Lo buscaba fervientemente. Me metía en cualquier camino a la verdad que pudiera encontrar.
Muchos músicos han escrito acerca de la búsqueda de Dios, pero tú fuiste a fondo.
Bueno, Little Richard abandonó la música, dijo que era algo demoníaco. Después, volvió. Pero, sí, me esmeré, no solo en lo lírico sino también mental, espiritualmente, para alcanzar los ideales de mis canciones.
¿Te hubiera gustado encontrar esas certezas más temprano en la vida o piensas que la búsqueda fue imprescindible?
Claro, sin duda tuve que buscarlas, sino no hubiera escrito todas esas grandes canciones. [Risas]. Era importante, necesario y se tenía que hacer.
¿Qué te da esperanza en el mundo de hoy?
Creo que Greta [Thunberg] es un gran signo de esperanza. Me encanta verla hablar, casi derribando a los políticos con sus palabras. La gente está entendiendo y empieza a decir: “No quiero que esto siga así”.
Fuiste blanco de bastante hostilidad cuando hablaste por primera vez de tu fe. ¿Crees que el mundo hoy entiende el islamismo un poco mejor?
Bueno, tenemos un alcalde musulmán en Londres, eso no está tan mal. Ya es un avance.
¿Qué aprendiste de la pandemia?
Que podemos cambiar. Lo que más lamento es la gente que tuvo que quedarse en sus prisiones urbanas, en apartamentos de una sola habitación. Eso me asusta.
¿Qué haces para relajarte?
Algo artístico, jugar con Photoshop, ver algo de fútbol. No me gusta hacer 30 piscinadas, pero nado todos los días, y mientras lo hago, trato de recordar los nombres de Dios; eso me mantiene a flote. También estoy escribiendo mi autobiografía.
¿Cómo va eso?
Es toda mi vida. Si quieres saber lo que pasó conmigo y Jimi Hendrix, está ahí. Algunos amigos la leyeron y me dijeron: “¡Dios mío, siento que yo no viví nada!”.
¿Qué recuerdas de Jimi?
Estábamos de gira [en la primavera de 1967]. Era la primera vez que le prendía fuego a su guitarra y me empezaron a gritar: “¡Se incendia el escenario!”. Estaba muy asustado en mi camerino, pensando en qué haría en mi set, si siquiera debía salir al escenario [Risas]. La pasamos bien. Compartimos un par de pitadas, por así decirlo, de su purple haze…
¿Sigues componiendo temas?
Sí, escribí uno acerca del clima la semana pasada. Se trata de marido y mujer charlando de los viejos tiempos, un poco como en ‘Old Friends’, de Simon and Gafunkel, pero como una reflexión sobre el clima. Mis canciones siempre se inclinarán hacia el idealismo, la moral y los problemas que se interponen.