El norteamericano James Gray es uno de los directores más infravalorados. Su filmografía es breve, pero exquisita. Cuestión de sangre, La otra cara del crimen, La noche es nuestra, Los amantes, El sueño de Ellis, La ciudad perdida de Z y Ad Astra.Todas grandes películas en las que no se tuvo que recurrir a efectos grandilocuentes, tramas melodramáticas o juegos formales complejos, para contar sus contundentes historias colmadas de humanismo.
En esta ocasión, Gray nos vuelve a llevar al pasado, esta vez a los inicios de la década de los ochenta. Y como si se tratara de su propia versión de Los Fabelmans de Spielberg, el director hace su propia película de tintes autobiográficos y personales, la cual titula Tiempo del Armagedón.
La cinta, también escrita por Gray como es costumbre, gira alrededor de un niño llamado Paul Graff (un impresionante debut de Banks Repeta). Paul todavía no ha llegado a la adolescencia, pero su rebeldía y búsqueda de identidad ya comienza a aflorar. Dibuja una caricatura de su profesor en clase y es castigado, pide comida china a domicilio, rechazando la comida preparada con esmero por su madre Esther (Anne Hathaway); y se junta con la oveja negra de la escuela, un chico llamado Johnny (Jaylin Webb), quien vive solo con una abuela enferma y que introduce a Paul al mundo del Hip Hop y la marihuana. Johnny sueña con convertirse en astronauta. Paul sueña con convertirse en artista. Y como muchos niños de su edad, ambos creen firmemente en que sus sueños pueden convertirse en realidad.
En la versión de James Gray de la serie Los años maravillosos, con esa ciudad de Queens que es una protagonista más de la historia con sus casas, parques, música y sonidos, Tiempo del Armagedónes, en últimas, una serie de hermosas viñetas. Esta colección de momentos entrañables y agridulces incluyen a Irving (Jeremy Strong), un padre cariñoso, pero que no teme en ser tremendamente estricto y severo con su hijo; y a Aaron (Anthony Hopkins), el abuelo que le ofrece cariño y sabiduría a su nieto favorito. Dos momentos finales, uno con Johnny y el otro con el abuelo, son tan delicadas como devastadoras.
Las películas de Gray suelen dejar una huella perenne en nuestra cabeza y en nuestro corazón. Algunas veces se sienten como un golpe, otras veces como una caricia. Aunque Tiempo del Armagedón, no llega a ser su mejor trabajo, de ninguna manera constituye una excepción. Quedará impregnado de ella como si fuera la colonia de un abuelo.