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Taylor Swift, la entrevista Rolling Stone

Taylor Swift entra a la cocina de su madre en Nashville, sonriendo, luciendo notablemente como Taylor Swift. (¿Sus clásicos labios rojos? Listos). “Necesito a alguien que me ayude a teñirme el cabello de rosa", dice, y momentos después, sus puntas combinan con su brillante esmalte de uñas, sus tenis y las rayas de su camisa

Por  BRIAN HIATT

diciembre 13, 2020

Universal Music

EXTRAÍDO DE RS196, NOVIEMBRE 2019

Todo está en consonancia con la estética pastel de su nuevo álbum, Lover; la Taylor combatiente de cuero negro por su álbum anterior ha “devuelto el teléfono». En la isla de la cocina de granito negro, todo está tranquilo y normal, mientras pasan por ahí la mamá, el papá y el hermano menor de Swift. Los dos perros de su madre, uno muy pequeño y uno muy grande, se lanzan sobre los visitantes con alegría. Podría ser la visita de fin de semana de cualquier joven a sus padres, si no fuera por la locura que se avecina a unos metros por el pasillo.

En una terraza bien ventilada, 113 fans atolondrados, llorosos, temblorosos e incrédulos esperan el inicio de una de las sesiones secretas de Swift, rituales sagrados en el mundo de Swift. Está a punto de mostrarles su séptimo álbum, aún inédito, este domingo por la tarde a principios de agosto, y ofrecer abundantes comentarios. Además, hizo galletas. Justo antes de la sesión, Swift se sienta en la oficina de su madre (donde “opera Google», según su hija) para conversar durante unos minutos. La sala de paredes negras está decorada con fotos de rock clásico en blanco y negro, que incluyen fotos de Bruce Springsteen y, como era de esperar, James Taylor; también hay tomas más recientes de Swift posando con Kris Kristofferson y tocando con Def Leppard, la banda favorita de su madre.

En un rincón está la guitarra acústica que tocaba Swift cuando era adolescente. Probablemente compuso algunas canciones famosas con ella, pero no se puede acordar de cuáles. “Sería raro terminar una canción y decir: ‘Y este momento será recordado’», dice, riéndose. “‘Esta guitarra ha sido bendecida con mi toque sagrado’».

La sesión secreta es, como sugiere el nombre, absolutamente confidencial; se puede confirmar que tomó algo de vino blanco, puesto que la copa aparece en algunas fotos en Instagram. Se queda hasta las 5 a.m., charlando y sacándose fotos con cada uno de los fans. Cinco horas después, seguimos nuestra conversación más a profundidad en el departamento de Swift en Nashville, casi exactamente en el mismo lugar en el que hicimos una de nuestras entrevistas para el artículo de portada de Rolling Stone Estados Unidos en 2012. En estos siete años, casi no ha cambiado su decoración extravagante (una de las pocas adiciones es una mesa de billar en reemplazo del sillón en el que nos sentamos la última vez), así que es una cápsula del tiempo de la vieja Taylor. Sigue habiendo un conejo gigante hecho de musgo en un rincón, y una jaula para pájaros tamaño humano en la sala, aunque la vista que ofrece la ventana es ahora de otros edificios de departamentos genéricos, en lugar de las colinas verdes que se veían en el pasado. Swift ahora está descalza, con jeans azules y una camisa azul atada en la cintura; tiene el pelo recogido, y casi nada de maquillaje.

¿Cómo resumir los últimos tres años de Taylor Swift? En julio de 2016, luego de que Swift expresara su descontento con “Famous», de Kanye West, Kim Kardashian hizo lo posible por destruirla, publicando grabaciones clandestinas de una conversación telefónica entre Swift y West. En aquel audio fragmentado, se puede escuchar a Swift aceptando la frase “Me and Taylor might still have sex” [“Taylor y yo quizás tengamos sexo»]. No la escuchamos enterarse de cómo sigue la letra, la que ella dice que le molesta –“I made that bitch famous” [“Yo hice famosa a esa perra»]– y, como va a explicarnos, su versión de la historia es más compleja. Las reacciones negativas fueron rápidas y abrumadoras. Aún no han desaparecido del todo. Ese mismo año, Swift decidió no apoyar a nadie en las elecciones de 2016, lo cual definitivamente no ayudó. Frente a todo esto, ella hizo Reputation –un pop casi industrial, feroz e ingenioso, compensado por canciones de amor de una belleza cristalina– y tuvo una gira de estadios enormemente exitosa. En ese entonces, conoció a su novio actual, el actor Joe Alwyn, y, a juzgar por algunas canciones de Lover, la relación es de hecho muy seria.

Lover es el disco más adulto de Swift, un nuevo equilibrio entre sonido y personaje que abre las puertas de una nueva década en su carrera; también es un feliz regreso a la diversidad sónica de Red de 2012, con temas que van desde la pegajosa “Cruel Summer» con producción de St. Vincent, al country increíblemente conmovedor de “Soon You’ll Get Better» (con The Dixie Chicks) y la vitalidad estilo “Shake It Off» de “Paper Rings».

Ella quiere hablar de la música, por supuesto, pero también está dispuesta a explicar los últimos tres años de su vida, en profundidad, por primera vez. La conversación por momentos no es liviana. En los últimos años, se hizo un caparazón más duro, pero sigue siendo muy franca. Puedes ver cómo cada microemoción le recorre el rostro cada vez que reflexiona sobre una pregunta, como cuando la nariz se le arruga semi-irónicamente ofendida con el término “estrella pop de la vieja escuela», o cuando sus ojos ridículamente azules se humedecen cuando pasamos a temas más oscuros. En sus peores momentos, dice: “Sientes que te lleva la contracorriente. ¿Y entonces qué haces? ¿Pataleas? ¿O aguantas la respiración y esperas a volver a salir a la superficie? Eso fue lo que yo hice. Y me llevó tres años. Aquí estoy, sentada para la entrevista. La única razón por la que no estoy sudando por completo es que ya hice una entrevista contigo en el pasado».

Cuando hablamos, hace siete años, todo iba muy bien para ti, y te preocupaba mucho que algo saliera mal.

Sí, era como si lo hubiera sabido. Yo sentía que estaba caminando por la banqueta y sabía que el pavimento se iba a romper y yo me iba a tropezar. No puedes ganar y ganar y que a la gente le guste. A la gente le gusta mucho lo “nuevo»; te ponen como una bandera en el mástil, y durante un tiempo eres esa bandera. Y después dicen: “En realidad, lo que nos gusta es esta otra bandera». Deciden que algo que tú haces es incorrecto, que no representas lo que deberías representar. Eres un mal ejemplo. Y si sigues haciendo música, y sobrevives, y si segues conectando con la gente, finalmente te vuelven a poner en el mástil, y después te quitan, y después te ponen de nuevo. Y esto les pasa más a las mujeres que a los hombres.

Esto también te pasó varias veces, en una menor escala, ¿no?

Tuve varios altibajos en mi carrera. Cuando tenía 18 años, decían: “Ella no compone esas canciones». Así que compuse mi tercer disco yo sola como reacción a eso. Después decidieron que yo tenía novios en serie ­–una comehombres obsesionada con los chicos–, cuando tenía 22 años. Así que no salí con nadie como por dos años. Y después, en 2016, decidieron que absolutamente todo lo que yo hacía estaba mal. Si hacía algo bien, era por las razones equivocadas. Si hacía algo valiente, no lo hacía bien. Si me defendía, era una caprichosa. Así que me encontré en esta interminable cámara de eco de burlas. Yo pensaba: tengo un hermano dos años y medio más chico, y nos pasamos la mitad de la vida tratando de matarnos, y la otra mitad como mejores amigos. ¿Has visto ese juego que juegan los niños? Yo decía: “Mamá, ¿me das agua?», y Austin decía: “Mamá, ¿me das agua?». Y yo decía: “Me estás copiando». Y él decía: “Me estás copiando». Con una voz horrible toda deformada. Así me sentí en 2016. Así que decidí no decir nada. En realidad, no fue una decisión. Fue algo completamente involuntario.

Pero también te pasaron cosas buenas en esa época. Eso es parte de Reputation.

Los momentos de mi historia verdadera que hay en ese disco son canciones como “Delicate», “New Year’s Day», “Call It What You Want», “Dress». La doble cara, el juego de engaños que hay en Reputation es que en realidad era una historia de amor. Era una historia de amor en medio del caos. Todos los himnos de batalla metálicos eran lo que había afuera. Era la batalla que yo veía por la ventana, y después estaba lo que pasaba adentro de mí, mi nuevo mundo tranquilo, hogareño, que por primera vez existía en mis propios términos… Es raro, porque en los peores momentos de mi carrera y mi reputación, me atrevo a decir, también pasé algunos de los momentos más hermosos en esa vida tranquila que yo elijo tener. Y tengo algunos de los recuerdos más increíbles, junto a amigos que ahora sé que me cuidaban, aunque todo el mundo me odiara. Las cosas malas fueron significativas e hirientes. Pero las cosas lindas van a sobrevivir, el aprendizaje. Te das cuenta de que no puedes mostrarle tu vida a la gente.

¿A qué te refieres?

Yo era como un golden retriever. Me acercaba a todo el mundo moviendo la cola. “Sí, claro, ¡por supuesto! ¿Qué quieress saber? ¿Qué necesitas?». Ahora, supongo, tengo que ser más como un zorro.

¿Tus arrepentimientos en este sentido se extienden hacia cómo la gente percibió lo de tu “grupo de chicas»?

Sí, jamás me imaginé que la gente iba a pensar: “Este es un grupo que nunca me habría aceptado si yo hubiera querido ser parte». Demonios, eso me pegó fuerte. Yo pensé: “Esto no salió como yo quería». Pensé que era transmitir que podemos permanecer unidas, tal como se les permite a los hombres. El patriarcado les permite a los hombres tener grupos de amigos. Si eres un artista hombre, se entiende como que tienes respeto por tus colegas.

¿Pero de las mujeres se espera que se peleen entre ellas?

Se asume que nos odiamos. Incluso si sonreímos, y nos toman fotos abrazadas, se asume que tenemos un cuchillo en el bolsillo.

¿Qué tanto peligro había de caer también en ese patrón de pensamiento?

El mensaje es peligroso, sí. Nadie está inmune, porque somos un producto de lo que nos dicen la sociedad y nuestros pares, y ahora internet, a menos que la experiencia nos enseñe otra cosa.

Alguna vez cantaste sobre una estrella que “se llevó tu dinero y tu dignidad, y se fue al diablo». En 2016, escribiste en tu diario: “Este verano es el apocalipsis». ¿Qué tan cerca estuviste de dejarlo todo?

Definitivamente, es algo que pensé mucho. Pensaba en cómo las palabras son mi única forma de que el mundo tenga sentido, la única forma de expresarme. Y, de repente, cualquier palabra que yo diga o escriba la usan en mi contra. A la gente le encanta que haya una ola de odio. Son como las pirañas. La gente se divertía mucho odiándome, y no necesitaban muchas razones para hacerlo. Sentí que la situación era un caso perdido. Me lo pasaba escribiendo poemas agresivamente amargados. Escribí muchos ensayos que sabía que no publicaría, acerca de cómo se siente estar en una espiral de humillación. Y no podía entender cómo aprender de la experiencia. Porque no estaba segura exactamente de qué era lo que había hecho mal. Eso fue difícil para mí, porque no soporto a la gente que no sabe aceptar una crítica. Yo trato de autoexaminarme, y aunque a veces es difícil y duele, yo realmente trato de entender el punto de vista de la gente a la que no le gusto. Y entiendo por qué a la gente puedo no gustarle. Porque, bueno, he tenido a mis propias inseguridades diciéndome esas cosas, y otras mil peores.

Pero algunos de tus antiguos críticos después se hicieron amigos tuyos, ¿no?

Algunas de mis mejores amistades salieron de personas que me criticaban públicamente, y después se abría una conversación. Hayley Kiyoko estaba haciendo una entrevista y puso el ejemplo de cómo yo puedo salirme con la mía cantando sobre relaciones hetero, y a la gente no le molesta tanto como cuando ella canta sobre chicas. Y es totalmente válido. Lorde lo primero que dijo sobre mí en público fue una crítica de mi imagen, o algo así. Pero no puedo responderle a alguien que dice: “Tú, como ser humano, eres falsa». Y si dicen que te haces la víctima, eso elimina tu capacidad de verbalizar cómo te sientes, a menos que sea algo positivo. Así que, OK, ¿tengo que sonreír todo el tiempo y no decir nunca si algo me duele? Eso sería falso. ¿O tengo que ser sincera sobre cómo me siento y tener respuestas válidas y legítimas hacia las cosas que me pasaron en la vida? Pero, un momento, ¿en ese caso me estaría haciendo la víctima?

¿Cómo te escapas de una trampa mental así?
Desde que tenía 15 años, si alguien me criticaba por algo, yo lo cambiaba. Y llega en un momento que te das cuenta de que eres una amalgama de críticas que te dieron, y no una persona que tomó esas decisiones por sí misma. Así que decidí que tenía que vivir una vida tranquila, porque una vida personal tranquila no invita a la discusión, a la disección, al debate. No me había dado cuenta de que estaba invitando a la gente a sentir que tenía el derecho de jugar con mi vida como si fuera un videojuego.


“The old Taylor can’t come to the phone right now. Why? Because shes’s dead!« fue gracioso. ¿Pero qué tan en serio nos lo tenemos que tomar?

Hay una parte de mí que siempre va a ser diferente. Tenía que madurar, en muchos sentidos. Tenía que poner límites, descubrir qué era mío y qué era del público. Esa vieja versión de mí que comparte indefectible e indudablemente con un mundo que no está hecho para compartir es algo que no existe más. Pero definitivamente fue un momento gracioso en el estudio, en el que Jack [Antonoff] y yo queríamos jugar con la idea de una llamada telefónica, porque así es como empezó todo, una estúpida llamada que no tendría que haber contestado.

Habría sido más fácil decir eso.

Habría sido tan pero tan bueno si yo hubiera dicho eso [risas].

Pero parte de la iconografía de Lover sugiere el regreso de la vieja Taylor.

No creo que jamás haya usado la vieja versión de mí de manera tan creativa como lo hice en este disco, que es muy, muy autobiográfico. Pero también hay momentos muy pegajosos, y momentos de confesiones personales extremas.

Desde tu perspectiva, ¿hiciste algo mal en esa llamada? ¿Te arrepientes de algo?

El mundo no entendió el contexto ni los eventos que llevaron a él. Porque nada ocurre sin antecedentes. Ocurrieron otras cosas para que yo me enojara cuando me dijo que era una perra. Eso no fue algo aislado. Básicamente, me harté de la dinámica entre él y yo. Y eso no pasaba solamente por lo que pasó en esa llamada ni en esa canción, fue una reacción en cadena de otras cosas. Empecé a sentir que nos volvimos a conectar, lo cual se sintió bien, porque lo único que yo quería en mi carrera, después de lo que pasó en 2009 [la interrupción de Kanye a Taylor en los VMA Awards], era que él me respetara. Cuando alguien te falta el respeto de una manera tan evidente, y dice que tú literalmente no te mereces estar ahí… Yo quería desesperadamente ese respeto de él, y odio ese aspecto de mí, el de pensar: “Quiero la aprobación de este tipo que me antagonizó». Pero así es como era yo. Así que íbamos a comer, y cosas así. Y yo estaba muy feliz, porque él decía cosas lindas de mi música. Sentía que estaba sanando rechazos de mi infancia, o algo de cuando tenía 19 años. Pero luego vinieron los VMA de 2015. Él iba a recibir el Vanguard Award. Me llamó antes. Yo no lo grabé ilegalmente, así que no te lo puedo mostrar. Pero me llamó, más o menos una semana antes del evento, una conversación de más o menos una hora, y me dijo: “Me gustaría mucho que tú presentaras este premio Vanguard Award que me van a dar, sería algo muy importante para mí», y enumeró las razones por las que eso era tan importante, porque él puede ser muy dulce. Puede ser el más dulce. Y yo estaba absolutamente feliz de que me pidiera eso. Así que escribí un discurso, y después vamos a los VMA y doy el discurso y él grita: “¡MTV trajo a Taylor Swift para presentar este premio para subir el rating!». [Sus palabras exactas: “¿Sabes cuántas veces anunciaron que Taylor me iba a dar el premio porque eso les da más rating?»]. Y yo estaba parada en el público abrazando su esposa, y me corrió un frío por el cuerpo. Me di cuenta de que él tiene dos caras. Que quiere ser amable conmigo detrás de escena, pero después quiere parecer cool, pararse frente a todos y hablar mierda. Y me puse muy triste. Pidió que yo fuera a hablar con él en el camerino después del show. Yo no quise. Entonces al día siguiente me manda un arreglo floral enorme para pedirme disculpas. Y yo pensé: “¿Sabés qué? No quiero que volvamos a estar en malos términos. Así que voy a seguir adelante». Así que cuando me llama por teléfono, me emocionó que fuera tan respetuoso y me avisara sobre una frase de la canción.

¿La frase era: “Taylor y yo quizás tengamos sexo»?
[Asiente] Y yo pensé: “OK, bien. Estamos en buenos términos». Y después, cuando escuché la canción completa, pensé: “Estoy harta. Si quieres estar en malos términos, estemos en malos términos, pero al menos sé sincero con eso». Y después le hizo literalmente lo mismo a Drake. Afectó gravemente la trayectoria de la familia de Drake, y sus vidas. Es lo mismo. Se acerca a ti, se gana tu confianza, te detona. No quiero hablar más porque me alterno, y no quiero hablar de mierda negativa todo el día, pero es lo mismo. Fijate cómo habla Drake de lo que pasó. [West negó tener que ver con el track en el que Pusha-T reveló que Drake tenía un hijo, y se disculpó por mandarle “energía negativa» a Drake].


¿Cuándo llegaste a la situación que describes en el primer tema de Lover, “I Forgot That You Existed»?

Fue en algún momento de la gira de Reputation, la experiencia más emocionalmente transformadora de mi carrera. Esa gira me puso en el lugar más saludable y equilibrado en el que jamás haya estado. Después de esa gira, me podrán pasar cosas malas, pero ya no me tiran. Lo que pasó hace un par de meses con Scott [Borchetta], tres años antes me habría detonado. Habría tenido demasiado miedo de hablar. Algo en esa gira me hizo deshacerme de cierta percepción pública mía sobre la que solía basar toda mi identidad, y que ahora sé que era poco saludable.

¿Cuál fue la revelación?

Es un poco sentir más claridad del hecho de que mi trabajo es ser una artista del entretenimiento. No es esa cosa enorme que a veces inventa mi cerebro, y a veces los medios inventan, según la cual estamos todos en un campo de batalla y todo el mundo se va a morir excepto una sola persona, que sería la ganadora. Es como: “No, ¿sabés qué? Katy va a ser legendaria. Gaga va a ser legendaria. Beyoncé va a ser legendaria. Rihanna va a ser legendaria. Porque su obra es más importante que la miopía de las noticias buscando clickbait las 24 horas». Y de algún modo, me di cuenta de esto durante la gira, mirándole la cara a la gente. Estamos dando entretenimiento, y eso tiene que ser divertido.

Es interesante ver estos discos como una trilogía. 1989 fue como presionar el botón de reset.

Sí, en todo sentido. Fui muy clara en que esa decisión fue absolutamente mía, y se enfrentó a mucha resistencia. Internamente.

Luego de descubrir que las cosas con tu exjefe en el sello, Scott Borchetta, no eran todo sonrisas, es difícil no preguntarse qué otros conflictos así habrás tenido.

Muchas de las mejores cosas que hice, en términos creativos, fueron cosas por las que tuve que luchar mucho –y agresivamente– para que ocurrieran. Pero bueno, yo no soy como él, no hago acusaciones locas e insignificantes sobre el pasado… Cuando tienes una relación comercial con alguien durante 15 años, siempre va a haber altibajos. Pero yo de verdad, y legítimamente, pensaba que él me consideraba como la hija que nunca tuvo. Así que, si bien tuvimos muchos momentos malos y diferencias creativas, yo siempre me iba a quedar con las cosas buenas. Yo quería que fuéramos amigos. Pensé que sabía cómo se sentía que te traicionaran, pero esto que pasó con él me hizo resignificar la traición, porque yo lo trataba como si fuera mi familia. Pasé de sentir que te consideran como una hija a tener la sensación grotesca de “ah, yo era como un ternero que él estaba engordando para venderlo al matadero que le diera más dinero».

Te acusó de negarte a participar en la marcha de Parkland y el concierto a beneficio de Mánchester.

Increíble. El tema es así: todo el mundo en mi equipo sabe que si Scooter Braun propone algo, no me lo propongas a mí. El hecho de que esos dos hagan negocios después de las cosas que él dijo sobre Scooter Braun… Yo soy difícil de sorprender, y esto me sorprendió absolutamente. Se trata de dos hombres muy ricos y muy poderosos que estaban usando 300 millones de dólares de otras personas para comprar la obra más femenina que hay. Y después están en un bar con páneles de madera haciendo una sesión de fotos de mal gusto, brindando con whisky escocés. Me hicieron una jugada horrible, tan a escondidas que no me di cuenta. Y yo no podía decir nada.

De algún modo, en un nivel musical, Lover parece tu disco más indie.

Eso es maravilloso, gracias. Es definitivamente un disco particular. Con este disco, me permití revisitar viejos temas sobre los que solía escribir, y verlos bajo una nueva luz. Y revisitar viejos instrumentos, viejos en términos de cuando yo los usaba. Porque cuando estaba haciendo 1989, yo estaba obsesionada con que tuviera el concepto de un disco de pop grandilocuente de los ochenta, ya fuera una producción ochentera o una naturaleza ochentera, con estribillos enormes. Que fuera descaradamente grande. Y después Reputation, había una razón para que fuera todo en minúsculas. Yo sentía que no era descaradamente comercial. Es raro, porque ese fue el disco que requería más explicaciones, y sin embargo es el disco del que no hablé. En las sesiones secretas de Reputation se los expliqué a los fans: “Sé que estamos haciendo algo nuevo que no hice nunca». No había jugado con personajes antes. Para muchas estrellas de pop, es un truco muy gracioso, dicen: “Este es mi álter ego». Yo no había hecho eso antes. Es divertido. Y fue divertido tocarlo en vivo. La oscuridad y la grandilocuencia y la amargura y el amor y las subidas y las bajadas de un disco sobre una confusión emocional.

“Daylight» es una canción muy linda. Podría haber sido el tema del título del disco.

Y casi lo fue. Me pareció que podía ser demasiado sentimental.

Y quizás muy obvia.

Sí, demasiado directa. Eso fue lo que pensé, porque en mi cabeza yo me refería al disco como Daylight todo el tiempo. Pero Lover, para mí, era un título más interesante, un tema más apropiado en mi cabeza, y un concepto más elástico. Por eso “You Need to Calm Down» tiene sentido en el tema que recorre el disco: una de las cosas a las que se refiere es cómo cierta gente no puede vivir su vida sin ser discriminados por amar a alguien.

Para las canciones más orgánicas del disco, como “Lover» y “Paper Rings», dijiste que te imaginabas cómo las tocaría una banda contratada para una boda. ¿Es frecuente que una visualización así guíe el estilo de producción de una canción?

A veces tengo una fantasía extraña de dónde sonarían las canciones. Para “Paper Rings» o “Lover» yo me imaginaba una banda en la fiesta de una boda, pero en los setenta, así que no podían tocar instrumentos que no se hubieran inventado en ese entonces. Hago visualizaciones así. Para Reputation, eran paisajes urbanos nocturnos. No quería que hubiera ningún instrumento acústico tradicional, o los mínimos posibles. Me imaginaba viejos edificios, fábricas abandonadas, todas imágenes industriales. Entonces quería que la producción no tuviera nada de madera. No hay pisos de madera en ese disco. Lover es puro piso de madera, y unas cortinas rotas moviéndose con el viento, y campos floreados y, no sé, terciopelo.

¿Cómo se te ocurrió usar metáforas de la preparatoria para hablar de política, como en “Miss Americana & the Heartbreak Prince»?

En esa canción hay muchas influencias. La compuse un par de meses después de las elecciones de medio término, y quería tomar la idea de la política y elegir un lugar metafórico para ella. Así que pensé en una preparatoria tradicional de Estados Unidos, donde hay un montón de eventos sociales que pueden hacer que alguien se sienta alienado. Y creo que muchas personas en nuestro paisaje político sienten que tenemos que refugiarnos debajo de las gradas e inventar un plan para mejorar las cosas.

Creo que en ese título se nota tu fanatismo por Fall Out Boy.
Me encanta Fall Out Boy. Líricamente, sus canciones me influenciaron mucho, más que cualquier otro artista. Toman una frase y le dan vuelta. Cuando escuché “Sugar, We’re Goin’ Down», pensé: “Estoy soñando».


Cantas sobre “historias estadounidenses en llamas frente a mí». ¿Te refieres a las ilusiones sobre lo que es Estados Unidos?

Es sobre las ilusiones de lo que yo pensaba que era Estados Unidos antes de que nuestro paisaje político diera este giro, y la ingenuidad que teníamos al respecto. Y también es la idea de la gente que vive en Estados Unidos, que quiere vivir su vida, ganarse la vida, tener familia, amar a quien aman, y la sensación de ver cómo esa gente pierde sus derechos, o ver que esa gente no se siente en su casa. Tengo esa frase: “Veo a los tipos malos chocar las manos», porque no sólo hay trasfondos horribles y racistas que ahora se han transformado en obvios en nuestro clima político, sino que además la gente que representa esos conceptos y esa forma de mirar el mundo está festejando con gritos, y es horrible.

En esta época, ser una estrella pop rubia de ojos azules te ubica en un lugar raro. A tal punto que, hasta que apoyaste a algunos candidatos demócratas, la gente de derecha asumió que estabas de su lado.

Creo que ya no lo asumen más. Sí, era algo perturbador, y yo no me enteré hasta después de que pasó. Porque en ese momento, yo, durante mucho tiempo, no tenía internet en el teléfono, y mi equipo y mi familia estaban muy preocupados por mí, porque no estaba en una buena situación. Y hubo muchas cosas de las que se ocuparon ellos sin decirme nada. Fue la única vez que pasó eso en mi carrera. Yo siempre estoy en el lugar del piloto, tratando de hacer volar el avión en la dirección en la que yo quiero que vuele. Pero hubo un momento en el que tuve que resignarme y decir: “Chicos, ya no puedo hacer esto. Necesito que me reemplacen, así puedo desaparecer».

¿Te refieres al momento en el que un sitio de supremacistas blancos sugirió que eras parte de su equipo?

No vi eso, pero si eso pasó, es desagradable. No hay nada peor que el supremacismo blanco, literalmente. Es asqueroso. No debería existir. En serio, yo trato de aprender todo lo posible sobre política, y se transformó en algo con lo que estoy obsesionada, mientras que antes yo vivía en una suerte de ambivalencia política, porque siempre había ganado la persona por la que yo votaba. Cuando Obama era presidente, estábamos en una época maravillosa, porque los países extranjeros nos respetaban. Estábamos tan felices de tener a esta persona digna en la Casa Blanca. En mis primeras elecciones voté por él, y ganó la presidencia, y después voté para reelegirlo. Creo que mucha gente es como yo, en el sentido de que no creían que pudiera pasar esto. Pero yo estoy enfocada en las elecciones de 2020. Estoy muy enfocada. Estoy enfocada en cómo puedo ayudar, sin entorpecer. Porque no quiero que resulte contraproducente, porque también creo que el involucramiento de famosos en la campaña de Hillary fue usado en su contra.

Te criticaron mucho por no involucrarte. ¿Te arrepientes de no haber dicho “a la mierda», y ser más específica cuando aquel noviembre dijiste que fueran a votar?

Totalmente. Sí, me arrepiento de muchas cosas todo el tiempo. Es un ritual diario.

¿Estabas convencida de que tendrías reacciones negativas?

Es exactamente lo que pasó. Sí. Es algo muy poderoso cuando legítimamente sientes que los números te demuestran que casi todo el mundo te odia. De manera cuantificable. No estoy siendo dramática. Y tú lo sabes.

Tocas en estadios llenos…

Es cierto. Pero eso fue dos años después… Creo que, como partido, tenemos que ser más como un equipo. Entre los republicanos, si usas esa gorra roja, eres uno de ellos. Y si queremos hacer algo para cambiar lo que está pasando, tenemos que mantenernos unidos. Tenemos que dejar de analizar tanto por qué alguien está de nuestro lado, o si están de nuestro lado por las razones adecuadas, o si se expresaron de manera correcta. Tenemos que dejar de tener el buen demócrata y el mal demócrata. Tenemos que decir: “¿Eres demócrata? Genial. Súbete al auto. Vamos de compras».

Va una pregunta para ti: como súperfan, ¿qué te pareció el final de Game of Thrones?

Dios mío. Pasé mucho tiempo pensando en esto. Clínicamente, cuando termina un programa que nos gusta nuestro cerebro reacciona del mismo modo que cuando ocurre una separación. Leí eso. No hay forma de que termine bien. No importaba lo que pasara en ese final, la gente igual iba a estar mal, por el hecho mismo de que terminara.

Me alegró ver que confirmaras que tu frase sobre una “lista de nombres» era una referencia a Arya.

Me gusta tener influencias de películas, programas de televisión y libros, y cosas así. Me gusta escribir sobre dinámicas de personajes. Y no toda mi vida va a ser tan compleja como esas redes intrincadas de personajes que hay en los programas de televisión.

En una época, sí era así.

Eso es fantástico.

¿Pero te pasa que, ahora que tu vida es menos dramática, tienes que sacar ideas de otros lugares?

No me siento así todavía. Quizás me sienta así cuando tenga familia. Si es que tengo una familia. [Pausa]. ¡No sé por qué dije eso! Pero es lo que escuché de otros artistas, y eran artistas que protegían su vida personal, así que tuvieron que buscar inspiración en otras cosas. Pero una vez más: no sé por qué dije eso. Porque no sé lo que va a pasar con mi vida, ni lo que voy a hacer. Pero ahora, siento que para mí es más fácil que nunca escribir.

No hablas de tu relación, pero cantas sobre ella con un nivel de detalle muy revelador. ¿Cuál es la diferencia para ti?

Cantar sobre algo te ayuda a expresarlo de una forma más apropiada. No hay modo de poner palabras en una declaración y conmover a alguien del mismo modo que si escucha la representación sonora perfecta de esa emoción… Es un conflicto extraño, el de ser una cantautora confesional y que además mi vida haya sido catapultada hacia una cosa extraña en la cultura pop.

Dijiste que la gente se interesó demasiado en qué canción era sobre quién, y es entendible. Pero, para ser justos, ¿no era un juego que tú también jugabas?

Me di cuenta muy temprano de que, sin importar lo que yo hiciera, de todos modos me iba a pasar. Así que cuando entiendes las reglas del juego, y cómo te van a afectar, tienes que mirar el tablero y pensar en tu estrategia. Pero al mismo tiempo, componer canciones nunca fue un elemento estratégico en mi carrera. Ya no tengo miedo de decir que otras cosas de mi carrera, como el marketing de un disco, son estrictamente estratégicas. Y estoy harta de que las mujeres no puedan decir que tienen mentalidades comerciales estratégicas. Porque a los artistas hombres sí se les permite. Así que estoy harta de tener que simular que no planifico mi propio negocio. Pero es otra parte de mi cerebro que la que uso para componer.

Planeas tu negocio desde que eras adolescente.

Sí, pero yo también me esforzaba –y de esto me arrepiento– por convencer a la gente de que yo no era la que manejaba los hilos de mi existencia comercial, o de ocultar el hecho de que varias veces por semana me siento en una sala de reuniones a pensar en estas ideas. Durante mucho tiempo sentía que la gente no quería pensar en una mujer en el mundo de la música que no fuera una feliz casualidad. Se nos obliga a decir: “Oh, ¡volvió a pasar! ¡Nos sigue yendo bien! Ay, ¡qué bueno!». Cuando Alex Morgan hizo un gol en el Mundial y la criticaron por eso, fue un ejemplo de por qué no se nos permite alardear o festejar, o decir: “Sí, fui yo. Esto se me ocurrió a mí». Es muy injusto. A la gente le gustan las artistas mujeres nuevas porque pueden explicar su éxito. Es una trayectoria fácil. Mira el final de Game of Thrones. Me identifiqué mucho con la historia de Daenerys porque para mí representaba que es mucho más fácil para una mujer conseguir poder que mantenerlo.

O sea, ella asesinó…

¡Es una metáfora! Obviamente, yo no quería que Daenerys se transformara en ese personaje, pero si me quedo con lo que me interesa, me parece que están tratando de representar que para ella, subir a la cima de la montaña era más fácil que mantenerse, porque para mí, los momentos en los que sentí que me volvía loca eran los momentos en los que trataba de mantener mi carrera del mismo modo que había ascendido. Es más fácil conseguir poder que mantenerlo. Es más fácil conseguir admiración que mantenerla. Es más fácil conseguir atención que mantenerla.

Bueno, supongo que tenemos que agradecer que en 2016 no tuvieras un dragón…

[Ferozmente] ¡Ya te dije que no me gusta que ella haya hecho eso! Pero, al ver el programa, quizás es una reflexión sobre cómo tratamos a las mujeres que tienen poder, cómo siempre se conspira contra ellas, y se les ataca hasta que sienten un tremendo cambio, en el que te preguntas: «¿Qué cambió?». Y me pasó como 60 veces en mi carrera, eso de pensar: “OK, el año pasado yo te gustaba. ¿Qué cambió? Creo que voy a cambiar yo, para seguir entreteniéndolos».

Una vez dijiste que, cuando eras niña, tu mamá no te podía castigar, porque tú siempre te castigabas antes a ti misma. Esta idea de cambiar frente a las críticas, y necesitar aprobación… todo eso es parte de querer ser buena, ¿no? Lo que sea que eso signifique. Pero parece ser una guía importante en tu vida.

Sí, qué perceptivo de tu parte. Y la pregunta para mí era: si tú tratas de hacer cosas buenas, pero todo el mundo ve esas cosas de manera cínica y asume que las haces con malas intenciones, ¿de todos modos harías cosas buenas, aunque nada de lo que hicieras fuera considerado como bueno? Y la respuesta es sí. La crítica constructiva me ayuda a reforzar mi carácter. Las críticas sin fundamentos son cosas que ahora tengo que rechazar.

Eso suena saludable. ¿Esto sale de terapia o de la experiencia?

No, nunca fui a terapia. Hablo mucho con mi mamá, porque mi mamá es la que vio todo. Dios, me llevaría mucho tiempo contarle a alguien los 29 años de mi vida, y mi mamá lo vio todo. Sabe exactamente de dónde vengo. Y hablamos sin parar. Hubo momentos en los que yo tenía un día muy, muy malo, y nos quedábamos horas y horas y horas por teléfono. Yo escribía algo que quería decir, y en lugar de publicarlo, se lo leía a ella.

Relaciono esto con la letra de “Daylight», la idea de “crucé muchas líneas sin que me lo perdonaran», es otro tipo de confesión.

Me alegra mucho que te haya gustado esa frase, porque eso es algo que me molesta, recordar la vida y darme cuenta de que, sin importar lo que pasara, arruinaba las cosas. A veces es gente que era parte de tu vida y ya no lo es. Y una no puede hacer nada. No lo puede arreglar, no lo puede cambiar. Anoche les dije a los fans que a veces, en los días malos, siento que mi vida es un montón de mierda acumulada, sólo las malas noticias o las cosas malas que pasaron, o los errores que cometí, o clichés o rumores o cosas que la gente piensa sobre mí o pensó durante 15 años. Y eso es parte del video de “Look What You Made Me Do», donde tenía una montaña de viejas yo peleándose entre ellas. Pero sí, esa frase indica mi ansiedad sobre cómo, en la vida, no puedes hacer todo bien. Muchas veces dices algo equivocado, tomas la decisión equivocada. Lastimas a alguien, incluso si no querías. Y nunca sabes cómo arreglar todo eso. Sobre todo si lo hiciste 29 años.

Permitime ser el “Sr. Rolling Stone» por un minuto: hay una letra de Springsteen que dice: “Ain’t no one leaving this world, buddy/ Without their shirttail dirty or hands a little bloody”.

¡Es muy buena! Nadie sale indemne. Nadie sale sin heridas. Creo que es algo difícil de entender para mucha gente. Para mí fue muy difícil, porque yo me crié pensando: “Si soy buena, y si trato de hacer lo mejor, quizás puedo ser la campeona». Y resulta que no.

Es interesante pensar “I Did Something Bad» en este contexto.

Que señales eso es muy interesante porque es algo con lo que tuve que reconciliarme los últimos años. Esa suerte de complejo de “ser buena». Desde que era chica, yo quería ser una buena persona, siempre amable. Me esforzaba mucho. Pero muchas veces te pasan por encima. ¿Y cómo respondes cuando te pasan por encima? No puedes sentarte ahí, y permitir que pase. “I Did Something Bad» trata sobre hacer algo que iba muy en contra de lo que yo habitualmente hacía. La otra vez Katy [Perry] y yo estábamos hablando de nuestros signos… [Risas] Obviamente.

Es la mejor frase de la historia.

[Risas] Te odio. Estábamos hablando de nuestros signos porque tuvimos una larga charla en la que reconectamos. Y me acuerdo de que ella dijo: “Si nos tomáramos una copa de vino blanco, estaríamos llorando las dos». Estábamos tomando té. Tuvimos muy buenas conversaciones.

Estábamos hablando sobre cómo tuvimos fallas de comunicación con gente en el pasado, no específicamente entre nosotras. Ella dijo: “Yo soy escorpión. Las personas escorpión atacan cuando se sienten amenazadas». Y yo dije: «Bueno, yo soy sagitario. Nosotros nos alejamos, evaluamos la situación, procesamos cómo nos sentimos, agarramos el arco, la flecha, y disparamos». Son formas completamente diferentes de procesar el dolor, la confusión, los malentendidos. Y muchas veces yo tardo en darme cuenta y decir que algo me duele. ¿Me explico? Por eso puedo entender que la gente en mi vida piense: “Wow, no sabía que te sentías así». Porque yo me tomo mi tiempo.

Si ves el video de los VMA de 2009, yo estoy congelada. Me quedé ahí quieta. Y así es como yo manejo la incomodidad, el dolor. Me quedo ahí como congelada. Y después, cinco minutos después, ahí entiendo cómo me siento. Pero en el momento, siento que probablemente exagero y que tengo que ser amable. Después lo proceso, y a los cinco minutos, si ya pasó, entonces pienso: “Estaba exagerando, está todo bien. Puedo seguir adelante. Qué bueno que no dije nada duro en el momento». Pero cuando lo que pasó es realmente malo, y me siento herida o enojada, sólo me doy cuenta después de los hechos. Porque me esfuerzo mucho por aplastarlo: “Esto probablemente no es lo que sientes». Es algo en lo que tuve que trabajar.

Puedes terminar haciéndote juegos psicológicos a ti misma.

Sí, seguro. Porque hubo muchas situaciones en las que, si yo hubiera dicho lo primero que se me ocurría, la gente habría dicho: “¡Wow!». Y quizás yo habría estado mal, combativa. Así que un par de años atrás empecé a trabajar en responder a mis emociones de manera más rápida. Y me ayudó con muchas cosas. Me ayudó porque a veces una se mete en peleas. Pero el conflicto en el momento es mejor que el combate a posteriori.

Bueno, gracias.

Siento que hice una sesión de terapia. Como alguien que nunca hizo terapia, puedo decir con seguridad que esta fue la mejor sesión de terapia.

Escucha Evermore, el álbum más reciente de Taylor Swift:

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