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Ricardo Arango: Lo vi y lo viví

Los secretos de los grupos Santodomingo y Sarmiento Ángulo son revelados en un libro esclarecedor, llevado a cabo por un testigo de los hechos

Por  ANDRÉ DIDYME-DÔME

septiembre 11, 2023

Cortesía Prensa

Ricardo Arango, un hombre con raíces en Barranquilla y Cartagena, se sumergió durante medio siglo en el emocionante mundo de las finanzas y el mercado bursátil colombiano. Comenzó su viaje como analista de crédito en la Corporación Financiera del Norte después de graduarse como ingeniero industrial de la Universidad del Norte de Barranquilla.

Hizo una breve parada en el Citibank y la empresa de refrigeración Industrial de Cartagena antes de encontrar su verdadero hogar en el Banco de Occidente. Allí, lideró la sucursal de Cartagena y más tarde asumió la gerencia regional de la costa Atlántica. Fue en el Grupo Sarmiento donde comenzó a florecer como un profesional y ejecutivo en el mundo empresarial y financiero.

Más tarde, se unió al grupo Santodomingo y asumió la presidencia de La Nacional Fiduciaria, donde desempeñó un papel vital en el auge de las fiduciarias en Colombia, especialmente en el ámbito inmobiliario. Después de esta experiencia, se aventuró en el mundo bursátil como socio fundador y presidente de Profesionales de Bolsa. Cuando vendió su participación en esta empresa, junto a su esposa Marcela Rojas, fundaron Ultrabursátiles, una de las firmas independientes más influyentes en el sector bursátil colombiano. Fueron los visionarios que llevaron a convertirse en la primera y única sociedad comisionista de bolsa colombiana con bróker dealer en Estados Unidos, conocida como Ultralat Capital Market.

Además de su destacada carrera profesional, Ricardo Arango fue uno de los fundadores activos de los gremios Asofiduciarias y Asobolsa. También desempeñó roles clave en varias juntas directivas, incluyendo Granahorrar, Finca, Cervecería Águila, Petroquímica del Atlántico y la Bolsa de Valores de Colombia. Ocupó la presidencia del Consejo Directivo de la Bolsa de Bogotá y, gracias a su iniciativa, vio la luz la revista gremial Criterio Inversionista, que todavía se publica en versión impresa, siendo la única de su tipo. Además, su pasión por el golf lo llevó a presidir la junta directiva del San Andrés Golf Club durante 18 años.

En su libro Lo vi y lo viví, Ricardo Arango emprende una aventura literaria para compartir sus experiencias y vivencias de cinco décadas en los sectores financiero, fiduciario y bursátil de Colombia. Esto fue lo que nos dijo:

ROLLING STONE:  Quisiera comenzar por algo que me interesa muchísimo y es lo siguiente. Tengo entendido que este libro llevó mucho tiempo en confeccionarse y me gustaría saber sobre el proceso de creación de Lo vi y lo viví

RICARDO ARANGO GARCÍA: ¡Bien! Interesante tu pregunta. Claramente, desde mis 50 años de vida profesional, es la primera vez que tengo por delante un tema que no domino para nada y que es totalmente extraño para mí como lo es hacer un libro. Desde el momento que tomamos la decisión de hacer un libro, tuvimos la fortuna de estar rodeado de gente que nos asesoró inmediatamente en el tema. El primero fue Héctor Hernández, el director de la revista del programa virtual Primera Página sobre temas económicos, que nos puso en contacto con una persona, llamémosla ghost writer, escritor en la sombra o editor, que finalmente no terminó siendo esa persona, sino otra. Óscar Castaño Llorente, un joven que ha hecho varios ejercicios sobre el tema es la primera persona que sirve de contraparte junto con mi esposa. Marcela (Rojas) fue decisiva en todo el tema de redacción y de estructuración del libro, mientras que Óscar nos guiaba, nos orientaba y hacía aportes -llamémoslos literarios- al texto. Igualmente, había que contratar un editor gráfico y ese fue Octavio Perdomo Cabrera, una persona con mucha experiencia en este tema y, finalmente, una editorial llamada Hola, conformada por un grupo de empresarios jóvenes que se encargaron del tema litográfico y de edición. 

Con ellos armamos un equipo muy agradable. Nos reuníamos cada 15 días Marcela y yo, trabajando por nuestro lado. En cualquier parte del mundo, donde estuviéramos, debido a que viajamos mucho. Estuvimos interactuando permanentemente con este grupo de trabajo. Fue una tarea muy intensa de nueve meses ¡Todo un parto! Un trabajo de feedback y de mucha intensidad. 

Le comentaba a algún par amigos que estaban siempre interesados en hacer un libro y me preguntaban sobre el tema. Ellos tienen tres o cuatro años de estar haciendo su libro y yo les decía: “Mientras no haya un equipo que lo lleve a uno y lo obligue con fechas y con planes de acción -como ha sido en toda mi vida- planes de acción, fechas y tareas, es muy difícil que uno lo haga”.

Entonces es necesario el impulso.

¡Definitivamente! Porque siempre habrá otras cosas. Que te vas de viaje, que te da gripa, que vas a ver un partido de fútbol, que voy a jugar al golf, que tengo una comida, o que tienes algún problema de otro frente distinto que te copa la atención. Entonces, como todo en la vida, hasta hacer un libro, que es algo productor del amor propio y que no contribuye a solucionar los problemas económicos en la vida, como lo es el resto del devenir de cada persona, en esto también hay que ponerle orden y juicio, sino la probabilidad de que el libro salga a la luz pública es ínfima. 

¿Por qué hay tan pocos libros sobre esta historia, sobre estos grupos económicos? 

Yo te diría que no hay muchos libros, pero sí hay mucha información. Si tú te metes en Google, encuentras todas las referencias de muchas de las cosas que menciono en el libro. Como casos concretos, quizá existen varios de Interbolsa -hay dos, tres, cuatro o cinco libros sobre Interbolsa-, todos desde la óptica de un periodista o de un escritor, pero nadie metido en el problema o viviendo el problema de cerca, como me pasó a mí. Y eso es un poco, la gran diferencia. ¡Sí! El libro se llama Lo vi y lo viví porque es lo que yo realmente vi y viví, no lo que me contaron, no lo que se por terceros, no lo que leí.

En el mercado de valores, creo que hay que tener unas cualidades particulares. ¿Cuáles crees tú que son las cualidades que pueden llevar a que una persona logre tener éxito en este sector? 

La primera cualidad para esta actividad y para todas, es tener hambre y tener ganas de triunfar. Ganas de salir adelante, ganas de ser exitoso y ganas de competir para ser el mejor, porque en el negocio bursátil depende mucho de ti. Si tú estás operando una máquina o te toca hacer una tarea por computadora porque ese es tu trabajo…eres un contador y tienes que cerrar el balance o eres un operario, pues la necesidad te obliga a hacerlo. El corredor de bolsa -hablando de la parte comercial e igualmente el presidente de una firma de bolsa-, si no hace las cosas nadie la va a hacer por ellos. Si no son proactivos y agresivos, nadie va a hacer la tarea por ellos y se queda sin hacer.

Si tú no visitas clientes y tú no haces horas adecuadamente, si tú no conoces el mercado a fondo, sobre qué pasa día a día para para dar una asesoría correcta pues, vas a ver pasar la oportunidad y vas a fracasar. Eso es lo que sucedió en la época de antes de los 90 en la bolsa durante 40 a 45 años, donde era algo muy tranquilo, muy de amigos, donde eran ellos lo que hacían los negocios, hasta que fue vino el vuelco y la gente comenzó a sentir ganas de ser exitosa.

En el lanzamiento de tu libro decías que, si uno trabaja al 100%, puede comer, pero si uno trabaja al 150 va a sobresalir. Yo creo firmemente en eso, pero también he visto a personas que trabajan al 150, pero les falta el reconocimiento económico, ¿qué falta ahí?

Yo pienso que no todo es un dogma, no todo está escrito en piedra y que siempre hay que trabajar. Yo conozco mucha gente que -estoy de acuerdo contigo- muchas personas que conozco es gente que ha trabajado y se ha esforzado y la vida no le ha respondido y no han triunfado. Pero quiero decir que esa gente es la minoría. O sea, tiene que ver con la probabilidad, que es lo importante, qué tanto se cumpla la probabilidad. Una persona que trabaja al 100 por ciento no más la probabilidad de que triunfe, sobresalga y sea exitoso, es muy baja. Es de un 50 por ciento, mientras que la probabilidad de que alguien que trabaje al 150 por ciento y triunfe, es de una probabilidad del orden del 80 al 90 por ciento. Es decir, son muy pocos los casos de gente que uno la ve motivada, esforzada y dinámica, que fracase. 

Ahora hay un tema, hay un tema interesante en esto André, y es lo que hoy en día se llama inteligencia emocional. No hay que ser brillante para sobresalir, no hay que tener un IQ de 120 o de 150. Pero sí hay que tener inteligencia emocional, que es un concepto que yo aprendí desde hace unos 10 años o menos…

El concepto del psicólogo Daniel Goleman… 

Sí. Conocí a una persona que trabajaba muy duro con nosotros. Trabajaba muy duro, pero no tenía inteligencia emocional y le tocó retirarse de la firma por no tenerla. Entonces fíjate que aquí nace un tema interesante y es que no es la brillantez intelectual, no es el IQ de 150 para que la persona triunfe. Se requiere inteligencia emocional. 

Poder gestionar sus emociones y no dejarse abordar por ellas. 

¡Así es! 

Ricardo, yo era pequeño, pero en 1982 sentí en mi hogar una tensión, porque la parte económica estaba muy mal y la sentía no solo en mi familia sino en todo lugar. ¿Quieres hablarnos sobre la crisis del 82? 

¡Sí! Esa fue una crisis muy muy importante. Pero yo creo que esa fue una crisis más de ruido que de otra cosa. O sea, la crisis del 89 fue más estructural. La del 82 fue producto de un pánico mediático -y eso que no existían redes en ese entonces-, donde a raíz del problema del grupo Grancolombiano, con todo el impacto que tuvo el Grupo Grancolombiano en la época de Michelsen, casi que fue fundamentalmente basada en rumores de que las corporaciones de ahorro y vivienda se iban a quebrar, cosa que era infundada. 

Entonces comenzó a aparecer un rumor nuevo todos los días, como el de que se quebró Las Villas. A mí me tocó, precisamente, en esos días ir hacia las oficinas y eran enormes las enormes colas y se las turnaban. Un día había colas a las 8 de la mañana en Las Villas para retirar plata, y al otro día había colas, en la corporación Davivienda, porque el rumor al día siguiente era que Dvivienda estaba quebrado. O sea, yo creo que esa crisis fue injusta, porque no había -a diferencia de todas las otras crisis como la Crisis del 98, la Crisis de la Subprime en los Estados Unidos, la Crisis de las Punto Com en Estados Unidos-, todas realmente tenían detrás una causa de peso. Aquí, yo creo que en la crisis del 82 pesó mucho más el rumor de que fulano se está quebrando y entonces la gente salía corriendo a hacer colas para sacar su plata. Creo que no fue una crisis estructural, sino una crisis corta y muy basada en lo que pasó con Michelsen.

OK. Entonces, ¿Cuál sería en tu concepto la crisis más fuerte que ha atravesado nuestro país? 

La del 98 fue la peor. De pronto tengo un sesgo adicional porque la viví y la sufrí. ¡Sí! Porque yo fui parte de ese momento. Nosotros creamos un grupito financiero con ínfulas de que nos íbamos a volver un “Sarmientico” y teníamos una leasing, una compañía de financiamiento especializada en leasing, una fiduciaria y una comisionista de bolsa. Teníamos un par de años de haber creado la holding y nos cogió esta crisis que sí fue muy grave, porque fue una crisis estructural. Esta crisis comenzó con las altas tasas de interés que hizo que la UPAC, la unidad de poder adquisitivo constante, se desbordara y los intereses se fueran al cielo. Tuvo mucho que ver en esto los ministros de Samper. Al final del periodo de Samper, para evitar que el dólar subiera y le echaran la culpa al gobierno de Samper, subieron la tasa al 80 por ciento. Todo eso contribuyó aquí a que la gente comenzara a perder poder adquisitivo, a que dejara de pagar. Entonces esto generó un problema grave en la cartera, en los bancos y llevó a un colapso del sistema financiero. En varias ocasiones, he comentado que las crisis como la de la pandemia, son superables en la medida que el sector financiero funcione. 

En este caso, el sector financiero se colapsó ¿y qué pasó? que, a los bancos grandes, las autoridades en ese momento la Superintendencia, el caso concreto de Sara Ordóñez y de María Luisa Chiappe y el director de Fogafín, que en ese entonces era Jorge Castellanos, decidieron de la mano del ministro -estoy seguro que fue de la mano del ministro y del presidente- salvemos a los grandes y no importa que pase con los pequeños, porque no son riesgos sistémicos. Por lo tanto, se concentraron inteligentemente -hoy en día lo pienso así- en contra de nosotros y nos tocó sufrir la peor parte, porque muchos grupos se acabaron. El nuestro sobrevivió porque salimos a tiempo del problema y rescatamos la firma comisionista que después volvió a hacer otra vez de las líderes del mercado, pero allí el gobierno apoyó con cualquier cantidad de plata a los bancos y los salvó, quebrándose alrededor de 30 entidades, bancos pequeños, fiduciarias, compañías de financiamiento comercial, leasings, comisionistas de bolsa. Todos sufrimos el impacto de ese tamaño de crisis. 

¿Cómo nos ves hoy? ¿Estamos en crisis? 

Muy interesante que me lo preguntes, porque yo mantengo mi teoría de que no podemos estar peor. O sea, aquí todos los días hay una noticia mala o una noticia loca. La economía va mal, el crecimiento va mal, por donde nos metamos. El desestimulo a la inversión extranjera y a la inversión nacional. La construcción, que para mí nadie la ha parado muchas bolas, con relación a las críticas que le hacen a todo lo que está pasando en el gobierno, el cual está muy concentrado en las reformas, pero nadie ha reparado que la construcción se disminuyó, creo que en un 50 a 60 por ciento. Y es que, desde la época de Virgilio Barco, la construcción es uno de los motores de la economía colombiana. 

Entonces todo está mal, pero cada vez la pregunta -y vuelvo al mismo tema- ¿si el sector financiero está vivo, hay país? Mi teoría es que sí. Mientras el sector financiero no se colapse, sobrevivimos. Si se colapsa el sector financiero y vamos hacia allá, ahí sí que el país se acabó y obviamente, el sector financiero está sufriendo mucho, porque tiene la cartera vencida y está aumentando las provisiones. Están aumentando, pero finalmente, el sector financiero es muy sólido en estos momentos, quizás yo creo que a nivel latinoamericano. Los indicadores a nivel mundial muestran que la solidez del sistema financiero colombiano es muy buena a pesar de todos estos problemas que está teniendo últimamente. Pero mi conclusión es que si el sector financiero sobrevive a toda esta cantidad de medidas -muchas de ellas alocadas y sin ningún sentido – y a toda esta crisis de confianza que están teniendo los extranjeros y los mismos nacionales en Colombia- Si el sector financiero sobrevive, hay país.

Quisiera hacer dos últimas preguntas. Revisando tu libro ya terminado, ¿crees que faltó algo importante que tú creas que debiste haber abordado? 

No, no, yo te diría que no. Yo te diría que este trabajo es muy bonito y es por lo siguiente, André. Como yo conviví con los protagonistas y muchos de ellos están vivos y siguen siendo mis amigos, el ejercicio fue una travesía por cada uno de ellos. Por ejemplo, en el caso del Grupo Santodomingo, en mi gran amigo Álvaro Jaramillo que era presidente de Avianca, al final me invitó a su casa en Barranquilla a hablar, a botar corriente y hacer preguntas y contra preguntas, sobre esa experiencia. En el caso del grupo Sarmiento, pues me invitó mi gran amigo Efraín Otero, que era presidente del Banco de Occidente a su finca en Cali y duramos dos días botando corriente igual en el tema bursátil. Así fue con el tema de la fiducia con Sergio Rodríguez Azuero, a quien yo considero el hombre más importante de la fiducia en Colombia. Entonces tuve la oportunidad de tener interlocución para y en el tema bursátil con los amigos míos Rafael Aparicio, Juan Pablo Córdoba, Jaime Humberto López, en fin, con Diego Jiménez, con todos ellos, quieres me retroalimentaban de tal manera que evitara que se me quedaran cosas en Twitter o que las interpretaciones mías estuvieran agarradas de los acontecimientos. 

Vale la pena decirle a los lectores de tu revista que el libro lo pueden adquirir a través del link de la página loviylovivi.com y mencionar que el producido de la venta de los libros va dirigido una Fundación Social que apoya Marcela, mi señora, en Altos de Cazucá. Entonces no solamente aspiro que disfruten del libro, sino que también, de paso contribuyan a esta a esta obra que busca ayudar a gente muy necesitada de esa zona. 

Tengo entendido que el 100 por ciento de las ventas va a parar a esta obra social. 

Exactamente.

Me parece maravilloso. Mi última pregunta tiene que ver con la siguiente situación hipotética. Estamos en el 2023 y yo te digo: “Ricardo, tengo 100 millones de pesos. ¿En qué los debería invertir hoy en día? 

No hay discusión. CDT y al mayor plazo posible, porque en este momento hay una coyuntura de una norma que afecta al sector financiero, donde los obliga en esta época a salir a captar una tasa muy por encima de la que realmente deberían estar hoy. Tú consigues tasas de 14 a 15 por ciento de un año en adelante, que deberían de estar del orden del 8, 9 al 10 por ciento. Entonces, en este momento, yo creo que se está teniendo una rentabilidad en los bancos muy superior a la que debería ser y también hay un efecto también de “susto” en la gente. Entonces hay que motivarlos subiendo la tasa. 

Conclusión: No invertir en finca raíz, porque eso no se ve por todos estos días que haya una recuperación del susto. Hay mucha gente que ha perdido vivienda por la reforma tributaria, porque han perdido su trabajo, porque la economía no va bien, especialmente en el sector inmobiliario. Yo no recomendaría comprar vivienda, sino esperar a que siga bajando el precio y en un par de años, un año o dos años mientras tanto, compraría el CDT de un banco. Es una excelente inversión. 

Ricardo, muchas gracias por la entrevista y por tu libro. Lo encontré muy revelador.

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