‘Unlimited Love’: Red Hot Chili Peppers y un regreso a casa de alto voltaje

En su nuevo álbum, Unlimited Love, la banda californiana lo hace de nuevo, con el regreso de John Frusciante en guitarra y la producción de Rick Rubin.

Por  BRITTANY SPANOS

abril 1, 2022

Cuando pensamos en el mejor momento de los Red Hot Chili Peppers –haciendo ese rock a la vez alegremente californiano y extremadamente funky–, el guitarrista John Frusciante siempre es el latido del corazón de ese sonido. Por supuesto, la experiencia de Frusciante con la banda ha sido tempestuosa. Renunció dos veces, la más reciente cuando se separó del grupo después de la extensa gira mundial de su álbum doble Stadium Arcadium en 2009. Pero en 2019, los fanáticos de los Chili Peppers se sorprendieron gratamente con la noticia del regreso del guitarrista.

Al mismo tiempo, la banda también se reunió con Rick Rubin, quien produjo todos los álbumes de Red Hot Chili Peppers desde Blood Sugar Sex Magik, de 1992, hasta I’m with You, de 2011, el primero con el reemplazo de Frusciante, Josh Klinghoffer. El resultado es Unlimited Love, un nuevo disco de RHCP clásico, que combina los reflejos ondulantes de su triunfal California, de 1999, con aquel rock expansivo de Stadium Arcadium.

La banda suele recibir muchas críticas por las letras de Kiedis, un fluir de la conciencia a veces confuso, que dejaría a James Joyce rascándose la cabeza. Pero, para los fanáticos, esto es a menudo justamente lo que los hace tan encantadores; y si buscás debajo de esa superficie a veces confusa, a menudo encontrás que hay un mensaje más profundo. Algunas de las canciones, incluida “Black Summer”, el primer adelanto, abordan una subyacente ansiedad por el clima y la Tierra. En “The Great Apes”, un tema especial para cantar a coro en grandes estadios, Kiedis ruega: “Solo quiero que los grandes simios sean libres”.

Gran parte de Unlimited Love se mueve por los tópicos que suele tratar la banda. Por ejemplo, el funky “Aquatic Mouth Dance”, que se siente como una oda a su pasado funk-rap, mientras Flea golpea el bajo detrás de Kiedis, escupiendo una mezcla de referencias aleatorias y, a veces, un anhelo sincero.

Temas como “White Braids & Pillow Chair”, “It’s Only Natural”, “She’s a Lover” y “Veronica” suelen ser canciones de amor tontas, pero son genuinamente tiernas y evocan los sentimientos oceánicos de los momentos más sobrios del rock FM de los setenta que la banda ofreció en trabajos como Californication y By the Way, de 2002.

Pero más que nada, este disco se siente como un regreso a casa. Hay cierta magia que sucede cuando se encuentran estos cuatro músicos, y la ausencia de Frusciante siempre deja la sensación de que al rompecabezas le falta una pieza. Afortunadamente, parece que el músico siempre encuentra el camino de regreso.

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