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Presidente Petro enfrenta demanda por llamar a periodistas “Muñecas de la mafia”

Luego de la polémica, se abre una oportunidad de reflexión sobre la estigmatización y violencias que viven las periodistas en Colombia, su labor fundamental en un sistema democrático, así como el poder y los intereses de los grandes medios de comunicación.

septiembre 12, 2024

Info presidencia

La demanda abre un nuevo capítulo en la polémica desatada por las declaraciones del presidente Petro en contra de las periodistas que llamó “Muñecas de la mafia”. La demanda y las discusiones que se derivaron de allí ponen en el centro del debate el respeto hacia los medios de comunicación, las áreas grises entre la libertad de prensa y la militancia política, así como la violencia de género contra las periodistas en Colombia.

Recordemos el debate. El pasado 30 de agosto, durante un acto en Nuquí, Chocó, en el marco de la posesión de Iris Marín como nueva Defensora del pueblo, Petro se refirió a un grupo de periodistas críticos de su gobierno e hizo una referencia a algunas de ellas como “muñecas de la mafia”. Esta expresión, cargada de connotaciones negativas en el contexto colombiano y con un tinte muy machista, fue interpretada como una crítica directa a periodistas como Vicky Dávila, de la revista Semana y quien es también precandidata presidencial de las fuerzas de la derecha política para el 2026.

En su discurso, Petro acusó a estas periodistas de colaborar en la “tesis del terrorismo en la protesta” y de “criminalizar el derecho genuino a protestar”. Las declaraciones del presidente provocaron una reacción inmediata tanto de medios de comunicación como de organizaciones defensoras de la libertad de prensa, incluyendo la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP).

La misma recién posesionada como defensora del pueblo, Iris Marín, condenó las afirmaciones del presidente, afirmando que “no hay espacio para estigmatizaciones o agravios frente a las periodistas. Nada lo justifica”. Sin embargo, Petro se mantuvo firme en su postura. A través de su cuenta de Twitter-X, reiteró que su comentario se refería a “quienes no están al servicio de la ciudadanía sino de quienes están a sueldo de poderes oscuros”.

La demanda fue presentada ante el Consejo de Estado por el abogado de oposición Germán Calderón España y quien es conocido por demandar distintas normativas y funcionarios en situaciones de visibilidad mediática. Con la acción legal busca que el presidente se retracte de lo dicho y se le prohíba usar este tipo de expresiones a futuro. Además, plantea dejar un precedente para la protección de los derechos de las periodistas mujeres en el país.

Si bien es claro que Vicky Dávila ha usado su posición de directora de uno de los medios de comunicación más poderosos de Colombia para convertirse en una fuerza opositora del gobierno actual y lanzar su carrera a la presidencia en las próximas elecciones, las declaraciones de Petro no son por eso menos problemáticas.

En la insistencia de unas periodistas buenas y otras periodistas malas, según su afinidad política, al presidente se le enreda el discurso, pues despoja de voluntad y autonomía a las mujeres que hacen parte de los medios de comunicación. Y es que sí, las periodistas tienen voluntad, intereses y agencia. Hay mujeres con ambición de poder que militan en corrientes ideológicas de derecha, que usan su voz para estigmatizar e incluso su actuación atenta contra los derechos humanos. Y, con todo y eso, sus actos no son solo producto de ser “títeres” de otros, su agencia, su voluntad y su decisión son perfectamente suyas. Otro asunto será disentir políticamente con esas posturas.

Por supuesto no es un asunto menor que las palabras de Petro mantengan una complicada postura en contra de los medios de comunicación, sobre todo en un país donde la labor de las y los periodistas ha cobrado tantas víctimas. A pesar de que sus afirmaciones parecen dirigirse a una mujer poderosa como lo es Dávila, su papel como primer mandatario no puede promover la estigmatización de las periodistas que, ahora o en el futuro, lo critiquen o no se alineen con su postura política.  

Como indica la FLIP: “Calificar y reafirmar que hay comunicadoras al servicio de ‘poderes oscuros’ perpetúa los estereotipos de violencia contra estas profesionales”. Ya la historia nos ha mostrado lo peligrosa que puede ser para la labor prensa en Colombia, mucho más cuando se analiza las formas diferenciadas en que la violencia ha alcanzado a las mujeres periodistas.  

A medida que la demanda avance, la atención se centrará en el proceso, pero también será una oportunidad para reflexionar sobre el respeto a la libertad de prensa, el poder de los medios, la diversidad del gremio y el papel fundamental que cumplen las y los periodistas en la democracia.