No te asustes: por qué este es un gran momento para ser fan del cine de terror

Más allá de Halloween: escalofriantes estrenos como "Barbarian", "Pearl" y "Speak No Evil" hacen temer un notable renacimiento del género

Por  DAVID FEAR

octubre 31, 2022

¡No bajes al sótano! Georgina Campbell, en "Barbarian", una de las pelis de terror de 2022

Frenanos si ya escuchaste esto: hay una mujer en una casa muy misteriosa. De noche, oye un ruido que la lleva a explorar el lugar. Inevitablemente, descubre que hay un sótano (no vayas al sótano). Pregunta si hay alguien ahí, intentando distinguir algo en esa penumbra (¡no vayas al sótano!). Inocentemente, baja las escaleras (¡¡¡No vayas al sótano!!!). Encuentra una soga que, al tirarse, abre una puerta secreta. Ve entonces un pasillo oscuro. Al final, hay una tétrica habitación, casi vacía, salvo por un colchón viejo y una cámara de video sobre un trípode. Y entonces, junto a esta especie de calabozo, detecta otra puerta…
Frenanos si también escuchaste esto otro: un estudio lanza una película de terror sin mucho ruido, justo entre el fin del verano boreal y el inicio de la temporada de estrenos de otoño. Pero, más allá de subir un tráiler a YouTube un mes antes, hace casi nada de marketing para apoyar el estreno. El hecho de que arranca en el puesto número uno de recaudación en su primer fin de semana se le adjudica meramente a que eran unos días medio flojos en la cartelera.


De a poco, el boca a boca empieza a hacer efecto. Los que vieron la película no comentan mucho de qué se trata; es mejor ir sin saber demasiado, dicen. Pero definitivamente andá a verla. Hasta los críticos que no la reseñaron ese primer fin de semana –junto con los que, desde el vamos, no le hubieran dado una oportunidad a la típica película de terror– empiezan a hablar bien de ella. Las redes sociales se llenan de reacciones, incluyendo elogios al actor conocido que de pronto aparece a la mitad de la historia y se convierte en coprotagonista (figura en la ficha de la peli en IMDb, pero si no sabés que está, su aparición es una sorpresa buenísima). Para la segunda semana en cartel, ya no solo le va bien, sino que agota unas cuantas funciones.

Si ya viste Barbarian, la película de terror clase B del director y guionista Zach Cregger, entonces sabés que es un éxito bastante especial. Si no la viste, es probable que la curiosidad te lleve a querer hacerlo pronto, incluso aunque te caiga pesado ver cosas que se golpean en el medio de la noche o que reptan sigilosamente por los sótanos. Lo que empieza como una variación del clásico slasher –chica en peligro, tipo medio raro en el que no podés confiar, la sensación de que no están solos (les alquilaron la misma casa, aparentemente por un error)– se transforma en algo completamente inesperado y novedoso. El hecho de que los espectadores hayan sido tan discretos respecto de ese peculiar giro ha alimentado todo un fenómeno que compensó con creces la taciturna apuesta del estudio.

Pearl, la estremecedora precuela de X, dirigida por Ti West. Foto: A24


Si bien su inesperada popularidad fuera del círculo de los fans del género se le puede atribuir al clásico “boca en boca”, hay que decir que Barbarian es una película de terror de primer nivel, sin más. Cregger sabe exactamente qué botones tocar, cómo dosificar la tensión y todos esos trucos que caracterizan a los mejores títulos del palo. Georgina Campbell, a quien los fans de Black Mirror reconocerán por el episodio “Hang the DJ”, por un lado adhiere y por otro subvierte el arquetipo de la final girl, es decir la heroína de este tipo de películas, que parece sobrevivir a todo. El personaje de Bill Skarsgård te hace dudar si es bueno o malo y lo mismo pasa con el actor famoso del que hablamos antes, pero que de ningún modo vamos a nombrar.
Además de un par de cortes literales, la película le mete un par de puñaladas al tardío reconocimiento de la masculinidad tóxica y al efecto dominó de la última crisis socioeconómica. Probablemente no sea coincidencia que la historia transcurra en la sufrida Detroit ni que un flashback clave retroceda hasta la era Reagan.

Tan notable como que esta modesta, aunque impresionante cinta de terror haya dado en el blanco, y encontrado el público que merece, es el hecho de que esto ocurriera en la misma semana de septiembre en que se estrenaban otras dos películas igualmente increíbles. Suelen reservarse títulos de este tipo para Halloween. Pero… ¿septiembre? ¿En qué dimensión alternativa aparecimos de repente? Que no se nos permita a los amantes del género cuestionar semejante bendición. Simplemente deberíamos estar agradecidos: este es un gran momento para ser fanáticos del cine de terror.


Antes de que puedas siquiera recuperar la respiración después del perverso juego de las escondidas de Barbarian, podés animarte también a Pearl, la precuela de Ti West de su película X. Punto alto en una filmografía cargada de obsesiones y revisiones en torno al horror indie, en aquella peli un equipo de filmación porno terminaba en una granja perdida donde se encontraba con una mujer llamada Pearl, dispuesta a darle un nuevo significado al concepto de “el regreso de los reprimidos”.
Después de la premiere en el festival SXSW en marzo pasado, West había dado indicios de que ya tenía filmada otra película con su estrella, Mia Goth, para profundizar en la historia de origen de la octogenaria homicida. Adelantemos hasta cinco meses más tarde y… ¡voilá! El tráiler, que sugería un melodrama grand-guignol tecnicolor muy años cincuenta, causó sensación en las redes. Sin embargo, el guiño al Hollywood de mitad de siglo XX era un poco engañoso ya que la película transcurre en 1918, cuando una guerra y una epidemia asolan Estados Unidos (“Es difícil saber quién es quién hoy, cuando todo el mundo usa estas máscaras”, dice uno de los personajes). Pero, aunque la veinteañera Pearl parece atontada por las imágenes que ve al deambular por el pueblo, las referencias cinéfilas tienden a apuntar a la década del 30, desde los musicales de Busby Berkeley hasta algo con un escarabajo que sugiere la más retorcida remake del Mago de Oz que puedas imaginar. Ya no una vieja armada con su hacha, sino una flor que apenas empieza a abrirse, Pearl está ansiosa por cambiar a su estricta madre alemana, su enfermizo padre y la vida de pueblo chico por las luces de Hollywood. Y esa idea, claro, es atemporal. Del mismo modo que lo es la certeza de que cualquier decepción convertirá a las habituales voces en la cabeza de Pearl en un coro estremecedor: “¡Matalos a todos!”. Alerta de spoiler: les hace caso.
Cuando hizo X, West le había llevado a A24, la popular productora, distribuidora y casi secta cinéfila, el proyecto de una saga. De hecho, ya está en proceso una tercera película. Pearl hace equilibrio entre la vieja escuela del género y un ejemplo de manual de lo que la productora hace mejor (una combinación de cine autoral, ingenioso, capaz de honrar y alterar, todo al mismo tiempo, las convenciones del género, como en Hereditary, The Witch y Saint Maud). Es tanto un estudio de personaje como una especie de tesis en formas de matar y en objetos punzantes, sostenida por la atrapante actuación de Goth y su gran creatividad para las decapitaciones. “Parece que me falta algo que el resto del mundo tiene”, confiesa Pearl en un momento, antes de caer en un desborde psíquico total con un monólogo disociado y perturbador. Las escenas de carnicería, la lengua franca del cine slasher, se imponen con toda brutalidad. Lo que te queda de la peli, sin embargo, es el retrato de una abismal crisis psicológica.
Si Barbarian termina tal como lo esperarías de cualquier película de terror, Pearl –que no te ahorra disgusto alguno– lo hace de manera aún más shockeante gracias a una importante cantidad de sangre y un prolongado primer plano que, en un mundo más justo, se llevaría todos los premios. West no dejó de lado su amor por el cine más desagradable, pero ha recubierto la podredumbre con una pátina estilizada. Es como ver al simpático comerciante del cuadro de Norman Rockwell dándole al nene un gancho de carne ensangrentado en lugar de helado. Lo que le falta del impacto de X esta precuela lo tiene en subversión. ¿Qué hacés después de esto para la tercera parte?

Hablando de terceras partes: si tu gusto va más para el lado de esos retratos explícitos de comportamiento sociopático, que han sido por mucho tiempo la especialidad del terror europeo, estás de suerte también. Speak No Evil, del danés Christian Tafdrup, causó sensación en el festival de Sundance. Y no exageramos si decimos que, incluso aunque sepas hacia dónde va esta pesadilla, el cómo llega a ese lugar te seguirá inquietando por un largo tiempo.
La premisa es simple: un padre (Morten Burian), una madre (Sidsel Siem Koch) y su hija (Liva Forsberg) están de vacaciones en la Toscana. En la casa donde se alojan, conocen a otra familia de tres holandeses. El patriarca de esa otra familia (Fedja van Huêt) no podría ser más gregario; su esposa (Karina Smulders) parece igual de amistosa y extrovertida. Su hijo, curiosamente, no dice nada –los padres explican que tiene un problema de nacimiento–. De todos modos, los chicos parecen llevarse bien y las dos familias pasan el resto del viaje paseando juntos. Antes de despedirse y volver a casa, la familia holandesa le dice a la danesa que deberían visitarlos pronto.
Meses después, a los daneses les llega una postal recordándoles la invitación. Al instante, aceptan y pronto están viajando en auto para compartir un fin de semana largo con sus nuevos amigos. Todo parece maravilloso. Hasta que las cosas se ponen un poco raras. Quizás sea, claro, por un par de minúsculas diferencias culturales, que generan cierta inesperada fricción. Entonces las cosas se ponen un poco más raras. Y después muy incómodas. Y después… bueno, ¿cuál era la última palabra del título?
En una reciente entrevista, Tafdrup se refirió a cómo sus propias experiencias de viaje (“conocí gente que creí era copada y resultó que no lo era”) le habían dado la idea de explorar el tema desde la comedia. Eventualmente, empezó a pivotear hacia el terror, lo que naturalmente le dio un giro hacia algo más oscuro. Mucho más oscuro. La comparación natural, en este ensayo sobre cómo las máscaras sociales caen y dan paso a un juego inmisericordioso, es Funny Games, de Haneke, pero incluso el director austríaco diría al ver Speak No Evil: “Hey, esto quizás ya sea demasiado”.
Como en Barbarian, alguien descubre una habitación secreta que oculta algo que es mejor ni ver. Pero para entonces ya es demasiado tarde. Ya está todo terminado (menos los gritos, que por cierto están más que justificados). Y lo único que te queda son las cicatrices en el banco de memoria, junto con la sensación de que el género de terror experimenta un nuevo renacimiento.