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Olga

Una adolescente busca cumplir sus sueños en medio de una violenta revolución que sacude a su país

Elie Grappe 

/ Anastasiia Budiashkina, Sabrina Rubtsova, Caterina Barloggio

Por  ANDRÉ DIDYME-DÔME

Cortesía de CINEPLEX

La ópera prima del director suizo Elie Grappe es una película política que toma partido y que se desarrolla en medio del Euromaidán, las manifestaciones que se llevaron a cabo en Ucrania en 2013 y que llevaron a la caída del presidente Víktor Yanukóvich, líder del partido prorruso. 

Aunque el contexto en el que desarrolla la cinta de Grappe es extraído de la realidad, su protagonista es producto de la ficción. Olga es una gimnasta de alto nivel procedente de Ucrania, quien deja su lugar de origen, para poder competir como parte del equipo suizo, en el campeonato europeo realizado en Stuttgart.

El padre de Olga, de origen suizo, ha fallecido. Su madre es una reportera tan comprometida con su profesión como su hija por la gimnasia. Pero dicho compromiso la ha puesto, tanto a ella como a su hija, en grave peligro (curiosamente, la escena en la que madre e hija sufren un atentado contra sus vidas, es la más poderosa en esta cinta sobre política y gimnasia). 

Grappe y la directora de fotografía Lucie Baudinaud logran captar con maestría los entrenamientos llevados a cabo por Olga y sus compañeras. Ayuda muchísimo que todas las jóvenes sean interpretadas por verdaderas gimnastas. Anastasia Budiashkina, quien interpreta a Olga, no solo es una atleta destacada, sino que también tiene un gran poder dramático. Ella es la médula espinal de esta cinta.

Olga abandona a su madre para refugiarse en Suiza y vive el aislamiento y la soledad producto de la condición de ser una persona extraña en un territorio extraño (recientemente, la joven gimnasta y actriz abandonó Ucrania para buscar refugio en Polonia). Olga va a sufrir una crisis de identidad producto de una consciencia política que la va a llevar a una encrucijada. 

Si la película de Grappe se hubiera enfocado en el sacrificio y la crisis física y mental que sufren las gimnastas de alto nivel, su impacto y contundencia sería mucho mayor. La dimensión política de la cinta llega a abrumar y, pese a que es una cinta profética, la conexión entre la gimnasia y la Revolución de la Dignidad no se siente orgánica. Olga funciona mucho mejor cuando se centra en los sonidos y los movimientos producidos por el cuerpo de esta joven de quince años obsesionada por llevar su cuerpo al límite.

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