Rebecca intenta concentrarse, pero apenas está saliendo del shock. Al momento de esta entrevista han pasado dos semanas desde que un hombre armado atentara contra su vida y la de su compañero de protesta, Jhoan Sebastián Bonilla, en un parque público de la ciudad de Cali, hiriendo mortalmente a este último. Ella, aún en la distancia, teme por su vida.
Su voz serena, en buen español, se quiebra cuando describe con esfuerzo los confusos sucesos vividos aquella noche, los cuales desencadenaron en su expulsión de Colombia y una atención mediática que se ha convertido en una piedra en el zapato para el manejo de la imagen internacional del gobierno de Iván Duque.
Sin derecho a despedirse de su compañero moribundo o siquiera recoger sus efectos personales, que incluían su pasaporte, Rebecca Sprößer, turista de nacionalidad alemana, fue expulsada del país de manera ‘exprés’ por Migración Colombia el 28 de Julio del 2021 sin derecho a reingreso por los próximos 10 años, en un cuestionado proceso que el director de Human Rights Watch (HRW) para las Américas, José Miguel Vivanco, ha calificado como contrario a los estándares internacionales.
¿Que pudo desencadenar semejante reacción por parte del gobierno colombiano hacia una turista más de los miles que visitan anualmente el país? ¿Por qué es expulsada de forma inmediata la única testigo clave de un asesinato? ¿Quién o quiénes están detrás del atentado que costó la vida a Jhoan Sebastián Bonilla y cuáles son sus motivos? ¿Por qué no se ha activado el sistema de recompensas por parte de la Fiscalía que ayude a facilitar la captura y judicialización de los responsables? Muchas preguntas siguen sin respuesta.
¿Quién es la activista alemana en el ojo del huracán y como se explica su implicación en una lucha social a un océano de distancia que aparentemente no es suya? Conversamos con Rebecca Sprößer para aclarar esto último, dentro de la cronología de los hechos.
¿Cómo se siente estar de regreso en Alemania?
Siempre digo “mejor ni me pregunten”, porque si realmente me preguntan cómo estoy, empiezo a llorar. Yo me siento como si estuviera en una pesadilla, una película de terror que no termina. A veces aún siento como si cada día fuera peor, no sé… Estoy tan confundida sobre todo lo que pasó, probablemente nunca vamos a encontrar la verdad; cada día me doy más y más cuenta de que Sebastián no va a regresar, y es horrible.
Cuéntanos un poco sobre tu historia y tu hoja de vida.
Yo he hecho muchas cosas en mi vida; estudié tres carreras diferentes, estudié Ingeniería Industrial, también estudié una carrera no sé si existe en Colombia, pero sería algo como gerencia de una compañía grande, y además hice la profesión de azafata. También trabajé en periodismo, aunque no lo estudié, porque no es necesario acá. Y también viajo por todo el mundo, entonces ya llevo como 15 años viajando por todo el mundo, viví en diferentes países, y tengo una vida muy alternativa, tal vez.
¿Alguna vez has estado involucrada en actividad política, previo a lo que ha pasado en Colombia? ¿O en activismo, afiliada a algún partido o alguna ideología?
Nunca, nunca. Siempre me quedé 100 % afuera de todo eso porque sabía que ese mundo solamente significa problemas, no quería involucrarme en problemas y en líos, porque sé cómo es Latinoamérica, entonces nunca. Yo diría que no soy de derecha, ni soy de izquierda, yo soy muy social, pero muy a la mitad, porque no me gusta nada que sea extremo, entonces no. Fue la primera vez, de hecho, para mí; nunca estuve en una manifestación así acá.
¿Y no temes que, con lo que está pasando, te instrumentalicen, que te utilicen o utilicen tu historia desde los extremos del espectro político en Colombia?
¿Sabes? Yo no soy ingenua, no soy tonta, sé que obviamente eso va a pasar, o ya está pasando; mucha gente quiere ahora utilizarme a sus favores, para sus propósitos o no sé qué, pero yo siempre voy a ser la misma, y por eso siempre voy a decir lo que siento, lo que pienso, y es que nunca me pasó esto, porque yo veo a la gente cómo es. Pienso que al menos tengo un conocimiento sobre la gente muy bueno, eso no va a pasar, siempre voy a ser yo misma, y no voy a ser de izquierda ni de derecha.
“Yo diría que no soy de derecha, ni soy de izquierda, yo soy muy social, pero muy a la mitad”
Hablemos de tu viaje a Colombia, de tu experiencia en el país. Estamos en marzo de este año, decides irte de vacaciones, creo que te gusta mucho la salsa, has conocido a algunos colombianos en Alemania que te han mostrado la salsa, pero no fue tu primera vez en Colombia, ya habías vivido en Bogotá antes, ¿correcto? ¿Cuándo fue esto?
Déjame pensar, es que yo siempre entré como turista, también cuando prácticamente viví allá. Yo viví en México, en Argentina y en Colombia, pero siempre me quedé máximo tres meses, regresé a Alemania, y después otra vez. Estuve en Colombia no sé, al menos 30 veces antes, tal vez más, sí, muchísimas veces en mi vida. Y también viví en Bogotá, pero siempre como un mes o dos, después regresé. Yo viajé por Colombia, he tenido exnovios colombianos y por eso también estuve mucho en Colombia; pero eso pasó dentro de los últimos 15 años, entonces ya llevo 15 años regresando y yendo a Colombia.
¿Por qué en mitad de una pandemia, y con los problemas que conoces, decidiste ir a Colombia justamente este año en marzo? ¿No te pareció un poco arriesgado?
Antes, cuando empezó la pandemia, yo vivía en Buenos Aires, también con un exnovio colombiano. Por la pandemia tuve que regresar a Alemania después de todos esos años viajando. No sabía qué hacer en Alemania, porque no es realmente mi país, pero encontré, con mucha suerte, esa escena de baile en Frankfurt, y así conocí a los colombianos. Duré algunos meses allá bailando, pasándola bien, y al mismo tiempo, finalicé mis estudios como ingeniera. Así que solicité un puesto de trabajo en México, otra vez en periodismo, me aceptaron, y estaba a punto de mudarme a México para trabajar, pero pensé en lo que me dijeron los caleños en Frankfurt, “Tienes que ir a Cali una vez en tu vida, Cali es lo máximo, no hay nada como Cali”. Entonces, fue como una decisión de último momento. Pensé: “Bueno, estamos en una pandemia, pero si ahora me mudo a México y tengo un trabajo fijo, tal vez nunca lo voy a hacer”. Y por eso decidí solamente ir por dos semanas, algo así, no tenía ninguna fecha fija.
¿Tenías amigos en Cali? ¿Conocías a alguien, o te bajaste como cualquier turista, sin conocer?
No, yo no conocía a nadie en Cali, solamente en México conocí a una caleña, y también en Frankfurt a unos caleños, y ellos me dieron algunos contactos. Pero siempre he sido una persona muy independiente para viajar por todo el mundo y estar sola en todos los países. Nunca me he sentido mal al viajar o mudarme a un país sola porque soy una persona muy social y puedo encontrar amigos muy fácil; yo puedo salir sola, no me pareció difícil integrarme en la sociedad.
Entonces, aterrizas en Cali, comienzas a ir a la academia de baile, a socializar con la gente, y empieza el Paro Nacional el 28 de abril. Todo estalla, y Cali resulta ser el epicentro de la mayor violencia, de la mayor represión estatal en Colombia. Va escalando y sube la temperatura, y cada vez la cosa se pone más difícil. ¿En ningún momento pensaste, “Tal vez esta no es mi lucha, tal vez este no es mi problema, es hora de irme”? ¿O no lo consideraste así?
No, fue justamente lo opuesto. Cada día que veía más cosas fuertes, más cosas terribles, yo me identifiqué con la gente, y pensé, “No puedo salir ahora, no puedo irme, yo necesito estar acá”. Porque tú sabes cómo es Colombia, ¿no? Es que los líderes sociales, los activistas; esas personas mueren porque están en la causa, y los hacen desaparecer, los matan, entonces pensé, “Como alemana no me van a matar tan fácil”, porque normalmente no les gusta meterse con Alemania, por eso me sentí casi obligada para ayudar. Pensé, “Hey, yo tengo una voz acá, yo puedo mandar todo a la prensa internacional. Es que a mí no me van a matar. Yo como ser humano tengo la obligación de estar presente acá”.
¿Cómo era un día normal en la primera línea? Un día regular.
Es que hubo diferentes épocas; primero todo fue muy, muy loco; yo llegué el 3 de mayo, había muchísima gente en mi primera línea, casi todo el pueblo vino para apoyar en la resistencia. Entonces, llenísimo, pero después se formó más el punto de manifestación, Puerto Resistencia, y empezamos a trabajar como un equipo, como una familia. Lo que queríamos era integrar al barrio y a toda la ciudad, entonces trabajamos fuerte en un programa cultural, porque toda la gente sabe que acá no son vándalos, acá la gente no es violenta, “Somos los buenos”.
Entonces invitamos a toda la ciudad para participar, para ser parte, para ver que pueden venir con sus familias, con sus hijos. Normalmente durante el día hay mucho programa cultural, y ofrecimos todo lo que el gobierno no pudo facilitar; por ejemplo, educación, clases de baile o pintura, muchas cosas. También había comida gratis, una librería, todo fue gratis para la gente. En eso trabajamos mucho durante el día, y normalmente durante el día siempre fue seguro, no pasó nada.
Cuando ya llegó la noche, toda la gente se fue, y se tuvo que formar la primera línea en cada entrada y salida de Puerto Resistencia; estuvieron los chicos solamente aguantando allá toda la noche. Había un cambuche, allá dormían, y solamente estaban en caso de ataques, si hay enfrentamientos, muchas veces nos pasó que nos hostigaban. Las noches fueron muy largas, a veces muy locas, cuando vinieron con disparos y todo eso. Pero fuimos como una familia normal, platicamos sobre la vida, hicimos planes, charlamos sobre lo que queremos hacer con Colombia; cada noche hubo reuniones con todos para hablar sobre el plan, y qué podíamos hacer, trabajar en las mesas, en las asambleas.
“Ellos dan todo, hasta su vida, porque aman a su país, aman a su patria, y tienen tanto amor para Colombia, que dejaron toda su vida”
¿No te asustaban las noches? Porque decían que al caer la noche había mayor violencia.
Pues sí, pero no estaba asustada, tenía respeto. Y eso fue la primera noche, porque cuando llegué solamente sabía lo que contaban los medios y lo que vi en publicaciones en el Internet. Sí pensé que era un lugar muy violento, que todo allá era muy peligroso y difícil, pero cuando llegué y conocí a los chicos, entendí que eran chicos muy normales, que no son violentos, que no tienen armas, que no quieren atacar, solamente están allá para luchar por su país y para mostrar que así no podemos seguir en Colombia, que las cosas no están bien.
En la noche nunca tuve miedo, aunque fue difícil, los chicos tenían mucho miedo por mí, que algo me fuera a pasar. Yo siempre dije, “No, no me van a matar, no se van a meter con Alemania”, y ellos me dijeron, “No, esto es Colombia, es al revés, te van a matar y van a echarle la culpa a Puerto Resistencia, eso lo van a hacer”. Ellos siempre estaban muy preocupados por mí, pero yo no, porque nunca pensé que me fueran a atacar, eso no lo esperaba.
A la primera línea se le acusa mucho, no solo de vandalismo y violencia, hay gente que llega a decir que están infiltrados por la guerrilla. ¿Alguna vez viste pruebas de eso? ¿Crees que hay un vínculo entre ellos y algún grupo subversivo? ¿O nunca viste algo así?
Siempre leí las noticias, y puedo decir que leí noticias llenas de mentiras, mentiras, mentiras. Porque yo realmente viví allá, es mi casa, es mi hogar, conozco a cada persona muy bien, conozco la historia de las vidas de ellos, sus miedos, sus sueños; es que compartimos todo allá. Yo leí noticias diciendo que nos entregaron armas y dinero, plata de la izquierda, de la guerrilla, cosas así, pero vivimos súper pobres allá, ¿cómo es posible que algún bando extremo de Colombia nos entregara dinero y nos estuviera financiando, si vivíamos sin nada, dormíamos en el piso, en cambuches?
A veces tuvimos algo para cuidarnos de la lluvia, otras veces no, y dormimos en plena lluvia. No hubo comida. Al menos yo pude salir del punto y comer bien, pero los chicos allá estaban aguantando hambre, y no tenían la posibilidad de cambiarse la ropa o conseguir nueva ropa. Allá la vida es muy básica y muy pobre, se puede ver que allá no hay dinero, porque si hubiera, los chicos no tendrían que vivir así.
Siempre explico que yo soy la persona más pacífica del mundo; yo no tengo ninguna tolerancia, cero tolerancia contra la violencia, y si yo hubiera visto solamente una vez en algún punto algo así, me hubiera ido, me hubiera retirado, porque esos no son mis valores, no puedo con eso para nada. Yo nunca vi nada así, y sí leí las noticias, y puedo decir que todo lo que leí fue 100 % falso.
“¿Cómo es posible que algún bando extremo de Colombia nos entregara dinero y nos estuviera financiando, si vivíamos sin nada, dormíamos en el piso, en cambuches?”
Por otro lado, también se habla mucho de que a veces el Gobierno o la Policía infiltra las protestas para generar violencia, ¿viste alguna evidencia de eso?
Sí, muchas veces. Puedo decir que casi cada día encontramos a un infiltrado, y los entregábamos a los de Derechos Humanos. Al final, no puedo decir cuál fue de la Policía o tenía cualquier otra intención, pero fue algo muy normal encontrar infiltrados cada día, y siempre estuvieron los de Derechos Humanos presentes, ellos se encargaban de esos casos.
Vamos a adelantarnos a los hechos trágicos del 22 de julio. Tú decides encontrarte con Jhoan Sebastián, creo que ambos ya habían decidido salirse del movimiento porque las cosas estaban tornándose peligrosas, ¿correcto? Deciden encontrarse en un parque, ¿no te preocupaba encontrarte con él en un parque público, siendo que él ya había tenido amenazas? Creo que ya le habían disparado y estaba en peligro, creo que tú también habías tenido amenazas.
Yo me preocupé mucho por ese tema; él me escribió esa mañana y me preguntó si quería verme con él para hablar. Yo le propuse vernos en un lugar seguro, pero él me dijo que esa plazoleta, donde nos encontramos, era el lugar más significativo para él, su lugar favorito de la ciudad, porque en ese barrio creció, y era muy fan del deportivo Cali, era como la plazoleta del Deportivo Cali.
Él me dijo, “No, mejor ven tú, te quiero mostrar todo, es mi barrio, es mi vida, quiero contarte todo de mi vida”. Primero dije que sí, pero durante el día estaba trabajando en la casa, pensé las cosas, y otra vez me pregunté si era una buena idea, otra vez le dije, “Hey, ¿o mejor nos vemos en un lugar seguro?”. Al final acepté y fui, recuerdo que cuando nos vimos, lo primero que le dije fue, “Pero no nos van a matar hoy, ¿cierto?”. Él me dijo, “No, este es mi barrio, acá está mi gente, estamos seguros, no va a pasar nada”. Yo estaba tan enfocada en otras cosas esa noche, que acepté cuando él me dijo que todo iba a estar bien.
Dentro de todos los rumores y la desinformación que hay, uno en especial dice que, tal vez, entre ustedes había un vínculo más allá de la amistad, y pudo haber sido un crimen pasional, ¿tú qué piensas de eso? ¿Existía algo más que solo amistad o compañerismo?
Sí, yo puedo decir que hay mucha información falsa. Por ejemplo, yo recibí un informe de la Policía diciendo que fue un atentado por celos, hasta la Policía dijo que vino otra mujer al hospital y que nos peleamos; eso también me dio un shock porque yo estaba acostumbrada a que la cosa no es fácil con la Policía en Colombia, pero no esperé una mentira como esa, ¿sabes?
Nunca hubo ninguna pelea frente al hospital, no vino ninguna mujer, y hasta hoy no sé exactamente qué pasó. Pero si hubiera sido un atentado de celos, yo sé cómo son las mujeres en Colombia, yo sé cómo son las caleñas, ¿por qué lo habría atacado y matado a él, y no a mí? Normalmente las mujeres van a culpar a la otra mujer, eso no cuadra para mí. Primero eso, y segundo, es que no estuvimos juntos; pero tuvimos como algo, es difícil explicarlo, una amistad muy profunda, nos entendimos sin hablar, yo conocí su alma. Fue algo muy íntimo, pero sin ser pareja.
Cuando estuvimos todo el tiempo en Puerto Resistencia nunca hablamos sobre ese tema porque estábamos 100 % enfocados en la causa, entonces no hubo ninguna relación. Yo no sé qué hubiera pasado en el futuro, y cuando nos encontramos sí significó mucho para los dos, pero en ese momento nos encontramos como compañeros y como muy buenos amigos.
“Cada día pienso más que necesitamos cambiar este país, porque la gente merece vivir una vida digna, una vida justa, una vida mejor”
Hay otra hipótesis de la Policía, otro argumento que ellos esgrimen sobre unas anotaciones de hace un par de años que tenía él por hurto calificado y estafa, ¿crees que tal vez eso tenga algo que ver con el atentado?
Como yo conozco Colombia, y sé que hay justicia [por mano] propia o no sé qué, esas personas no esperan años y años; lo que él tenía eran dos cosas que pasaron hace muchísimos años, cuando era un niño prácticamente. Entonces yo no veo ninguna posibilidad de que la gente que, tal vez, quería hacerle daño cuando él era un niño, esperaran como diez años para hacerlo. Para mí eso es ridículo.
Es decir, ¿estás convencida de que el atentado fue contra ti, o has considerado la posibilidad de que tal vez fuera contra él?
Eso también es una cosa que realmente quisiera saber, yo no sé; es posible que fuera contra él, es posible que fue contra mí, es posible que fuera contra los dos; solo puedo decir es que yo recibí… no sé cuántos, porque me expulsaron antes de hacerme la investigación y los exámenes médicos, pero yo recibí definitivamente más de un tiro, y lo sentí justamente donde está mi corazón. [Las balas] rasgaron mi brazo y entraron a mi maletín, que siempre está muy lleno, entraron a mi maletín y el lugar fue justamente donde está mi corazón, yo sentí los proyectiles, pero no entraron. Al final no lo puedo decir, no lo sé, y espero que algún día encontremos la verdad, aunque eso en Colombia lo dudo mucho. Fue una plazoleta pública, había muchas cámaras, y después dijeron que ninguna cámara funcionó, había gente y no hay ningún testigo, pero así es Colombia, ¿no?
¿No hay testigos o algún tipo de video, alguien que estuviera viendo algo? ¿No existe ningún tipo de evidencia adicional?
Había mucha gente allá, y después del atentado, yo grité, grité tanto por ayuda como nunca he gritado en mi vida. Y yo supliqué a la gente, supliqué a cada uno, “Por favor, ayuden, ayuden”, y nadie quería ayudar. Pero yo no juzgo, no hay ninguna culpa porque yo sé que la gente allá tiene miedo y nadie quería meterse, pero sí había suficiente gente, era obvio.
Y finalmente, ¿quién te acabo ayudando? ¿Transeúntes, gente que pasó por ahí? ¿Cómo lo llevaron al hospital?
Sí, es que no conocía a nadie allá, pero creo que necesité como cinco minutos gritando, gritando, gritando, hasta que tres chicos, ni recuerdo cuántos, vinieron para ayudar, y ellos encontraron un carro un poco más grande, lo llevamos a una camioneta y con esa camioneta fuimos al hospital.
Rebecca, ¿quién crees que está detrás de este atentado?
Eso yo no lo sé, pero quisiera saberlo, y lo único que puedo decir es que la persona que disparó fue muy profesional, eso sí. Por la manera de actuar, de moverse, de disparar de una manera tan fría, tan enfocada en matar, creo que es un profesional, pero es que yo me quedé tan en shock, que te juro, ni puedo decir que el sujeto llevaba un casco o gafas, no existe esa información en mi cabeza, no existe.
Solamente la Fiscalía me hizo una entrevista, y yo dije que la única manera [de identificarla] tal vez sería si esa persona estuviera otra vez frente a mí. Tal vez viendo su manera de actuar, de moverse, podría decir que fue esa persona, pero el aspecto físico y todo eso, es que no existe… Aunque quisiera encontrar a esa persona, yo no podía decirlo. También me preguntaron, “¿Fue uno más negrito, uno blanquito?”, y yo dije, “No lo sé, porque yo lo único que recuerdo es el arma”, porque el momento en que vi el arma fue tan traumático, que no sé.
¿Y crees que estaba solo o había más gente con él?
Pues no lo sé, no lo sé.
Bueno, luego llevan a Sebastián al hospital, finalmente lo logran internar, ¿tú ahí qué haces? ¿Llamas a alguien? Me imagino que estabas aterrorizada y en shock, como bien dices.
Sí, primero tengo que decir que fuimos a tres hospitales, porque los primeros dos estaban llenos y no podían aceptarlo, y entonces esa camioneta nos dejó en el primer hospital, y fuimos con una ambulancia a dos hospitales más. Yo solamente traté de ponerme en contacto con su familia, porque quería dejar a su familia saber qué pasó, pero no tenía el contacto. Estaba tan en shock que no recuerdo todo, pero sé que hice llamadas para encontrar a su familia, alguien que tal vez pudiera conocer a alguien de su familia, y sí lo logré, al final logré informar a su familia, y al final vino su familia al hospital.
¿En ese momento no temías por tu propia seguridad? ¿No pensabas que tal vez era un trabajo inconcluso y alguien podía venirte a buscar? ¿No se te ocurrió llamar a algún familiar tuyo o a la embajada para que te protegieran? Ni hablar de las autoridades locales. ¿Llamaste a alguien más?
Es que, para mí, lo único que importaba en ese momento era Sebastián, lo único. El resto, no sé, no era nada importante. Y yo sé que me querían matar, y yo sé que ahora aún más me quieren matar, porque yo soy prácticamente el único testigo, y sigo viva. Todos trataron de contactarme, la embajada trató de ponerse en contacto conmigo, varias organizaciones de Derechos Humanos, pero yo no quería hablar con nadie, porque sabía que lo único que quieren hacer es llevarme a un lugar seguro, y no quería irme, yo quería estar en el hospital con él. Todos me dijeron, “Te van a matar”, pero no quería dejarlo solo, entonces me quedé con él en el hospital y no quería hablar con nadie.
Y empezaron a pasar los días, y tú seguías en el hospital. Pero, luego fuiste a dar declaración a la Fiscalía después de varios días.
Sí fue así. Yo siempre estuve en el hospital, no quería irme, y la situación se puso más tensa y más tensa; después el hospital decidió que ya no podía ir allá, porque sabían que probablemente alguien iba a ir para matarme, y no querían verme muerta a mí también; entonces la seguridad decidió que ya no podía estar allá. Solamente cuando vino esa decisión del hospital acepté que los de Derechos Humanos me llevaran a un lugar seguro, y tampoco recuerdo cuánto tiempo estuve allá, fueron tal vez dos días, y después me dijeron que necesitaba ir a esa entrevista con la Fiscalía, y me llevaron; también estuve en otro lugar seguro, y justamente después de esa entrevista me detuvieron.
Y durante el tiempo que estuviste en el hospital, ¿nunca apareció la Policía, ni la ley, nadie?
Sí, una vez. Es que cuando llegamos al hospital también llegó la Fiscalía para hacernos una entrevista, y también vino la Policía al hospital, sí, eso pasó.
Tú sales de la entrevista con la Fiscalía, entonces llega Migración y te detiene.
Sí, también me dijeron que era Interpol.
Fue sorpresivo, me imagino, no te lo esperabas, ¿o sí?
Pues yo no lo esperaba, pero no sé. Salimos de la entrevista y una persona de los Derechos Humanos debía llevarme otra vez al lugar seguro, pero fuimos en su carro tal vez dos cuadras más, y ya nos esperaba un… Nunca he visto tanta policía, ni sé qué eran, pero dijeron que era Interpol, y no sé, fueron tantos, tantos, tantos. Nos interceptaron, nos pararon, y así me detuvieron.
¿Por qué no llevabas tu pasaporte contigo cuando te detuvieron?
Porque, primero, en ese lugar seguro, en donde dormí, casi no tenía nada. Solamente llevé lo más básico para dormir, y en ese momento solamente tenía mis dos celulares conmigo, nada más. Para mí, al viajar tanto por todo el mundo, mi pasaporte es lo más importante. Ya sabes, era posible que me robaran, ya me habían asaltado en Cali, de ninguna manera habría llevado mi pasaporte fuera de la casa, siempre estaba en el lugar más seguro.
“Nunca he visto tanta policía, ni sé qué eran, pero dijeron que era Interpol”
El director de Migración Colombia dice que con tu comportamiento estabas “afectando la tranquilidad y la seguridad pública”. ¿Sientes que en algún momento rompiste las reglas migratorias como turista? ¿Crees que en su argumento tiene razón?
Ay, Dios mío, es que muchos abogados ahora me contactaron y también organizaciones que trabajan con esos asuntos, ellos me dijeron que fue ilegal lo que hicieron conmigo, pero al final no lo sé. Tal vez no deberías hacerlo como turista, no lo sé, es que todavía estoy muy mal, no puedo dormir en la noche, estoy llorando mucho. De eso quiero encargarme luego, pero sí quiero saber si realmente hice todo mal, si fue ilegal lo que hice, si fue ilegal lo que hicieron ellos, todavía no sé exactamente cómo fueron las cosas del asunto con las leyes, pero eso puede ser cuando esté un poco más tranquila.
Lo que puedo decir es que siempre fui 100 % pacifica, y lo último, lo último que quería era hacerle daño a Colombia, porque yo amo Colombia, lo único que quería era ayudar a Colombia.
¿Sientes que hay algún tipo de persecución política en tu expulsión?
¿En qué sentido?
En que sea una medida para sacarte del camino, o para que no sigas en las actividades en las que estás, desde un ángulo político.
Ah, pues obviamente ellos querían esto, ¿no? Pero al final creo que fue lo peor que pudieron hacer, porque acá estoy segura y puedo seguir aún más; justamente lo que no querían ellos, ahora lo puedo hacer porque estoy en Alemania, y todo lo que hago es legal. Justamente desde acá puedo seguir aún más, en pro del movimiento.
¿Sientes que tu vida estaba en riesgo y, de alguna forma, el Gobierno colombiano te salvó la vida al expulsarte?
Pues yo creo que sí existe un riesgo muy alto contra mi vida, y es posible que en algún momento me hubieran matado, porque las amenazas fueron muy fuertes antes, y después del atentado aún más por seguir viva. Igual, puede ser que alguien me quería ayudar, que quería hacerme un favor con esto, obviamente no me gusta ver cosas malas en las personas, siempre trato también de ver las cosas buenas.
Y sí, ahora sigo viva, pero también creo que cada persona tiene derecho a decidir para sí mismo lo que quiere. Creo que no hay ningún crimen peor que no dejarme estar con él, y no dejarme despedir de él, ahora que se murió solo, y yo no podía estar con él.
Ninguna persona jamás puede devolver el tiempo, nadie puede darme ese tiempo con él otra vez; no estar con él en sus últimas horas, ese es para mí el peor crimen que hay. Yo me hubiera ido del país de todas maneras porque tampoco quiero morir, obviamente. Yo sabía que mi vida estaba en un riesgo muy alto, pero después respondí a la embajada, respondí a los de Derechos Humanos, y solamente pedí quedarme algunos días más para saber qué pasaba con él, porque no quería dejarlo solo mientras él estaba en un estado tan delicado, no podía irme, solamente pedí unos días más.
“Yo me hubiera ido del país de todas maneras porque tampoco quiero morir”
Luego de todo lo que ha pasado, Rebecca, ¿qué piensas de Colombia? Si pudieras volver, ¿volverías ahora mismo?
Pues es que, ya conocí Colombia, entonces no realmente. Fue algo nuevo para mí todo esto, es la primera vez que viví todo lo malo, todo lo triste, todo lo fuerte posible, y no me hace pensar mal de Colombia, porque amo este país, y lo considero como mi hogar, mi casa, el lugar en donde quiero vivir. Entonces, no puedo pensar mal de Colombia, y para mí todavía es el país más maravilloso de este mundo, con todo lo que tiene que ofrecer, y con su gente tan hermosa. Solamente pienso que no puedo vivir con esa injusticia, con la impunidad que hay, y cada día pienso más que necesitamos cambiar este país, porque la gente merece vivir una vida digna, una vida justa, una vida mejor.
¿Cuáles son tus planes ahora en el corto y mediano plazo? ¿Qué vas a hacer?
Por ejemplo, hoy, si quieres saberlo, por primera vez voy a salir, después de la entrevista voy a ir a bailar salsa, voy a ver a mis amigos otra vez porque realmente necesito salir y distraerme un poco. En estos días todavía todo es muy duro, sigo llorando muchísimo; estoy en contacto con la familia de Sebastián, con mis amigos allá, lloramos juntos.
Yo recibo más de mil mensajes por día, y tengo solicitudes de entrevistas de todo el mundo, pero solamente ahora, para mí, hacer la entrevista con ustedes fue algo importante, en estos días solamente hago las entrevistas más importantes para mí. Hago muchas llamadas, muchas personas me están contactando de todo el mundo, organizaciones, comités de Derechos Humanos, y estamos también trabajando en proyectos que queremos hacer en el futuro, y en eso también trato de trabajar. Es lo que me mantiene viva ahora, saber que puedo ayudar, que su muerte no queda en vano, como uno más que murió y nadie habla de eso, no. Yo ahora estoy acá para decir, “Ni uno más, esto tiene que parar”; no voy a tolerar nada más, ningún muerto más, no más sangre, y por eso me siento fuerte, porque sé que ahora sí tengo una voz, y hay muchas cosas que puedo hacer desde acá, eso me da algo de vida y motivación para seguir.
Finalmente, ¿qué mensaje les darías a los jóvenes en Colombia?
Pues, para mí los jóvenes en Colombia son los más berracos, los más fuertes y valientes que hay. Yo llevo 15 años viajando por todo el mundo, pero algo así, como en Colombia con esos jóvenes, nunca, nunca lo vi. Porque esos jóvenes empezaron así, sin ningún apoyo, empezaron solos y murieron… Es una locura.
Los primeros días, cuando los conocí, yo les decía, “¿Qué hacen acá? Ustedes son niños, váyanse a la casa, tengan su vida, sean felices, es tonto estar acá y morir acá”. Pero, ¿sabes? Ellos viven para esa causa, viven para ofrecer a la próxima generación de Colombia una vida mejor. Es que ellos dan todo, hasta su vida, porque aman a su país, aman a su patria, y tienen tanto amor para Colombia, que dejaron toda su vida.
Hay muchos que no tienen nada que perder, que también es triste, pero también hubo varios que tenían una vida, estudios, trabajo, y dejaron toda su vida, su casa, para estar en esta causa, y yo tengo todo el respeto de este mundo hacia ellos, y los amo demasiado a cada uno.
También quiero decir que esa lucha no es en vano, porque hay muchas personas ahora en este mundo que se ya se enteraron de lo que está pasando y tampoco van a cerrar sus ojos, ahora vamos a estar todos juntos en esto. Y yo voy a seguir apoyando, siempre a mí manera, de manera pacífica, como toda la gente que yo conozco en Colombia, este es el camino.