Leo García editó un disco de punk-pop y ya tiene listos otros dos volúmenes (cada uno de ellos incluye un cover de distintas bandas locales del género: Flema, Attaque 77 y Los Violadores). Tomado por el espíritu de Ricky Espinosa, el músico cuenta su relación con el punk, revela por qué se escapó del reality El hotel de los famosos y adelanta sus próximos pasos: un álbum autohomenaje y un simple/himno LGBT.
Editaste un disco de punk-pop, inspirado en Ricky Espinosa, ¿cómo llegaste a su vida y su obra?
Descubrí a Ricky como descubrí a tantos artistas post mortem. Pero es bueno destacar una cosa, yo tengo una pasión y una admiración general por los artistas que ya no están aquí y más últimamente, ya que todo lo que está vivo no me gusta para nada. Soy fan de los muertos. Para mí, los artistas que dejaron su sello en la tierra son los que realmente me educan. La gente que está viva no me da nada, lo único que veo, la nueva generación, la verdad es que es como si sucediera en otra galaxia. Esta época es una cosa que va por un carril que no entiendo y ni me interesa. Yo sé que muchos artistas de mi generación están pensando igual, pero no se animan a decirlo porque temen perder un lugar, temen no conquistar a ese público inconquistable. ¿Sabés que pasa? Estamos viejos, yo tengo 51 años, entonces no puedo estar jugando a que tengo 20. Y estos 51 años hay que hacerlos valer con sabiduría y siendo más pesado que antes. Pasé un período grande escuchando mucho a Pappo, De hecho, me quedé electrocutado durante cinco horas en un accidente y creo que fue justamente el espíritu de Pappo que me dijo que tenía que estar electrocutado.
La electricidad te llevó al punk…
Siempre tuve cultura punk y eso es importante. Porque acá está todo eso de si sos o no sos punk. Acá nadie es punk, todos somos músicos que queremos decir y comunicar algo que nos gusta. Si hablamos de la cultura punk, comienza como sabemos allá por 1973, con The Stooges y quien sabe cuántos más, porque a veces ni se sabe quién realmente comenzó. Siempre fui fan de The Damned y de Ramones, claro. De hecho conocí a Dee Dee Ramone mucho antes de conocer personalmente a Cerati. Mi mejor amiga era muy amiga de su novia y yo, teniendo 17, 18 años, sin saber del todo con quién estaba al lado, nos pasamos muchas noches de esas noventeras, yendo de un lugar a otro. Pero un día empecé a profundizar en el punk argentino y llegué a Flema. Me impresionaron mucho las canciones de Ricky y me hice fan, vi los documentales y los reportajes y empecé como a iconizarlo dentro de mi corazón, así como hice con Gilda o con Gardel y otros artistas. Ricky entra dentro de ese panorama para mí.
¿Cuál creés que es el legado del punk hoy?
El nevermind the bollocks, el nevermind, esto del no me importa, eso es clave. Yo hice una canción muy buena que va a estar en el segundo volumen punk (es una trilogía), que se llama “El mal perdedor”, y que termina diciendo: “Me chupa un huevo”. Creo que el legado que dejó el punk justamente es no preocuparnos, el anarquismo, el mote anarquista que no es esta mierda de Milei y toda esa basura, sino entender esto de que no tenemos que hacernos tanto problema con el exterior y por el que dirán. Uno tiene quiere vivir con una nueva libertad y la libertad del punk es un tanto más trascendental que la del hippismo.
Y en el medio participaste del reality El hotel de los famosos y a la semana te escapaste, ¿eso también estuvo enmarcado en tu faceta punk?
No, lo de ir al reality fue una equivocación. Creo que fue mi último gran pecado, como artista digamos, porque como persona seguiré pecando seguramente. Fue una mierda estar ahí. Un lugar donde no tenía que estar, no era para mí, era para gente que está en la lona y desesperada por la fama. Ese lugar no tiene nada que ver con ser músico y por eso me escapé. Hay gente que piensa que fracasé por no trascender en esa mierda y no, lo que pasó es que me habían vendido otra cosa, que iba a ir a cantar con la guitarra, que no iba a tener que lidiar con gente de mierda, que no iba a tener que estar en un hotel que es una fachada, que la verdad que es horrible. Sentí que estaba perdiendo el tiempo.
En vez de estar ensayando con mis músicos para mejorar la banda, estaba en esa cagada. Pero me sirvió muchísimo para hacer más canciones, porque pude observar ese lugar como un experimento social y darme cuenta de que la gente en general es homofóbica y xenófoba. Viví en carne propia ser discriminado por mi sexualidad y también vi cómo a otra compañera la discriminaban por ser de otro país y tener piel de color. Ahí me dije: “Tengo que salir de acá y tengo que irme con esta bronca a componer”. La mierda de ese lugar me inspiró. Una de las canciones que hice después de salir de ahí se llama “La mierda futura” y la otra es “El mal perdedor”, porque para mí es mejor ser mal perdedor que buen perdedor. Es un concepto de Bilardo. Yo que no soy muy futbolero, cuando escucho un reportaje a ídolos coom Bilardo presto atención. Nunca seas buen perdedor, hay que ser mal perdedor y si alguien no lo entiende, es un boludo.
En estos días se editó un homenaje a Virus, Viaje de placer, en el que grabaste un tema…
Sí, grabé “Pecado para dos”, con la guitarra acústica. Además, toqué la batería y todos los instrumentos, porque como ahora vivo en General Rodríguez (provincia de Buenos Aires), tengo un estudio de grabación y estuve muy metido ahí. Durante un año entero grabé todas las mañanas. Tengo un disco que todavía no edité con guitarra y voz, nada más, cantando todos mis temas conocidos. Es un autohomenaje, que lo pienso sacar después de la trilogía punk. Además voy a sacar un simple que se llama “Movimiento” y está dedicado a la comunidad LGBT. La tapa la hice yo también, con mi cara y la bandera gay. Nadie hizo algo así.
¿Te fuiste de la ciudad?
Todavía sigo acá en Rodríguez, pero quizá me vuelva pronto a Capital, porque tampoco estuvo bueno ser un ciudadano de Rodríguez. Acordate que acá me cagaron a palos tres tipos. Vivir en un pueblo para un artista extravagante no es sencillo.