Un hombre está inquieto en su cama intentando dormir. Bueno, “cama” no es exactamente correcto, es más como un capullo orgánico partido por la mitad y suspendido del techo por tentáculos. El caballero que se retuerce dentro se ve demacrado, pero es apuesto, tiene el pelo plateado y no tiene cejas. Si no fuera por su mandíbula de galán, casi no se reconocería a Viggo Mortensen. “La cama necesita un nuevo software”, le dice a su acompañante mujer, quien está ajustando extensiones elásticas que se unen a sus manos. “Ya no anticipa mi dolor”.
Puede que no tengas idea de qué está pasando, pero créeme que sabes exactamente dónde estás: han transcurrido menos de cinco minutos en una película “escrita y dirigida por David Cronenberg”. El hecho de que tuvieran que poner ese crédito en la pantalla fue una mera formalidad.
Crimes of the Future no solo es la primera película en ocho años del hijo cinematográfico favorito de Canadá, es el regreso de una fórmula pegajosa y cartilaginosa que convirtió a Cronenberg en un ícono de las películas de media noche y en sensación internacional. Y a juzgar por cómo esta pesadilla de la ciencia ficción es aún más compleja, se nota que también está compensando el tiempo perdido de una sola vez. Aunque usa el título de su segundo largometraje, una película experimental de 1970 donde muestra lo que se vendría, esta no es una nueva versión, ni tampoco una secuela de ese material, pero definitivamente encaja perfectamente en la imagen de Cronenberg rebuscando en sus raíces una vez más para ver qué puede extraer de la basura fértil.
El Saul Tenzer de Mortensen es alguien importante en lo que ahora es uno de los pasatiempos más populares: la mutilación en un performance artístico. Es famoso por cultivar sus propios órganos internos, que él y su amante, Caprice (Léa Seydoux), extraen en vivo para un público que los adora. “¡Las cirugías son el nuevo sexo!”, dice Timlin (Kristen Stewart), una empleada del Registro Nacional de Órganos que quiere unirse a su acto. Y cuando intenta seducir a la superestrella posmoderna, él le responde: “No soy muy bueno en el viejo sexo”.
También hay un tipo nervioso llamado Lang (Scott Speedman), que les tiene una propuesta a Saul y Caprice; quiere que le hagan una autopsia en vivo a su hijo muerto. Si lo hacen, corren el riesgo de enojar a la unidad de policía New Vice y convertirse en criminales, pero también podrían ayudar con el misterioso plan de Lang.
Ese es el motor medio noir que impulsa a la resbaladiza y viscosa Crimes, y si escuchas con cuidado –o como hace un actor en la película, cubriendo literalmente su cuerpo con sus orejas– puedes detectar los débiles ruidos de un thriller ecológico con un golpe satírico a las celebridades de hoy.
Sin embargo, no te ilusiones con que hay una trama. La conversión de nuevos miembros de un culto no está en el menú, no. Esta película es para los Cronen-fanáticos, es un denso ensayo dirigido a aquellos que ya encuentran un evangelio en sus obras más extravagantes. Es una oportunidad para oír a Seydoux decir frases como: “Un organismo necesita organización, de lo contrario solo es un cáncer de diseñador”, y una excusa para ver a Mortensen siendo alimentado en una silla de bebé hecha de huesos.
Crimes of the Future es prueba de que los artistas pueden encontrar carne nueva en medio de tantas preocupaciones antiguas. Así luce el trabajo de un visionario; olvida la carne nueva, ¡qué viva el viejo Cronenberg!
Esenciales de Cronenberg
El maestro del terror sangriento
Las películas de Cronenberg son las más raras, sangrientas y provocativas que se han hecho, y estas cuatro son obligatorias.
SCANNERS / 1981
Después de pasar los 70 refinando su visión única del terror corporal, Cronenberg comenzó los 80 con esta ingeniosa película de ciencia ficción y acción sobre ejércitos beligerantes de psíquicos que convierten a Montreal en un campo de batalla. Ven por la cabeza que explota –uno de los efectos especiales más grandes y sangrientos de todos los tiempos–, y quédate por un thriller de conspiraciones que aborda el poder, la corrupción y las mentiras corporativas.
VIDEODROME / 1983
El mejor ejemplo de las ideas de Cronenberg respecto a la tecnología, el terror corporal, los medios de comunicación y la mentalidad metastásica de la era moderna, es esta historia de un ejecutivo de televisión (James Woods) que descubre una misteriosa cadena televisiva de contrabando y experimenta transformaciones físicas. Es su obra maestra. La pistola que sale de la televisión podría ser su imagen más inquietante, y la cinta de video entrando al cuerpo de Woods le sigue detrás.
LA MOSCA / 1986
El éxito mainstream de Cronenberg le dio un giro pegajoso al clásico de terror de 1958 del mismo nombre. Jeff Goldblum es Seth Brundle, un científico que está probando su máquina de teletransportación con un acompañante inesperado, y ¡boom! Conoce a “Brundlefly”, una perfecta mezcla entre plaga doméstica y héroe trágico. El hecho de que incluya un giro al estilo de La bella y la bestia también la convierte en la película más romántica del director hasta la fecha.
UNA HISTORIA VIOLENTA / 2005
Viggo Mortensen es dueño de un restaurante en Small Town, EE. UU., cuando alguien de repente se da cuenta de que se parece a un asesino de la mafia de Filadelfia, y ¿qué es lo que dicen de que el pasado, pasado es? Esta adaptación de una novela gráfica fue un giro inusualmente recto para Cronenberg, aunque igual le dio su toque sangriento a la violencia. Es un clásico instantáneo.