Puerto Rico se ha nutrido colosalmente de la mezcla de las distintas culturas y razas que han convergido en la Isla a lo largo de la historia. Cientos de costumbres y tradiciones se fueron adoptando con la fusión de los taínos, los africanos y los colonizadores españoles. Esta combinación de herencia precolombina con el Viejo Mundo ha convertido a Puerto Rico en un epicentro y referente de la cultura para el mundo entero.
La música ha sido el hilo conductor para la gestación de la cultura y las costumbres que se viven en Puerto Rico actualmente. Desde los areytos de los indios taínos, donde se reunían para celebrar y conmemorar sus ritos y tradiciones a través de danza, ritmos de tambores y canciones entonadas por el cacique, hasta las fiestas religiosas que llegaron después de la colonización, la música y las congregaciones públicas han estado de la mano desde siempre.
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La fusión de los ritmos e instrumentos taínos y africanos con las melodías estilizadas del continente europeo dieron como resultado géneros musicales como la bomba. Este sonido nació en las zonas costeras puertorriqueñas en pueblos como Loíza, Ponce, Mayagüez, Santa Isabel, entre otros, y consiste en un sistema de “llamada y respuesta” entre los barriles, que son tambores fabricados a partir de contenedores de ron. Hoy en día, este ritmo es interpretado y disfrutado por los jóvenes de San Juan en lugares como La Terraza de Bonanza en sus noches de bomba.
A su vez, otros géneros musicales se fueron creando en las entrañas de la Isla, más específicamente en el campo. Estilos como la mazurca, la polka y el pasodoble fueron criollizados y se convirtieron en lo que se conoce como seises o aguinaldos, que son las vertientes principales de la música jíbara. Las guitarras, los cuatros, los güiros y los bongós son los encargados de armonizar los cantos del trovador, quien normalmente improvisa sus letras en el momento, siguiendo fielmente una estructura predeterminada, conocida como décima.
Estos géneros musicales, y otros más como la plena y la danza, son los sonidos que componen las festividades en Puerto Rico. La Isla es conocida por tener una serie de coloridos festivales y carnavales a lo largo del año, en especial entre los meses de diciembre y enero, dando con el rumor de que en Puerto Rico se vive la Navidad más larga del mundo. Los festivales en Puerto Rico están cargados de música, arte y gastronomía. La mayoría de estas conmemoraciones está basada en alguna tradición católica, y se celebra tanto en San Juan como en los pueblos de toda la Isla.
Entre las celebraciones más importantes de Puerto Rico se encuentran las Fiestas de la Calle San Sebastián. Estas se celebran el tercer fin de semana de enero en el Viejo San Juan, y tienen una duración de cuatro días. Es una de las fiestas más esperadas del año, ya que la música en vivo, la danza y los actos circenses invaden las calles, las plazas se llenan de artesanos, y por la noche todo el mundo deja salir lo mejor de sí cuando la fiesta se enciende con los ritmos nativos.
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Procesiones acompañadas de música se dirigen hacia la iglesia de San Juan Bautista en compañía de los “cabezudos”, que son máscaras de gran tamaño que representan a figuras importantes de la religión católica y la cultura popular. Esta celebración comenzó inicialmente cerca de la década de los 50 como una iniciativa del cura de la parroquia San José, y se volvió un evento popular durante los 70.
El Festival de las Máscaras de Hatillo es otra de las festividades navideñas que se celebra en Puerto Rico. Este festival conmemora el Día de los Santos Inocentes, y en el pueblo de Hatillo la gente se viste con máscaras coloridas y atuendos complejos para cruzar el pueblo en un desfile de carrozas.
Por su parte, el Festival del Macabeo rinde un homenaje a unos de los platillos más importantes de la cocina y herencia puertorriqueña, el macabeo. Esta preparación surgió en el pueblo de Trujillo Alto y consiste en una masa de guineo rellena de carne que luego es frita. En este festival la trova y la música jíbara son las protagonistas, y la improvisación de los trovadores se ha convertido en uno de los atractivos principales del festival.
A comienzos de marzo, en el pueblo de Ponce se celebra el famoso Carnaval Ponceño, el más antiguo de Puerto Rico. Es una celebración que dura una semana entera y termina el día antes del Miércoles de Ceniza. Cada día, se presentan caravanas y desfiles donde los vejigantes de Ponce, que son personajes de hocico largo, cuernos y prendas multicolor, se apoderan de las vías para burlarse de la multitud.
La aparición del Rey Momo, los bailes de máscaras, la coronación de la Reina del Carnaval y el funeral simulado, llamado el Entierro de la Sardina, son eventos que se encargan de darle comienzo a la Cuaresma.
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Por último, tenemos al legendario Festival de Bomba y Plena de San Antón, que se celebra también en Ponce. Estos ritmos esenciales para la cultura Boricua tienen su propia celebración, la cual dura 10 días y se conmemora en algún momento entre los meses de julio y noviembre.
Además, agrupaciones musicales y artistas locales se reúnen en el Barrio Montegrande de Piñones desde hace casi 50 años. Los sonidos folclóricos se combinan con el ambiente de festival para darle paso a presentaciones especiales, concursos y talleres de danza y música para las personas más interesadas en continuar el legado de estas tradiciones autóctonas de Puerto Rico.
Sin lugar a duda, la música y el baile son elementos esenciales para la cultura puertorriqueña. Son pilares para la gran mayoría de actos y celebraciones que se llevan a cabo en la Isla, son expresiones de libertad y de las tradiciones que llevan décadas e incluso siglos. Las influencias taína, africana y europea se encargaron de moldear a esta Isla del Caribe y de convertirla en un patrimonio importantísimo para el mundo entero.
En la actualidad, los ritmos como el reggaetón y la salsa son los que han puesto a Puerto Rico en el radar del planeta entero, pero no podemos olvidar que sin las raíces folclóricas y las influencias que ha tenido la Isla a nivel cultural durante la historia, nada de esto hubiera sido posible. Es momento de recordar el legado sonoro de los Boricuas, y que la bomba, la música jíbara y la plena nunca dejen de sonar.
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