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La Gusana Ciega: «El rock mexicano está más vivo que nunca»

A punto de cumplir 30 años de trayectoria, la agrupación mexicana medita sobre su papel en la escena del rock nacional, su nuevo material discográfico y las revelaciones artísticas que los han acompañado dentro y fuera de los escenarios

Por  KARLA LEÓN

mayo 22, 2022

Cortesía La Gusana Ciega

“La esencia de una canción sucede con la gente”, dice Luis Ernesto Ramírez, bajista y productor de La Gusana Ciega. En un par de horas, la agrupación mexicana honrará tres décadas de trayectoria con 1021, su décimo material discográfico, en el que plasmaron una catarsis como resultado de la pandemia y una reflexión en torno al vaivén de la nostalgia, la introspección y la esperanza.

“Decía Peter Gabriel, uno de mis superhéroes de la década de los ochenta, que las canciones no se terminan, sino que las personas las hacen suyas. Él tenía dos o tres himnos, uno de ellos ‘In Your Eyes’, que comenzaron a ser otra cosa cuando las personas crearon un performance alrededor de ellas. Así que la esencia existía cuando iba y venía con la energía del público”, cuenta, mientras charlamos sobre la forma en la que la música logra trascender.

A la distancia, envuelto en un hábitat de paredes rojas que presenció un intercambio infinito de ideas, acordes y propuestas sonoras, Luis evoca, junto a Germán Arroyo, baterista de La Gusana Ciega, los procesos que vivieron para materializar 1021. “Es un álbum lleno de entusiasmo, de nuevas ideas y formas de trabajo. Es la verdadera definición de un trabajo en equipo, porque todos pusimos de nuestra parte para construirlo. Lu tuvo que trabajar a marchas forzadas para armar el rompecabezas”, narra Germán.

Durante los primeros días de 2020, La Gusana Ciega anunció una gira por Estados Unidos que comenzaría en California y concluiría en Texas, sin embargo, el panorama se nubló ante el inminente caos mundial. “Nos agarró en curva y tuvimos que replantear todo. De repente, nos adaptamos al streaming y, sin planearlo, lo que ocurría a nuestro alrededor permeó en las letras, en los sonidos, en la forma de trabajo, pero, realmente, nunca hemos tenido un mapa clarísimo sobre lo que vamos a hacer”, añade.

Así, junto con la pausa de los eventos en vivo, La Gusana Ciega echó para atrás colaboraciones importantes, una de ellas: ‘Vuelve a querer’, la última carta de presentación de 1021. “Esta canción se escribió antes de la pandemia y fue contemplada para los Clásicos Fantásticos en el Auditorio Nacional, junto a Jumbo. Daniel tuvo la idea de montar una gran banda. Llega el encierro y en febrero comenzamos a componer, pensamos en lo que sí podíamos hacer y eso fue un disco”, señala Lu.

1021 tomó vida un año más tarde. Entre la cotidianidad, los tripulantes comunes del encierro y cuatro paredes, La Gusana Ciega tomó la oportunidad para experimentar con nuevos sonidos, instrumentos e influencias musicales. “Este material no está cargado en guitarras y hay muchas ideas que se plasmaron en sintetizadores y pianos. Utilizamos instrumentos que para nosotros no son comunes y buscamos reflejar influencias que no habíamos dejado tan claras en otros álbumes. Personalmente, me divertí con la combinación de la batería acústica con programaciones eléctricas”, expone German.

“En el caso de Daniel, sentimos que 1021 tiene algunas de las mejores voces que ha grabado. Normalmente, trabaja bajo presión y, en esta ocasión, tuvo todo el tiempo del mundo y lo hizo con mucha libertad. En el estudio esto no es posible”. De esta manera, La Gusana Ciega no solo encontró un camino autónomo para priorizar su creatividad, además, llevó la producción a sus propios términos. 

Para Luis, quien mantuvo una dualidad entre las labores de producción e interpretación, 1021 se convirtió en un material lleno de posibilidades. “Nos tomamos el tiempo para crear efectos y cumplir ideas. Reeditamos el álbum en muchas ocasiones, cambiamos estructuras y esto nos inspiró nuevos aires y giros poco evidentes. Esto solo habla de una Gusana Ciega que se ve a sí misma y sabe lo que hace y lo que ha hecho. Hay áreas de oportunidad por todos lados, pero también propuestas como acordes extraños, algunos colores de jazz y un universo más libre que se integra al nuevo lenguaje de la banda”.

La Gusana Ciega es sinónimo de movimiento y de una metamorfosis que los ha acompañado desde la primera vez que subieron a un escenario y le dieron vida a discos como Merlina, Super Bee y, hace un par de años, Monarca. Ahora, con 1021, la banda mexicana toma nuevos retos, uno de ellos, trasladar diez temas a un show en vivo, sobrepasar la ansiedad que suelen experimentar a la hora de mostrar un nuevo material discográfico al público y, finalmente, marcar la pauta para el futuro.

“Cada disco es una etapa, de otra forma no avanzaríamos. Ahora el reto es llevar los temas en vivo, algunos son complicados y tenemos que ver cómo los vamos a montar; probablemente no sonarán igual, quizás sean mejores”, plantea German, mientras Lu agrega: “En ‘La sombra de un ratón’ hay una idea de un riff de bajo hecho con un chanclófono, un instrumento de PVC al que golpeas con una sandalia plana y el hule saca un sonido muy parecido al de un sintetizador. Eso es imposible hacerlo en vivo porque es muy sutil, pero ya haremos nuestra versión”.

Para La Gusana Ciega, el proceso de catarsis en la música llega a la hora de subir al escenario y conectar con su público. “Escuchar las canciones con otras personas me cuesta trabajo, es difícil porque no todos ponen la misma atención que tú, o simplemente escuchas cosas que no te gustan. Eso me genera un poco de ansiedad, pero en vivo, cuando las personas brincan, cantan, gozan y de repente se escucha más su propio eco que nuestras voces, en ese momento llega el proceso catártico”, revela Germán.

En medio de un encierro que parecía interminable, la agrupación abrió las puertas de sus estudios y espacios creativos para compartir todas las vivencias en torno a la materialización de 1021. Así, a lo largo de seis capítulos, ofrecieron algunos vistazos y puntos de vista sobre más de veinte temas que no pudieron ser incluidos en el álbum. “Estamos trabajando en esos demos. En su momento, las canciones no se desarrollaron del todo, no encontramos su camino y había otras que ya estaban listas, así que no quisimos sacar 25 canciones”, señala Lu.

“Hay una canción sobre los pasos en la guerra y mil temas más que se adentran en la perspectiva humana. Habrá mucho que decir sobre un mundo en el que si no nos alertan sobre su cuidado, ya no vamos a poder estar aquí; hay escenarios catastróficos. Todos los ámbitos humanos se están transformando y hablaremos de eso a su manera, por ejemplo, de las instituciones como la familia o la pareja, que quizás ya sean del pasado”, profundiza. 

Quisiera empezar de nuevo”, citan en 1021, y es que para La Gusana Ciega, aún no existe un momento clave en su historia que funcione como punto de partida hacia una consolidación. “Nosotros estamos trabajando constantemente; buscamos la canción perfecta, la grabación perfecta, el disco perfecto, y lo peor de todo es que todavía no lo hemos encontrado. Seguimos en esa búsqueda y precisamente por eso la banda continúa y hacemos las cosas con muchas ganas.

Estamos contentos con este disco, pero lo que más nos regaló es conocimiento para el próximo; aprendimos un montón de cosas que seguramente como compositores, intérpretes o Lu como ingeniero, no habríamos hecho, y ahora queremos aplicarlo, pero en lo nuevo. Ese es el camino de la banda, de otra forma el sueño se acabaría. Hoy, que escuchamos con atención el disco, nos dan ganas de seguir moviendo y proponiendo; también pasa en los shows. Así es la historia de La Gusana Ciega y faltan muchos más álbumes para eso”, detalla Germán.

Una “franqueza ruda”, así es como describe la agrupación tres décadas sobre los escenarios. Para hablar sobre su impacto en la industria, hay que atender una evolución que ha logrado traspasar generaciones y que, a pesar de las adversidades, logra conservar su esencia, su madurez y una pasión indiscutible. “Existe esa franqueza en cada uno de nosotros; es una pregunta constante a nuestra intuición: ¿Qué te gusta? ¿Qué quieres? ¿Qué no te gustó? ¿Qué hacemos más adelante?

Simplemente es tu corazón. Somos parte de un todo y ahí está la clave. Es un mensaje que te dice por dónde ir, y si haces caso a esa inspiración, harás algo que te guste, o no. Aquí nos gusta decirnos a nosotros mismos que podemos rechazar una propuesta, pero siempre aportando otras ideas”, analiza Lu.

“¿El rock mexicano vive una crisis o, por el contrario, está más vivo que nunca?”, le preguntamos a La Gusana Ciega y, sin titubeos, Germán responde: “El rock mexicano está más vivo que nunca. Lo que pasa es que hay que echarle ganas para encontrar a las bandas. Hay espacios, nosotros lo vemos. Estamos sacando un disco nuevo y alguien más está lanzando cosas nuevas; existe de todo, diferentes géneros, pero en todo el mundo sucede así y cada vez hay más música.

En alguna ocasión, leí un reportaje en el que analizan que cada viernes se estrenan más de 25 mil canciones en el mundo, es mucho y seguramente hay buenas y malas. En México pasa lo mismo, hay quienes hacen cosas muy padres, otros no, pero no hay una crisis”.

Vislumbrar el papel de La Gusana Ciega en la escena del rock mexicano significa alejarse de las etiquetas, los estereotipos y los lugares comunes, y en su lugar, sumar una visión auténtica que apuesta por una estética propia. “Nunca hemos ido en contra de la estética del rock, pero tampoco estamos apegados a las modas. Simplemente, si sale de nuestro corazón y nos gusta, tratamos de convencer a más personas para que se unan.

Pretendemos cosas, pero no somos pretenciosos. No planeamos cómo vamos a sonar, sino que lo sabemos hasta que nos escuchamos”, declara Germán, mientras medita sobre la revelación artística más liberadora que ha vivido como integrante de La Gusana Ciega. “Este es un espacio para expresarte y para seguir un sueño compartido, por eso somos una banda de rock, porque somos una bola de amigos llevándolo en conjunto.

He visto bandas que, por el contrario, se separan cada vez más y, afortunadamente, en La Gusana eso no ha pasado. Este disco es el ejemplo; hay canciones que son totalmente de Lu, otras de Daniel, hay muchas ideas mías en riffs y progresiones de acordes. En general, es un reto que salgan las canciones, pero siempre trabajamos en equipo y eso es lo que marca nuestro sello”.

Para Luis, quien se encargó de esculpir el sonido de 1021, no es distinto. “La palabra es liberación, aunque todavía no me considero libre, pero es como una resbaladilla, algo que se libera en mí. Esto lo sentí en su momento con el saxofón, es una liberación que va más allá de lo técnico o mental, sucede cuando lo empiezas a disfrutar y así comienzan a moverse las cosas”.

Así, el legado de La Gusana Ciega se acentúa en las historias, tanto individuales, como colectivas, que nos regalan en cada una de sus canciones y, a su vez, en la capacidad que han tenido, durante tres décadas, para trascender en su amor por el arte. “Aún no nos hemos vuelto millonarios”, bromea Germán. “Lo hacemos porque realmente nos encanta y disfrutamos cada canción, idea y concierto. En algún momento te puedes desviar y hacerlo solo porque tuviste un hit y quieres repetirlo como forma de negocio.

Eso no pasa en La Gusana Ciega. Todo es por gusto y somos especialistas en meternos en problemas porque se nos ocurren cosas que nos cuestan mucho dinero. Por ejemplo, aún gastamos en el arte de las portadas y, aunque ya casi no se compran discos, a nosotros nos encanta hacerlo”.

Para cada uno de sus integrantes, La Gusana Ciega se manifiesta ante la música como el encuentro que los une dentro y fuera de los escenarios, pero también, como un ente que parte de las diferencias para construir, a partir de un espíritu genuino y honesto, uno de los actos más importantes de México y Latinoamérica. “Es apegarnos a un sueño, uno que siempre ha estado vigente y que aún buscamos. Nos parece importante tener este mensaje sobre el trabajo en conjunto y el apoyo que existe entre nosotros, porque cuesta enfrentar a tus amigos y construir caminos . Siempre ejercemos la tolerancia, no pensamos igual y eso es nuestro legado para la posteridad: aquí estuvo un grupo que trabajó por y para La Gusana Ciega”, finaliza Lu.

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