Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente
Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente

La crisis climática amenaza a los pueblos afrocolombianos

Los impactos del cambio climático no son vividos por igual por todas las poblaciones. Las comunidades afrocolombianas habitan y resisten en territorios que desde ya ven los efectos de una crisis mundial

Por  LAURA VÁSQUEZ ROA

febrero 13, 2023

Cortesía ILEX

Los litorales Caribe y Pacífico en Colombia tienen una gran concentración de población afrodescendiente que en muchos casos vive sin la garantía del goce pleno de sus derechos. En estos territorios que las comunidades negras han habitado históricamente, se sufre ahora la amenaza del calentamiento global que afecta sus formas de vida, su entorno y su seguridad alimentaria.

Las investigaciones en torno a la brecha climática (climate gap) son cada vez más numerosas en el mundo. Estos estudios muestran que el calentamiento global impacta de manera más dura a las poblaciones más vulnerables, socialmente excluidas y racializadas. La Asociación Americana de Salud Pública (APHA por sus siglas en inglés), ha indicado que el cambio climático y las desigualdades sociales están interconectadas y por esto, afectan de manera desproporcionada la salud de estas comunidades excluidas. A lo que apuntan estudios como el Climate Change, Health, and Equity, es a señalar que el cambio climático y las desigualdades en salud comparten las mismas causas profundas, pues son sistemas conformados por condiciones actuales e históricas que incluyen el racismo estructural y la persistente falta de poder social, político y económico de las comunidades de bajos ingresos y racializadas, como los pueblos indígenas y las comunidades afrodescendientes.

La APHA explica que estas poblaciones tienen menos recursos para adaptarse a fenómenos como las olas de calor o las inundaciones, así como para enfrentar el aumento de los precios de los alimentos, relacionado con los impactos climáticos en la agricultura. Tampoco les será fácil a estas personas reconstruir sus viviendas o reubicarse después de un evento climático extremo; mucho menos preparar la infraestructura de sus comunidades para eventos futuros similares.

Los impactos en la salud también se presentan en estas zonas del mundo de forma más intensa. La Organización Mundial de la Salud, por ejemplo, ha estimado que el 99% de la ‘carga de morbilidad’ (un indicador para medir el efecto de una enfermedad en términos monetarios), relacionada con el cambio climático, ocurre en países en vías de desarrollo como Colombia. En un 88% de los casos, estas enfermedades afectan a niños menores de cinco años. Estos datos que se recogen a nivel mundial hacen eco con la realidad de poblaciones costeras como el pueblo Wayuu en la Guajira, donde se sabe que las condiciones de vida especialmente para niñas y niños son muy precarias.

Para ILEX-Acción Jurídica, una organización enfocada en la defensa de los derechos de las comunidades y personas afrodescendientes en Colombia, hace falta una mirada étnico racial en la conversación sobre la adaptación y mitigación de esta crisis mundial. Según explican, los efectos de este fenómeno mundial afectan de forma desproporcional a los grupos étnicos del país. En las mediciones del DANE de 2018, los departamentos con mayor presencia de población negra, afrodescendiente, raizal y palenquera, son: Valle del Cauca, Chocó, Bolívar, Antioquia, Cauca, Nariño, Cesar, Atlántico, Magdalena, Sucre, Córdoba, La Guajira, el Archipiélago de San Andrés y Bogotá. Todos, excepto Bogotá, se encuentran sobre los litorales o muy cerca de su área de influencia.

Las condiciones geográficas del litoral Caribe han cambiado con el tiempo. Por ejemplo, la cobertura boscosa viene en diminución en los últimos años, como lo expone ILEX en su especial sobre el tema. Esta condición expone a estos territorios a sequías e inundaciones más extremas según se presente el periodo seco o de lluvias. Por otro lado, en el Pacífico se encuentra la región conocida como Chocó biogeográfico, que compone un corredor de biodiversidad que abarca desde el Darién panameño hasta el suroccidente del país e incluso sigue su curso hasta Ecuador y parte norte del Perú. Allí, la degradación forestal afecta la fauna y flora, mientras que las temperaturas oceánicas más altas impactan ecosistemas frágiles como el de los manglares.

No es realmente una novedad las denuncias que distintas organizaciones de la sociedad civil hacen respecto a las amenazas a la biodiversidad, tanto en Colombia como en otras zonas de América Latina. En el caso colombiano, las amenazas provienen de variables diversas como los monocultivos, la proliferación de cultivos ilícitos, la tala y tráfico ilegal de maderas, entre otras. Bajo estas circunstancias, los fenómenos climáticos recurrentes (como el fenómeno del niño y la niña) profundizan sus daños sobre las poblaciones que habitan estas zonas por la crisis climática, o se extienden por más tiempo del que tomaban en el pasado.

La relación entre los eventos climáticos más extremos por el incremento de la temperatura del planeta y la seguridad alimentaria, es otra gran preocupación para las comunidades indígenas y afrodescendientes que viven en zonas de mayor incidencia de estos fenómenos. Según lo destaca la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura – FAO, los principales motores que impulsan la pérdida de la biodiversidad en Colombia son el cambio climático, la contaminación y la sobreexplotación de recursos, lo que deja en un alto grado de vulnerabilidad e inseguridad alimentaria a grupos poblacionales que históricamente han visto limitado el goce de sus derechos.

Las comunidades no se han quedado quietas y casos como el del consejo comunitario de COCOMASUR, ubicado sobre la cuenca del río Tolo y la zona costera sur del municipio de Acandí, en el Chocó, son ejemplo. En esta comunidad han desarrollado estrategias para afrontar el cambio climático y proteger su territorio, especialmente de la deforestación, y así asegurar la subsistencia de sus habitantes. Sin embargo, ante un fenómeno planetario se requieren esfuerzos conjuntos mayores para conservar y proteger la biodiversidad que caracteriza esta región y que no se encuentra en ningún otro lugar del mundo. Y en la búsqueda de respuestas a esta crisis, definitivamente no se podrá eludir la condición étnica y racial de las personas que viven y posiblemente vivirán con más fuerza sus consecuencias.