Con su álbum debut EGO, el artista nacido en Cali se presentó al mundo con un sonido y una capacidad musical única, posicionándose como uno de los artistas con mayor proyección dentro de la industria. Con su segundo disco Joyas Del Barrio, ya no solo es un artista en proyección, es un artista referente del R&B colombiano que, con su sonido y su interpretación cuenta una historia que vale la pena escuchar.
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El segundo disco de Junior Zamora es un viaje lírico y sonoro que transporta los sentidos al Vallado 3, un barrio de Cali donde el personaje llamado Jay y sus amigos narran de diferentes maneras lo que es y lo que se siente vivir en este lugar, donde en realidad brillan las personas.
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Conversamos con Junior de como el góspel y la iglesia influenciaron sus inicios en la música, que más adelante con el descubrimiento de artistas de renombre internacional como Michael Jackson y Aretha Franklin, crearon ese sonido característico del artista que lo posiciona como el presente y futuro del R&B latino.
Como has mencionado, el góspel ha sido una fuente de inspiración y un gran referente en este disco y en tu música en general. ¿Cómo nació esa cercanía al góspel?
Crecí en un hogar cristiano; los domingos siempre eran días de iglesia y mis padres formaban parte del coro, así que yo, por ende, estaba allí acompañándolos. La iglesia fue mi primera escuela musical: empecé tocando la batería desde muy pequeño y aprendí de manera empírica.
Cuando comencé con mi proyecto, sentí que hubiera sido muy deshonesto conmigo mismo no narrar mi historia desde este inicio en la iglesia y en las músicas negras. Encuentro en el góspel una cercanía muy honesta que forma parte de mi historia musical.
Durante el disco hay varias canciones que cuentan una historia, no solo con las palabras sino también con el universo sonoro. ¿Qué tan referente fue la salsa, teniendo en cuenta que en muchas canciones de este género se cuentan historias y que, además, eres de Cali?
Uno no es consciente, pero claro, aquí en Cali se escucha salsa todo el día. Aunque yo esté persiguiendo otros sonidos como el R&B, funk, blues o jazz, que son los que también elijo escuchar, se empieza a generar una conversación entre estos dos mundos que convergen en creaciones muy lindas. Hay increíbles composiciones de Rubén Blades o Ismael Rivera, donde escuchas algunas frases y dices: “Increíble, ¿cómo se les ocurrió eso?”, y que perfectamente podrían encajar en un R&B.
Creo que la salsa se entrelaza en mi proceso creativo sin la necesidad de estarla buscando; todo ese calor fiestero de la salsa permea mi proyecto.
Empezaste en la iglesia con el góspel, eres de Cali y la salsa, como dices, se escucha todo el día. ¿Cómo fue que llegaste al R&B y a estos sonidos que te caracterizan hoy en día?
Como te decía, empecé en la iglesia con la batería a los ocho años. Luego, participé en trabajos sociales en el barrio y, al finalizar la escuela, mi mamá me dijo: “Hermano, si quieres esto de la música, estúdialo”. Así comencé mi segunda escuela musical en la academia; la primera fue la iglesia y la forma empírica en que iba aprendiendo. En la academia se me abrió un universo paralelo con nuevos referentes del mundo. Mis ídolos eran Jesús Adrián Romero y Alex Campos; ese era mi universo. Pero al llegar a la academia, me encontré con Michael Jackson, Justin Timberlake, Usher, Nina Simone, Aretha Franklin… una pandilla de artistas que me hicieron pensar: “Esta gente le mete, yo quiero esto, yo quiero hacer esto”. Además, te das cuenta de que muchos de ellos también comenzaron con mucha cercanía al góspel, porque tenían familias cristianas, así que te das cuenta de que hay algo que nos conecta.
Volviendo al disco, ¿cómo fue todo el proceso creativo de las colaboraciones?
Hay dos momentos importantes. El primero fue un campamento creativo en el que estuvimos tres días, siete compositores y cuatro productores, a las afueras de Cali, para armar lo que iba a ser el disco. De ese campamento salieron 27 canciones, pero solo seleccionamos 8 para lo que sería la cara A de Joyas del Barrio. Ya teniéndolas, comenzamos a pensar en colaboraciones. Por ejemplo, cuando hicimos “Habláles”, mis amigos compositores de Cali—Lil Keren, Brabel, La S y Luva23—los cuales llamo Las Nuevas Joyas, compusieron esa canción. Me pareció tan perfecta que debían estar ahí cantándola; lo que decían era su verdad, y solo ellos podían expresarla según lo que son en el barrio, porque son Joyas del Barrio. Todo lo que hicimos con ellos para esta canción fue muy honesto y natural.
El segundo momento en que pensamos en colaboraciones fue con ideas que ya tenía en mente; uno comienza a imaginarse tal canción con algún artista, aunque a veces ese artista no coincide con tus tiempos y la colaboración no se concreta. Te cuento una historia: quería hacer una canción con Lil Supa, uno de los artistas latinoamericanos que más me gusta y un gran referente para mí. Le encantó la propuesta y la canción, pero no pudo por cuestiones de tiempo. Esto mismo me pasó con Oblivion y con Letra Emece, un rapero venezolano fenomenal. Son aprendizajes que me deja este disco: a veces, por cuestiones de tiempo, muchas cosas no se logran; muchas dinámicas cambian ahora que estoy trabajando con una disquera.
Una pregunta más personal sobre el disco: ¿por qué es importante que la gente conozca esa vida en el barrio? ¿O por qué es importante para ti expresarlo?
La respuesta va más hacia la segunda pregunta que planteas, porque en realidad la gente no debe conocer cómo es esa vida en el barrio. Te cuento: cuando estuve en los procesos sociales en el oriente de Cali, en el Vallado, fui voluntario en un centro cultural, luego voluntario pagado, profesor y coordinador; fui ascendiendo. En todo este proceso, siempre llegaban personas de afuera del barrio, jóvenes de diferentes universidades como la Javeriana, que querían enterarse de lo que hacíamos. La primera pregunta que les hacíamos era: “¿Alguno había venido aquí antes?”. La gran mayoría no tenía idea de dónde estaban parados, y yo les decía que estaba bien; o sea, ¿para qué debían ir a estos barrios? Nadie los había invitado. [Risas]. Siento que mi responsabilidad está más en expresar lo que viví y que eso resuene en las cabezas de otras personas, que digan: “Ve, esto es interesante, ¿dónde queda este barrio?”.
“Es algo muy personal este disco, porque es mi barrio, mis procesos, mi gente; es lo que soy como Junior y no lo que soy como artista.”
Igual, es algo muy personal este disco, porque es mi barrio, mis procesos, mi gente; es lo que soy como Junior y no lo que soy como artista. Después de ver que muchos artistas hablan del barrio y sé que en realidad no han vivido ni la mitad de lo que yo sí, siento que es importante contar nuestras historias y mostrar lo que nosotros hemos vivido, haciendo de nuestro barrio una narrativa conceptual y, sobre todo, honesta.
¿O sea que podríamos decir que en gran parte este nuevo disco tuyo es gracias a estos procesos sociales que has realizado fuera del ámbito artístico?
Completamente. Este disco refleja los lugares que ocupé en el barrio y, dentro de esos lugares, está lo social. La parte social marcó en mí una nueva forma de entenderme dentro del barrio, y eso me ayudó a realizar el disco quizás desde otra perspectiva, no desde los paradigmas y las ideas preconcebidas que la gente tiene del barrio, que se limitan a hablar de fiestas y armas. Yo hablo del barrio desde otras perspectivas, con otros rostros que tiene por mostrar, y eso era lo que quería poner sobre la mesa.
Interesante que muestres una cara diferente del barrio, además porque dentro de una industria donde se produce tanta música, mucha puede llegar a volverse genérica. Entonces te pregunto: ¿qué es lo que hace a Junior Zamora distinto?
Lo que dices fue una de las premisas que discutimos con el equipo: ¿de qué manera no vamos a caer en ese sonido genérico del mainstream? Por eso siento que, cuanto más crudo estuviera el disco, con más distorsiones y saturaciones, más nos alejaríamos de ese sonido perfecto de lo masivo. También buscamos que los acordes no se parecieran a los de las canciones que suenan todo el día en la radio, alejándonos del “copia y pega de acordes” que, si bien sirvieron para pegar una canción, se empiezan a usar en todas.
“Alejándonos del “copia y pega de acordes” que, si bien sirvieron para pegar una canción, se empiezan a usar en todas”.
La única persona que puede contar la historia que traigo en este disco del Vallado 3 soy yo. También pasa con los chicos que mencionaba que participaron en “Habláles”: lo que ellos compusieron y dicen, solo lo pueden hacer ellos.
Cuando uno tiene una verdad que solo puede contar por lo que ha vivido, no hay forma de que eso se parezca a nada. En toda la estética del disco, desde la música hasta los videos y demás, está nuestra manera de entendernos en el barrio.
¿Qué tan personales son los interludios? ¿Cómo fue la historia detrás de ellos?
El intro y los interludios son los lugares más honestos del disco. Siento que son esos detalles importantísimos que ayudan a cerrar un grupo de canciones dentro de la gran obra. Desde pequeño, me encanta escuchar álbumes completos, y era muy extraño porque todo el mundo descargaba canciones por separado; yo no, yo descargaba todo el disco y me fascinaba escucharlo de principio a fin. Desde que tenía 13 años hacía eso, me iba con 500 pesos a la sala de internet, y ese ejercicio me dio el entendimiento de lo que es una gran obra, de lo que es un disco.
Entonces, el primer interludio, “Querido Jay”, es como normalmente me saluda mi mamá en sus notas de voz de cinco minutos que siempre empiezan así. Es muy bonito poner eso en el disco porque es una persona que está muy orgullosa y feliz por mí. “Las Tres Vírgenes”, que es el segundo interludio, es un lugar que conocí recientemente y me encantó ese nombre, que encaja perfecto con la historia que cuenta la chica en el interludio, además del significado de las palabras que componen ese nombre.
Dentro del disco hay muchas mezclas de géneros y sonidos, y también muchas formas en las que usas tu voz. Siento que en varias ocasiones dejas en claro que tienes una muy buena capacidad vocal. ¿Qué tan importante es mostrar que posees esa capacidad vocal y esa versatilidad?
¡Uf, genial que te hayas dado cuenta de eso! Le trabajé muchísimo a la voz. En algunas ocasiones, cuando estaba interpretando, sentía que lo que decía no me lo creía realmente. Para mí, como artista, la interpretación es de las cosas más valiosas. Cuando la gente me escucha y dice: “Papi, yo siento ese dolor, siento como te estás desgarrando”, no quería que eso se perdiera cuando estaba rapeando. Hubo momentos en que, como te decía, me tocaba abandonar la sesión o trabajar en algo diferente porque sentía que no lograba la interpretación que quería. Además, yo no soy rapero, así que me esforzaba mucho más para conseguir el sonido que buscaba.
“Este disco muestra a Junior: el cantante, el rapero y el íntimo”.
Este disco muestra a Junior: el cantante, el rapero y el íntimo. Siento que eso también hace que este disco sea algo distinto, meterle tanto al sonido de la voz en tiempos donde ya no es tan necesario o donde ya los artistas no lo hacen tanto.
De lo que hoy popularmente se les dice “factos”, me gustaría saber y que le contaras a la gente, ¿cuáles son en el disco?
El gran facto del disco es que no todo lo que brilla es oro, y ¿para qué el oro si aquí somos joyas? Esa frase resume muchas de las verdades de nosotros, los pelados del barrio. También siempre se nos ha enseñado que, si algo no da plata o no brilla, no funciona. Durante el disco, estoy visitando esas joyas que están detrás de esa frase.
“No todo lo que brilla es oro, y ¿para qué el oro si aquí somos joyas?”
También que Cali no es solamente salsa, y que Cali es Cali y lo demás es loma. Las lomas son lo que hacen Cali; las lomas y los barrios de las periferias son lo que conforma la ciudad. Iba caminando por el oeste de la ciudad y escuché a unos raperos. Uno dijo esa línea: “Cali es Cali y lo demás también es Cali”. Ese facto me marcó; es una verdad gigante. Fui y le pregunté cómo llegó a esa línea, y me respondió que siempre están diciendo: “Cali es Cali y lo demás es loma”, que es de una excelente canción, pero la loma es lo que hace a Cali. La gente de las lomas y las periferias construye esta ciudad.
Las periferias siempre tienden a estar olvidadas en cualquier ámbito…
Eso es universal, en cualquier lugar del mundo.
Ya para terminar, me encantó la canción “Bolero”. ¿Por qué decidiste incluir un bolero en este disco?
Es de mis favoritas del disco. Esa canción se metió sola en el álbum. En el campamento creativo que te conté, íbamos a buscar “cobre”, a sacar muchas canciones para elegir. Dentro de ese cobre, que fueron varias canciones, salió oro cuando esta canción vio la luz. Fue un sonido que en realidad nadie estaba buscando. La premisa con los productores y compositores era pensar qué dirían y cómo lo dirían las joyas, y estábamos buscando por el hip hop, por el trap, pero al segundo día llegó Jossman con este bolero. Es que claro, estábamos dejando de lado un universo musical gigante; en el barrio no solo se escucha una cosa.
Este disco tiene dos canciones con sonidos reales; “Bolero” es una de esas. Esos sonidos son hermosos, y volver a tocar instrumentos en tiempos donde no es necesario hacerlo es una maravilla.