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Imagine Dragons aún sabe cómo hacer retumbar estadios y convertirlos en escombros

La banda de rock alternativo continúa siendo fiable y tremenda en la segunda entrega de su LP doble, Mercury

Por  MAURA JOHNSTON

El grupo de Las Vegas presentará en Buenos Aires nuevas canciones y los clásicos de su repertorio.

Eric Ray Davidson

Imagine Dragons

Mercury

Digan lo que quieran sobre Imagine Dragons, pero ellos nunca dejan las cosas a medias. Desde su auge a principios de los 2010 con sencillos como la bestial ‘Radioactive’ y la balada ‘Demons’, la banda de Las Vegas ha sido grande en todo sentido: su éxito, su sonido y su ambición. De modo que tiene sentido que su álbum más reciente, un opus de nombre Mercury — Act 2 con 18 cortes, sea la segunda mitad de un LP doble que culmina lo que comenzó el monumental Mercury — Act 1.

Este nuevo disco habla sobre las consecuencias existenciales de la pérdida descritas en su predecesor, con canciones repletas de autodesprecio y arrepentimiento, aunque de vez en cuando muestra un poco de energía más positiva. “La vida solo es perspectiva/Reír cuando la has destruido”, reflexiona el vocalista Dan Reynolds en ‘Symphony’, y parece que esta es la premisa de Act 2 al alimentar el sonido estruendoso del grupo con letras oscuras y astutas y, en una que otra ocasión, elecciones sonoras que le permiten respirar un poco.

Los Imagine Dragons han observado cautelosamente lo que ha funcionado en el rock alternativo durante las últimas tres décadas, llegando a fusionar elementos de sus artistas y agrupaciones más representativos para saber quién hace sacudir más estadios. En la furiosa ‘I Don’t Like Myself’ y la amigable ‘Take It Easy’, los quejidos de Reynolds se apaciguan lo suficiente como para rememorar el estilo vocal de Anthony Kiedis después de ‘Under the Bridge’, con esa especie síncopa reggae que ha mantenido vigentes a agrupaciones como Sublime incluso entre la generación z. Las líneas de guitarra acústica de temas como la melancólica ‘Younger’ y la delicada canción de amor ‘Ferris Wheel’ se asemejan a su sencillo de 2011, ‘It’s Time’.

La experiencia auditiva y naturaleza alegre de ‘Symphony’ hace que este sea uno de los momentos más álgidos del álbum, mientras que los riffs agrestes y el coro explosivo de ‘Blur’, suenan como si Imagine Dragons se inclinara hacia el pop crossover. Pese a que la banda podría ser considerada como propensa a la magnanimidad a nivel musical y emocional, Mercury — Act 2 mete su efusividad en pequeños paquetes. Inclusive los cortes más compungidos, como la reflexiva ‘Bones’ y la vigorosa ‘Higher Ground’, iluminan las sombras a medida que va avanzando.

En ocasiones, la tendencia de Imagine Dragons de ir más allá le da a su música mucho más peso. ‘I Wish’ es una balada de arrepentimiento sobre un amigo que falleció antes de que fuese posible despedirse, y su contenido la hace un complemento natural para el maximalismo emocional de la agrupación. Aquí la voz de Reynolds está en su máximo esplendor y el verso, “Cómo desearía haber sido un mejor amigo/Antes de que fuera demasiado tarde”, es el tipo de sentir que incluso la persona más reservada gritaría en una habitación vacía.

Actualmente, Imagine Dragons ha estado en la cima de una atestada montaña de actos de rock por más de una década, y en Mercury — Act 2 no se están reinventando, pero están afinando lo que los ha hecho uno de los pocos grupos confiables a la hora de encabezar carteles e introducir temas en playlists de pop. Este LP es el resultado de una banda que sabe cuál es su atractivo y ajusta solo lo necesario para interesarle a quienes no sean sus fans, pero sin perder de vista cómo han subido a los mejores escenarios del mundo.

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