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Fue la mano de Dios

En La gran belleza, Paolo Sorrentino se apropió de . Ahora hace lo mismo con Amarcord

Paolo Sorrentino 

/ Filippo Scotti, Toni Servillo, Teresa Saponangelo

Por  ANDRÉ DIDYME-DÔME

Cortesía de Netflix

“Casi todo es verdad” dijo el director italiano Paolo Sorrentino con respecto a su último trabajo, el cual es una colección de recuerdos de su juventud. Su título hace referencia a Diego Armando Maradona, especialmente a los hechos ocurridos el 30 de junio de 1984, cuando el Nápoles compró al “mejor jugador del mundo” (con el perdón de Pelé).  

Fue la mano de Dios es un trabajo con un hermoso y evocador trabajo de fotografía que captura la belleza de Nápoles, cortesía de Daria D’Antonio (quien hizo lo mismo con la Roma La gran belleza, la mejor película de Sorrentino hasta la fecha), y que bien puede considerarse como una colección de viñetas colmadas de grandes dosis de realismo mágico. Sin embargo, por más personales que sean los trabajos de Sorrentino, el director no puede escaparse al fantasma de Federico Fellini. 

Aunque Fellini se referencia de manera explícita en la cinta como una figura tan influyente como lo fue Maradona, en la vida del joven Paolo (aquí bajo el nombre de Fabietto Schisa), lo cierto es que los amantes de uno de los directores más importantes en la historia de cine (así como uno de los más originales) nos daremos cuenta que Fue la mano de Dios le roba descaradamente a los clásicos de Fellini como lo son Il viteloni, El jeque blanco, La dolce vita, Y la nave va, y muy especialmente, a Amarcord (la cinta autobiográfica del gran director italiano). 

El actor Filippo Scotti, quien interpreta a Fabietto, luce como un adolescente sacado de Salò o los 120 días de Sodoma, pese a un Walkman que nos recuerda constantemente que estamos en los años ochenta y no en el centro de torturas gestado por Pasolini. Sus padres son Saverio (Toni Servillo), el empleado de un banco, y María (Teresa Saponangelo), una incorregible bromista. Los dos se aman profundamente y se silban el uno al otro como si fueran periquitos, pese a que Saverio lleva engañando a su pareja con una colega del trabajo por mucho tiempo (a ella nunca la veremos). Los hermanos de Fabietto son Marchino (Marlon Joubert), quien intenta infructuosamente convertirse en extra para la nueva película de Fellini; y Daniela (Rossella Di Luca), a quien solo escucharemos, ya que se la pasa encerrada en el baño. 

Como si se tratara de una retorcida versión de Encanto a la italiana, conoceremos a varios miembros de la familia extendida de Fabietto, como lo son la tía Patrizia (Luisa Ranieri), una mujer tan hermosa como trastornada, y que el chico desea con locura; el tío Franco (Massimiliano Gallo), el celoso y abusivo esposo de Fabrizia; o el tío Alfredo (Renato Carpenteri), un hombre que amenaza con suicidarse si Maradona no va Nápoles y que cree en el poder sobrenatural de “la mano de Dios”. Las mujeres voluptuosas y sufridas, los hombres machistas y controladores, y los adolescentes que solo piensan en iniciarse en el sexo de las películas de Fellini, también están presentes en la cinta de Sorrentino, de una manera tan exagerada y caricaturesca, que hacen que los personajes italianos de la cinta animada Luca, se vean menos estereotipados que los miembros de la familia de Fabietto. No cabe duda que Fue la mano de Dios es un trabajo que posee alma y sentimiento, algo que es evidente en varias escenas particulares: La triste pérdida de la virginidad de Fabietto con su vecina la Baronesa Focale (Betti Pedrazzi); el momento en el que Fabietto puede llorar por fin en el patio de su colegio; y en el encuentro del joven con el cineasta Antonio Caputo (Ciro Capano), un mentor en la vida real para su director. Pero Sorrentino debe ir más allá de las relaciones edípicas de corte psicoanalítico para asumir que, como diría Freud, hay que “matar al padre” para poder madurar. Ya es hora de que el fantasma de Fellini sea exorcizado. 

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