La alegría y la excitación por el reencuentro no solo se siente en ese flujo energético que suele fluir entre los que están arriba y los que están abajo del escenario. En esta primera edición del festival Cordillera, en las instalaciones montadas en el centro del Parque Simón Bolivar, en Bogotá, también fluye detrás de escena, donde una enorme cantidad de músicos del continente, la mayoría de ellos referentes de eso que a mediados de los 90 se conoció como “rock latino”, se vuelven a cruzar en la ruta mirando ya de lejos la pandemia que los dejó a todos sin girar por casi dos años.
Los abrazos, las charlas efusivas, los brindis y los recuerdos de viejas batallas aquí o allá, se entrecruzan especialmente entre los integrantes de la legión argentina, protagonistas de la primera de las dos fechas del festival con afiladas y movilizadoras actuaciones de Los Auténticos Decadentes, Babasónicos y Los Fabulosos Cadillacs, tres de los mayores exponentes del rock de exportación que tiene hoy la Argentina. Tres grupos amigos que en las últimas décadas cruzaron sus caminos en ciudades de todo el continente y que aquí, en la húmeda Bogotá, volvieron a coincidir con espíritu festivo y fraternal.
Pero por suerte la cosa no quedó tras bambalinas, sino que esa misma vibra pareció haber potenciado cada uno de los conciertos que ofrecieron los representantes argentinos de una grilla que sorprendió por su desmesura a propios y ajenos aquí en la capital colombiana: además de Cadillacs, Babasónicos y Decadentes, ayer se presentaron Caifanes, Mon Laferte, Molotov, No Te Va Gustar, Soja, Los Amigos Invisibles, Totó la Momposina, Emir Kusturica y la No Smoking Orchestra, The Wailers y Mad Professor, entre otros. Y esta noche continuará con Maná, Café Tacuba, Zoé, Aterciopelados, Julieta Venegas, Draco Rosa, Kase.O, Moenia y los argentinos Conociendo Rusia y Chancha Via Circuito. Un plantel de estrellas que logró agotar las 25.000 entradas a disposición para cada jornada y dejó contentos tanto a los organizadores colombianos como a los productores argentinos que se acercaron hasta aquí con el fin de trasladar el año próximo el festival a Mendoza (en noviembre), con el mismo sentir andino (muy presente aquí desde la estética también) y un futuro itinerante por la región.
La cantidad de temas que tan solo estas tres bandas han incrustado en el cancionero popular latinoamericano sobra para ofrecerles el título de embajadores de la música nacional. De “Vasos vacíos” a “Diosa”, de “Los Calientes” y “Deléctrico” a “Matador” y “Siguiendo la luna”. Y el listado podría armar varias playlist de hits continentales: “Gente que no”, “La guitarra”, “Loco (tu forma de ser)”, “Un osito de peluche de Taiwán”, “El gran señor”, “Irresponsables”, “La lanza”, “La pregunta”, “El colmo”, “Putita”, “Manuel Santillán, el León”, “Calaveras y diablitos”, “Saco azul”, “Mal bicho”, “Mi novia se cayó en un pozo ciego”.
Los tres mostraron su chapa de “locales”, ante un público que, sorpresivamente, estuvo compuesto por una buena parte de sub-30, lo que habla del traspaso generacional que han hecho tras años y años recorriendo el continente.
Los Cadillacs fueron los encargados del cierre, con esta nueva vuelta a los escenarios que los tendrá el mes próximo por México, en noviembre por Chile y la promesa de un 2023 recargado, con un tour celebración por los 30 años de “Matador” que los hará pisar por primera vez el festival Coachella, en el desierto californiano, y tendrá también su correlato en Argentina. Con una gran expectativa, la banda sacudió al público con su obra más festivalera y la gente, con gran presencia de vecinos ecuatorianos, chilenos, parguayos, mexicanos y argentinos, lo agradeció saltando y cantando las canciones hasta bien entrada la madrugada (algunos estaban en el predio desde hacía más de doce horas).
El demoledor e implacable show de Babasónicos fue el último de una extensa gira que los llevó por Europa y que días antes del festival Cordillera los tuvo en escenarios de Bogotá, Guayaquil y Medellín. De aquí en más pasearán el cancionero de su último álbum, Trinchera (que acaba de editarse en vinilo), por el interior (con dos fechas en Buenos Aires en el Movistar Arena, el 26 y 27 de octubre). Entregados a “la locura del show”, la banda demostró lo ajustado que tiene este espectáculo, tras un año intenso de conciertos.
En el mismo escenario, una hora antes los Decadentes jugaron su mejor juego, con Mon Laferte de invitada oficial y un Kusturica imprevisto que se sumó al pasar. Y si de girar se trata, los “non-stop” Decadentes se preparan para otro maratónico mini-tour de 20 días (con tan solo tres sin show) por México y Estados Unidos a lo largo de octubre.
Van, vienen, vuelven, llegan y otra vez al ruedo. Fabulosos, Babasónicos y Decadentes, adjetivos populares en América latina.