En los últimos años se ha visto el resurgimiento de muchas piezas clásicas ochenteras; sin embargo, también volvió algo que nadie quería ver: la ansiedad que provocó la Guerra Fría. Cuando la Unión Soviética colapsó en 1991, parecía el fin de la obsesión de la cultura pop con la amenaza de un tercer conflicto planetario. Pero con la guerra de Putin contra Ucrania, los Estados Unidos se dieron cuenta del potencial de amenaza nuclear de Rusia, y este logró despertar un miedo particular del pasado (“Los EE. UU. vs. El mundo”), que no estamos preparados para manejar.
El imaginario apocalíptico estaba en auge en los ochenta, el mundo parecía a punto de explotar. Es curioso escuchar hoy en día éxitos como ‘1999’, ‘99 Luftballons’ o ‘The Final Countdown’, sin darnos cuenta de que son canciones que hablan explícitamente sobre una aniquilación nuclear, que la gente pensaba llegaría algún día. Ahora se pueden disfrutar películas como Top Gun como una comedia romántica, con la orgía de voleibol más cargada de erotismo del cine, en vez de una propaganda para la gran guerra.
Pero este año esa ansiedad volvió, siendo la primera vez registrada en la memoria cultural. Incluso salió una película de Top Gun protagonizada por Tom Cruise como Maverick, como si el partido de voleibol nunca hubiera terminado. Y definitivamente tendrá un impacto diferente al que hubiera tenido si la estrenaban hace un año. Pese a todo esto, la cultura del día del juicio final siempre ha sido muy popular, incluso después de haber olvidado la razón original.
Un buen ejemplo es ‘Crazy Train’, una canción que todos escuchamos en bodas, fiestas colegiales, eventos deportivos o en una camioneta con niños cantándola felizmente. La canción claramente habla sobre la carrera por las armas nuclearles, además del miedo y la impotencia que sentían hasta los ciudadanos más pudientes, incluyendo estrellas de rock. Ozzy Osbourne canta: “Herederos de una guerra fría, eso es en lo que nos hemos convertido/ Heredando problemas, ¡estoy mentalmente anestesiado!”. Y Ozzy prefería anestesiarse de cualquier otra manera. Cualquiera podía escuchar que ‘Crazy Train’ era una diatriba contra las mentes malvadas que planeaban la destrucción. Pero ahora significa que el DJ de una boda está recibiendo sugerencias y un tío descarrilado se pasó de copas.
Pese a todo esto, la cultura del día del juicio final de la Guerra Fría siempre ha sido muy popular, incluso después de haber olvidado el contexto original.
Es difícil exagerar al hablar del impacto que tuvo esa amenaza atómica en la cultura de entonces. Al comienzo de los años ochenta el planeta estaba dirigido por dos superpotencias que basaban sus decisiones en la suposición de que pronto estarían incinerando a 400 o 500 millones de ciudadanos en una guerra nuclear; ese era el Plan A. En la URSS, el tipo con el dedo en el detonador era un viejo borracho llamado Leonid Brezhnev; y en Estados Unidos fue Ronald Reagan quien anunció: “El 80 % de la contaminación del aire proviene de las plantas y los árboles”. Estas eran las mentes encargadas de los códigos nucleares. Así que, hasta luego, adiós, auf Wiedersehen, good night.
La música estaba obsesionada con preguntarse qué sería de la vida humana después del apocalipsis, ¿acaso existiría? Y, porque era pop, ¿cómo afectaría nuestros besos? El tema estaba presente en el metal de Saxon, que le dijo a MTV que usaban armaduras preparándose para luchar por su comida en los terrenos baldíos que quedarían tras la bomba nuclear. Estaba en el P-Funk, quienes describieron su ritmo como “La bomba”. Incluso estaba presente en los grupos de pop más tontos, como Bow Wow Wow y su éxito ‘Jungle Boy’, que habla sobre escapar a la naturaleza para tener mucho sexo porque “cuando la ciudad se convierta en escombros, ¡qué problema!”.
Pero las canciones y las películas mantuvieron su popularidad después de que la Guerra Fría terminara, incluso cuando los Estados Unidos estaban listos y ansiosos por olvidar. Ahora que ese pánico volvió, obligó a los estadounidenses a enfrentar viejos mitos que habían sido enterrados junto con los miedos por el futuro. No obstante, el renacimiento de la Guerra Fría es un shock para el imaginario cultural. Hace unos años se estrenó una película llamada Yesterday, que habla sobre un mundo en el que los Beatles han sido olvidados y solo una persona recuerda sus canciones. Cuando el protagonista da un concierto en Moscú, el público canta feliz ‘Back in the U.S.S.R.”, incluyendo la frase “las ucranianas me vuelven loco”. Esta escena ya era de no creer en 2019, pero ¿nadie del equipo sabía que Rusia y Ucrania ya no eran el mismo país? ¿O de las miles de personas que habían sido asesinadas en batalla? Que se les hubiera olvidado no era raro, esa era la fantasía que Estados Unidos tuvo del mundo por mucho tiempo. Una fantasía en la que los estadounidenses ganaron la Guerra Fría. Una fantasía en la que Estados Unidos vivió sumergido por más de 30 años. Pero esa fantasía quedó en el pasado.