Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente
Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente

Es 2023, y los Stones han hecho un disco para escuchar más de una vez

La agrupación no había sonado tan bien desde hace casi medio siglo.

Por  DAVID BROWNE

noviembre 1, 2023

Mark Seliger*

Sin contar su disco de covers de blues de 2016, la última vez que los Rolling Stones nos dieron un álbum con material inédito fue durante el periodo presidencial de George W. Bush. El disco de 2006, A Bigger Bang, tenía personalidad, pero no fue especialmente memorable, y en las casi dos décadas posteriores, incluso los Stones comenzaron a preguntarse si necesitábamos otro disco de ellos. Se preguntaban si tenía sentido atravesar el proceso después de tanto tiempo, el esfuerzo tenía que valer la pena. 

Sorprendentemente, lo han logrado. Reuniendo grandes temas que nadie en su sano juicio esperaría en 2023, Hackney Diamonds no es simplemente otro nuevo álbum de los Stones, sino un trabajo vibrante y cohesivo, es su primer disco en años que querrás escuchar más de una vez antes de archivarlo.

Tal vez por contar con un productor primerizo junto a ellos (Andrew Watt), por las posibilidades tecnológicas, o simplemente por el deseo de recordarnos los que nos interesa de ellos, los Stones no habían sonado tan enérgicos y concentrados en lo que parece ya medio siglo. Las guitarras de Keith Richards y Ron Wood son nítidas y ordenadas, y gran parte del rasgueo descuidado del pasado ha desaparecido. Dependiendo de la canción, Mick Jagger suena irascible, irritado, necesitado o despreocupado, con letras y un acento británico más pronunciado. En el entrecortado sencillo ‘Angry’, escupe: “No ha llovido en un mes, el río se secó / No hemos hecho el amor y quiero saber por qué”. No es exactamente poesía rock, es cierto, pero tampoco había sonado tan comprometido con las canciones de la banda desde el apogeo del casete. ‘Depending on You’ podría haber sido una de esas baladas que se abrieron paso en álbumes posteriores de los Stones, pero Jagger se lamenta como si quisiera que todo el mundo lo escuchara.

Cuando todos esos elementos se juntan, una fuente de la juventud emerge milagrosamente. Hacia el final de ‘Live by the Sword’, uno de los dos temas que hicieron junto al baterista Charlie Watts antes de su fallecimiento en 2021, Jagger gruñe mientras las guitarras se desgarran a su alrededor, es difícil creer que estamos en el Siglo XXI. Con Andrew Watt puliendo el sonido lo suficiente, las canciones que fácilmente podrían haber sido olvidadas se sienten revitalizadas.

En ‘Mess It Up’ Jagger intenta torpemente conectarse con alguien menor de 30 años que apenas haya oído hablar de los Stones: “Compartes mis fotos con todos tus amigos/las publicas, no tiene sentido”, canta. Sin embargo, la combinación de su entrega y el swing de percusión de Watts elevan la canción. También es destacable la forma en que algunas de estas canciones equilibran el pop de Jagger y el rock de Richards de una manera más fluida que en discos como Bridges to Babylon.

Steve Jordan, el antiguo miembro de X-Pensive Winos, que ha ocupado el lugar de Watts en la gira, toca en la mayor parte del disco. Jordan golpea su instrumento con más fuerza que Watts, pero sus contribuciones no son tan sorprendentes como podrían haber sido. En la canción más ambiciosa del álbum, ‘Sweet Sounds of Heaven’, lo arrojan todo contra la pared: un arreglo de gospel de honky tonk que aumenta gradualmente, mientras Jagger reflexiona sobre la gente que pasa hambre y satisface su propia sed material, Stevie Wonder toca el piano y Lady Gaga grita para aumentar el fervor. 

Incluso Richards se emociona. ‘Tell Me Straight’ se basa en un riff sombrío y esquelético que no habría estado fuera de lugar en un disco grunge de los 90, es tan tenso como el resto del álbum, y él también suena involucrado en cada nota, evitando sus entregas farragosas del pasado.

Hemos llegado a un período fascinante en la historia del rock, en el que los rockeros envejecidos no sólo se arrastran al escenario, sino que continúan escribiendo canciones, un territorio inexplorado para ellos y para nosotros. Por primera vez en esa generación, podemos escuchar lo que piensan Bob Dylan, Neil Young, Paul McCartney, Paul Simon o Judy Collins, cuando entran a la vejez, en canciones que confrontan la mortalidad, miran hacia atrás sus vidas tumultuosas o la historia reciente, y despotrican ocasionalmente sobre el estado del planeta o la política.

Por momentos Jagger se entrega a momentos contemplativos. “Las calles por las que solía caminar están llenas de vidrios rotos / Y donde quiera que mire, hay recuerdos del pasado”, canta en ‘Whole Wide World’. En la canción country ‘Dreamy Skies’ busca alejarse de todo, añorando una vieja radio AM y un disco de Hank Williams.

Con una contribución discreta de Paul McCartney en el bajo, ‘Bite Your Head Off’ termina siendo un gran acierto, y el delirio de Richards y Wood al final es una montaña rusa sonora. El cierre del álbum (Jagger y Richards solos, tocando ‘Rollin’ Stone’ de Muddy Waters, aquí llamado ‘Rolling Stone Blues’) parece cerrar obviamente el círculo. Sin importar si es su último álbum o no, canciones como ‘Bite Your Head Off’ son la forma en que queremos recordarlos a ellos y al rock mismo.

CONTENIDO RELACIONADO