Enanitos Verdes: Nuestra vida en 20 canciones

Murallas, amigos y un lamento boliviano: íconos del rock cuyano y latinoamericano revisan sus hits

Por  OSCAR JALIL

septiembre 9, 2022

Felipe Staiti, Marciano Cantero y Daniel Piccolo, la formación clásica de los Enanitos Verdes.

José Luis Massa

“Todo arrancó en mi casa. con Marciano nos empezamos a juntar en mi habitación, él con su bajo y yo con mi guitarra”, dice Felipe Staiti sobre los inicios de los Enanitos Verdes y el comienzo de una alianza compositiva con Marciano Cantero. “En ese momento, el único elemento era la ilusión, porque no había ninguna realidad, solamente las ganas de tocar”. La casa familiar de los Staiti aún espera por una placa que indique el punto cero de una de las historias más relevantes del rock latinoamericano: ubicada en el número 213 de la calle Gutenberg, en la zona oeste de Mendoza Capital, el lugar parece otro eslabón secreto de una larga lista de logros poco reconocidos fronteras adentro para la banda que junto a Soda Stereo, Virus y Zas lideró la conquista del continente en la década del 80. Pero a diferencia de sus pares, los Enanitos Verdes nunca detuvieron su motor: giras interminables, plena actividad discográfica y ventas que superan los cuatro millones de discos vendidos son solo algunas de las razones para trazar una merecida reparación histórica o, al menos, recuperar un glosario de perfecta caligrafía pop.

La formación inicial se completó con Daniel Piccolo en batería. Corría el año 1979 y aún faltaba mucho para llegar al registro del álbum debut, Enanitos verdes. Una presentación consagratoria en el Festival de La Falda de 1984 abrió el mapa de expansión y una carrera ascendente con discos repletos de hits radiales: Contrarreloj (86), Habitaciones extrañas (87) y Carrousel (88), todos producidos por Andrés Calamaro, mostraban la agilidad para crear poderosos estribillos marcados por melodías pegadizas y riffs de precisión. “Desde el principio fuimos muy aplicados en hacer bien nuestro trabajo, en querer mejorar sabiendo que lo más importante es la música. Todo eso permitió que siguiéramos en actividad, resistiendo los embates que suponen las giras”, dice Marciano Cantero, que después de catorce años de vivir en Hermosillo, la capital del estado mexicano de Sonora, retornó a Mendoza. La aceptación de las canciones de la banda en Latinoamérica y Estados Unidos puede explicarse en una apuesta ambiciosa o un capricho del destino: “Simplemente tuvimos éxito en el exterior, entonces nos abocamos a ese mercado con giras y nuevos discos”, dice el cantante y bajista. Prueba de ello es la reciente y extensa gira por México y Estados Unidos junto a la banda española Hombres G, que tuvo escalas sold out por escenarios míticos como el Hollywood Bowl de Los Ángeles y el Radio City Music Hall de Nueva York. “Presentarse en el Hollywood Bowl y llenarlo es tocar el cielo con las manos, es el mismo escenario en el que estuvieron Los Beatles. Fue muy gracioso, porque los empleados del lugar nos decían que, en lo que va del año, nunca habían escuchado un show en el que la gente cantara con tantas ganas y la pasara tan bien.” Ni algunas tormentas internas ni los cambios de integrantes –el último protagonizado por Piccolo, que dejó el grupo en 2009 y fue reemplazado por Jota Morelli– han socavado una historia de 40 años. “Las canciones tienen encanto porque son las que la gente quiere escuchar. De alguna manera, estos temas se relacionan con un momento de las vidas de nuestro público en el que fueron felices, y el solo hecho de volver a invocar ese pensamiento ya te hace feliz de nuevo. Creo que esa es la razón que explica la vigencia de nuestras canciones.”

“Aún sigo cantando”

Enanitos verdes 1984

Marciano Cantero: Recuerdo que agarré la guitarra y un cuaderno y me fui a la habitación de mis viejos, me senté en la cama y en cinco minutos salieron la música y la letra. Al toque la grabé en un grabadorcito a casete para no olvidármela. La canción habla mucho más de mí que cualquier otra que haya compuesto en mi vida. Me cuesta explicarla, pero la letra es muy descriptiva… La grabamos en los estudios Del Cielito con Gustavo Gauvry, pero justo en este tema el ingeniero de sonido fue el Toro Martínez, un histórico sonidista de Luis Alberto Spinetta.

Felipe Staiti: A pesar de ser un tema escrito en una temprana juventud, el decir “aún sigo cantando” era casi un presagio de lo que vendría. Las buenas, las malas, pero “aún sigo cantando”. Más que un tema, es una declaración de principios.

“La muralla verde”

Contrarreloj 1986

Marciano: En 1985, los Enanitos éramos los músicos de la banda que acompañaba a Piero. Me acuerdo perfectamente de que en el ómnibus de gira habían sacado los asientos de las últimas filas para poner colchones. Estaba bueno, porque podías dormir o tirarte a leer o escuchar música. En un momento, me fui ahí con la guitarra acústica y un pequeño grabador, y la escribí en cuestión de minutos. La canción quedó guardada en un casete, pasó el tiempo y, cuando volví a mi casa, la escuché de nuevo entre otras tantas que había bosquejado en la gira. Realmente me sorprendió: “¡Wow, esta está buena!”. Terminó de cerrar cuando la llevé al ensayo. Ahí ya tomó la forma que todos conocen.

Felipe: El riff de guitarra lo tenía, pero sin ver muy claramente un camino cierto. Lo tocaba y me gustaba, nada más. Cuando apareció Marciano con el tema, el riff encontró su destino.

Enanitos en los inicios. “Desde el principio fuimos muy aplicados”, dice Marciano.

“Tus viejas cartas”

Contrarreloj 1986

Marciano: Siempre lo cuento en los shows: en los 80, cuando nosotros empezamos a salir de gira, obviamente no existían Facebook, ni Twitter, ni mucho menos los teléfonos celulares. La única manera de comunicarse con alguien que estaba lejos era por teléfono, que era bastante caro. O escribir cartas, con el riesgo de que a veces volvías de la gira y la carta todavía no había llegado… Esas cartas tenían la urgencia del momento, y, de alguna manera, “Tus viejas cartas” es una forma de recordar a la persona a la que le escribí cuando estaba de gira. Se trata simplemente de ese sentimiento, y también del hecho romántico de que las cartas representan esos mensajes que quedan escritos para siempre.

“Simulacro de tensión”

Contrarreloj 1986

Marciano: Es una canción de Tito Dávila y Felipe. Me acuerdo de haber hablado mucho de este tema con Andrés [Calamaro], que fue el productor de Contrarreloj. La idea era mantener un espíritu de banda de garage a lo largo de todo el disco. Pero, justamente en “Simulacro de tensión”, tuvimos una estética más Duran Duran y le imprimimos un sonido muy de época. Creo que lo logramos. Me acuerdo de haber estado mucho rato buscándole un buen audio al bajo, y en general estábamos bastante enfocados en que sonara todo bien.

Felipe: Nuestra primera ida a Colombia, anterior a grabar Contrarreloj, marcó un poco la idea de la tensión. Tensión porque la Medellín de esos tiempos era el lugar de la guerra narco y los disparos se escuchaban a diario desde la habitación del hotel. En Bogotá también nos había tocado lo de la toma del Palacio de Justicia, se vivía en alerta constante. Era esa Colombia que por ahí hoy retratan las series de Netflix. La música la tenía dando vueltas y la completamos con el tecladista Tito Dávila. La estética lograda en el disco es un claro ejemplo de la idea musical de esos años: los samplers, las programaciones y esos tambores con mucha cámara.

“El extraño de pelo largo”

Habitaciones extrañas 1987

Felipe: Yo era muy chico, y en mi casa sonaba todo el día el compilado Los preferidos a la Luna, que incluía este tema de La Joven Guardia. La atracción que ejercía esta canción sobre mí era muy fuerte. Cuando empezamos a armar la lista de temas para la presentación de Contrarreloj, nos faltaban algunos más para completar el show. Así que echamos mano a “El extraño de pelo largo” para alargar el repertorio. A la hora de grabar Habitaciones extrañas se produjo ese hecho casi mágico de grabarlo totalmente en vivo –los solos de guitarra incluidos–, en una primera toma en esas sesiones interminables en los estudios Panda. Lo recuerdo como si fuera ayer. Esa grabación fue un momento muy grato. Todavía la tocamos en vivo.

“Por el resto”

Habitaciones extrañas 1987

Marciano: Es una de las primeras canciones que compusimos con Felipe, y una buena muestra de nuestro estilo de cantar cosas tristes con estribillos super felices: “Y ahora tendrás que seguir cargando tu cruz por el resto de tus días”, dice la letra, pero en un ambiente casi festivo. Me gusta mucho el audio que logramos. Una de las cosas que propusieron Andrés Calamaro y Mario Breuer (el ingeniero de sonido) fue mezclar el disco con un boombox, que son esos grabadores con parlantes gigantes muy populares en el mundo del hip-hop. Esa referencia nos daba la pauta de cómo iba a sonar el disco en los hogares de la gente. Fue una idea genial, y en esa canción se nota muy bien. Tiene un power impresionante.

Felipe: Simbología de una época. Creo que es una de las canciones más logradas de Habitaciones extrañas. La guitarra del comienzo tiene el ADN de ese momento de la escena musical reinante: los ecos cruzados, las cuerdas y el estribillo potente abren en nuestro historial discográfico un nuevo capítulo, el de unir los esfuerzos personales. El estribillo decía originalmente: “Por el resto de tu vida”, y le sugerí a Marciano lo de “Por el resto de tus días”. Por cierto, es mi solo de guitarra preferido.

“Te vi en un tren”

Habitaciones extrañas 1987

Marciano: Surgió a partir de algo que me sucedió en la vida real, pero no fue en un tren sino en un bus. Cuando era chiquito, vi a una niñita que me fascinó, me enamoré en forma instantánea. Cuando ella se bajó del micro, me quedé pensando cuadras y cuadras qué hacer mientras ella se alejaba. Creo que esa sensación me quedó a flor de piel, y muchos años después terminé escribiendo “Te vi en un tren”. También es una canción que me gusta mucho tocar en vivo.

Felipe: De esta canción recuerdo exactamente el momento en el que Andrés Calamaro nos mostró su primera mezcla, que era la que él proponía para que quedara en Habitaciones extrañas. Tenía una combinación de guitarras rabiosas, quizás adelantada a la plasticidad ochentosa. Al final hicimos una remezcla, que es la que quedó editada en el disco. Este era otro de esos riffs de guitarra que no tenían rumbo, y que encontró asilo en una canción “marciana” para completar la idea del tren que pasa. Lo destacado de esta versión es la coda del final.

“Guitarras blancas”

Carrousel 1989

Marciano: Contiene nuestra mirada personal sobre la política de los primeros años del retorno de la democracia. Nosotros veíamos que muchas cosas no habían cambiado demasiado, y el tema fue un poco nuestro intento de decir lo que pensábamos: “Por favor, déjenlos bailar”, dice el estribillo. También tiene mucho que ver con lo que habíamos vivido durante la época de la dictadura, con ese concepto de vivir con una bota en la cabeza siempre muy presente. La seguimos tocando en los shows todavía hoy, y la verdad es que la letra sigue sonando de lo más actual.

Felipe: Las giras por Latinoamérica empezaron a marcarnos definitivamente como banda cuando nos empezamos a encontrar con música increíblemente bien ejecutada por grandes músicos de salsa, vallenato y otros ritmos tradicionales del continente. En tiempos de descubrimientos, teníamos la necesidad de plasmar algo de esto en nuestros discos. El invitado de lujo en este caso fue el negro Rubén Rada en las congas, además de contar con la participación de Pablo Rodríguez en el saxo. Esta canción, que nació desde el riff de la guitarra, se proyectó hasta ahora como la infaltable en cada concierto que hacemos alrededor del mundo. “Guitarras blancas” se convirtió en uno de nuestros clásicos de clásicos.

“Igual que ayer”

Igual que ayer 1992 

Marciano: Hacía un par de años que habíamos dejado de tocar con los Enanitos. Por esa época llegaron los niños: en el 92 nace mi hijo Javier y volvemos a juntarnos. “Igual que ayer” fue el primer tema que se me ocurrió al volver a trabajar con la banda, y refleja un poco ese espíritu. Me parece que suena bastante simpático. Recuerdo que mi amigo Eduardo Lalanne tocó los teclados en ese disco, que tiene un par de canciones que quiero mucho. En parte, refleja ese momento de volver a componer en mi casa, el hecho de no estar de gira y retomar el oficio de escribir canciones.

“Amigos”

Igual que ayer 1992

Marciano: Está dedicada a mi hijo, pensando en que cuando se hiciera grande yo quería que fuéramos realmente amigos, más allá de ser padre e hijo. Afortunadamente ese ha sido el caso. Cuando terminaba el ciclo lectivo de Javi, los chicos de la escuela a la que él iba me pedían que tocara la canción. También me pasó algo muy bonito caminando por Bogotá, cuando escuché que el coro de una escuela estaba cantando la canción. Me quedé flasheado. Como diría Carlitos Balá: “Qué lástima que no lo puedo compartir”. Pensé en entrar a la escuela, pero me dije que no tenía ningún sentido y seguí caminando.

“Siglos de amor”

Igual que ayer 1992

Marciano: Queríamos que en una frase de la canción la voz tuviera esa cuestión creíble, absolutamente creíble, que representara la voz de tu conciencia. Vino a cantar León Gieco la parte que dice: “Dónde quedó ahora la ilusión que tuve ayer”, y quedó genial. También me acuerdo de la participación del Bebe Ferreyra en el trombón: nos miramos con Andrés y dijimos: “Esto es tremendo”. Fue tan bueno lo que tocó, que en la parte en la que iba a ir el solo de otro instrumento, quedó su arreglo. La canción me encanta, es muy simple, un tema sobre el dolor del amor.

“Lamento boliviano”

Big bang 1994

Marciano: La historia del rock mendocino tiene muchas bandas que hicieron que todo sucediera, y Alcohol Etílico es una de ellas. Los Enanitos Verdes fuimos muy fans, y en un momento Sergio Embrioni, que fue parte de nuestra banda, también fue miembro de Alcohol Etílico. Nos relacionamos de varias maneras, y de hecho tocamos juntos muchas veces. De todas sus canciones, siempre nos encantó “Lamento boliviano”. La tocábamos en las pruebas de sonido y, por lo general, alguien que estaba escuchando, ajeno a la banda, nos decía: “Qué buena que está esa canción”. Con ese espíritu, decidimos grabarla y darle una oportunidad. Me acuerdo de que Los Chaskis se hicieron cargo de la parte de sikus y flautas andinas. Habíamos grabado un demo en el que Felipe tocó un solo muy bonito. Le sugerí que volviera a tocar lo mismo para el registro definitivo. Estábamos en Los Ángeles, entonces alquiló una Fender Stratocaster de los 60: la guitarra y el equipo venían directamente de la casa de Jeff Beck, que había sido el último en utilizar esa viola. Felipe grabó el solo en lo que demoró en tocarlo y quedó una pieza de música maravillosa… La canción dice mucho más de lo que uno se imagina. Intenta sintetizar el sentir de los latinoamericanos.

Felipe: Este es un verdadero emblema del rock mendocino. Alcohol Etílico era una banda que no tuvo popularidad, pero sí grandes canciones. El “Lamento” es el fiel reflejo de esas composiciones que, una vez descubiertas, trascienden a su autor para transformarse en himnos que le pertenecen a la gente. Hice algunas actuaciones con esta banda de amigos de la adolescencia y cada vez que tocábamos el “Lamento” sentía que merecía otra oportunidad. Ya había sido grabada por Alcohol Etílico sin pena ni gloria. Llegó el momento de grabar Big bang y la hicimos. Los resultados aún son visibles. Es la canción más versionada de nuestro repertorio.

En vivo en Costa Rica, 2005. Archivo La Nación

“Guerra gaucha”

Guerra gaucha 1996

Marciano: Más que una canción, me parece que es un concepto que atraviesa todo el disco, sobre todo por esa sensación de que todo el tiempo uno está librando una batalla. La can- ción en particular tiene esa característica: la rebeldía, las ganas de decir cosas, algo que está muy conectado con los inicios de la banda. En 1982, conocimos en Buenos Aires a una chica inglesa que nos regaló muchos discos fundamentales en nuestra historia. En ese momento descubrimos a bandas como XTC, The Cure, Elvis Costello, U2 y The Clash, entre otras. Toda esa información nos vino muy bien para el crecimiento de la banda. Por un lado, estaba la actitud del punk y, por el otro, el deseo de tocar bien, de no ser desprolijos. Creo que Guerra gaucha, tanto el disco como la canción, representan esa idea de rock que teníamos nosotros.

Felipe: Es una de esas canciones netamente políticas, que retrata la situación de nuestro país en la época menemista, y esos primeros saqueos a supermercados que hicieron debilitar la patria en un sentido que yo no había vivido nunca antes. Los levantamientos de un pueblo en contra de un sistema que no funcionaba, o que no se encontraba en sintonía con la gente. Hubo disturbios, hubo sangre. En toda guerra hay sangre. Esta era nuestra Guerra gaucha. En general, creo que esta canción, que abre el disco, es el eje para componer el resto. Se trata del álbum más musculoso de nuestra historia. Como detalle, me parece exquisito el solo de guitarra que tocó Jeff Baxter [de Steely Dan] en esta versión.

“¿No te sobra una moneda?”

Guerra gaucha 1996 

Marciano: Sucedió algo parecido a lo que nos pasaba con “El extraño de pelo largo”. Siempre nos había impactado mucho esa canción de Billy Bond & The Jets, compuesta por Charly García. Yo la había escuchado varias veces versionada por Serú Girán, y me encantaba. Nosotros tratamos de hacer una versión que fuera digna. Y creo que el objetivo quedó logrado. Me cuesta explicarlo. Es una canción que me lleva a un lugar muy particular de la historia, de la vida. Me gusta mucho cómo quedó nuestra versión… 

Felipe: Durante la grabación de Guerra gaucha, estábamos inmersos en una catarata de giras debido al suceso de Big bang. Llegamos al estudio en Los Ángeles para grabar el disco, y en los ensayos apareció esta canción, quizás un poco olvidada del cancionero del rock argentino. Lo ensayamos y lograbamos, en parte como una manera de homenajear una época tan intensa como fue la de Billy Bond, y en parte para darnos el gusto nosotros de interpretarla y dejarla documentada. Lograda o no, fue divertido hacerla, y ni hablar de lo bien que la pasamos eventualmente, cuando la tocamos en vivo.

“Luz de día”

Néctar 1999

Marciano: Cuando la grabamos, yo estaba pasando por un momento muy particular de mi vida y creo que me quedó muy bien. La canté con mucho realismo, realmente yo sentía en la piel lo que pasaba en la canción. A través del tiempo, me di cuenta de que muchas veces, cuando escribís canciones, sos como un viajero en el tiempo. En realidad, estás escribiendo con una sabiduría que por ahí no tenés. Estás contando historias que, quizás, van a suceder dentro de 15 o 20 años. Digo esto porque me ha sucedido en lo personal. Estas canciones están vivas porque hay realidad en las palabras, y “Luz de día” habla, obviamente, de un reencuentro.

Felipe: Esta canción la pondría en la categoría de milagro. Un día, antes de entrar a grabar Néctar, de camino a la sala de ensayo del Duende, venía en el subte y empecé a cantar la estrofa: “Destapa el champagne…”. Llegué a la sala con la urgencia de tocarla en la guitarra. Luego llegó Coti [Sorokin], que estaba produciendo el disco, y se la mostré. Él retrucó con la frase del estribillo: “Porque puedo”. Creo que algo pasó ese día, que no hubo ensayo por algo, así que fuimos con Coti al estudio de Javier Calamaro a grabarla y terminar de darle forma. Tenía un aire reggae que se puede percibir un poco en la guitarra que quedó en nuestra versión final. Es un tema que llegó el último día de ensayo para ser la más coreada de Néctar y también una de las más populares de nuestra historia.

“Amores lejanos”

Amores lejanos 2002

Marciano: Es una canción muy bonita de Felipe, pero también la siento como propia. Los dos siempre fuimos muy críticos el uno con el otro en cuanto a que las canciones nos tienen que gustar en todo plano estético, tanto la música como la poética. Con “Amores lejanos” se conjugó todo eso y quedó una canción hermosa. Y también contiene un sentimiento real, el de extrañar a tus amores lejanos. Un tema que me gusta mucho tocar y canta

Felipe: Esta canción nació del riff de guitarra que aparece en la introducción. La mayoría de las veces, una idea dispara otra, y a partir de esa intro apareció la melodía y la letra de una historia muy reiterada en nuestras vidas: la de los amores lejanos. Pero, esta vez, no soy yo el que se va, sino el que se queda esperando. Era una manera de ponerme en la piel del otro, o simplemente una conclusión que llega desde el corazón. Es también nuestro video más visitado en YouTube: ya tiene más de 44 millones de reproducciones.

“Mariposas”

Pescado original 2006

Marciano: Otra canción de Felipe. Me gusta mucho lo que está pasando ahora con “Mariposas” en la gira que estamos haciendo de Huevos revueltos, nuestro último disco en vivo. Acá yo me dedico a hacer percusión y armonías, porque la canta David Summers de Hombres G. En este momento del show me toca hacer el papel de Art Garfunkel. Es una canción pop muy bien lograda.

Felipe: A veces la vida tiene formas crueles de mostrarnos el valor de los que tenemos cerca. Ese valor, en muchas ocasiones, aparece cuando no están. La imagen de las mariposas que se escapan es la que en esta canción traté de mostrar. Creo que es la canción con más alto contenido “enano”. La melodía y la letra van de la mano: definitivamente no podría concebir la existencia de una sin la otra. Además, parece que las mariposas toman vuelo cuando suena el tema.

“El umbral”

Inéditos 2010

Marciano: “No sé si es esto amor”, dice la letra, y define perfectamente a “El umbral”, una canción muy bien grabada y desarrollada en el plano estético. Me gusta cómo la historia se va narrando a sí misma, y cómo la música va sucediendo.

Felipe: Para la edición del álbum Inéditos, pasé revista por muchas de las canciones que tenía en los archivos de demos, que no llegaron a formar parte de un disco por distintas razones. Esta canción es una muestra de todo ese material que estaba ahí esperando, un poco como un diamante en bruto. Es la fotografía del corazón de alguien a quien amamos o creemos amar. Recuerdo exactamente el día en el que la grabamos en mi departamento de Buenos Aires, con Marciano, en un grabador ADAT. También tengo muy presente el momento de empezar a cantarla en el patio de mi casa de Mendoza. Una bella canción.

“Besos violentos”

Tic tac 2013

Marciano: Es una de mis canciones favoritas para abrir los shows. Empieza de forma muycontundente, pero de una manera ordenada. Arranca con el bombo y el bajo, y ese detalle permite que el audio se vaya armando de a poquito. Es una canción muy potente, muy representativa de lo que significó Tic tac. Me gusta mucho tocarla en vivo, forma parte del setlist de los shows de los últimos años. 

Felipe: La idea de los besos violentos es una inspiración puramente porteña. Siempre me llamó la atención la pasión de esos besos que se ven por las calles de Buenos Aires, en las paradas de colectivos, en el subte, en lugares públicos. Decididamente pienso que es la ciudad más pasional a la hora de los besos callejeros. Ese es el disparador de “Besos violentos”, que usa “violentos” en el sentido de “apasionados” o “intensos”. Es una canción potente, con un riff hipnótico y Cristian Castro como invitado especial.

Marciano y Felipe en 2013, época de Tic Tac, su último disco de estudio. Gentileza Enanitos Verdes

“Mil caminos”

Tic tac 2013

Marciano: La canción describe la historia de los Enanitos Verdes y también una historia particular de cuando vivía en Hermosillo, en México. Me encantaba cruzar la frontera mexicana hasta Tucson, Arizona. Ahí vivió Paul McCartney, y es el lugar en el que murió su esposa Linda. En esa ruta hay un camino que se llama McCartney Road y que siempre me llamó mucho la atención. Esa ruta que atraviesa todo el desierto sirvió de inspiración para hablar de “Mil caminos”. Felipe: Uno de los mayores logros de Tic tac es el ambiente que esta canción retrata en su sonido, el paisajismo del desierto de donde proviene. Es una buena manera de abrir un disco cargado de imágenes sonoras. Así como Virus tiene su “Imágenes paganas”, esta canción podría llamarse “Imágenes desérticas”.

Publicada en Rolling Stone Argentina #246, septiembre de 2018