La increíble búsqueda de la obra maestra perdida de Guns N’ Roses

Esta es la historia de un grupo de fans que filtraron diecinueve CDRs con tomas descartadas de uno de los álbumes más peculiares de la historia, con graves consecuencias para uno de ellos

Por  DAVID PEISNER

febrero 16, 2023

Axl Rose al frente de Guns N' Roses en el Estadio Velez Sarfield, marzo de 2010.

FOTO: FABIAN MARELLI

En un estacionamiento justo al lado de la autopista I-95 en Stafford, Virginia, Rick Dunsford se subió al asiento del acompañante de una Ford F-350 blanca. Dependiendo de la versión en la que creas, tenía doce o quince mil dólares en efectivo. Era el anochecer de un viernes de julio de 2019. Dunsford había estado manejando toda la noche, con varias paradas en el camino: en Charlotte, Carolina del Norte, para buscar a una socia, Madeline Rose; en la casa de su hermana en Virginia, para agarrar parte del dinero, y en un par de lugares de Wells-Fargo para obtener el resto. Madeline estaba en el asiento de atrás de la F-350.

En el asiento del conductor estaba Robert Bird, el que tenía lo que habían venido a buscar. Antes de hacer entrega de la mercadería, Bird les ofreció probarla. Deslizó un CDR en el estéreo y de los parlantes salió una línea de sintetizador espacial, un gran riff de guitarra, un potente ataque de batería y, finalmente, el inconfundible aullido de Axl Rose.

(Ilustración de Michelle Thompson)

La canción, “Atlas Shrugged”, se grabó como parte de las caóticas y extensas sesiones que a la larga darían lugar al inefable álbum de Guns N’ Roses de 2008, Chinese Democracy. Pero este tema no entró en la lista final de canciones. Nunca se había tocado en vivo ni había aparecido en ninguno de los bootlegs que circulaban entre la comunidad de fans de la banda. Durante años, dentro de esa comunidad, en foros de mensajes, páginas de Discord y pódcasts, “Atlas Shrugged” era una leyenda, un fantasma, más un rumor que un hecho. Algunos la consideraban una obra maestra perdida. Otros dudaban incluso de que existiera. Pero ahora estaba por caer en manos de Dunsford. Y no solo “Atlas Shrugged”, sino una memoria USB que contenía diecinueve CDs de pistas inéditas de GNR.

Mientras escuchaba sentado en la camioneta, contuvo las lágrimas. “Estaba tan feliz”, dice. “No creo que nada supere ese sentimiento. Pasé veinte años buscando esto, tanto tiempo en estos foros de mensajes, tanto trabajo, y finalmente lo encontré”.

La alegría duró poco. El material completo, que contaba 124 pistas en total, comenzó a filtrarse en Internet en cuestión de un mes. Dunsford iba a ser culpado por las filtraciones. El mánager y equipo legal de la banda iban a amenazarlo con demandas. Iba a terminar en una lista negra para no poder entrar en ningún futuro recital de los Guns.

Se vio obligado a declararse en bancarrota y, dice, en una ocasión la seguridad de GNR lo sacó a patadas de un estadio. También se convirtió en el blanco de insultos, cargadas y amenazas de otros fans de la banda.

Para Dunsford, no podría haber habido un destino peor. Creció como un chico sin amigos en Mississippi. En la escuela, fue víctima de burlas, acoso y, en ocasiones, violencia física porque tenía el pelo largo y le gustaba el hard rock. Guns N’ Roses lo salvó y se convirtió en un fan incondicionalmente devoto. A su único hijo le puso de nombre Axl. “Me enoja cómo fue todo porque sé que no fui yo el culpable de la filtración”, dijo en febrero pasado. “Fui un chivo expiatorio”.

La historia de estos diecinueve CDRs y su llegada a Internet es larga y sinuosa, con un elenco de personajes al menos tan interesante como el que Axl Rose reunió para grabar los temas. Entre otros está Madeline Rose, una figura divisiva entre los fans de GNR, que en varias ocasiones ha mentido que trabajaba para el mánager de la banda para tratar de eliminar de Internet el contenido generado por los fans. Está Jared St. Laurent, también conocido como Mister Saint Laurent, o simplemente “MSL”, un grandilocuente exluchador de lucha libre cuyo bisabuelo fue primer ministro de Canadá. Está Tom Zutaut, legendario ejecutivo de la industria, responsable de fichar tanto a GNR como a Mötley Crüe (Pete Davidson lo interpretó en The Dirt de Netflix), que actualmente trabaja como vendedor de autos en el norte de Georgia.

Y después hay un desfile de fans de la banda que parecen demasiado ansiosos por emplear todo tipo de artimañas, traiciones y puñaladas en la espalda para tener en sus manos un conjunto de canciones que no fueron consideradas lo suficientemente buenas para un álbum descartado, con gran consenso, como uno de los fracasos más grandes en la historia del rock.

En el corazón de esta historia está la parábola de cómo la cultura fan cambió en la era digital. La disponibilidad de millones y millones de canciones para cualquier persona apenas curiosa por escucharlas, a través de servicios como YouTube, SoundCloud y demás, por contraste hace que algo escaso e inalcanzable sea aún más valioso. Mientras tanto, los grupos de fans se convierten en burbujas de invernadero, susceptibles a las mismas fuerzas primarias que radicalizan a todo tipo de personas. Es fácil ver cómo se puede perder la perspectiva.

Como dijo Dunsford: “Cuando le cuento esta historia a la gente, me miran como diciendo: ‘¿Qué esperás, que me lo crea?’”.

En los anales de la historia del rock, Chinese Democracy es a la vez una broma de mal gusto y una fábula con moraleja. La banda pasó más de catorce años trabajando en el disco. Cuando empezaron a grabar, posiblemente seguían siendo la banda de rock más grande del mundo en ese momento. Al terminar, eran Axl Rose al frente de una pandilla de circo, una colección de muñecos de cera que podría adornar un parque temático dedicado al rock & roll.

Muchos integrantes del núcleo de la banda (Slash, Duff McKagan, Matt Sorum, Gilby Clarke) renunciaron o fueron despedidos (o las dos cosas) en el camino. Se ha dicho que los nuevos miembros que ingresaban a reemplazarlos tenían que ser aprobados por la asesora espiritual de Rose, una vidente de Sedona llamada Sharon Maynard a la que conocían como “Yoda”. En varios momentos, la formación de la banda incluyó a exmiembros de Nine Inch Nails, Primus, The Replacements, Devo y Psychedelic Furs. La lista de músicos que audicionaron, grabaron o estuvieron pululando por las sesiones incluye a Dave Navarro, Brian May, Sebastian Bach, Moby y Shaquille O’Neal.

Se podría escribir un libro entero sobre la permanencia en el proyecto de Buckethead un guitarrista de vanguardia que se comunicaba con sus compañeros de banda a través de un títere, y que se hizo construir un gallinero en el estudio donde, según Zutaut, grababa sus partes y, el resto del tiempo, miraba porno. Zutaut también afirmó que, una vez que el cachorro de lobo de Rose cagó en su gallinero, Buckethead se resistió a limpiarlo, alegando que le encantaba el olor.

Todo el proyecto no solo requería mucho tiempo, también era tremendamente caro, con costos que según los datos disponibles ascendieron a un cuarto de millón de dólares por mes en algunas etapas, y a una cuenta final de al menos trece millones. Las sesiones de grabación no se terminaban más como resultado, entre otras cosas, del esfuerzo desesperado de Rose por hacer coincidir el sonido que salía de los parlantes con lo que sonaba en su cabeza. Una lectura menos caritativa es que simplemente perdió el hilo de lo que estaba haciendo y que, sin un fuerte contrapeso creativo, alguien como Slash o Duff, no había nadie para ayudarlo.

A medida que el disco avanzaba (por decirlo de algún modo) aparecieron nuevos manager, ejecutivos, productores y amigos para ayudarlo a terminar el álbum.

El sello de la banda, Interscope, anunciaba una fecha de lanzamiento solo para desmentirla tiempo más tarde. Hasta las empresas de consumo masivo parecían interesadas en trollear a la banda: a principios de 2008, Dr Pepper anunció que si GNR lanzaba el álbum ese año, la marca le daría un Dr Pepper gratis a cada habitante de Estados Unidos.

Lo cierto es que Dr Pepper tuvo que cumplir con su oferta. El 23 de noviembre finalmente salió el disco, aunque solo a través de Best Buy, que supuestamente pagó catorce millones para ser el punto de venta exclusivo del proyecto. Tras debutar en el número tres del Billboard 200, las ventas se derrumbaron. Las críticas fueron mediocres. Chinese Democracy cayó como un fracaso épico. Y el hecho de que Slash y Duff finalmente regresaran a la banda en 2016 solo logró que el álbum parezca una reliquia aún más extraña, una muestra del rock & roll de un universo paralelo.

Sin embargo, dentro de los confines insulares de la comunidad de los fans de GNR, había devotos como Dunsford y Madeline para quienes Chinese Democracy no era una aberración vergonzosa de un megalómano que había enajenado a sus colaboradores más importantes. Para ellos era la obra maestra, injustamente pasada por alto, de un genio incomprendido. Si los primeros discos de los Guns tienen una cierta cantidad de rebelión antisocial, Chinese Democracy representa una especie de contrarrevolución, y su relativa impopularidad solo ha intensificado la pasión de sus seguidores.

Madeline me dijo que durante años, en los foros de GNR, “entre el 85 y el 95 por ciento de los fans no querían tener nada que ver con nada que no fuera el lineup original de la banda. Después está la gente como yo, nos llamamos ‘el cinco por ciento’. Todo lo que nos importaba era Chinese Democracy”.

Axl Rose en el Festival Pukkelpop de Bélgica, en agosto de 2002 (Foto: Gie Knaeps/Getty Images)

Me encontré con Dunsford en febrero pasado, en la puerta de su casa en Blue Mountain, un punto mínimo de tejido urbanizado en medio de amplias franjas de tierras de cultivo en el norte de Mississippi. Es un muchacho delgado, de barba colorada, y tiene el talante amigable y un tanto frenético de un cachorro que recién conocés. Llevaba una remera blanca con la figura del bajista de GNR de la era de Chinese Democracy, Tommy Stinson, jeans oscuros y una gorra de lana negra. Sentado dentro de un edificio sin terminar en su propiedad, se subió la manga izquierda para mostrarme su “brazo de los Guns” y señaló un tatuaje que se extendía hacia abajo desde su hombro: un dragón con caracteres chinos y el logo de la banda.

“Me hice esto el día que salió Chinese Democracy”, dice. “Puse la letra de la canción ‘Better’ justo ahí”, dice señalando una línea en su bíceps donde se lee: “La melodía dentro de mí todavía busca una solución”. Gira el brazo y me sigue mostrando. “Tengo la firma de Axl justo aquí”. Slash terminó firmándolo en 2016, y Duff también un tiempo después.

Dunsford habla con acento sureño y tan apurado que a menudo se queda sin aliento. Las palabras salen a los codazos, cada una ansiosa por superar a la anterior. Al igual que en otros aspectos de su vida, su emoción puede sacar lo mejor de él. Como dice Kevin Belasco, un amigo suyo de la comunidad de fans de GNR, “Rick es un buen tipo, pero un poco exagerado. Hay alguna necesidad insatisfecha en su vida”.
Dunsford, de 36 años, está casado, tiene tres hijos y trabaja haciendo la distribución para una cadena comercial. Creció por la misma zona, en Tupelo, el lugar de nacimiento de Elvis Presley. Desde muy joven, sus dos bandas favoritas eran los Guns y Kiss. “Fue difícil crecer acá, en el llamado Bible Belt… la música que a mí me gustaba era considerada un medio de adoración al demonio”. En 1996, justo antes de ir a un recital de Kiss, el director de su escuela primaria y el maestro de su clase llamaron a sus padres para una reunión. “Les dijeron que no se sentían cómodos conmigo, que estaba hablando de ir a ver al diablo”, dice. Tenía nueve años.

Dunsford se sintió atraído por los Guns por los mismos motivos que sintieron muchas otras personas. La música de la primera época de la banda parecía canalizar una serie de emociones oscuras en un poderoso grito de rebeldía. “Escuchás Appetite y es una piña en la cara”, dice. “Hay algo en esta banda con lo que puedo relacionarme por completo”.

A medida que Dunsford crecía, su pasión por la música se intensificó, al igual que los problemas que le causaba: “Pasé por mucho bullying y violencia. Me pegaban en el vestuario, una vez me rompieron el tímpano porque tenía el pelo largo y me gustaba este tipo de música. Me vi obligado a dejar la escuela debido a la violencia”. (Más tarde obtuvo el título secundario de todas maneras).

Sintiéndose un paria en su ciudad natal, a finales de los noventa Dunsford había encontrado un refugio de almas afines en el mundo de los foros online de GNR, sin importar que en esa época estuviera pasando muy poco con la banda en sí. Entre 1995 y principios de 2001, GNR tocó exactamente cero shows en vivo y lanzó, apenas, una canción.

Durante ese período Rose se alejó de la vista del público, como un moderno Howard Hughes. En medio de este vacío, los fans menos dedicados perdieron interés, dejando todo el terreno en manos de un grupo incondicional que se daba un festín con cualquier mínimo fragmento de información que pudiera obtener. Cada foto de los paparazzi de Rose era estudiada en busca de pistas sobre su estado mental. Discutían cada declaración extraviada de un miembro de la banda con la dedicación de los eruditos talmúdicos.

Esta sensación de escasez fue fundamental para forjar una comunidad de fans con sus propias jerarquías y gamas de reputación. Cuaquiera que consiguiera la mínima información sobre la banda sumaba puntos. Pero conseguir música inédita de la banda, en este mundo, era como tener oro en estado puro.

Los fans de GNR que logran obtener pistas inéditas, o incluso fragmentos de pistas, se dividen en dos categorías básicas: acaparadores y filtradores. Los acaparadores se quedan con todo lo que encuentran o lo comparten solo con un puñado de amigos de confianza. Los filtradores lo comparten con el mundo entero. Dentro de la comunidad, los acaparadores son despreciados tanto como venerados. Tienen fama de ser elitistas antidemocráticos, sí, pero también de ser expertos en conseguir algo que todos quieren. En ocasiones, un acaparador puede vender material inédito o intercambiarlo, y algunos ganan mucho dinero haciéndolo, pero intuitivamente entienden que su negocio depende de la escasez. Si distribuyen la música que han conseguido, no solo se ponen en riesgo legalmente, también borran el valor extraordinario del material que obtuvieron y su propio estatus elevado como dueños exclusivos de ese material.

Dentro de algunos círculos, robarles la música a los acaparadores a través de mentiras, timos y otras formas del engaño es considerado un trabajo noble. MSL, el exluchador de lucha libre, causó sensación en 2007 al ofrecer miles de dólares a cualquiera que le mandara canciones inéditas de Chinese Democracy. Logró engañar a otro fan, que le mandó cuatro canciones, y después las filtró. “No hubo dinero ni compraventa de nada”, me dijo MSL. “Fue solo suerte y un par de trucos”. Tretas similares se han usado, desde entonces, hasta la saciedad. Cierto nivel de traición y malevolencia llegó a convertirse en un lugar común dentro de la comunidad.

“Es un grupo aterrador”, dice Chris Kooluris, conocido en los foros como “Kaneda”. “He sido amenazado físicamente. Alguien me ha dicho que van a venir a Nueva York a cagarme a trompadas. Es un ambiente tóxico”. Kooluris trabaja como ejecutivo de marketing. De hecho, fue él quien tuvo la idea del concurso de Dr Pepper. Cree que hay algo en la banda que atrae a personas desadaptadas y emocionalmente dañadas. “Cuando leés las letras de Appetite, Axl es una especie de solitario misógino pero sensible, agresivo pero sincero, todo mezclado. Atrae a personas que quedan fuera del común de la sociedad. Es música que te permite aprovechar tu furia interior, tus inseguridades internas”.

Rick Dunsford (Foto: Andrea Morales)

Al momento del lanzamiento oficial de Chinese Democracy, la mayoría de sus canciones ya se había filtrado, en ocasiones de manera dramática. Incluso se dio el extraño caso de que un receptor de los Mets de Nueva York, Mike Piazza, llevó un CDR con canciones inéditas al programa de radio de Eddie Trunk. La anticlimática llegada del disco alimentó la sed de los fans, en vez de calmarla. Las sugerencias de Rose y otros de que el disco estaba destinado a formar parte de una trilogía, y que había suficiente música para llenar varios LPs, convencieron a algunos fans de que había, en algún lugar, un clásico perdido de los Guns que estaba acumulando polvo en un cajón.

En estas condiciones, muchos llegaron a cansarse y hasta enojarse con el secretismo y la tacañería de la banda al momento de sacar música nueva. “La banda debería haber encontrado una manera más positiva de manejar a su comunidad en Internet en lugar de mantenerlos en ascuas durante años”, dice Kooluris. “Ellos han creado a todos estos monstruos que ahora solo quieren saquear, robar y apoderarse de todo el material que puedan porque sienten que la banda nunca los ha querido. Es como un síndrome de Estocolmo. Están encadenados en el sótano, no han salido durante años de donde están, y ahora actúan de manera poco saludable”.

“Es más que la música”, sigue diciendo Kooluris. “Lo que buscan es pertenencia… Pero se lo toman tan en serio que se olvidan de ser felices. Porque no vas a ser feliz en la comunidad de fans de GNR”.

A principios de marzo de 2019, en un remate judicial, se subastaron dos unidades de almacenamiento (como dos lockers de vestuario pero más grandes) de un local de CubeSmart en Culpepper, Virginia. Originalmente pertenecían a Tom Zutaut, el ex ejecutivo de dirección de artistas que había llevado a los Guns a una discográfica por primera vez. En 2001, cuando la banda estaba trabajando en Chinese Democracy, Zutaut fue contratado y trabajó con ellos durante unos nueve meses. Fue uno de los muchos que intentaron (y fracasaron) en el intento de llevar el proyecto a buen puerto. Para 2016, vivía en Virginia y se había declarado en bancarrota. En 2019, poco antes de mudarse, esta vez a Chattanooga, Tennessee, se ejecutó la deuda de las expensas impagas de las dos unidades de almacenamiento que tenía en su poder. (Zutaut se negó a ser entrevistado para esta historia).

Sheri Gaines, una enfermera de Virginia que para ganarse unos mangos extra suele comprar y revender el contenido de las unidades de almacenamiento subastadas, pagó $750 por uno de los lockers de Zutaut. Se encontró principalmente con grabaciones y souvenirse de los Guns de la era de Use Your Illusion, y también cosas de otras bandas con las que Zutaut había trabajado. Gaines vendió las cosas más valiosas en eBay. Fue un tesoro, algo así como el Santo Grial de una baulera. “Era dinero suficiente para pagarle un semestre de universidad a uno de mis hijos”, dice.

La otra unidad la compró Robert Bird. Bird es un ingeniero que, como Gaines, de vez en cuanto compra lockers de almacenamiento como un pasatiempo ocasionalmente rentable. Bird se negó a hablar para esta nota on the record, pero en un episodio de pódcast que publicó y luego eliminó, explicó que encontró alrededor de 40 discos de oro junto con infinidad de CDs, cintas, fotografías y souvenirs. Al principio, ni siquiera notó los CDRs con material inédito de Guns N’ Roses. “Fue unos días después, cuando empecé a investigar bien todo, que me di cuenta… parecían ser copias de una mezcla de grabación”, dijo en el pódcast. “Algunos tenían una etiqueta en el interior que decía que eran de un estudio de música en Hollywood”.

El estudio era Village Recorder, el legendario lugar de nacimiento de Aja de Steely Dan, Tusk de Fleetwood Mac y The Chronic de Dr. Dre. GNR trasladó su base de operaciones allí en 2000. Diecinueve de los CDRs que Bird encontró en el locker de Zutaut eran mezclas de esas sesiones en el Village, grabadas entre 2000 y 2001. Había canciones completas, partes instrumentales, ensayos y versiones alternativas de material publicado anteriormente. Las sesiones son legendarias entre los fans. Pero nunca, nunca se había filtrado nada, ni un segundo de la música grabada. Allí, creían, era donde habría que buscar su clásico perdido.

Bird publicó algo del material en eBay y, según dice en su pódcast, fue contactado por un abogado de Nueva York que decía ser un coleccionista empedernido de GNR. El abogado, a quien Dunsford identificó más tarde en su acuerdo legal con la banda como Levi Lipton, es una presencia ocasional en los foros de la banda, donde se hace llamar “levisnuts”. Lipton no respondió mis mails, mensajes de texto y llamadas para esta nota. Como Bird recordó en su pódcast, Lipton fue hasta Virginia y compró los diecinueve CDRs, junto con material fílmico en DVD y VHS de shows de la banda y algunos otros artículos por una suma que muchos en la comunidad GNR consideran que debe estar en la zona de las cinco cifras. “Dijo que era todo para él”, dice Bird en su pódcast. “Que nunca iba a filtrar nada… pensaba guardar todo en una caja fuerte y disfrutarlo por el resto de su vida”.

Un fan acérrimo de 27 años llamado Mario, que pidió ocultar su apellido, dice que Lipton le comunicó la noticia de su reciente adquisición. Mario, a su vez, fue quien le contó del material a Dunsford.

Dunsford ya se había convertido en un referente de la comunidad cuando cayó en sus manos un artículo largamente codiciado: un video profesional del primer recital de la banda después de la salida de Slash. Cómo le llegó el video (filmado en House of Blues en Las Vegas, en 2001) es una historia llena de complicaciones que involucra a Madeline, a MSL, un pago de dos mil dólares y el fantasma de una investigación por ciberdelitos en cabeza del FBI. En un momento, Dunsford dejó de atender las llamadas de MSL. Después recibió un mensaje de texto de Madeline: “MSL dice que si te importan tus hijos lo llames ahora mismo”.

Dunsford tomó este mensaje como una amenaza. MSL dice que fue un malentendido. Pensó que Dunsford planeaba filtrar el video, algo que él desaconsejaba hacer. “Lo que pensé fue esto: ‘Estuve en circunstancias similares y no quiero que este flaco termine en la cárcel’”, dice MSL. No fue la única vez que alguien en el mundo GNR se sintió amenazado por MSL, que solía ser presentador de torneos de lucha libre y actualmente es director de operaciones de la compañía Major League Wrestling. “Son trucos de lucha libre”, dice. “Fui villano de lucha libre durante décadas, y a veces eso incide en la impresión que provoco en la gente”.

Cuando Mario le contó a Dunsford sobre las sesiones del Village, Dunsford se puso en acción. Localizó a Bird y le ofreció veinte mil dólares por las pistas. Bird no estaba interesado. Dunsford, frustrado y caliente, le escribió al mánager de la banda, Fernando Lebeis, poniéndolo al corriente del material encontrado en el locker de Zutaut, que había sido subastado y que Lipton lo había comprado. “Era para pasarle la data a quien correspondía”, me dijo Dunsford. “No quiero que se filtre este material hasta que la banda esté lista para que lo escuchemos”. Lebeis había tenido previamente una relación amistosa con Dunsford, pero no respondió de inmediato. Y no accedió a ser entrevistado para esta nota.

Dunsford publicó la información sobre la música y quién la tenía en el foro MyGNR.com bajo su nombre de usuario, “axlrosefan4life”.

La comunidad de fans entró en ignición ante la remota posibilidad de que se dieran a conocer las míticas sesiones del Village. Pero Dunsford dice que no pudo conseguir que ni Bird ni Lipton llegaran a un acuerdo con él. Entonces tuvo una idea: le envió un mensaje a Bird diciéndole que Lipton le había vendido la música, al menos, a otras dos personas.

“La puta madre, me mintió”, le respondió Bird, entrando de lleno. “Rechacé treinta mil dólares de un tipo en Dallas porque el pelotudo de Lipton se puso llorón con la historia del coleccionismo y la pieza única”. La estratagema pareció convencer a Bird. “Lipton no había hecho nada de eso”, dice Dunsford. “Tuve que torcer un poco la historia… pero el juego para conseguir material es así. Estuvo un poco mal de mi parte”.
Dunsford había comenzado a recolectar dinero de inversionistas en la comunidad de fans con la promesa de que iba a compartir la música con ellos, pero solo tenía alrededor de doce mil dólares. Bird había aceptado en principio quince mil, pero teniendo en cuenta el pasaje de avión de última hora, Dunsford le ofreció menos de once mil. Bird se negó y les escribió que ahora que se destapó el tema “me están ofreciendo montones de dinero por esta pelotudez”.

Dunsford dijo que iba a juntar más. “Gracias, pero creo que terminamos aquí”, le escribió Bird.Dunsford respondió: “Pará, mi hermano acaba de sumarse. Tengo los quince”. (Estaba mintiendo).

“Si estás acá mañana, mandá mensaje o llamame, es todo lo que te puedo ofrecer”, le contestó Bird. Y eso fue todo lo que necesitaba Dunsford. Su esposa, que acababa de dar a luz a su hijo Axl tres semanas antes, le preparó algo para comer en el viaje y él salió de casa en su minivan Dodge. Tenía un día para llegar a Virginia y reunir el resto del dinero. De ahí la parada en Charlotte para buscar a Madeline que, según Dunsford, había prometido aportar dos mil pero solo trajo quinientos encima.

Dunsford insiste en que consiguió el resto y que llegó con los quince mil acordados. En su pódcast, Bird dijo que traía solo doce mil. La entrega se llevó a cabo a pesar de todo. Después, Dunsford fue a lo de su hermana a pasar la noche. Al día siguiente temprano arrancó la vuelta. Les mandó dos pistas, “Hard Skool” y “Atlas Shrugged”, a los que habían puesto plata prometiéndoles el resto una vez que regresara a Blue Mountain. Según Dunsford, esa noche encontró a Madeline en una computadora con la memoria USB y le preocupó que estuviera tratando de mandarle pistas a MSL, que no había puesto plata.
Dunsford le sacó la memoria USB y durmió con ella debajo de la almohada. (En una entrevista telefónica, Madeline afirmó: “Realmente no tengo nada que ver con todo esto” y cortó).

En el viaje de regreso a Mississippi, Dunsford grabó un video de celular de 77 segundos en el que se escucha que el sistema de sonido de su auto reproduce “Atlas Shrugged”. Le mandó el video a otro fan, que lo convirtió en un clip de audio que se filtró. Un clip de 22 segundos de “Hard Skool” también se filtró alrededor de esta época. Dunsford todavía no había llegado a su casa cuando recibió un mail de Lebeis, el mánager de los Guns. “Sigo escuchando tu nombre relacionado con filtraciones”, escribió Lebeis. “Espero que no sea verdad, ya que siempre fui buena onda con vos y con el resto”.

Dunsford le contó a Lebeis lo que había ocurrido y acordó cooperar para ayudar a parar las filtraciones. En un acuerdo legal que firmó con la banda a principios de agosto, acordó entregar todas las copias de la música inédita, no compartirla de ninguna manera y dar todos los nombres e información de contacto de cualquier persona a la que ya le hubiera enviado pistas. A cambio, GNR le reembolsaría a Dunsford los quince mil dólares que les dijo que había pagado por la memoria USB. También le prometieron un boleto VIP para dos shows de la banda ese noviembre en Las Vegas.

Durante días, la comunidad de GNR había estado siguiendo atentamente la búsqueda de Dunsford a través de los foros de mensajes. Sin embargo, a instancias de Lebeis, Dunsford dejó de publicar. “Me quedo callado y entonces todos se enfurecen conmigo porque creen que los engañé”, dice. “Empezaron a publicar información sobre mi madre, mis hijos, fotos de mi familia, le mandaron mensajes a mi esposa, empezaron a hablar de venir a buscarme acá a mi casa”.

El 24 de agosto, poco después de que Dunsford recibiera los quince mil de parte de la banda, “Hard Skool” se filtró en su totalidad. En los días que siguieron hubo un goteo constante de nuevos temas, en su mayoría versiones alternativas de canciones de Chinese Democracy. Se les puso el nombre de “filtraciones de los números” porque fueron publicadas por una dirección de mail que consistía en una serie de números.

A principios de septiembre, Dunsford recibió una carta de Doug Mark, un abogado que representaba a GNR y que lo acusaba de violar el acuerdo anterior. Dunsford le había informado a Lebeis sobre el envío de “Hard Skool” y “Atlas Shrugged” , pero el documento que habían firmado no aclaraba el punto. La carta exigía el reembolso de los quince mil dólares y le informaba a Dunsford que podría encontrarse en apuros por daños adicionales.
A mediados de septiembre, el contenido completo de los CDRs del locker de Zutaut comenzó a filtrarse. Cada filtración estuvo acompañada de un poema acreditado a “El presidente”. Los poemas nombraban a los referentes de la comunidad, hacían bromas internas y atacaban a los fans más famosos. “Y para que sepas, esta noche estamos solos / gracias por la paciencia”, dice uno. “Y para que conste, no incluyas a Rick / Tal vez no es perfecto, pero no es un idiota”.

Estas “filtraciones del presidente” fueron haciendo que gradualmente casi toda la música del locker de Zutaut estuviera disponible en Internet. El 7 de octubre, Dunsford voló a Wichita, Kansas, para ver actuar a los Guns.

Mientras esperaba entrar en el estadio, recibió un mail de Mark informándole que “no se le permitiría ingresar a ningún lugar donde mi cliente esté actuando”. Lo sacaron, negándole la entrada. Estaba afuera, durante el recital, cuando se filtró el decimonoveno y último CDR.

Cuatro días después Dunsford recibió una carta de Donald Zakarin, un abogado que representa a Universal Music Group, la empresa controlante de Interscope. Culpaba a Dunsford por la publicación de las grabaciones y lo acusaba de haber sacado provecho de su venta. También lo acusaba de violar el acuerdo anterior y le notificaba que si UMG iniciaba una acción legal, iban a pedir 150 mil dólares por pista filtrada, más de 18 millones en total.

Bajo la amenaza de un litigio costoso, Dunsford se declaró en quiebra. Hasta la fecha, no ha habido ninguna acción legal en su contra por parte de la banda o de UMG, pero la entrada prohibida a los recitales sigue vigente.

En septiembre de 2021, Dunsford viajó a Chicago para ver a la banda de su vida en Wrigley Field. Llevaba gorra, anteojos de sol y barbijo. (Muchos de los asistentes al concierto llevaban barbijo debido al Covid). Justo antes de comenzar el recital, Dunsford notó que Lebeis en el escenario miraba a la multitud. Un momento después, el jefe de seguridad de GNR, Gio Gasparetti, se le vino encima dando zancadas entre la multitud. Dunsford inmediatamente sacó su teléfono del bolsillo y comenzó a transmitir en Facebook Live.

“Viene y se me tira encima, me golpea el brazo y me lo retuerce”, dice Dunsford. “Después se gira para sacarme el teléfono. Cuando hace eso, me da una piña que me deja el ojo morado. No me pidió ni una vez que me fuera”.

En un mail, Gasparetti dice: “Ni una palabra de lo que dice es verdad. El señor Dunsford está buscando atención”. El video de la interacción no es concluyente más allá de mostrar a Dunsford cuando lo acompañan a la salida del estadio. Publicó un par de fotos de su ojo en compota, junto con un informe de un centro de atención de Mississippi donde lo trataron por una contusión que él atribuye al altercado. También hizo una denuncia ante la policía de Chicago por agresión simple. No se hizo ningún arresto, pero el incidente lo sacudió por dentro.

“Chicago fue hacer click para mí”, me dice. “Entendí que realmente están sedientos de sangre”.

El guitarrista de Guns N’ Roses Buckethead en los MTV Video Music Awards 2022 (Foto: Frank Micelotta/ImageDirect)

Los fans han estado esperando el disco que viene después de Chinese Democracy casi tanto como esperaron Chinese Democracy. Los susurros se arremolinan nuevamente sobre la inminente llegada de un nuevo LP, extraído de este lote de material filtrado. Pero ¿el material es bueno? Dentro de la comunidad de GNR, las opiniones divergen.

“Hay mucho material que realmente podría formar un álbum legendario”, dice Dunsford. Kooluris es menos optimista: “Estos descerebrados piensan que Axl tiene otra ‘Paradise City’ o una ‘November Rain’ guardada en el ropero, y no es así”. Hay un entusiasmo generalizado por ese “Hard Skool” crudo y violero, que salió como single en 2021 y se remonta a la era pre Chinese Democracy. Es una curiosidad particular porque muchos fans interpretan la letra (“Tuviste que jugarla genial, tuviste que hacerlo a tu manera / tuviste que ser un tarado, tuviste que arruinar todo”) como un disparo a Slash, que se reincorporó a la banda con Duff en 2016 y que contribuyó, a fin de cuentas, con partes de guitarra a la canción terminada.
Muchas de las canciones filtradas no son difíciles de encontrar en Internet. Escuchándolas, es fácil convencerse de que con un poco de pulido “Atlas Shrugged”, el tenso y dramático “Perhaps” y “State of Grace”, una aterrorizante balada con tintes industriales, podrían haberle asegurado otro disco memorable a la banda. A otras pistas parece que les faltara un golpe de horno, pero juzgar estas canciones en base a mezclas tentativas me parece injusto. Explorar ideas que no se desarrollan por completo y probar cosas que quedan ahí, que nunca salen a la luz, es como se supone que funciona el proceso creativo. Claro que esta idea es un argumento en favor del llamado aspecto moral de la propiedad intelectual y en contra de la filtración de música inédita: dar a conocer algo que el mismo artista se negó a publicar equivale a quitarle la última palabra sobre la forma de su propia obra. “En última instancia, solo hay una verdad”, dice Kooluris poniéndolo más fácil aún. “Es un robo. Estos tipos tratan de justificarse, pero vendieron y compraron algo que no es de ellos”.

A lo largo de meses de conversaciones y mails, Dunsford seguía asegurándome que no filtró la música. Cuando el material empezó a aparecer online, decía, había muchos otros que tenían acceso a él, incluidos Lipton, Bird, MSL y, posiblemente, Madeline. En su pódcast, Bird admitió haber vendido el material. También hay especulaciones en la comunidad GNR sobre si Zutaut podría haberse beneficiado de alguna manera. Sin embargo, el único que parece haber enfrentado consecuencias reales es Dunsford.
Según dos expertos en derechos de autor con los que hablé, el panorama legal aquí es un poco opaco. Al comprar el locker con todo su inventario, Bird poseía el contenido físico de las gavetas (los CDR, las cintas y todo eso), pero ciertamente no la propiedad intelectual de las grabaciones.

Entonces, si bien la compra en la subasta fue perfectamente legal, una vez que Bird comenzó a copiar la música y vender esas copias, violó la ley de derechos de autor de Estados Unidos, según estos expertos. Cualquiera que haga más copias y/o las distribuya cometerá el mismo delito.

Incluso suponiendo que Zutaut no hizo nada más que dejar impaga la cuenta de sus unidades de almacenamiento, Dina LaPolt, abogada especializada en industria del espectáculo y derechos de autor, cree que él y por extensión Interscope pueden tener responsabilidad. “Si él es un empleado de esta discográfica, lo echaron y seguía pagando las expensas de los lockers él mismo, diría que la compañía discográfica fue cuanto menos gravemente negligente al no verificar si un ejecutivo de la dirección artística del sello estaba en posesión de material inédito cuya propiedad intelectual estuviera en manos del sello”, dice LaPolt. “Si fuera abogada de Guns N’ Roses, se los diría muy fácil: ‘Si queremos apuntar a un pez gordo, hay que apuntar a la discográfica donde trabajaba este tipo’”.

Kooluris me dijo que MSL trató de venderle la música del locker por diez mil dólares. Cuando se lo pregunté a MSL, me porfió que solo estaba tratando de despistar a Kooluris porque Dunsford no quería que nadie supiera que él le había dado a MSL la música gratis. “Así que simplemente le mostré una pista falsa”, dice MSL.

Mientras trabajaba en este nota, recibí un flujo constante de mails y mensajes de miembros de la comunidad GNR. Algunos querían compartir su papel en esta historia, otros querían contarme historias relacionadas y algunos descargaban lo que parecía ser desinformación deliberada. A menudo, la dirección de mail o la cuenta de las redes sociales de la que venía el mensaje no coincidía con el nombre de la persona que decía ser. A fin de cuentas, no le presté atención a la mayoría de estos mensajes.

Pero hubo uno que me llamó la atención en especial, de un tipo llamado Kyle B que publica en los foros de GNR bajo el usuario “Dadud” y que pidió ocultar su apellido. En su correo, me confesó sin ambages su papel en la más importante de las filtraciones (las “filtraciones del presidente”). Dijo que había abierto un servidor en Discord, que era el centro de estas filtraciones, que recibió archivos mp3 de Dunsford y de otro intransigente de la comunidad GNR, “Darknemus”.

Hicimos una videollamada con Kyle B, y primero que nada le pregunté por qué me decía todo esto. Su problema parecía ser principalmente que Dunsford no le estaba dando ningún crédito. “Es algo de lo que estoy un poco orgulloso”, me dijo.

Me sentía un poco como el detective que estuvo meses para resolver un caso hasta que un tipo al azar entra en la comisaría y confiesa. Decidí tener cautela. Me comuniqué con Darknemus, que fue responsable de difundir algunas de las primeras filtraciones de Chinese Democracy entre 2003 y 2007. Aceptó hablar con la condición de que solo lo identificara por su nombre de pila, Craig. En cuanto a su involucramiento en las filtraciones, mencionó que las pistas “ya habían sido filtradas, pero no entre tanta gente. Pero no es como si yo hubiera entrado en un estudio discográfico a robar”.

Darknemus confirmó su papel en las filtraciones del presidente. “Rick me vino a hablar y me dijo: ‘Tengo esto, ¿qué hago?’”. Craig lo ayudó a pensar un método para distribuir la música que sería difícil de rastrear. También escribió los poemas. “Sí, así es mi horrible poesía”, me dijo riéndose. “Pensaba: si lo vas a hacer, divertite”.

Slash, Duff McKagan, Teresa Ensenat, Tom Zutaut, Axl Rose, Steven Adler e Izzy Stradlin en 1986 en Los Angeles, California. (Foto: Marc S Canter/Getty Images)

Uno de sus motivos para filtrar la música fueron “los putos acaparadores”. Aunque reconoce que el mayor acaparador de todos es el propio Axl Rose. “No le debe nada a nadie, pero a veces se hace el gracioso, hace como si fueran a sacar algo, después no pasa nada y la gente se frustra”, dice Craig. “Esto es casi como ser drogadicto. Estás tan desesperado por una dosis que podrías hacer cosas que no están dentro de los parámetros normales. Todos estos pibes actúan como si fueran miembros de una red de espionaje. No ves algo así con Metallica o Faith No More”.

Cuando finalmente le pregunté a Dunsford por su papel en las filtraciones del presidente, fue esquivo y se mostró un poco nervioso antes de admitir su responsabilidad. Él dice que las primeras filtraciones (las “filtraciones de los números”) no fueron obra suya. De hecho, dice que en ese momento estaba tratando de ayudar a Lebeis y a la banda a parar el tema de las filtraciones. “Sentí que hice todo lo que pude para ayudarlos y Fernando me apuñaló por la espalda. Fue después de eso cuando me quitaron las entradas VIP y decidieron perseguirme por el dinero, fue cuando comencé a hablar con Craig al respecto”.

Dunsford se sintió presionado en múltiples frentes. “Otro inconveniente fueron los ataques constantes de la base de fans”, dice. “Tenía a la banda que se me estaba viniendo encima y del otro lado a los fans que estaban enojados conmigo porque, al final, querían la música”. La filtración al menos aliviaría la presión desde ese flanco. Me dijo que inicialmente no había sido claro porque no quería quemar a Craig, lo que puede ser cierto, pero claramente estaba cubriendo sus propias huellas, también.

A pesar de que me ha mentido a gusto en más de una ocasión, no hay forma de que Dunsford no me caiga simpático, y voy a explicar por qué. Es un tipo al que esencialmente le han pateado el culo desde que era un chico debido a su incapacidad para moderar su entusiasmo. De todas las razones para filtrar la música que me dio, parecía que la que más lo motivaba era que le hayan sacado las entradas VIP para ver a su banda favorita. Me lo mencionó tres veces.

Es posible que esté mintiendo sobre cuánto le pagó a Bird por la memoria USB y que la banda le reembolsara tres mil dólares más de lo que él había puesto. Pero para ponerlo en contexto, GNR recaudó más de 584 millones en la gira del regreso de Slash y Duff, que terminó el mismo año en que le escribieron a Dunsford un cheque por quince mil dólares. No se está haciendo rico a costa de Guns N’ Roses precisamente. No es una mente maestra del crimen tampoco. Es un fan desesperado por escuchar música nueva de una banda que a menudo parece decidida a no sacar música nueva de ninguna manera. Alguien tenía que ceder, evidentemente. Ni siquiera MSL, con quien Dunsford se peleaba con frecuencia, puede llegar a odiarlo. “Creo que en el fondo es un flaco copado que a veces se emociona demasiado”, dijo.

Ser fan de una banda es algo que ha cambiado mucho en los últimos veinte años. Coleccionar todos los lanzamientos de un artista fue una vez el signo de un verdadero seguidor acérrimo. Ahora, todos tenemos todo de casi todos los artistas existentes por el precio de una suscripción mensual.
Entonces, en esta época de acceso instantáneo y abundancia abrumadora, ¿qué define al verdadero fan? ¿Cómo demostrás el verdadero amor por una banda? Si sos Rick Dunsford, hacés lo que hay que hacer para poner las manos en esa música que nadie más tiene. Cuando ser fan es tan fácil, hacés lo difícil. Estos fans de GNR, no solo Dunsford sino toda la colección de locos, lo entienden.

Hacia el final del día que pasé con Dunsford en Blue Mountain, le pregunté si se arrepentía de cómo se había desarrollado todo. Dijo que está bastante en paz con todo el asunto.

“Todo lo que siempre quise fue escuchar esta música”, dice, luego hace una pausa antes de negar con la cabeza. “No, no cambiaría esta historia por nada”.