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El perro samurái

Un poblado de gatos es víctima de los bandidos y un perro es nombrado samurái para protegerlos

Chris Bailey, Mark Koetsier, Rob Minkoff 

/ Michael Cera, Samuel L. Jackson, Ricky Gervais, Mel Brooks

Por  ANDRÉ DIDYME-DÔME

Cortesía de UIP

Originalmente, esta cinta animada iba a llamarse Blazing Samurai. ¿La razón? Está basada en Blazing Saddles, el clásico de la comedia dirigido por Mel Brooks que parodiaba a las películas de vaqueros. Esta cinta (conocida como Locuras en el oeste en español) era políticamente incorrecta (mucho más para los estándares de hoy) y estaba protagonizada por Cleavon Little como Bart, un afroamericano nombrado Sheriff para sembrar el caos y permitir que un poblado de ciudadanos caucásicos sea azotado por un grupo de bandidos.

Para la película Los siete samuráis, Akira Kurosawa se inspiró en las películas de vaqueros y esta, a su vez, fue convertida en un western norteamericano llamado Los siete magníficos. Esta relación dialógica entre los guerreros japoneses y los jinetes estadounidenses es explotada en este remake animado, que mantiene muchos de los chistes incorrectos y escatológicos de Brooks, debido a que el comediante de 96 años de edad participó en el guion y dio su voz para el shogun, uno de los simpáticos personajes secundarios.

La trama va más o menos así. Ika Chu (Ricky Gervais) es un gato que nombra samurái a Hank (Michael Cera) un perro algo ingenuo para que defienda a un pueblo de los bandidos. Lo que el malvado Ika Chu quiere realmente, es que el perro termine siendo víctima de su ineptitud y el pueblo termine siendo exterminado para llevar a cabo su agenda oculta. Lo que el felino no espera es que Hank, buscando ser un verdadero samurái acude en la ayuda de Jimbo (Samuel L. Jackson) un gato afro-samurái caído en desgracia, quien va a entrenar al perro como si se tratara de Miyagi con Daniel San, pero esta vez en versiones felina y canina.

Tanto los niños como los adultos se reirán al ver a los personajes interactuar con el público, generar anacronismos, expeler ventosidades y hacer comentarios ofensivos, atrevidos y de doble sentido, como sucedía en la película de acción real de 1974.  No esperen una cinta con enseñanzas o altos niveles de cuidado en la animación. El perro samurái es una película para toda la familia, pero con un alma cruda, burda e hilarante. Lo necesitábamos.  

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