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El mosaico pirata de Duplat

Relatando desde sus comienzos como un aspirante anónimo hasta sus ambiciones de trascender fronteras, Duplat anuncia su próximo álbum de estudio

Por  MARTÍN TORO

abril 15, 2024

Juan Francisco Herrera

En el laberinto de la escena musical emergente de Colombia hay voces que destacan no solo por su talento, sino por su genuinidad y determinación. Un ejemplo palpable de esto es el ascenso de Duplat, un músico cuya travesía desde el anonimato hasta la prominencia nacional ha sido tan desafiante como inspiradora.

Para Duplat, el camino del artista emergente está marcado por una serie de pasos definitorios. Desde admirar a otros artistas en la oscuridad del anonimato hasta convertirse en un referente para la próxima generación, cada etapa representa un desafío único y una oportunidad de crecimiento. Sin embargo, salir de la etiqueta de “artista emergente” no es tarea fácil. “Es una cultura muy chimba, el ser semicallejero, que los eventos sean toques y no shows, que todo sea parchar. A mí me gusta ese estilo de vida muy estudiantil, pero uno no puede vivir así. No es lo suficientemente rentable hacer un proyecto musical así”, comenta el artista bogotano.

El año pasado fue el lanzamiento de su cuarto álbum de estudio Autogol en el Teatro Libre, experiencia que fue muy enriquecedora para Duplat. “‘Un artista que llena teatros vive la música en un penthouse’ y no. Fue un golpe de realidad y a la vez un incentivo muy chimba. Por un lado uno dice ‘sí se puede’, no sé cómo será en otros países, seguramente en Reino Unido será diferente, pero creo que en Colombia al menos la gente que vive de la música ha hecho hazañas extraordinarias con el arte. Casi todo el mundo vive otra cosa, producen, son diseñadores, hacen otra cosa”, agrega.

Pero el desafío más grande, según Duplat, radica en mantener la autenticidad mientras se navega por las complejidades del mundo musical. Con la presión de destacarse y trascender, Duplat enfrenta la disyuntiva entre mantener su integridad artística y buscar el éxito comercial. Es un equilibrio delicado, pero uno que está decidido a lograr sin comprometer su visión única. “Y eso fue un golpe en realidad. Sí hay una presión mía porque nadie me está obligando, de hacer algo grande y nuevo que digan: ‘Este man ya no es emergente, es un artista y punto’. Hay un montón de cambios estratégicos que hay que hacer, pero ojalá que la música lo diga por sí sola. A mí me está abrazando mucho un parche, que yo no esperaba conectar con esta gente”, comenta Duplat.

Para el bogotano, creerse el cuento de ser un artista significa confiar mucho en sí mismo. “Una vez me hicieron la pregunta de ‘¿Cuál es su música favorita?’ y dije la mía. ‘Uy, qué man tan sobrado’. ¿Cómo va a ser sobrado? ¿Uno para qué hace música? Viene de la curiosidad de decir que hago música porque no oigo en la música que existe lo que yo quisiera que sonara. Es sumamente razonable. Yo creo que todo artista, lo diga o no, su música favorita es la que hacen ellos mismos”, dice.

Uno de los aspectos más fascinantes de la historia de Duplat es su transición desde el mundo de la música clásica hasta el pop. Con una formación en piano clásico, Duplat encontró en el pop una nueva forma de expresión, una que le permitió conectar con su audiencia de una manera más directa y personal. A través de su música, Duplat busca fusionar la grandeza del formato clásico con la frescura y la innovación del pop moderno, creando un sonido distintivo que resuena con una amplia gama de audiencias. “Yo vengo de este mundo del piano clásico y aún lo hago mucho, se ha vuelto ya un placer personal. Cuando empecé a confiar en mí desde el pop, me empecé a volver mejor pianista”, comenta.

Juan Francisco Herrera

Pero el viaje de Duplat va más allá de la música. También busca capturar la esencia única de su ciudad natal, Bogotá, y compartir su visión de la metrópoli a través de su arte. “A veces definen Bogotá como a donde llega todo Colombia, que es completamente cierto, pero también creo que Bogotá tiene un espíritu que es propiamente Bogotá, la oscuridad de la ciudad, un poquito la vida nocturna, hipócrita, superficial y hostil. Alguien que lo ilustra muy bien es Mario Mendoza, es una ciudad muy noire y siento que no muchos artistas han mostrado esa parte de Bogotá en la música”, dice Duplat.

Desde la oscuridad de sus calles hasta la energía de su vida nocturna, Duplat encuentra inspiración en la complejidad y la diversidad de la capital colombiana, buscando reflejar su espíritu en cada nota y cada letra de sus canciones.

Con su próximo álbum de estudio, Mosaico Pirata, Duplat está listo para llevar su música a nuevos horizontes. “El siguiente paso fue hacer un disco en serio. Lo que la mayoría de alternos hemos hecho es compilar lo del año, meterlo en un disco y llamarlo disco, pero un disco es pensar de qué quiero hablar y llevarlo a cabo”, dice.

Con influencias que van desde el pop ochentero hasta la música clásica, Duplat buscó crear un sonido que sea al mismo tiempo nostálgico y vanguardista, manejando siempre un enfoque meticuloso en la producción y los arreglos.

“La epifanía para este disco la tuve organizando una caja de CD viejos en mi casa. Encontré CD custom hechos por mi papá, era amateur en el diseño gráfico. Eran discos que él escuchaba, clásicos del pop, el rock en español y en inglés, pero sobre todo en español”, comenta. “Puse este disco que desde niño escuchábamos, mosaico pirata, mosaico por ser un compilado y pirata por ser pirateado. Había muchos volúmenes pirata, la carátula era pixeladísima, en comic sans, con letra gorda era Maná, La Oreja de Van Gogh, Fito, Cerati, los Bee Gees, Alex Syntek, ese tipo de música noventera, un compilado de clásicos. La frase me impactó y me produjo un sentimiento de nostalgia muy fuerte”, agrega.

El proceso creativo detrás de su último disco, Mosaico Pirata, revela una cuidadosa planificación y una profunda conexión con sus raíces musicales. “El arte así funciona, es un espacio donde vi que mi gusto genuino puede figurar en cosas comerciales, y dar el salto al título de artista nacional. Primero la idea y después las canciones. Empecé a escribirlas en piano y voz, respetaba mucho este proceso compositivo”.
Con el objetivo de perfeccionar los arreglos musicales, inicialmente buscó la asistencia de productores como Juan Pablo Vega y Julián Salazar, quienes son amigos y referentes en la industria. Sin embargo, al encontrarse ocupados, tomó la decisión de tomar las riendas del proceso de producción él mismo. Consciente de que necesitaba ayuda para lograr que el sonido del disco alcanzara su máximo potencial, buscó la colaboración de Uriel Dorfman, un reconocido ingeniero de grabación que ha trabajado con artistas como Gustavo Cerati.

Dorfman, se convirtió en una pieza fundamental en el proceso de producción del álbum. Aunque el músico había concebido originalmente el disco como un proyecto conjunto con Vega y Salazar, decidió que, si no podía contar con ellos, prefería llevar a cabo la producción por su cuenta antes que comprometer la calidad del resultado final. Sin embargo, también reconoció la importancia de ser flexible y estar dispuesto a aceptar ayuda externa para garantizar que el álbum fuera lo que él esperaba.


“El arte así funciona, es un espacio donde vi que mi gusto genuino puede figurar en cosas comerciales, y dar el salto al título de artista nacional. Primero la idea y después las canciones”.


El enfoque sonoro y artístico del álbum estuvo marcado por una búsqueda de autenticidad y originalidad. El músico quería evitar caer en clichés y estereotipos, especialmente en lo que respecta al género del cantautor. En lugar de seguir el camino trillado de la poesía convencional, buscó crear letras simples pero significativas, que fueran accesibles para un público amplio y que reflejaran su propia identidad como artista.

El proceso de producción del álbum fue una empresa colaborativa que contó con la participación de diversos músicos y productores, así como la influencia de la escena musical de Bogotá. Además, el álbum refleja una amplia gama de influencias, desde lo británico hasta lo argentino y mexicano, lo que le confiere una identidad sonora única y distintiva.

Con 13 canciones que exploran diferentes sonidos y atmósferas, Mosaico Pirata es una experiencia que fusiona lo clásico con lo contemporáneo, lo nostálgico con lo innovador. Es el testimonio de un artista que desafía las convenciones y busca dejar su huella en la escena musical nacional.

“Escuché el disco y sentí todos los elementos, la sonoridad arcaica pero en un buen sentido, lo retro, el sonido clásico, la influencia de la música clásica en la cuestión de arreglos, el espíritu de Bogotá y algo que que yo no escucho en Colombia, tiene las cosas británicas, cosas mexicanas, argentinas; referencias. Creo que fue una propuesta que trajo a la mesa un nuevo sonido, no es algo que nadie haya escuchado nunca, pero si no supiera nada diría: ‘Esto va a un lado, tiene ese potencial, lo veo en un festival sonando’. Espero que tenga este efecto orquestal, que suene como una banda de guerra y a la vez muy fino, pero que no suene escuelero. Eso se logró y ahora el desafío es la parte de comunicarlo, lo audiovisual, la estrategia”, dice Duplat.

En cuanto a la promoción y expectativas futuras, el músico está dedicando sus esfuerzos a difundir el álbum a través de una variedad de medios, incluyendo redes sociales, conciertos y otros eventos. También destaca la colaboración con artistas pop reconocidos como Manuel Medrano, Irepelusa y Santiago Cruz, cuyo apoyo ha sido fundamental para el éxito del proyecto.

Pero más allá de la música, Duplat tiene una visión más amplia para su carrera. Con proyectos futuros que incluyen recitales de piano clásico y colaboraciones con otros artistas, está decidido a dejar una marca indeleble en la industria musical colombiana e ir mucho más allá.

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