Divididos: “Para nosotros tocar es terapéutico”

La banda anunció su regreso a los estadios con un encuentro cara a cara con la prensa en el que los músicos hablaron de los inicios en la música, de cómo esquivarle a la rutina y del impacto de ver a Queen en vivo en 1981

Por  SEBASTIÁN RAMOS

octubre 11, 2022

Apenas seis horas después de que una nueva edición del Lollapalooza anunciara su lineup a través de las redes, Divididos eligió el encuentro cara a cara con una cuarentena de periodistas, algunos amigos y otros tantos seguidores para anunciar un show autocelebratorio por sus 35 años arriba de los escenarios (después de la charla uno podría confirmar que cada uno de los más de 50 recitales por año que hace el grupo en cierta forma lo son también).

Será el 13 de mayo de 2023, en el estadio de Vélez. Las entradas se venderán a partir del 20 de este mes. Pero más allá del título de esta inusal presentación ante la prensa (al menos para las últimas dos décadas de esta banda) Ricardo Mollo, Diego Arnedo y Catriel Ciavarella aprovecharon este encuentro no virtual para charlar de manera relajada y con agenda abierta en una suerte de conferencia descontracturada que tocó temas tan dispares como el concierto de Queen en el mismo estadio de Liniers, en 1981, al que Mollo y Arnedo aseguran haber ido juntos a pesar de olvidos y huecos mentales, hasta las nuevas canciones que seguramente se conviertan en un álbum el año próximo, la posibilidad de un futuro documental, recuerdos de viejas grabaciones, los conciertos para niños, alguna que otra revelación acerca de alguna que otra letra de canción, una mirada fugaz sobre su introducción en el mundo de la música en los años 70, la relación entre las melodías de Ricardo Vilca y las de Focus y, ya en plan anecdotario para charla de asado al mediodía (hablando acerca de la fusión entre rock y folclore en su música), cómo les decía Pappo, cuando se cruzaba con ellos en algún lugar: “Ahí vienen los folclóricos”, contó Mollo que les decía el Carpo.

FOTO: IGNACIO ARNEDO

El rock, la energía del vivo y la posibilidad de encontrar una identidad en tiempos feroces

“En cierta forma lo que hacemos, esta música de rock tocada de una manera muy sanguínea y genuina, con pocos aderezos, diría, no más que tres personas que tocan sus instrumentos, quizá sea una forma de reivindicar un hacer. Porque para mí esto que sucede en vivo con un grupo de rock es irreemplazable” (Ciavarella).

 “Vamos a seguir tocando todo el tiempo, porque es una comunión lo que pasa para mí. Venir acá, a tocar, es un aire fresco para todos, para los que estamos arriba y para los que estamos abajo. Para mí es muy terapéutico. Desde muy chiquito, la música me ha curado en cierta forma. Fue mi bálsamo desde muy chico. Porque medio la alternativa que yo necesitaba a lo que quizás la sociedad me planteaba en su momento. Los shows son un espacio de alegría y felicidad. Y eso que me pasaba cuando era chico, le pasa también a un montón de pibes que nos siguen por todo el país. Hay algo de energía ahí, ese es el punto” (Mollo).

“A nosotros nos gusta tocar de toda la vida… Hay que tener en cuenta que nosotros no fuimos al colegio del rock, no había dónde aprender esto, esto nos pasó porque se nos ocurrió andá a saber qué cosa… habrá sido el contacto con los sonidos, la música eléctrica, la cultura del rock, que es tan amplia… Eso de juntarnos en una piecita a tocar sonidos eléctricos, con la idea de hacer una canción, era como volver a casa pensando que estabas haciendo algo que estaba muy bien. Aunque en casa por ahí no lo veían así. No fue fácil. Pero cuando conseguimos entender que con esos otros pares con los que te juntabas, les pasaba lo mismo, atravesábamos una puerta y nos sentábamos tocar, que era lo que nos gustaba hacer. Ahí encontramos una identidad, que al mismo tiempo nos hacía mirar hacia afuera y ver cómo lo hacían otros. El contacto con la música del rock británico y la afroamericana, el blues y todo eso. Y queriendo imitarlos, descubrimos nuestras propias cosas. Ahí empezamos a sentirnos más identificados. Nosotros empezamos un poco después del rock fundacional, Almendra, Manal, Los Gatos, Moris, Tanguito. Eso nos ayudó mucho también. Porque era armar canciones en el idioma que entendíamos todos. Y los que lo hicieron posible fueron ellos. Entonces ahí teníamos un arma donde agarrarnos y poder hacer un hecho artístico musical en nuestro idoma. Cuando todo aquello del rock empezó a hacer aceptado, nos sentimos todos un poco más socialmente aceptados. Y es muy posible que eso, con el tiempo, nos haya hecho tocar mucho, porque nos damos cuenta de que al tocar recibimos esa aceptación de ser alguien en la sociedad. Porque en otro momento nos teníamos medio que esconder o no mostrarnos mucho. Y eso a la larga estuvo bueno, a pesar de que insólitamente nos encontramos con un momento en que estábamos en un grupo en el que el cantante cantaba en inglés. Ya saben de quién hablo. Pero Luca era del mundo. Cantara cualquier cosa iba a ser aceptado y era el capitán del barco que llevó adelante uno de los proyectos más interesantes que viví… Y bueno, cuando se hundió ese barco, acá con el hombre (Ricardo), nos tiramos a un bote de salvavidas, que con el tiempo le fuimos poniendo más hierro y madera y el barquito terminó siendo un gran barco para navegar las mareas altas y los vientos… y acá estamos… Para aquellos pibes que éramos, que empezaron sin saber adónde ir, todo esto fue una jugada… así que gracias” (Arnedo).

El show en Vélez

“No fue muy pensado, salió medio rápido y fuimos detrás. No estaba en nuestros planes cuatro meses atrás… de pronto cayó. Es medio vertiginoso, todavía no caímos que estamos haciendo esto que vamos a hacer” (Mollo).

El sonido Divididos

“Las nuevas canciones que estamos haciendo son las melodías que van apareciendo. No hay una búsqueda de un nuevo sonido, porque creo que encontramos una forma de hacer música que nos identifica. A veces cuesta reconocerse en los sonidos y a veces uno se da cuenta de que eso es uno y solo resta transitarlo. La música que hacemos somos nosotros” (Mollo).

Los conciertos para niños

“Son más difíciles que tocar para los grandes. Hay que tocar y hacer las cosas bien. Es terrible tocar para los chiquitos. Es un momento único para nosotros. Fue una idea de Ricardo y lo pusimos en funcionamiento y lo que pasó fue increíble y lo seguimos haciendo. No se sabe si los padres traen a los chicos o los chicos a los padres, pero lo disfrutamos muchísimo” (Arnedo).

“La percepción de los chicos es implacable, te aceptan o se duermen. Tienen esa transparencia que nosotros vamos perdiendo con los años. Y cuando los ves con los ojos ávidos, viendo eso que estamos haciendo, es increíble. Muchos me aconsejaban hablarles entre los temas, pero nosotros les tocamos música,  porque es lo que escuchan en su casa, y es lo que eligieron. Por ahí hay un poco de tracción de los padres, pero por otro lado también pasa todo lo contrario. Hay un chico que nos contaban el otro día que todos los días, antes de bajarse del auto para ir a la escuela, escucha El 38. Es una elección, nadie lo obliga. Ver todo eso, en el primer show, nos hizo lagrimear a todos. Es algo inolvidable y también sorpresivo” (Arnedo).

La reina en Argentina

“Yo era fanático de Queen desde el 72, con el segundo disco. Eran como unos Led Zeppelin, todavía tenían mucha reminiscencia de eso, sobre todo el baterista. Entonces, cuando los fui a ver a Vélez, en 1981, ya era una banda que me gustaba. Y también fue el primero megashow, la primera vez que veías un montón de cajas de sonido, esas que a mí me gustan, que tenían los tres parlantes, el woofer, el rango medio y el tweeter, todo en una misma caja. Y había como cuarenta cajas por lado, sonaba como si fuera un disco, perfecto. Eso fue lo más impactante. Los doce amplificadores Vox que trajo Brian May y el sonido de su guitarra” (Mollo).

No soy actor de lo que fui

“¿Si haríamos una serie o una biopic? No, seguramente la harán otros cuando estemos en otro plano. Pero sí tenemos un material olvidado, como 200 casetes filmados en todos los formatos, que estamos digitalizando (ayer se mostraron algunos crudos en la antesala a la conferencia) que registran toda nuestra trayectoria y seguramente hagamos un documental” (Mollo).

Rock not dead

“Hace treinta años que dicen que el rock murió. Pero, ¿qué pasa con el tango, la música clásica o el folclore? Nada muere. A lo largo del tiempo la música sigue estando, cualquier tipo de género sigue viviendo en la gente que lo escucha. Nosotros estamos tocando. De hecho vamos a hacer un estadio. Yo sigo eligiendo determinadas músicas, además de las que vienen, las que están. Son músicas queridas y adoptadas, algunos la eligen y otros no” (Mollo).

Ricardo Vilca y Focus

“Ricardo era un hombre sensible y un músico superlativo. Las melodías de Ricardo eran increíbles. Cuando me mostraron por primera vez su música, lo emparenté con Focus, una banda holandesa, por la manera de componer. En vez de flauta traversa era una quena en este caso, pero las melodías y las cadencias de acordes tenían que ver con esa música. Me llamó la atención cómo fusionó la música andina con la música clásica. Ahí uno se da cuenta de que todo tiene relación, porque si no, no funciona. Era un maestro” (Mollo).

La ingenuidad al poder

“La letra de Amapola del 66 dice eso de ‘trenes de mimbre del sueño del rock, de esa ingenuidad’. Habla de lo que no se pierde y quizá sea eso lo que elegís todos los días y por eso volvés a la sala de ensayo. No perder esa ingenuidad, esa capacidad de asombro que te da la música” (Mollo).

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