Despertame cuando termine septiembre: Green Day sacude Vélez con clásicos, promesa de nuevo disco y sin riesgos

En su cuarta visita a la Argentina, el trío californiano se apoyó en su material más conocido, pasó por alto su trabajo más reciente y dejó un anuncio para el año próximo

Por  JULIETA GALIANO

septiembre 12, 2022

Billie Joe Armstrong, en su reencuentro postpandémico con los fans argentinos

Agustín Dusserre

El show de Green Day, este domingo en Buenos Aires, fue un buen ejemplo: salir de la pandemia –que, aunque parezca historia lejana, no lo es tanto- puede ser sinónimo de reencuentro y comunión. El trío californiano pisó suelo argentino por cuarta vez, en el estadio de Vélez, con una gran puesta en escena y una lista que, aunque cómoda, resultó transversal a todas las generaciones que conforman su público.

Billie Joe Armstrong, en Vélez Foto: Agustín Dusserre

Fans de la vieja escuela y caras nuevas confluyeron en esta visita de Green Day al país, después de limitaciones y giras canceladas debido al Covid-19. Y si de nuevas generaciones se trata, la elección de la banda local para abrir la fecha fue elocuente: los sub 20 Bastardos Del Under encendieron los motores del estadio con un repaso enérgico de su primer disco y demostraron que aquel punk rock clásico y despojado aún sobrevive y empuja desde un lugar fresco y joven.

Del otro lado del espectro, Billy Idol, con sus 66 años, tomó la posta y puso a Vélez a bailar con clásicos como “Dancing with Myself”, “Mony, mony” y “White Wedding”, además de material de su próximo disco, con varios cambios de vestuario y visuales que condimentaron su presentación. El británico, que además de sus hits más pop fue justamente un pionero del punk rock con su banda Generation X en 1976, resultó la antesala perfecta para el plato principal de la noche.

Mike Dirnt, durante la cuarta visita de Green Day a Buenos Aires Foto: Agustín Dusserre

Como en cada previa, “Bohemian Rhapsody” empezó a sonar y puso a Vélez a cantar en modo cuenta regresiva. Luego, el Drunk Bunny, la mascota del trío, arengó al público al ritmo de “Blitzkrieg Bop” de Ramones. Hasta que, al fin, Billie Joe Armstrong, Mike Dirnt y Tré Cool salieron a escena con una ovación y abrieron su show con tres piezas clave de su repertorio: “American Idiot”, “Holiday” y “Know your Enemy”.

Más ajustados que nunca, con la base sólida de Cool en batería y la voz de Armstrong, que se mantiene intacta a lo largo de los años, Green Day salió a transpirar la camiseta clásico tras clásico, sin descansos ni respiros, con énfasis en sus discos más influyentes: Dookie (1994) y American Idiot (2004). Sonaron temas insignia, de la talla de “Basket Case”, “She”, “Wake Me up when September Ends” y “When I Come Around”. También incluyeron canciones como “Brain Stew”, “Hitchin’ a Ride”, “Minority” y “Waiting”, que marcaron la historia del trío hacia finales de los 90 y principios del 2000.

Sin dudas, Green Day y el público argentino se entienden muy bien. La banda propone una interacción constante con la audiencia, incluso permitiendo o invitando a fans a compartir escenario con ellos. En esta ocasión, un tal Valentín fue seleccionado por Billie Joe para subir a tocar “Knowledge”, y se llevó a su casa la guitarra del frontman como regalo. Nada menos.

Billie Joe, al frente de un show que se apoyó en clásicos y obvió los últimos discos de la banda.
Foto: Agustín Dusserre

Fue un show de alta calidad en lo relacionado con el sonido, el despliegue escénico y la conexión con el público. Sin embargo, al cabo de poco más de hora y media, Billie Joe cerró la noche con “Good Riddance”, en un broche que resultó tal vez abrupto para los fans más experimentados. Especialmente para quienes los vieron por ejemplo en 2010, en el festival Pepsi Music, show que duró casi tres horas y se enfocó en 21st Century Breakdown, lanzado el año anterior.

El disco del 2020, Father of all Motherfuckers, donde la banda se volcó a un sonido más garagero, no tuvo presencia en absoluto en Vélez. No solo en Argentina, sino en toda la gira, incluyendo el tramo europeo, cuyas fechas habían sido reprogramadas por la pandemia. Tampoco Revolution Radio (2016) formó parte de este setlist.

En ese sentido, el show del domingo se sintió como una vuelta a las raíces, en una movida clave post-pandémica para reconectar con aquellas piezas que forman la identidad de Green Day, y que es común a todas las generaciones presentes, mellennials, pre y post. Green Day llegó a Vélez enfocado en la nostalgia y la efectividad, desde los lugares conocidos y esperados, y dejó de lado la reinvención de sus trabajos más recientes.

Con apenas algunas variantes, la propuesta fue esencialmente la misma que aquella del 2005 en Milton Keynes, Inglaterra, documentada bajo el título de Bullet in a Bible. Tanto así, que incluyó también las mismas interacciones con el público e intervalos, y hasta en la ejecución de las canciones. Una jugada que puede resultar reconfortante, 17 años más tarde, pero que también puede dejar cierto apetito por ver más.

No obstante, Armstrong reafirmó que Green Day no piensa parar de crear. Luciendo una campera de cuero con la leyenda “1972” en la espalda, Billie Joe le recordó al público que habrá nuevo álbum en 2023. Tal vez este próximo proyecto los devuelva al territorio argentino con un setlist renovado.