Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente
Diapositiva anterior
Diapositiva siguiente

Crítica: Un terrible secreto (Storm)

Una madre se enfrenta a una terrible tragedia. Su hijo pequeño ha muerto y quizás su hija de 10 años es la responsable.

Erika Calmeyer 

/ Ella Maren Alfsvåg Jørgensen, Ane Dahl Torp, Tamina Ali

Por  ANDRÉ DIDYME-DÔME

Cortesía de Cine Colombia

Hace unos años, el danés Thomas Vinterberg nos presentó La cacería (2012), un delicado estudio sobre la fragilidad de la confianza y sobre cómo una acusación irresponsable hecha por una niña, puede arruinar las vidas de muchos. En esa cinta, Lucas (Mads Mikkelsen) es un hombre que trabaja como asistente en un jardín de infancia en un pequeño pueblo. La crisis se desencadena cuando una niña pequeña, confundida y enojada, acusa falsamente a Lucas de abuso sexual. La acusación rápidamente se convierte en un rumor devastador que se propaga por la comunidad, llevando a Lucas a ser aislado y atacado por sus vecinos, a pesar de la falta de pruebas.

La noruega Erika Calmeyer, una directora formada en el mundo de las series de televisión (Nudes, Twin, Young Royals), nos presenta su primer largometraje, el cual es un impecable trabajo que vuelve a explorar ese polémico tema relacionado sobre lo que dicen y hacen los niños, y lo hace de un modo como solo los directores procedentes de Dinamarca, Suecia y Noruega lo saben hacer. 

Ane Dahl Torp interpreta a Elin, una madre viuda que se enfrenta a una gran tragedia. En un momento de descuido, Ulrik, su hijo pequeño, muere ahogado en un río. La única testigo del accidente es Storm (Ella Maren Alfsvåg Jørgensen), la hija mayor de tan solo diez años. A medida que Elin trata de seguir adelante con su vida pese a semejante duelo, ella comienza a sospechar que quizás su hija empujó a su hermano menor, causándole la muerte. Al principio, la madre se rehúsa a creer que la niña pueda ser la responsable de la muerte del pequeño Ulrik, pero poco a poco, comienzan a surgir las pruebas de que tal vez sí fue así. 

Storm (que en español significa “tormenta”), es una niña que ha maltratado a sus compañeros de escuela y que evade la terrible situación como si no se diera cuenta de su gravedad. Si ella efectivamente empujó a su hermanito, queda la probabilidad de que fuera un accidente, que ella no pensara que se iba a ahogar y que no comprendiera realmente lo ocurrido. Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, fue atacado por desmitificar la idea de que los niños son una especie de angelitos nobles, inocentes y buenos. De acuerdo con él, los niños manejan una sexualidad perversa y usan la violencia sin mucha consciencia o comprensión de lo que están haciendo y sobre sus consecuencias. 

Calmeyer y el guionista Johan Fasting (Ninjababy) no nos muestran a Storm como una pequeña asesina, como sí lo hacen las cintas de terror protagonizadas por niños malvados y con rasgos psicopáticos como The Bad Seed, Mikey o The Good Son, quienes no tienen piedad para cometer crímenes atroces. Pero aquí tampoco se nos muestra a la niña como un ser inocente que cometió una equivocación y que se arrepiente de ello, ya que de hecho juega con la idea de haber matado a su hermanito y llega a mentir diciendo que fue su madre quien mató a Ulrik culpándola a ella de la situación, sin darse cuenta de la gravedad de hacer semejante acusación. Tal ambigüedad genera una tremenda incomodidad en el espectador, y lleva a un gran deseo de querer discutir sobre lo visto luego de haberse terminado la película.   

Más allá de los logros técnicos en términos de fotografía, edición y actuación, el mejor cine es aquel que no ofrece respuestas, sino que suscita preguntas. La ópera prima de Calmeyer ofrece precisamente eso. Es un catalizador para que nos preguntemos sobre lo que es un accidente, sobre lo que es una muerte intencional y sobre cómo una madre es quizás la persona menos indicada para tratar de ayudar a su hija ante una situación tan extrema y terrible como la ocurrida en esta película. El debate está abierto. 

CONTENIDO RELACIONADO