Este documental dirigido por el cineasta colombiano Inti Jacanamijoy, hijo del afamado pintor Carlos Jacanamijoy, nos adentra en la vida de José Agustín Iguarán, un anciano indígena wayúu de 96 años y abuelo del director, que se enfrenta al inevitable proceso de la muerte y la reconciliación con su pasado, especialmente la separación de su madre cuando era niño. La película es un viaje tanto físico como espiritual, en el que el director logra captar la esencia de la cultura wayúu, al tiempo que reflexiona sobre temas universales como la identidad, la memoria y el ciclo de la vida.
Desde el primer momento, la película destaca por su poderosa estética visual. Jacanamijoy y el director de fotografía Álvaro J. Caviedes utilizan imágenes oníricas y simbólicas para crear un ambiente inmersivo y contemplativo. Las grietas en la tierra, que aparecen recurrentemente a lo largo de la obra, son un símbolo de la fisura entre la vida y la muerte, un recordatorio constante de la fragilidad de la existencia y la conexión espiritual con el territorio. Estas imágenes no solo son visualmente impactantes, sino que también añaden una capa profunda de significado a la narrativa, aludiendo a las grietas en la memoria y el alma de José Agustín.
El enfoque del director en la sensorialidad es otro de los puntos fuertes de la película. Jacanamijoy construye una experiencia cinematográfica que trasciende lo meramente visual, invitando al espectador a “sumergirse” en la historia. Los sonidos, las voces, y la evocación de los sueños no solo acompañan la historia, sino que también la guían, creando una atmósfera donde lo real y lo espiritual se entrelazan. Esta aproximación sensorial es coherente con las creencias wayúu, en las que los sueños y la muerte están profundamente conectados. A través de este lente cultural, la muerte no se presenta como un final trágico, sino como una transición hacia otro estado de existencia, un regreso a las raíces.
En términos narrativos, Los sueños viajan con el viento sigue un ritmo pausado, casi meditativo, que permite al espectador sumergirse en las reflexiones del protagonista. Este ritmo puede ser desafiante para algunos, especialmente en un mundo acostumbrado a narrativas rápidas y directas, pero es precisamente esta pausa contemplativa la que dota a la película de su poder. La historia de José Agustín es personal y, a la vez, un testimonio existencial de la búsqueda de sentido en los últimos momentos de la vida.
La decisión del director de basar el documental en sus propias conversaciones con su abuelo añade una capa adicional de intimidad y autenticidad. Este enfoque personal le permite a Jacanamijoy explorar temas de identidad y herencia con una sinceridad que resuena en cada fotograma. Es un cine que no solo se observa, sino que también se siente profundamente, como un eco de las raíces indígenas que se manifiestan a lo largo de la obra.
Los sueños viajan con el viento es una obra que vuelve a evidenciar la fuerza de los documentales en el cine colombiano, apostando por una experiencia inmersiva y sensorial que conecta la vida y la muerte de manera poética. Jacanamijoy logra un equilibrio delicado entre lo personal y lo universal, presentando una película que invita al espectador a reflexionar sobre su propia relación con la muerte y la memoria. Es una obra que, aunque demandante en su ritmo y estilo, recompensa con una profunda y emotiva conexión con la experiencia humana.