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Crítica: La franquicia (The Franchise) Temporada 1

La franquicia es una sátira mordaz y afilada que se adentra en el caos y el absurdo detrás de la producción de las películas de superhéroes y que expone las contradicciones de Hollywood.

/ Himesh Patel, Daniel Brühl, Richard E. Grant, Billy Magnussen, Aya Cash, Lolly Adefope

Por  ANDRÉ DIDYME-DÔME

Cortesía de Max

Se podría afirmar que cuando las películas se rebautizaron como “franquicias” y las noticias como “contenido”, fue el momento en el que todo se fue al carajo. The Franchise es una comedia audaz y satírica que se adentra en el caótico mundo de la actual producción de las películas de superhéroes que ocupan el tiempo de la mayoría de los llamados “creadores de contenido”. 

Gestada por el escritor Jon Brown (Succession) y respaldada por las mentes creativas de Armando Iannucci (Veep, Avenue 5) y el prestigioso director Sam Mendes (American Beauty, Revolutionary Road), la serie viene a ser una visión mordaz sobre las disfuncionalidades y el caos detrás de estas mega producciones en las que, en la mayoría de los casos, asumen al cine como un negocio lucrativo, dejando de lado su dimensión como medio de expresión artística.

La trama gira en torno a la ficticia producción de Tecto, una película sobre un superhéroe que puede provocar terremotos (piensen en la producción como una mezcla entre Ant-Man 3, Escuadrón Suicida y Guardianes de la Galaxia). Aquí, Tecto es encarnado por un actor lleno de inseguridades llamado Adam (Billy Magnussen canalizando a Chris Evans, Chris Pratt y James Marsden, entre otros). Daniel Brühl, el actor alemán que encarnó al Barón Zemo para Marvel, es Eric, un director procedente del cine independiente, nervioso, ambicioso y con la tendencia a somatizar, que le rinde culto a Christopher Nolan y quien acepta encargarse del proyecto de llevar a Tecto de los cómics a la pantalla con la pretensión de hacer algo “bueno e importante”. 

Himesh Patel, quien participara en Tenet, la caótica mega producción de Nolan, es Daniel, el primer asistente de dirección que lucha por mantener la cohesión en medio de los constantes cambios de guion y la lucha de egos entre los actores, que incluyen a Richard E. Grant como Peter, un actor veterano en decadencia, que viene del teatro y que debe ajustarse a los paradigmas de Hollywood para salvaguardar su carrera, canalizando a Sir Ian McKellan, Jeremy Irons y Anthony Hopkins, entre otros. De igual manera, Daniel debe lidiar con los productores ejecutivos exigentes, caprichosos y narcisistas como Pat,  interpretado maravillosamente por Darren Goldstein (Ozark), un personaje claramente influenciado por Kevin Feige, la cabeza de Marvel Studios. 

Daniel, interpretado con una mezcla de desesperación y determinación, es el eje de The Franchise y es quien sobresale por su capacidad de mantener el equilibrio entre las demandas de los actores y las presiones del estudio, ofreciendo un retrato fiel de los retos de trabajar en estas producciones de presupuestos colosales y que bien pueden ser parte de “la muerte del cine”, parafraseando lo dicho por Martin Scorsese (referenciado también en esta serie).  

The Franchise aborda el estrés, las decisiones absurdas y los problemas logísticos que suelen esconderse detrás de las cámaras de estas películas taquilleras, pero no lo hace con odio, ya que más que una sátira amarga y destructiva (como lo es la serie The Boys), esta es una comedia llena de ironía y humor que se destaca por su capacidad de reflejar la realidad de Hollywood y que juega con la idea de si las franquicias de superhéroes representan “la nueva era dorada” del cine o su inevitable decadencia, una reflexión que resuena con la actual crisis del género y donde las respuestas quedan a cargo del espectador.

Uno de los aspectos más fascinantes de la serie es cómo expone los oscuros secretos de la industria, revelando que muchas decisiones en las producciones de gran presupuesto de Marvel y DC se toman de manera caótica, a menudo improvisando y cambiando la dirección creativa en mitad del rodaje. Este enfoque invita a los espectadores a reírse de quienes se encargan de las producciones de este tipo, aunque brilla por su ausencia la perspectiva de los jefes de los estudios y más aún, de los jefes de los conglomerados multinacionales que son los dueños de los estudios.

Es especialmente interesante ver cómo Sam Mendes, a pesar de ser identificado como un director de películas “serias”, muestra aquí un gran dominio del género de comedia, con un enfoque más ligero y refrescante (al parecer, este proyecto surgió de sus experiencias de al dirigir Skyfall y Spectre, su incursión a la franquicia de James Bond).

Sin embargo, aunque la serie es altamente entretenida y tiene un ritmo ágil, puede que algunas de las bromas y referencias no resuenen completamente con aquellos menos familiarizados con el mundo del cine de superhéroes o las dinámicas de la industria. Para los fanáticos de Veep y Avenue 5, el humor cínico y el enfoque satírico característicos de Ianucci serán un deleite, pero algunos espectadores podrían encontrarlo extraño. Como sucede con las franquicias de superhéroes, si no se tienen los referentes, las risas podrían ser escasas y la fascinación casi nula.

De todas maneras, The Franchise ofrece una mirada hilarante y aguda al detrás de cámaras de las películas de superhéroes, un género que ha dominado la taquilla durante más de una década. Con una dirección competente, aunque algo irregular (Mendes cede la dirección a otros directores y eso se nota) y un guion que sabe hacer malabares con la comedia y la crítica, la serie se presenta como una reflexión entretenida sobre el estado actual del cine, no solo de los superhéroes, sino del cine en general. Sin llegar a ser revolucionaria, su sátira es precisa y hará que tanto los amantes del género como sus detractores disfruten de esta caótica travesía.

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