El director y guionista italiano Paolo Genovese, conocido por Perfectos Desconocidos (su exitosa comedia sobre los dispositivos celulares, los secretos y la intimidad que ha sido adaptada al cine 21 veces), ha decidido abandonar la comedia para sumergirse en un drama de corte sobrenatural con su último trabajo, El Primer Día de Mi Vida, adaptación de su propia novela homónima publicada en 2018.
Genovese traslada su historia de Nueva York a Roma (inicialmente iba a ser una cinta con un elenco internacional, pero la pandemia arruinó sus planes), y en una arriesgada apuesta que hubiera podido terminar en una edulcorada lección moral no apta para diabéticos, termina abordando el delicado tema del suicidio de una manera profunda, delicada y respetuosa, comentando sobre la felicidad y el dolor que hacen parte de la vida y explorando sobre la complejidad de las emociones humanas de un modo íntimo y reflexivo.
El núcleo de la trama, que nos recuerda a la inmortal Qué bello es vivir de Frank Capra y a El cielo sobre Berlín de Wim Wenders, gira en torno a las preguntas universales sobre la vida y la muerte, planteando la posibilidad de reflexionar o de cambiar el curso de la vida a través de la ayuda de una especie de ángel. Genovese no abandona del todo la comedia, ya que nos sumerge de una manera cándida, y a veces cínica, en el dilema que implica la decisión de vivir como la de quitarse la vida.
La historia se desarrolla en un lapso de siete días, después de una decisión crucial tomada por cuatro protagonistas, explorando la posibilidad de reafirmarse en ella o revertirla. Y es que cambiar la perspectiva de la vida es el interés central tanto del libro como de la cinta de Genovese.
Los cuatro personajes, de diferentes géneros y edades (un hombre, una mujer, una adolescente y un niño), han decidido acabar con sus vidas por razones particulares. Arianna (Margherita Buy) es una policía que ha perdido a su hija; Napoleón (Valerio Mastandrea) es gurú motivacional que ha perdido su sentido de vida; Emilia (Sara Serraiocco) es una gimnasta que ha terminado en una silla de ruedas; y Daniele (encarnado por el actor infantil Gabriele Cristini) es un niño con sobrepeso que es obligado por su padre para convertirse en una popular “estrella” de las redes.
Toni Servillo interpreta al misterioso personaje sin nombre que lleva a todos en su viejo coche y los hospeda en un hotel, luego de que en la noche y bajo una intensa lluvia, deciden poner fin a sus vidas. El hombre les da una semana para darse una segunda oportunidad, para volver a enamorarse de la vida y salvarse a sí mismos; ya que se encuentran en una especie de limbo o purgatorio en el que se les permite observar cómo sería el mundo sin ellos y echar un pequeño vistazo a su futuro, en caso de que decidan regresar a la vida. Cuento de Navidad de Dickens (otro relato que ha sido adaptado al cine y la televisión cientos de veces), hace también parte integral de la cinta de Genovese, con Napoleón como el personaje más cercano al huraño Ebeneezer Scrooge.
Las estupendas actuaciones de todo el elenco contribuyen a que los personajes se sientan como verdaderos seres humanos y que empaticemos con sus dramas individuales. Genovese nos narra el drama particular de estos cuatro suicidas haciendo uso de explicaciones graduales y sorpresas a lo largo de dos horas, logrando así mantener al público inmerso e interesado de una manera muy efectiva. El primer día de mi vida es una película ideal para estas Navidades que es apta para toda la familia y que, en vez de predicar, nos comenta.