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Creed III

La tercera entrega de la saga derivada de la franquicia Rocky, sufre por la falta de experiencia de su director, un guion débil y la ausencia de Sylvester Stallone

Michael B. Jordan 

/ Michael B. Jordan, Jonathan Majors, Tessa Thompson, Wood Harris, Phylicia Rashad

Por  ANDRÉ DIDYME-DÔME

Cortesía de Warner

En 1976, Rocky, una cinta de boxeo protagonizada por Sylvester Stallone y magistralmente dirigida por el fallecido John G. Avildsen, obtuvo el premio Óscar a la mejor película, contra todos los pronósticos. Pese a que sus contrincantes eran las superiores Todos los hombres del presidente, Network y Taxi Driver, lo cierto es que Rocky sigue siendo una cinta poderosa, muy bien escrita (el guion fue escrito por Stallone) y tremendamente emotiva.

El éxito de Rocky llevó a tres inevitables secuelas, cada una más taquillera que su predecesora, pero, al mismo tiempo, de una calidad inferior a la anterior. Eso no quiere decir que Rocky II, III y IV (las tres dirigidas por Stallone) no tuvieran sus momentos.

El quiebre se dio con Rocky V, una película también dirigida por Avildsen e injustamente atacada por la crítica, que recupera mucho del tono de la cinta original y que incluye unos momentos de gran intensidad emocional (la pelea en la calle sigue siendo memorable). La mediocre recaudación en taquilla llevó a la suspensión de la franquicia por dieciséis años, hasta que Stallone decide dirigir y protagonizar Rocky Balboa, una estupenda resurrección de la saga y una supuesta conclusión de la historia de Rocky, que muchos espectadores pasaron injustamente por alto.

Nueve años más tarde, se estrena un sorpresivo spin-off conocido como Creed, en donde se cuenta la historia de Adonis, el hijo de Apollo Creed, boxeador que se enfrentó a Rocky en las dos primeras partes y que fuera interpretado por Carl Weathers. El director Ryan Coogler demostró ser un digno heredero de Avildsen (ambos terminarían disfrutando las mieles de la victoria en nuevas franquicias, el primero con Pantera negra y el segundo con Karate Kid). Y Michael B. Jordan, el actor a quien Coogler dirigió en la potente Fruitvale Station, probó ser un digno heredero tanto de Weathers como de Stallone.

Sin embargo, Creed II se lastimó por una dirección irregular de Steve Caple Jr. y un guion endeble, aspectos que se sopesaron con el carisma de Jordan y las apariciones de Stallone y Dolph Lundgren (quien interpretó a Ivan Drago, el rival de Rocky en la cuarta parte), sumado a las emocionantes secuencias de pelea.

Ahora llega la tercera parte de Creed y las cosas no lucen muy bien para la novena entrega de la serie de películas pugilísticas. El principal problema de Creed III radica en un Michael B. Jordan que no estaba preparado para asumir la dirección de una película. Esta cinta (definitivamente la más floja de la trilogía y de toda la saga de Rocky) se siente como un producto “directo a vídeo” o una tele-película mediocre, de esas que se emitían por televisión antes del auge del streaming. Creed III está colmada de problemas de ritmo, alargamientos innecesarios, compresiones injustificadas, redundancias, diálogos insulsos, riesgos estéticos fallidos y múltiples problemas de lógica. Como si se tratara de una premisa típica de Rocky, a Jordan se le envió al ring sin estar lo suficientemente preparado y el resultado es poco menos que desastroso.

Sylvester Stallone fue sacado de la franquicia, luego de una serie de diferencias creativas y problemas legales relacionados con los derechos de autor. El resultado es la falta de un mentor que siempre ha estado presente en Rocky, ya sea Mickey (un inolvidable Burgess Meredith) o el mismísimo Apollo. Avildsen sabía de la importancia de este personaje arquetípico en los relatos deportivos y de ahí que el corazón de las cuatro Karate Kid haya sido el icónico profesor Miyagi encarnado por el fallecido Pat Morita, y que Daniel LaRusso (el Karate Kid original interpretado por Ralph Macchio) y Johnny Lawrence (el antiguo rival de Daniel San encarnado por William Zabka), ahora sean los mentores de una nueva generación de karatecas en la exitosa y emocionante Cobra Kai

El poder de las dos primeras partes de Creed se basaba en un Rocky Balboa veterano que ahora es el mentor del hijo de su antiguo rival. Pero en Creed III, el boxeador ha quedado prácticamente solo.  Algunos dirán que el papel del mentor ahora es asumido por Tony “Little Duke” Evers (un desperdiciado Wood Harris de The Wire), pero Evers está más cerca de ser  Duke (uno de los entrenadores de Rocky, encarnado por el desaparecido Tony Burton) que  Mickey Goldmill.

Además, para la lógica de la trama es algo imperdonable que Balboa no esté presente en el entierro de la esposa de su mejor amigo (perdonen los spoilers) o que no aparezca en las fotos de las paredes o en los encuentros pugilísticos del hijo de su amigo. Por el bien de la historia, mejor lo hubieran matado o mandado a un retiro en el Tíbet.

Lo único redimible en Creed III es Jonathan Majors, un actor que ha demostrado su gran poder en cintas como Historia de honor y Ant-Man: Quantumania. Aquí, Majors interpreta a Damian Anderson, un amigo de infancia de Adonis, quien terminó en la cárcel y que ahora vuelve para convertirse en el protegido de Creed y luego en su rival, copiando mucho de la historia de Rocky V. Desde lo posible, Majors hace lo mejor que puede con su papel, emulando la expresión corporal y las actitudes del infame campeón Mike Tyson.

Es tanto el carisma que proyecta con su Damian, que el espectador terminará apoyando al villano y no al héroe, quien ahora se acerca mucho a la fantochería de Apollo Creed, Clubber Lang, Ivan Drago y Tommy Gunn, los anteriores rivales de Rocky. En otras palabras, del enfrentamiento entre Kang y Killmonger, Kang es nuestro favorito.

El guion de Keenan Coogler (hermano de Ryan) y Zach Baylin (King Richard) busca darle al público lo que quiere y no toma riesgos. Para una entrega de la serie de Rocky, las cosas llegan a funcionar si a la película se le carga de emoción y de unas secuencias espectaculares de pelea. Pero en Creed III, las emociones se reducen al mínimo y las peleas llegan a ser soporíferas. Esperemos que la hija de Adonis crezca rápido y se convierta en una gran boxeadora, para que la saga tome un rumbo mucho más interesante. Karyn Kusama, la directora de la maravillosa Girlfight, sería una de las más indicadas para Creed IV.

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