“Más Decadentes y menos Prozac”. Parafraseando al célebre libro que Lou Marinoff lanzó en 1999, la frase se aplica a Monumental Decadentes – la Película, el flamante film dirigido por Diego Álvarez que registra el histórico concierto del grupo en la Monumental Plaza de Toros de la Ciudad de México en mayo de este año. Y también, seamos justos, a cualquier intervención de la banda que, desde hace casi cuatro décadas, es una fuente de alegría a fuerza de canciones que calaron (y calan) hondo, no sólo entre el público argentino, sino en buena parte de Iberoamérica.
El film es una excusa para revisitar el repertorio de Los Deca, pero también para vislumbrar, en Cinemascope y rutilante Technicolor, el impacto del grupo en la audiencia mexicana, que incluye camisetas de la Selección Argentina y de varios clubes del fútbol criollo. En la senda de los “concert films”, el hilo conductor son las canciones, pero el relato se construye también a partir de pequeños sketches, intervenciones desopilantes que juegan, a modo de trailer, con una estética de cine de terror, suspenso y ciencia ficción, “Clase B” ( o “Clase DD”, en honor a la Divina Decadencia).
En el concierto participan Los Caligaris, que recrean la versión cumbia-soulera de “Una calle nos separa”, que habían grabado en colaboración con su autor, el enorme compositor y cantante santiagueño Leo Dan y “Kilómetros”, del repertorio del grupo cordobés. También el conjunto colombiano de electro-cumbé Systema Solar, revisitando “América”, de Los Tigres del Norte. Y Maeto Sujatovich, de Conociendo Rusia, que se pliega al Himno, “La Guitarra”, del maestro Jorge “Perro Viejo” Serrano.
No hay un afán revisionista, más allá del repertorio propio del grupo a través de las canciones. Para eso estuvo el indispensable documental Trucholandia (2016). Sin embargo, hay espacio para el recuerdo de la primera visita a México, la dedicatoria a Horacio “Gamexane” Villafañe y Pablito Molina, de Todos Tus Muertos, y los conciertos compartidos en la ciudad fronteriza de Tijuana, junto a TTM y Tijuana No.
“El desborde criollo que cura las heridas”, cantan en “Somos”, y es una definición acertadísima. Como un placebo contra todos los males de este mundo, están Los Auténticos Decadentes, soldados de plomo de la alegría. Ahora, en pantalla gigante. No sería extraño que, en las funciones, se arme un trencito entre las butacas.
