“Me di cuenta que el cantar no era solamente abrir la boca. El canto es una cosa mucho más profunda: hay que darle buena literatura, ver buenos cuadros, tener un frente cultural muy importante”. La frase elegida por Mercedes Sosa (1935-2009) para describir su llegada a Mendoza y el contacto con lo que fue el nacimiento del Nuevo Cancionero resume en gran en una sola oración el espíritu imperante en el episodio dedicado a su figura en Bios. Vidas que marcaron la tuya. Durante dos horas y con Abel Pintos como host, el documental de Nat Geo que se estrena hoy en Star+ traza un recorrido biográfico en el que queda claro que el vínculo de La Negra con la música fue mucho más allá de su repertorio y estuvo regido por un fuerte compromiso social y humano.
Con un elenco de voces invitadas para completar el cuadro que incluye a colegas y acérrimos (de Fito Páez a Liliana Herrero, pasando por Charly García y José Luis Castiñeira de Dios), sobrinos y nietos, el relato tiene dos pivotes centrales: Felipe Pigna, encargado de poner la historia en contexto, y el biógrafo y poeta Rodolfo Braceli, que pone el microscopio sobre cada anécdota. Lo que en otras ocasiones recayó más en material de archivo y hallazgos arqueológicos de la intimitdad artística, en esta ocasión es un relato coral en el que todos aportan su voz en un gran mosaico dispuesto a desentramar la historia de la autoproclamada cantora. El recorrido comienza detallando una infancia sumamente austera en una Tucumán regida por la explotación a los peones rurales en la zafra, y el esfuerzo denodado de sus padres para que ella y sus hermanos no notasen sus carencias (“la madre los llevaba a la plaza para que no sintieran el olor a comida de las otras casas durante el almuerzo”, cuenta Teresa Parodi).
El repaso hace un salto a cuando se presentó por primera vez en vivo a los quince años en un concurso radial bajo el alias Gladys Osorio, y cómo su vida sufrió un cambio radical unos años más tarde cuando conoció al músico Oscar Matus, con quien no solo se terminó casando, sino que se instaló en Mendoza. Allí, Mercedes no solo profundizó su compromiso social a través de la militancia en el Partido Comunista, sino que además fue parte de la génesis del llamado Nuevo Cancionero, una expresión artística dispuesta a no atarse a la tradición enriquecido a través de un cruce interdisciplinario con poetas, dramaturgos y artistas plásticos. “Queríamos innovar a partir de ese momento, no queríamos cantar lo de otra gente. Los folcloristas estaban muy asustados”, evocaba la Negra.
La historia luego se muda a Buenos Aires, donde Sosa y Matus vivieron de pensión en pensión, y da lugar al primer hito de su carrera: una invitación a ser parte del festival de Cosquín en 1965 que estuvo a punto de truncarse luego de que la comité organizador la diera de baja por su militancia política. La solución llegó de la mano de Jorge Cafrune, que le cedió el escenario durante su presentación, un gesto que ella luego replicaría durante toda su carrera. La anécdota se cierra con la grabación de su show en la plaza Próspero Molina, con una ovación cerrada por parte del público.
Y así como se cuenta que su matrimonio con Matus se disolvió de una manera “medio sabandija”, se detalla cómo se ordenó su vida cuando formó pareja con el músico Pocho Mazzitelli, quien no solo la aconsejaba en el repertorio, sino que la ordenó en el plano personal (“La Negra tomaba mucho en las peñas hasta que no daba más, y el Pocho le dijo ‘Usted tiene que dejar de papelonear’”, cuenta Braceli). Mazzitelli fue además el encargado de convertirla en una figura por fuera de la Argentina, consiguiéndole shows en España, París y Alemania. Lo que le sigue en la línea temporal son dos hitos de la música popular latinoamericana: Cantata sudamericana y Mujeres argentinas, de la mano de Ariel Ramírez y Félix Luna.
“En este ambiente hay gente que no quiere pensar, y dicen por otro lado que uno está utilizando esa bandera de la política, y es absurdo eso”, dice la Negra, y la frase cobra relevancia unos minutos después, cuando se habla de unos conciertos de tango y folklore organizados en el Teatro Colón en 1972, en los que ella fue parte y donde fue la única artista en no saludar al presidente de facto Alejandro Agustín Lanusse, presente en un palco. Poco después, la persecución de la Triple A y la muerte de Pocho (de la que nunca se repuso, en palabras de su biógrafo) hicieron inevitable el exilio en 1978, un período de tristeza y desarraigo registrado en una presentación en la televisión suiza en 1980.
De ahí a su regreso, orquestado por su hijo Fabián Matus junto a Daniel Grinbank, con diez shows en el Teatro Ópera en 1982, y su apertura al rock de la mano de Charly García primero y León Gieco después. En pantalla, La Negra y Charly interpretando juntos “Cuando me empiece a quedar solo” en una versión que hiela la sangre. “Esa canción la hice a los veinte, y parece que la hubiera hecho un viejo que recuerda. Y no, era un un chico que presentía. Ella combinó las dos cosas a la perfección, se adueñó de la canción y yo casi me desmayo”, cuenta Charly, que más adelante llega a compararla con Keith Richards. Esa serie de shows devino luego en una gira por estadios por todo el país, con gente vitoreando al micro al llegar a cada pueblo, como lo muestran las imágenes de archivo.
De los 90, lo que rescata Bios es su sociedad artística con Charly en el rupturista Alta fidelidad, y cierto antagonismo con Soledad Pastorutti como representante del folklore comercial, que la propia cantante de Arequito luego minimiza. Y una anécdota de esa década en un show en Ámsterdam da pie al tramo final de su vida, en el que la soledad y un proceso tardío de luto la debilitaron en demasía en la forma de una depresión enmascarada. De ahí que el proceso de grabación de Cantora, el disco de duetos que completó poco antes de su muerte, se viva como una suerte de despedida en vida. Poco antes del cierre formal, con una versión de “Razón de vivir” en el que la voz de Mercedes se entrelaza con la Abel Pintos y varios de los invitados del documental (Víctor Heredia, Liliana Herrero, Soledad, Teresa Parodi, Piero, Julia Zenko y Pedro Aznar), las imágenes de su velorio en el Congreso Nacional son coronadas con el testimonio de Diego Maradona ante las cámaras del mundo: “Murió la diosa de la libertad”.