Charly García y Clics modernos: tema por tema, un disco marcado por la época, el espanto y la desolación

Reescuchando un álbum cargado de nuevos peinados y máquinas para relatar el infierno reciente y abrazar una esperanza en tiempos convulsionados

Por  OSCAR JALIL

noviembre 5, 2023

Charly García y Joe Blaney durante la grabación de Clics modernos. (Foto: Uberto Sagramoso)

Uberto Sagramoso

Ni antes ni después de Clics modernos un álbum de rock argentino tradujo con tanta claridad el estado de ánimo de un país marcado por el espanto y la desolación. Una vez más, Charly García se adueñó del instante y transformó el daño en canciones inclusivas y necesarias. Cada nota dialogaba en clave de urgencia: nuevos peinados y nuevas máquinas para relatar el infierno reciente y abrazar una esperanza ante el fin de una pesadilla que duró siete años. Buenos Aires y Nueva York, tensión urbana que explora el juego de los contrastes. Fama y anonimato, tradición y novedad, pero por sobre todo la exigencia de no repetir fórmulas. Varios de los temas que integran el segundo disco solista de García viajaron en una valija con destino a Manhattan, otros serán obra de la observación y el ruido cercano, un Taxi Driver personal con un fabuloso set de filmación como telón de fondo.

LADO A

1. “Nos siguen pegando abajo (pecado mortal)”

La canción que abre Clics modernos ocupa el primer lugar entre los temas de Charly García calificados por las escuchas en Spotify, ni se acerca a las cifras siderales que sostienen a Bizarrap, WOS o Trueno. Originalmente bautizada como “Pecado mortal”, la mirada censora de Sadaic provocó el cambio y también el abrazo fraternal bajo un título que en su acción violenta unía a todo un país. Dominada por el golpe frenético de la caja de ritmo Roland TR-808 y una guitarra Rickenbacker 360, el impacto inicial es demoledor. En 1983 ningún disco argentino tenía ese poder expansivo, alta definición en la mezcla para resaltar los efectos del sintetizador y el bajo de Pedro Aznar, un canto grave que se quedaba a vivir en los parlantes. Sonaba como Combat Rock de Los Clash pero en frecuencia electrónica. No es casual, García eligió a Joe Blaney, que produjo la ingeniería de dos álbumes icónicos. Los nerviosos juegos vocales suman más invitaciones a bailar en el medio del horror: “no fueron las pastillas, fueron los hombres de gris”, dice la letra.

2. “No soy un extraño”

Compuesta en NYC bajo la influencia de un paisaje deslumbrante, García asume el rol del observador comprometido. “No hay que pescar dos peces con la misma red”, dice la letra. Desde ahí establece un cambio de piel, lo que se escucha es un tango electrónico de vanguardia, la voz llega relajada y el golpe seco de la TR-808 tendrá un efecto fundacional. Pero será la letra marcada por una adelantada visión con perspectiva de género, la gran fuerza motora de una canción envolvente y tan original como el sonido del final de la canción. Parece un bandoneón, aunque lo que suena es un sintetizador. Mucho tiempo después, Fito Páez tomará la preciosa línea de bajo para darle swing a “Tu vida mi vida”, uno de los mejores temas de La ciudad liberada (2017).

3. “Dos, cero, uno (transas)”

El tiempo exacto del tema (2:01) determinó su nombre —nuevamente Sadaic metió la cola—, aunque el título original permaneció entre paréntesis. Inspirada en una de las tantas respuestas de Charly a su público, en esta ocasión acusado de venderse al mercado por incluir el auspicio de una popular marca de jeans en el afiche promocional del show en Ferro (diciembre de 1982). “Él se cansó de hacer canciones de protesta y se vendió a Fiorucci”, canta García en tercera persona mientras la máquina de ritmo domina todo el frente de ataque para un rock latino muy emparentado con “Salir de la melancolía” de Serú Girán.

4. “Nuevos trapos”

El tema pertenece al demo que García grabó en Buenos Aires, la idea original fue mutando mientras avanzaba la experiencia neoyorquina. En un principio, el nombre de la canción sería el título elegido para el disco, pero en el medio aparecieron paredes con mensajes ocultos. “Nuevos trapos” es un funk criollo que explica el pasado (“habiendo compartido aquel terror”) y el presente (“y mientras todo el mundo sigue bailando”). El final es todo del saxo free de Doug Norwine, el mismo que algunos años más tarde sería el encargado de doblar a Lisa Simpson en sus incursiones musicales.

5. “Bancate ese defecto”

A Ada Moreno le causaba mucha gracia la frase “no es culpa tuya si la nariz no hace juego en tu cara”. La amiga argentina de Charly en NYC utilizó ese fragmento de la canción como leitmotiv de la serie de polaroids que ilustran el sobre interno de Clics modernos. La influencia de Rubén Blades, el eco salsero aunque retorcido y la crítica a la patria tilinga esconden un mensaje de cambio que García pide a gritos: “desconfío de tu cara de informado y de tu instinto de supervivencia”, dice la letra. El final instrumental es otra fase de encantamiento creada por los teclados y el bajo mientras queda flotando la voz de Charly repitiendo la palabra “rara”.

LADO B

6. “No me dejan salir”

El video dirigido por Renata Schussheim -repleto de baile, colores intensos y máscaras extrañas- completó el efecto de canción ideal para celebrar la vuelta de la democracia. Compuesto y producido en NYC, el tema que abría el lado B del vinilo sigue siendo un prodigio de sofisticación. Además de las tres participaciones de James Brown, a través de samplers como precisos golpes rítmicos, la canción incluye un complejo engranaje de piezas: estribillo, coros, los ataques de Brown y el riff de guitarra forman la esencia de un hit imbatible mientras la TR-808 encierra todo dentro de su caja de sorpresas infinitas.

7. “Los dinosaurios”

Joe Blaney contó que mientras Charly grababa “Los dinosaurios”, algunos amigos argentinos que presenciaban la grabación se largaron a llorar a mitad del tema. El poder de síntesis y conmoción de este clásico instantáneo llegó justo cuando la democracia volvía a respirar, y era lógico que el cancionero argentino se llenara de referencias a la dictadura. El aporte de García estaba a años luz de la mayoría e impactaba por la contundencia del lenguaje: “los amigos del barrio pueden desaparecer”. Lo más extraño, y eso también habla muy bien de García, es el modo que ha tenido de desligarse de los análisis que provocó la letra: “Juro que cuando la escribí no pensé en los militares… La letra tenía más que ver con el sentimiento de ausencia que se produce en uno cuando pierde algo, desde un amor hasta el cepillo de dientes”, dijo a Rolling Stone en 2007. Esa declaración, incorrecta y genial, potencia el valor poético de una canción que dejó de pertenecerle hace mucho. La intro del sintetizador, la melodía titilante en el piano y la guitarra puntual de Carlton fluyen en un manifiesto elevado sobre memoria, verdad y justicia.

8. “Plateado sobre plateado (huellas en el mar)”

“¿Alguna vez viste una huella en el mar?”, pregunta Charly García durante una entrevista en la FM de Radio Rivadavia el primero de diciembre de 1983. Antes que Alfredo Rosso y Luis Albornoz respondan, Charly dice: “No. Porque no existe. Pero existe en un segundo de tiempo. Muy chiquitito. Lo que quiere decir el tema es como que todo pasa muy rápido. Por qué tenemos que ir tan lejos para estar acá. Y acá es el lugar de nuestros sueños, de nuestras realizaciones”. A días de la edición de Clics modernos, el músico ofrecía pistas y se quejaba de Sadaic, que una vez más le bochaba un nombre para una rara de “yumba” electro-pop al compás bien marcado por Aznar y la presencia estelar de Larry Carlton a puro contrapunto de guitarra.

9. “Ojos de videotape”

“Este es el único tema lento de Clics modernos y trata sobre alguien que está haciendo una valija mientras otro está mirando todo el día un televisor”. Así presentaba Charly a “Ojos de videotape” en uno de los cuatro conciertos ofrecidos en el Luna Park durante diciembre de 1983. Como el cierre de La grasa de las capitales con “Canción de Hollywood”, García resuelve la despedida con una melodía cinematográfica y el efecto gradual que anticipa las últimas escenas protegido por una frase definitiva: “Y este mundo te dirá que es mejor mirar a la pared”. La máquina de ritmo marca el pulso final de la canción por donde el piano y la guitarra parecen disolverse sobre sus propios acordes.