Catnapp: “Hay un montón de artistas argentinos que hacen cosas más zarpadas que en Alemania”

La música argentina con base en Berlín habló con Rolling Stone sobre la escena electrónica de la ciudad alemana, la fiebre que generó su participación en ‘Poco ortodoxa’ y su próximo disco

Por  YUMBER VERA ROJAS

marzo 29, 2022

Catnapp
Catnapp lanza en mayo Trust, su nuevo disco

Juan Bermejo

Ahora que Catnapp se prepara para regresar a Berlín, su hogar y base de operaciones desde hace algunos años, empieza a conectarse con el temor de la guerra en Ucrania. Al punto de que la gira que tenía preparada para presentar su nuevo disco se transformó en toda una incertidumbre. Otra más tras atravesar una pandemia. Sin embargo, lo que más le desconcierta en este momento al álter ego de Amparo Battaglia son aquellas pequeñas polaroids del conflicto bélico que se ven de refilón, pero de las que nadie habla. “Es terrible que en esta situación los mismos ucranianos, que tienen que emigrar, pedir asilo o convertirse en refugiados, no permitieran salir del país a otros refugiados o inmigrantes”. expele la cantante y productora argentina, en el camarín de Niceto Club, antes de consumar el tercero y último show de esta vuelta a Buenos Aires. “Yo veía estos videos, y no podía salir de mi sorpresa de cómo trataban a los africanos. ¡Una locura! Rusia dice que hay muchos nazis en Ucrania. No sé si eso es verdad, aunque lo que vi fue terrible”. 

A propósito de la inmigración, ¿en Alemania te siguen viendo como latinoamericana o ya pudiste zafar del estereotipo? 

Creo que pude zafar. Ando por la calle y como que no resalto. No sé por qué. Supongo que porque soy medio parecida a ellos. 

¿Y vos te pudiste adaptar a la rigidez del sistema social alemán? 

Los impuestos son un quilombo. Como autónomo, que es parecido a un monotributista de acá, si ganás cierta cantidad de plata tenés que pagar cierta cantidad de impuestos. Pero es un montón lo que hay que pagar: el 30 por ciento de tus ingresos. 

Al menos en el caso de la escena musical alemana, el Estado le devolvió esa férrea actitud impositiva a clubes y artistas subvencionándolos en el inicio de la cuarentena. 

Al principio de la pandemia, el gobierno apoyó a los artistas que tuvieran residencia en el país con 5.000 euros. Aplicar para eso fue fácil. Pero después hubo restricciones, y empezaron a revisar tu estatus. Y también tenías que devolver una parte. Si bien tuve otro trabajo en ese momento, zafé gracias a esa ayuda. Le agradezco a Alemania por esos 5.000 euros. 

¿Cómo fue tu pandemia?

Me sirvió para bajar un cambio. Venía girando como nunca antes, lo que estaba bueno, pero se me juntó esa gira con otra. Entonces tuve la sensación de que no podía parar. Necesitaba vacaciones. De repente apareció la pandemia, y eso me obligó a frenar sí o sí. Al principio, no me molestó porque tenía ganas de quedarme en mi casa. 

¿Y luego?

Fue horrible. En la soledad de la pandemia en mi casa, en mi cuarto encerrada, hablaba con los medios de acá sobre Poco ortodoxa. Pero sola. Mucho contraste.

Esa serie te permitió saborear la warholeana expresión de los 15 minutos de fama. ¿Qué pasó cuando llegó el minuto 16?

Sabía que todo iba a volver a ser igual. La gente que me hacía entrevistas me decía que cuando regresara a la Argentina llenaría un River. Mientras escuchaba eso, pensaba: “Se olvidarán de esto en tres meses”. Estoy acostumbrada a remarla.

Si bien no hiciste River, en ese apogeo actuaste en el Hipódromo de Palermo.  Lo que no estuvo nada mal. ¿Pero tu intervención en Poco ortodoxa repercutió en Alemania o Estados Unidos?

Ojo. Sirvió para que mucha gente me escuche. No solo acá sino también en otros lugares. Lo que sí no generó es que la gente normal, que escucha música más normal, empezara a frecuentar mi música. Sabía que eso no iba a pasar. Pero sí me abrió puertas. En Alemania, no pasó nada. Me hicieron un par de notas, y nada más. Aunque en Argentina fue muy extremo. 

Viviste el exitismo criollo que tanto le fascina a los artistas extranjeros. 

Nunca me pasó algo así en mi vida. 

En el medio de todo eso, qué te decían los Modeselektor, dueños del sello del que sos parte, Monkeytown. 

Estaban chochos. Aprovecharon la serie para el publishing y cerrar fechas en salas. A partir de eso, se encargaron también de la curaduría de la música que va a salir ahora. Para no defraudar a la gente que escuchó ese tema [se refiere a “Thunder”] y le gustó. Si bien no me gusta la idea, ahora hay que complacer al público. Si funciona, genial. Pero no voy a forzarlo. 

Casi al mismo tiempo que eso sucedía, sacaste el EP de remixes Damage. Antes servía como marketing, ¿pero hoy qué sentido tiene un remix?

La idea fue de Monkeytown. A ellos les sirve para conectar con otros ambientes, y quizás con un remix podés conectar con el público de esa escena. Medio que fue por eso. Lo hice porque me divierte y también porque me gusta mucho darle mi música a alguien para que la arme de vuelta. 

¿Vos elegiste a los remixadores?

Sí. Eran artistas que descubrí en Soundcloud, salvo un par que eran amigos míos de antes. 

¿Estás en la vereda de enfrente de Spotify?

Sé que es necesaria, pero no me gusta esa plataforma. 

En la década pasada, los DJ argentinos la rompieron en las pistas alemanas. Acá poco se supo de eso. De hecho, existe una interpretación errada de lo que sucede allá y viceversa. ¿No te parece una paradoja que con todas las formas de comunicación que existen se produzca esta desinformación y hasta se distorsione la realidad? 

En Argentina se idolatra lo extranjero. Existe una visión de que todo lo de afuera es mejor. Solo porque me mudé a Berlín, mi standard subió, para que te des una idea. Cuando vivía acá, yo tenía esa misma percepción. Decía: “Alemania, wow”. Una vez que estuve allá, en los boliches comencé a cruzarme con los artistas que escuchaba e idolatraba. Ahí me di cuenta de que la calidad de un artista está más en su persona que en el hecho artístico. Son personas que además hacen música en su casa. No es otro nivel de ser. Es lo mismo, pero en otro país. Y al pasar los años, en Argentina se sigue teniendo una visión un poquito exagerada al respecto. Idolatramos algo que está bueno, pero no por ser europeo es mejor. Acá también pasan cosas increíbles. 

¿Qué te gusta de lo que pasa acá? 

Mientras estoy allá, me llegan cosas que me recomiendan mis amigos argentinos. Y es muy flashero lo que me pasan porque veo el progreso. Siempre pregunto de dónde salió esto o lo otro. Hay un montón de artistas argentinos que hacen cosas más zarpadas que en Alemania. Gracias a los chicos conocí a Saramalacara, por ejemplo. Siempre que vengo acá tengo muchas ganas de conectar con esa gente, a pesar de que me considero muy asocial. Y esta vez vine con un montón de ganas. El año pasado estuve apenas mes y medio, y en esta ocasión me quedé dos meses. 

En esos dos meses, ¿qué pudiste concretar?

Hice una sesión de fotos, conecté con un par de marcas de diseñadores de ropa que me ayudaron a vestirme en mis shows. Hice tres shows. No pude ver a Lara 91K, pero estuve haciendo cosas en el estudio con Evar. Se me dio bastante más la cuestión. 

Catnapp en vivo/Fotografía de Toto Pons

Al menos en el último de tus recitales en Buenos Aires, tu prueba de sonido duró dos horas. Lo que llama la atención sobre el nivel de profesionalización que alcanzaste. Y es que antes, en ese mismo escenario, resolvías un soundcheck en menos tiempo. 

Hay muchas cosas nuevas que tengo que probar como una pedalera con efectos. En cada lugar suena distinta, y por eso tengo que ajustarla al sonido del boliche. 

Es cierto que hice cosas que no hice antes. Me traje un controlador, y tengo efectos de la voz que nunca probé. También traje temas nuevos. En realidad son reversiones de canciones viejas. Me gusta que todo suene bien, y me tomo mi tiempo para ello. Si no pasa nada raro, pruebo en media hora. Si no, lo hacemos en dos horas. 

Trust, tu inminente nuevo álbum, ¿ya tiene fecha de salida?

Sale en mayo. Ya lo terminé, y quedó re bueno. Me ayudaron mucho los de Modeslektor. Ellos colaboran en dos temas, y también hay participaciones de otros artistas. La mayoría de ellos son argentinos. Están O.L.I.V.I.A., un chico llamado Methone y mi hermano, Wilo. Es la primera vez que colaboramos. Tiene 22 años, y estoy re contenta con lo que hicimos. Además participan un músico estadounidense y otro francés. 

¿Es un disco pandémico?

En pandemia no hice nada. Dormí, hice terapia y cualquier otra cosa que no estuviera vinculada con la música. Los temas se fueron dando solos. El concepto del disco está basado en el cansancio hacia el modo de escuchar música en Spotify. El shuffle no permite la continuidad, de principio a fin, de un disco. Nadie le presta atención sino que se escucha un pedazo de una canción y algunos segundos de otra. Así que Trust está pensado para escucharse entero. Está hecho desde el punto de vista de alguien que escucha un disco: la persona se pone auriculares, empieza y lo detiene todo el tiempo. Pasa por diferentes lugares. 

¿Musicalmente a qué suena?

No voy a contar mucho. Tiene 11 temas, y la manera en que está hecho lo diferencia de lo anterior. Pandémicamente, es mi disco preferido hasta ahora. A nivel de producción. Y en cuanto a lo creativo, cada tema está armado por varios demos juntos. Cuando se los presenté al sello, Gernot, de Modeselektor, agarró el Ableton y los empezó a combinar. Y se formaron temas increíbles. 

¿Hay canciones en castellano?

Esta vez hay una. 

Con lo calculadores que son los alemanes, ¿aprendiste a manejar las expectativas o en eso sigue pesando lo latino?

Quería salir a romperlo todo, armar un buen show, y poder mostrarlo post pandemia. Con el disco anterior, intentamos armar eso. Pero casi no sucedió. Esta vez queríamos que reviente. Vamos a ver qué sucede. 

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